Francia

‘Bodas de Figaro’ del montón

Francisco Leonarte
lunes, 19 de diciembre de 2022
Jones, Bodas de Fígaro © 2022 by Charles Duprat-OnP Jones, Bodas de Fígaro © 2022 by Charles Duprat-OnP
París, miércoles, 7 de diciembre de 2022. Théâtre National de l'Opéra de Paris (Salle Garnier). Le nozze di Figaro, ópera buffa en cuatro actos creada 1786. Libreto de Lorenzo Da Ponte inspirado en ‘Le mariage de Figaro’ de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais. Música de Wolfgang Amadeus Mozart. Dirección escénica, vídeo, decorados y trajes de Netia Jones. Luces de Lucy Carter. Coreografía de Sophie Laplane. Colaboración a la puesta en escena, Glen Sheppard. Colaboración en el vídeo, Ian Winters &Lightmap. Dramaturgia, Solène Souriau. Con Luca Pisaroni (Figaro), Jeanine de Bique (Susanna), Gerald Finley (el conde de Almaviva), Miah Persson (la condesa de Almaviva), Rachel Frenkel (Cherubino), Sophie Koch (Marcellina), James Creswell (Bartolo), Eric Huchet (Don Basilio), Christophe Mortagne (Don Curzio), Ilanah Lobel-Torres (Barbarina), Franck Leguérinel (Antonio), Boglarka Brindas (Una donna), Teona Todua (Una donna). Coro (director, Alessandro di Stefano) y Orquesta de la Opera Nacional de París. Dirección musical de Louis Langrée.
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Permítanme distinguir dos tipos de intérpretes: quienes se ponen al servicio de la obra y quienes se sirven de la obra para su propio lucimiento. En materia de puesta en escena, la adscripción a una u otra categoría suele ser bastante clara. Hablábamos el otro día de Pelly, con su capacidad para lucirse siempre a partir de la obra, siempre poniéndose a su servicio. Pero ese tipo de directores de escena es cada vez más infrecuente. Por el contrario abunda el/la director de escena que tiene su ideíta (con la que estiman que van a brillar) y que busca que en el espectáculo todo se supedite a ella. Tal es el caso de Netia Jones.

Servidor de ustedes vio esta producción hace unos dos años. Y me pareció tan vistosa como mala. Con el tiempo no he notado que haya mejorado. Porque lo que sigue primando, es la 'ideita’ de la directora de escena... En efecto, la señora Jones quiere que la obra de Mozart /Da Ponte/ Beaumarchais suceda en un teatro de ópera y recuerde los recientes escándalos Metoo y otros que han salpicado a famosos divos. Y hace todo para que la cosa se ajuste a su idea.

'Las bodas de Fígaro' de Mozart. Dirección musical: Louis Langrée. Puesta en escena: Netia Jones. París, Théâtre National de l'Opéra de Paris (Bastille), diciembre de 2022. © 2022 by Charles Duprat - OnP.'Las bodas de Fígaro' de Mozart. Dirección musical: Louis Langrée. Puesta en escena: Netia Jones. París, Théâtre National de l'Opéra de Paris (Bastille), diciembre de 2022. © 2022 by Charles Duprat - OnP.

El problema es que, si algunos gags están bien resueltos (meno male !) en otros momentos no se entiende nada a menos de conocer el libreto (y así me lo confirmaron dos buenos amigos que veían por primera vez la obra), particularmente en el cuarto acto, en que si no hay ‘bosquecillo’ y oscuridad, y dos pabellones distintos, en vez del escenario completamente abierto en que evolucionan los pobres cantantes (mal) dirigidos por Neta Jones, pues no se entiende nada.

Tiene otra pega el trabajo de la señora Jones, y es su obsesión por el horror vacui: desde la obertura nos asesta una suerte de idas y venidas de figurantes sobre un ballet de efectos visuales y cronómetro que nada aportan pero que impiden el normal disfrute de la música. ¡¿Cuándo entenderán nuestros directores/as de escena que la música se basta y se sobra en los fragmentos puramente musicales?! Eso sin contar las acciones paralelas que nada tienen que ver con lo que se escucha (verbigracia don Basilio que aparece revestido de simple toalla en medio de la primera aria de Cherubino...)

'Las bodas de Fígaro' de Mozart. Dirección musical: Louis Langrée. Puesta en escena: Netia Jones. París, Théâtre National de l'Opéra de Paris (Bastille), diciembre de 2022. © 2022 by Charles Duprat - OnP.'Las bodas de Fígaro' de Mozart. Dirección musical: Louis Langrée. Puesta en escena: Netia Jones. París, Théâtre National de l'Opéra de Paris (Bastille), diciembre de 2022. © 2022 by Charles Duprat - OnP.

