España - Castilla y León

Disfrutar de lo imperfecto

Samuel González Casado
lunes, 6 de marzo de 2023
Thierry Fischer © thierryfischer.com Thierry Fischer © thierryfischer.com
Valladolid, viernes, 24 de febrero de 2023. Centro Cultural Miguel Delibes. Sala Sinfónica Jesús López Cobos. Coro de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León; Jordi Casas, director. Escolanía de Segovia; María Luisa Martín, directora. Anna Larsson, mezzo. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Thierry Fischer, director. Mahler: Sinfonía n.º 3 en re menor. Ocupación: 95 %.
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Satisfactoria Tercera de Mahler la que dirigió Thierry Fischer a la orquesta de la que es titular, la Sinfónica de Castilla y León. En una obra tan extensa es normal que haya un poco de todo, pero los rasgos positivos se impusieron claramente a algunos detalles, casi siempre técnicos, que en algunos momentos pudieron llegar a deslucir el resultado.

El primer movimiento tendió a lo épico, con pasajes animados que habitualmente suelen concebirse con un carácter más estático. Algunos metales estuvieron un poco fallones, y el punto más bajo lo marcó los solos de trombón. Lo mejor fue el cuidado con que Fischer abordó las transiciones y las culminaciones de la “marcha militar”, perfectamente preparadas.

Impecable el Tempo di Menuetto, que confirmó la buena sensación que la cuerda había dejado en el primer movimiento, sobre todo en cuanto a la flexibilidad y lo regio de los ataques de los potentes violonchelos. En este segundo movimiento todo fue delicado y transparente, como también ocurrió en el tercero, mucho más expresivo y contundente rítmicamente, como le corresponde. Eso sí, Fischer nunca carga las tintas y elige muy bien los momentos que él cree importantes para los efectos, que en cualquier caso siempre parecen integrarse orgánicamente en el discurso. Muy equilibradas las intervenciones del posthorn en relación a la orquesta, medidas al milímetro para que no se comprometiera la transparencia y a la vez poder añadir detalles que dieron toda la variedad posible al asunto.

El lied se benefició del buen colchón de la cuerda, pero no tanto de la mezzo Anna Larson, que conserva su potencia habitual pero con un sonido descolocado (resonadores muy bajos y armónicos pobres), de tal manera que le es muy complicado dar ese carácter de nocturnidad y misterio a esta parte: prácticamente no puede colorear y el cambio de registro es muy evidente y dificultoso, además de que la articulación no se realiza con limpieza. La voz en sí misma no está mal, pero técnicamente no puede convertirla en un instrumento artísticamente útil al no encontrar la posición apta.

Coro femenino y de niños cumplieron correctamente con su cometido, aunque el sonido llegó algo difuso, no tanto por ellos como por la acústica del recinto. La afinación casi siempre fue correcta y sí se transmitió ese carácter inocente con trasfondo oscuro, tan emparentado con la Sinfonía n.º 4.

Para terminar, como cabía esperarse, lo mejor: un Lento primoroso, maravillosamente articulado por la cuerda y planificado por Fischer, trabajado y fluido. Final apoteósico pero serio y entusiasmo del público, que dedicó una larga ovación a los músicos en reconocimiento a una versión no perfecta pero muy disfrutable en múltiples aspectos. Programa de mano con la habitual falta de ortografía en el enunciado, pobre edición en la biografía de la soprano, absurda denominación de un coro no profesional como “Coro de la orquesta” y una introducción en la notas sobre las clasificación de las sinfonías de Mahler que no añadía gran cosa. Buena entrada y comentarios elogiosos en general de los asistentes entre los verdejos posconcierto: lo espectacular, y además bien interpretado, gusta y vende.

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