Alemania
Jonathan Fournel en la Sala Robert Schumann de Düsseldorf
Juan Carlos Tellechea

El varias veces galardonado pianista Jonathan Fournel, uno de los grandes talentos de nueva generación que nos descubre esta tarde Heinersdorff Konzerte – Klassik für Düsseldorf, es un mozartiano de pura cepa. Fournel aborda la Sonata en do menor KV 457 de Wolfgang Amadé Mozart en un tono severo, casi abrupto y singularmente trágico.
Combinada con su maestría y su autoridad sin ostentación, esta sencillez abre sin esfuerzo las puertas a la obviedad del compositor salzburgués.
El Ludwig van Beethoven temprano, especialmente el de la ''Patética'', escrita en la misma tonalidad y que comparte ciertos elementos temáticos con su predecesora, nunca está muy lejos de este Mozart lacónico y preciso.
En contraste con los movimientos extremos (I. Molto allegro; III. Allegro assai), la iluminación es un poco más tierna y tranquilizadora en el intemporal Adagio, verdadero remanso de paz y serenidad que se explaya dulcemente en esta prestigiosa Sala Robert Schumann del Kunstpalast de Düsseldorf.
Ganador en 2021 del codiciado primer premio en el Concours
El Preludio, fuga y variación de César Franck, originalmente para órgano o armonio y piano, interpretado aquí en el célebre arreglo de Harold Bauer, no es probablemente tan amplio como el Preludio coral y fuga de "Père Franck": Jonathan Fournel (de padre organista y madre profesora de teoría musical) evita la trampa de la anécdota o de la sensiblería religiosa mediante un toque muy coloreado y una ductilidad polifónica ejemplar sin desterrar la suave expresividad.
¡Con qué maestría emprende Fournel el fascinante periplo al singular mundo sonoro del entonces joven Karol Szymanowski y sus Variaciones en si bemol menor op 3 (1901 – 1903)! Dedicadas a su compatriota y amigo Artur Rubinstein, la escritura cultiva un virtuosismo digno de Franz Liszt, rindiendo excelso homenaje a Frédéric Chopin, a quien su estilo debe mucho, lo mismo que su estructura a Alexander Skrjabin.
Quién mejor para defender esta música que Jonathan Fournel, joven poeta soberano del piano y formidable técnico del teclado, reconocido por su manera de hacer sonar el instrumento, con una reserva de potencia que puede rozar la ferocidad en los fortissimos, sumada a un generoso uso del pedal, al arte de dosificar ritmos y colores, así como al dominio del rubato, y a la preocupación por la claridad de las líneas, incluso en los pasajes más bulliciosos.
El tema, que suena bastante inabordable e indefinible al principio, pero que luego emerge de la penumbra y atrapa el oído como una chanson francesa, es conducido por Szymanowski a través de un curso clásico entre ostinato, variaciones figurales y de carácter, con mazurca, scherzando, marcha fúnebre, vals y ardiente final. Sin embargo, pese a todo su dominio de la forma, el tema prácticamente explota en la inagotable imaginación con la que Szymanowski lo trata y transforma: en un pianismo policromado y a toda voz, increíblemente moderno y provocador.
Desde su debut, se conocen las afinidades electivas de Jonathan Fournel con Johannes Brahms, verbigracia a través de su disco (sello Alpha) dedicado a la Sonata nº 3 y a las Variaciones Haendel, muy celebrado por la crítica. El Concierto para piano nº 1 en re menor op 15 de Brahms lo presentó Fournel, entre otras obras (Jacques Ibert, Escales; y Richard Strauss El caballero de la rosa, op 59, suite), en su reciente y exitosa gira por Brasil.
Esta tarde Fournel abordó el difícil primer movimiento (Allegro) del febril op 1 del compositor hanseático, situándolo en el descenso trascendental del Hammerklavier beethoveniano para pulverizar su academicismo latente. Pero los tres movimientos siguientes fueron aún más convincentes, dados a la manera de caprichosos intermezzi, "hoffmanianos" en la ambivalencia de su cuasi secuenciación: un Andante con amplificaciones cada vez más tortuosas, defendido con una fe fuera de lo común; un Scherzo. Allegro molto e con fuoco furioso y casi colérico; y un Finale. Allegro con fuoco devastador e incendiario.
Esta interpretación soberbia pero sin concesiones fue acogida triunfalmente por una ovación en pie de un público delirante, que pudo "descomprimirse" en parte durante un bis saludable e intemporal: la ''Sicilienne'' de la Sonata BWV 1031 de Bach, en la sencilla pero maravillosa transcripción de Wilhelm Kempff.
Fue un extraordinario cierre de este recital organizado por Heinersdorff Konzerte – Klassik für Düsseldorf y el Kunstpalast de Düsseldorf, en cooperación con la importante red Steinway Prizewinner Concerts.
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