Y claro, como doña Neta tiene que guardar su prestigio entre sus colegas de puesta en escena, reproduce todos los tics que están de moda y sin los cuales el mundillo teatral no reconocerá como ‘moderna’ su puesta en escena: empleo del vídeo (abusivo y perfectamente superfluo), cosas escritas sobre el escenario, propósito supuestamente de actualidad... Una caricatura de ‘puesta en escena comme il faut’.

Su escenografía (porque -como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como- la señora Jones se firma la puesta en escena, la escenografía, el vestuario y el vídeo) en el primer acto, con dos espacios que bien pueden ser espacios de ensayo o aun camerinos o tal vez despachos para la administración, puede tener su interés. Pero en el segundo acto, todos los espacios, aun siendo bonitos, son perfectamente abiertos: el sonido de las voces se escapa y la interpretación musical se resiente. De los trajes, poco hay que decir. Se ajustan a la 'ideíta'... En fín, pasemos.

Una dirección de orquesta inteligente

Eso sí, en la tanda de representaciones de hace dos años dirigía Dudamel, y desde el punto de vista musical tampoco había nada que rascar. Recuerdo que los recitativos eran apresurados y sin gracia, y que la orquesta sonaba demasiado fuerte y banal.

En esta ocasión dirige Louis Langrée, y la cosa cambia. Langrée es director sensible -le recordamos un sensacional Hamlet de Thomas- atento a la partitura, a la orquesta y a los solistas vocales. De hecho el conjunto orquestal es relativamente reducido (tres contrabajos y cinco violoncellos), evitando siempre cubrir a los cantantes.

Hay también, contrariamente a lo que sucedió con Dudamel, un auténtico trabajo de recitativos: recitativos que tienen todos sentido, que están dichos y no recitados a toda prisa. Hay también una verdadera preocupación por los conjuntos, con muy hermosos momentos, en particular el finale, con las frases sobre el perdón, en que el canto de Gerald Finley, de gran belleza, poco o nada tiene que ver con la puesta en escena.

'Las bodas de Fígaro' de Mozart. Dirección musical: Louis Langrée. Puesta en escena: Netia Jones. París, Théâtre National de l'Opéra de Paris (Bastille), diciembre de 2022. © 2022 by Charles Duprat - OnP.'Las bodas de Fígaro' de Mozart. Dirección musical: Louis Langrée. Puesta en escena: Netia Jones. París, Théâtre National de l'Opéra de Paris (Bastille), diciembre de 2022. © 2022 by Charles Duprat - OnP.

Destaquemos la redondez y el fraseo del oboe solista, o los maravillosos pizzicatti. Confieso que a menudo me atrajeron más los acompañamientos orquestales que las voces -verbigracia en las arias de Cherubino o de la Contesa, en que, artísticamente, el nivel vocal era muy inferior al instrumental-. Porque además, en plantilla reducida o no, la Orquesta de la Ópera de París es siempre un lujazo.

Harina de otro costal es el coro. También en plantilla reducida (no hace falta más para las breves intervenciones corales en Las Bodas de Fígaro), suena a café largo, pero muy largo, con mucha mucha, mucha agua. Un sonido pequeño y destimbrado. Sin embargo son muchos los ejemplos de formaciones corales pequeñas pero excelentes (Les éléments, el Coro de Cámara de Namur...). ¿Por qué el Coro de la Ópera Nacional de París -que, vistas las subvenciones que la casa recibe, tendría que ser siempre un señor coro fuere cual fuere el número de integrantes- suena tan melífluo y desvaído? Ni siquiera salió a saludar, y creo que nadie lo echó de menos. Una lástima.

Solistas de regulares a excelentes

En la pasada versión, con Dudamel, Miah Persson como Contessa era de los pocos que conseguía brillar un poco. En esta ocasión sin embargo me decepcionó. Deterioro de la voz (esperemos que no) o mal día, el caso es que en su ‘Porgi amor’, y en general en todo el segundo acto, su canto careció de delicadeza y su voz sonó ancha y sin brillo, casi destemplada y con fuerte vibrato. La comparación con la voz de Jeanine de Bique, repleta de armónicos, fue cruel. En el tercer acto, en el célebre ‘Dove sono’, Persson cumplió sin más. Sin matices ni suavidad, sin expresividad ni mezza voce ni ductilidad. Esperemos que fuera sólo circunstancial.

