Alemania
Concierto de Navidad de la German Brass
Juan Carlos Tellechea
Hacía tiempo que no ocurría esto en las extraordinarias veladas musicales de Heinersdorff Konzerte – Klassik für Düsseldorf: 11 músicos de élite lanzando fuegos artificiales con sus instrumentos (metálicos) de viento, sin fronteras estilísticas, pero con gran maestría, un espíritu sumamente fresco y mucho humor, que al término del concierto de este lunes fueron ovacionados y vivados estruendosamente por el público, de pie en la gran sala auditorio de la Tonhalle durante largos y más largos minutos.
El ensemble German Brass, integrado por cuatro trompetas, tres trombones, dos trompas, una tuba y percusión tiene muchísimas tablas. Sus músicos provienen de algunas de las principales orquestas sinfónicas de Alemania.
Uno de los fundadores del conjunto en 1974 fue el uruguayo Enrique Crespo, trombonista de la Bamberger Symphoniker y de la Orquesta de la Radio de Stuttgart, evocado no hace mucho en una audición-homenaje de una emisora alemana.
Los actuales miembros del grupo son los trompetistas Christoph Baerwind (Orquesta Filarmónica Estatal de Hamburgo), Andre Schoch (Berliner Philharmoniker), Werner Heckmann (Württembergisches Staatsorchester Stuttgart), Uwe Köller (profesor de la Universidad de las Artes, de Graz, Estiria, Austria); los trompistas Wolfgang Gaag (ex miembro de la orquesta Münchener Philharmoniker y ex profesor del Conservatorio de Música y Teatro de Múnich, así como uno de los fundadores de German Brass, junto con Enrique Crespo) y Klaus Wallendorf (ex miembro de la orquesta Berliner Philharmoniker), presentador de esta hermosa y divertida velada; los trombonistas Alexander Erbrich-Crawford (de la referida orquesta de Stuttgart), Fritz Winter (de la orquesta del Gärtner Platz Theater, de Múnich) y Uwe Füssel (de la Bayerische Staatsoper, de Múnich); el tubista Stefan Ambrosius (de la Bayerische Staatsoper, de Múnich) , y el percusionista Herbert Wachter (del Kammerchor Baden-Württemberg).
Abrieron el concierto con Wir danken dir, Gott, wir danken dir (BWV 29), seguida por la Toccata y fuga en re menor (BWV 565), de Johann Sebastian Bach, con arreglos de Matthias Höfs (profesor del Conservatorio de Música y Teatro de Hamburgo), que aportó todo lo que hace tan atractiva la música del Barroco: sonoridad radiante, ritmos agudamente puntuados, una sofisticada dinámica escalonada y una ejecución vertiginosa y chispeante.
German Brass desplaza los timbres no solo a través de las facetas de los metales, sino también mediante el uso de una amplia variedad de instrumentos. Esto benefició especialmente a la Tocata y fuga, escrita originalmente para órgano.
El tema "El Oboe de Gabriel", de Ennio La misión (1986), de Roland Joffé, con Robert de Niro, Jeremy Irons y Liam Neeson, fue el primer momento de calma, interpretado por Andre de forma expresiva y con agudos impecables, apoyado por los suaves tonos del trombón de Fritz . Después vendría una tierna y emotiva canción tradicional ucraniana (Nebo yasni zirky vkryly Schtschedrik) llevada al pentagrama por el compositor Mykola Leontovich.
Entremedio sonaban en el aire los latigazos dados por el conductor durante el El viaje en trineo de San Petersburgo, de Richard Eilenberg, con arreglos de Werner Heckmann. Festivos sonidos de fanfarria se alternaban con poderosos tutti en las tradicionales canciones de Navidad británicas, con discreto apoyo de la percusión, arregladas por Alexander Erbrich-Crawford.
No solo un fabuloso solo de trompa de Wolfgang Gaag, sino también el arte trompetístico del profesor Uwe hicieron de estos temas una delicia para los metales que depararon también algunas sorpresas, con ritmos tensos y cambios de tempo bien ajustados, sobre todo en la segunda parte del concierto dedicada a La Navidad alrededor del mundo: El pequeño tamborilero, con audaces citas del Bolero de Maurice Ravel, Jingle Bells y algunas páginas que hicieran célebres , Bing , o Frank , así como composiciones de Brasil y el Caribe. Casi al cierre el extraordinario baterista "Herbie" Wachter arrasó con brillantes solos una y otra vez muy celebrados por los espectadores.
El trompista Klaus Wallendorf también transmitió alegría y diversión con su incomparable presentación, extremadamente humorística. Introducía los títulos y algunas explicaciones al respecto unas veces en prosa, y otras hábilmente rimadas. El público no solo conoció datos interesantes sobre los vinos franceses, al pronunciar sus nombres ininteligiblemente, sino también sobre las costumbres japonesas, que si bien no tienen una celebración de Navidad como en Occidente, les encanta festejarla a su manera. La veloz explicación en un supuesto japonés onomatopéyico causó tanta hilaridad en la platea que hasta los japoneses que asistían al concierto no podían contener la risa, por más esfuerzos que hicieran, además de no entender ni papa de lo que se decía, por supuesto.
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