España - Cataluña
Gran Teatre del Liceu¿Macbeth de Verdi = Instalación de Plensa?
Jorge Binaghi

A ver…
La última reposición (con nueva producción, faltaría más) fue hace seis años.
El año pasado se dio el acto segundo con una de las protagonistas de ahora y un
protagonista de aquella vez. Con tanto Verdi raro o mucho menos representado,
¿hacía falta otro Macbeth? ¿Este? Vaya por delante que admiro mucho a
Plensa como artista plástico y sobre todo como escultor (he estado dos veces en
su museo en Ceret). Pero no es lo mismo ser director de escena y todo el resto
en un espectáculo (para el que hay una serie de adjuntos o asistentes en todos
los aspectos y un coordinador general. No me sorprende que haya costado un
dineral aunque los rumores, nunca aclarados, van de los 600.000 a los dos
millones de euros. En cualquier caso, mucho o demasiado).
Aquí
tenemos las famosas -y fantásticas- cabezas (hay en exhibición tres más en el
salón de los espejos del Teatro, muy bellas), muchas, como los vestidos,
armadas con letras o con las mismas en posiciones estratégicas, algunos árboles
(la solución de la foresta de Birnam es de carcajada), unas telas con signo de
interrogación o algo impreso, un ‘sleep no more’ al principio de todo que luego
desaparece sin ni siquiera ser retomado en la escena del sonambulismo de la
Lady, una coreografía entre gimnasia pura (ballet del tercer acto) o
movimientos supuestamente grotescos y amenazantes (ni una cosa ni la otra) para
las brujas, dirección de actores elemental si alguna, buenas luces.
Como
instalación es buena, como una creación sobre el Macbeth de Verdi-Shakespeare no. Y recordando que se trata de una
ópera, un espacio vacío y tan abierto hace sufrir a cualquier voz. Sin embargo
se habla del Macbeth de Plensa. Que
yo sepa es de Verdi. Pero la gente acude en masa dispuesta a aplaudir (no lo
hace cuando debe y sí cuando no -en esta función a mitad del ballet y luego al
final del mismo, el aplauso más largo a telón abierto). Tomen ustedes nota de
cómo se intenta (sólo se intenta) atraer, que no crear, un nuevo público.
Hay dos
repartos con tres sopranos. Como por motivos de agenda debo ver los dos por
separado y en el medio se me va a quedar algún artista escribiré dos reseñas.
Esta corresponde al segundo reparto que iba a ser encabezado por Carlos Álvarez
y Anna Pirozzi, pero por razones distintas tuvieron que cancelar, y eran, por razones
claras, por empezar por no haber cantado anteriormente aquí esos papeles, lo
más interesante sobre el papel y lo que más justificaba una reposición.
Lucic ya
no estaba bien vocalmente en Tosca,
pero aquí hay una línea de canto que respetar y la precariedad de la emisión
del agudo es un inconveniente muy serio; tiene experiencia y tablas, pero eso
sólo alcanza en parte, y como jamás ha sido un gran actor en pocos momentos
puede surtir el efecto que su personaje debe tener.
Semenchuk
es una voz importante y técnicamente muy sólida, y sabe no dejarse arrastrar
por los graves de su registro de mezzo en beneficio de los agudos, aunque
alguno se le resista (el final del sonambulismo estaba descontado); su
composición de la demoníaca Lady sin ser inolvidable es buena.
Schrott
(ignoro por qué tuvo que cantar dos días y tres funciones seguidas habiendo
también otro bajo) fue vocal e interpretativamente el rey de la función. Cuando
pienso que este fue el tercer papel que le vi (en una versión detestable de La
Monnaie hace más de un cuarto de siglo) y que no sólo lo sigue haciendo bien
como cuando era una firme promesa sino mejor aún cuando es uno de los grandes
actuales, me felicito de haber podido asistir a la evolución de su carrera (no
estoy seguro -por suerte- de seguirla hasta el final). Su versión de la gran
aria con la que culmina su actuación (por una vez uno desea que Shakespeare y
Verdi lo salven de la furia asesina de los protagonistas) fue soberbia.
Lo hizo
bien Albelo, sobre todo en su aria del último acto, aunque espero que no se
entusiasme con otros papeles verdianos porque algún momento (inicio del
recitativo, por ejemplo) dejó entrever que la voz es demasiado ligera para este
autor. Lara volvió a demostrar su interés como cantante, pero debería encontrar
algún director de escena que lo ayude con la interpretación.
La dama
de Coma-Alabert fue muy presente (aunque no entendí su aparente relación con
Macduff) incluso en los peligrosos agudos de las dos escenas de conjunto en los
actos primero y segundo (entiendo que se haga una sola pausa, pero está claro
que el ‘finale primo’ era eso para Verdi y hacerlo seguir casi de inmediato por
la primera escena del segundo desmerece a ambos).
Lagares
se ocupó de todos los roles masculinos menores y lo hizo con acierto y
entusiasmo aunque probablemente el médico necesite una voz más grave que la
suya que es más bien baritonal.
El coro
lo hizo muy bien, pero no sé a quién se le ocurrió que en el primer acto las
brujas canten con volumen limitado. Si se quiso dar una idea sobrenatural desde
luego no salió bien.
También
muy bien técnicamente la orquesta. Pons parece decidido a establecerse igualmente
como director del repertorio italiano, pero me temo que, aunque fue mejor que
en su dirección de Don Pasquale,
sería tal vez mejor que se dedicara al repertorio germánico de finales del XIX
y al del siglo XX y XXI, también en ópera. Falta verdadera tensión, sentido del
drama, expansión lírica, y cargando la tinta en la dinámica (otra vez esos
metales …) no se logra. Asimismo hubo alguna ocasión (como en la segunda parte
del preludio) donde el tiempo lento resultó extraño pero sobre todo
antiteatral, más o menos como ese ‘no more sleep’ inicial, que en eso se queda.
Comentarios