Finley, por el contrario, exhibió su voz de terciopelo, uno de los timbres baritonales más bonitos del panorama canoro. Todo cantado y todo comprensible. Buen squillo, se le escucha bien en los conjuntos, con mucha musicalidad. Mucha expresividad teatral. Eso sí, en su aria del tercer acto nos quedamos con las ganas: y es que la puesta en escena le pide desnudarse mientras canta, y además desnudarse con dificultad: Finley no está pendiente de dar voz, sino de hacer el numerito que le pide la directora de escena en un espacio totalmente abierto donde el caudal se pierde... Una auténtica lástima. Otra ocasión para detestar la puesta en escena de Jones.

A Pisaroni, desde el inicio, en su aria ‘Se vuol ballare il signor contino’ -que sin embargo no encierra dificultades mayores- se le encuentra apurado en los agudos y en los graves. Se pasa su papel hablando más que cantando, cosa que podría no ser mala si de cuando en cuando cantase algo en vez de susurrarlo. Langrée lo mima (como a todos los cantantes) lo suficiente para que sea audible. Pero no. En fin, digamos que no se le puede negar teatralidad. Poco más.

'Las bodas de Fígaro' de Mozart. Dirección musical: Louis Langrée. Puesta en escena: Netia Jones. París, Théâtre National de l'Opéra de Paris (Bastille), diciembre de 2022. © 2022 by Charles Duprat - OnP.'Las bodas de Fígaro' de Mozart. Dirección musical: Louis Langrée. Puesta en escena: Netia Jones. París, Théâtre National de l'Opéra de Paris (Bastille), diciembre de 2022. © 2022 by Charles Duprat - OnP.

Aunque al principio de su carrera cantó mucho Cherubino, Sophie Koch puede ser considerada hoy en día como mezzosoprano dramática (cantó hace unos diez años una Venus memorable en Bastille). Tal vez por eso tardó en calentar. En su dúo del primer acto con Susanna la voz, todavía fría, sonaba poco audible y con demasiado vibrato. De suerte que su voz empezó a sonar bien cuando ya poco le quedaba por cantar. Lástima que en vez de hacerle cantar la bonita ‘Il capro e la capreta’, en esta producción simplemente le hagan pasear mientras el público lee un fragmento del original de Beaumarchais...

Eric Huchet, que canta don Basilio, puede ya ser considerado como un ‘segundo espada’ de lujo, recogiendo la estela de Michel Sénéchal o de tantos otros ‘grandes en pequeños roles’. Comicidad sin exageración, voz siempre rica en armónicos, musicalidad. Lástima que tampoco se cante su aria alternativa.

Decepcionó sin embargo Cherubino -que sin embargo es siempre un caramelito, sin enormes dificultades en su particella pero con un papel bien simpático y unas arias muy pegadizas. Sin embargo en su primera intervención, el ‘Non so piu cosa son cosa faccio’, sonó sin graves, y apurada en agudos. Para más inri tiene un timbre más bien feo y teatralmente compone un personaje poco creíble, un joven que no hace mucho caso, que no tiene miedo. Además de resultar, visualmente, un joven poco atractivo. Uno no se cree sus intentos de seducción ni su supuesto sex-appeal. En su segunda aria, el famoso ‘O voi che sapete’, su canto, a pesar del precioso y sutil acompañamiento de Langrée, sonó perfectamente rutinario.

El Don Bartolo de James Creswell no sólo estuvo bien compuesto actoralmente. Desde un punto de vista musical se le notó bastante cómodo en graves y agudos, con bastante volumen y un bonito timbre. Tal vez se echó de menos un punto más de soltura en el canto silábico (sillabato, que dicen los italianos), técnica que, de entre todos los solistas, sólo Eric Huchet parecía realmente dominar.

La perla la tuvimos con Jeanine De Bique, que ya nos había dado una preciosa Alcina de Haendel en esta misma sala Garnier. Anunciada como enferma, constituye sin embargo, con la orquesta, la auténtica atracción de esta producción. Voz siempre rica en armónicos, haciéndose oír en toda la sala gracias a su squillo, de bonita voz, con graves redondos y agudos fáciles. Ah, y con unos preciosos pianissimi en su ‘Deh vieni non tardar’, que cantó con sensual delicadeza pero sin exageraciones. El pianissimo final fue pura luz. Y para redondearlo todo, siempre mostró sentido teatral, tanto en el canto como en la actuación puramente actoral. Una gran Susanna.

No asistimos, en suma, a una gran representación, porque de nuevo pudimos verificar que si la dirección de escena y la escenografía no acompañan o incluso estorban, no hay ‘gran representación’ posible. Pero también de nuevo comprobamos que cuando hay un buen director musical, es mucho más fácil hacer Música (con mayúscula) y rendir justicia a una obra maestra como son Las Bodas de Fígaro de Mozart/Beaumarchais (Da Ponte se limitó a traducir y suavizar el original francés, pero a estas alturas de la crítica no vamos a meternos a hablar de Da Ponte, verdad? ....) 

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