Francia

Fiesta belcantista: Deshayes y Rebeka en París

Francisco Leonarte
jueves, 30 de marzo de 2023
Rebeka y Deshayes © 2023 by J. Delnats y A. Giraudel Rebeka y Deshayes © 2023 by J. Delnats y A. Giraudel
París, martes, 21 de marzo de 2023. Théâtre des Champs-Elysées. Aris, dúos y páginas orquestales de Gaetano Donizetti (Maria Stuarda : Preludio ; Oh nube che lieve per l'aria t'aggiri ; Ah quando all'ara scorgermi ; Anna Bolena : Piangete voi... All dolce guidami ; Per questa fiamma... Ah pensate che rivolti ; Dio che mi vedi in core), Gioachino Rossini (Semiramide : Sinfonia ; Bel raggio lusinghier ; Elisabetta, regina d'Inghilterra : Non bastan quelle lacrime) y Vincenzo Bellini (Norma : Casta diva ; Mira o Norma). Con Marina Rebeka y Karine Deshayes. Orchestre de Chambre de Paris. Dirección musical, Speranza Scapucci.
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Deshayes y Rebeka, junto a Schrott, protagonizaron la temporada pasada en el Teatro de los Campos-Elíseos, una memorable Anna Bolena de Donizetti. Fue la ocasión para el público parisino de reencontrarse con una intérprete muy querida, Karine Deshayes, cuya línea de carrera no siempre ha parecido clara. Empezando con el barroco y luego como mezzo rossiniana (le recordamos una musicalmente espléndida Donna del Lago en Garnier en alternancia con Di Donato), pasó después a otros repertorios menos evidentes, como Mahler (Canción de la Tierra en Pleyel) y poco a poco el público parisino empezó a escucharla con menos frecuencia.

Cuando volvió esta temporada pasada con Anna Bolena, en el papel de Seymour, su voz parecía que había ganado en volumen, perdido en flexibilidad (sus ornamentaciones no fueron realmente exactas) y que su color había pasado de mezzo a soprano. En cualquier caso, dio una Seymour estupenda por lo valiente y lo encarnada.

A los pocos meses daba otro recital en la Philarmonie (de pésima acústica) esta vez directamente como soprano, acompañada por una contralto. Deshayes no parecía estar en forma ni técnicamente ni dramáticamente. No, el de la Philarmonie no fue un gran recital...

Así que teníamos cierta aprensión al entrar el pasado marte en el Teatro de los Campos-Eliseos. Por suerte, Deshayes salió más que airosa de todos los empeños. Es verdad que en la primera parte hubo alguna que otra falta de claridad en su línea vocal. Alguna que otra nota grave que desaparecía (sorprendente cuanto menos para una mezzo), alguna falta de fiato que comprometía el brillo de un final de frase, alguna vacilación en el volumen con forti intempestivos que no correspondían al texto ni a la música... Donizetti estaba ahí, pero no con la suficiente naturalidad para que se produjera el embeleso belcantista.

Eso sí, en la segunda parte... ay, en la segunda parte yo no sé qué milagro se produjo, que Karin Deshayes estuvo de nuevo a la altura de la más grandes. Su ‘Bel raghio lusinghier’, una de las partituras más endiabladas del repertorio, fue de manual. Cierto, no partió hacia graves ni hacia agudos estratosféricos como sí puedan haberlo hecho otras colegas suyas, pero cada frase, cada serie de ornamentaciones (y son bastante inacabables, esas ornamentaciones) fueron límpidas, corriendo las notas como arroyuelos de plata, las variaciones (en las que evitó, como decimos, riesgos innecesarios) sencillas pero efectivas, la voz siempre homogénea, el sentido del personaje siempre presente... Volvía la gran Deshayes. En su dúo de Norma, todas estas características, amén de una bonita mezza voce y una gran dulzura, volvieron a estar presentes. Muy hermoso.

En su repertorio, Marina Rebeka tiene pocas rivales hoy en día. La facilidad en la emisión, el volumen, el bonito color de voz, la seguridad de sus agudos, la limpieza de sus graves, la buena capacidad de ornamentación... Si añadimos una bastante buena inteligibilidad y la inteligencia teatral, tenemos el retrato de una de las sopranos más estimadas y estimables del momento. Mostró su buen dominio de la mezzavoce en un ‘Al dolce guidami’ de Anna Bolena, emocionante. De buena factura también su ‘Casta diva’ (aunque quien esto escribe ha de confesar que otra ‘Casta diva’, así, a pelo, sin el recitativo previo y sin la cabaletta posterior, le parece un poco efectista en un recital).

En los dúos, especialmente en el dúo de Anna Bolena, pero también en el célebre ‘Mira o Norma’, las dos intérpretes añadieron, a las cualidades citadas individualmente, una bonita comprenetación, complicidad incluso, necesaria para todos estas muestras de solidaridad femenina entre rivales tan típicas del repertorio belcantista. Dúos completados con el bis de ‘Canzonetta sull'aria’ de Las bodas de Figaro de Mozart.

Tercera en concordia

Pero el éxito no hubiera sido posible -o no tan redondo- si no hubiera habido una buena dirección de orquesta. Ahí estaba Speranza Scapucci, cuyo buen hacer ya pudimos comprobar en su día en Capuletti e Montechi de Bellini.

Al frente de la Orquesta de Cámara de París, Scapucci mimó a las cantantes, les dejó la preeminencia sonora, sin dejar por ello de cuidar los detalles orquestales.

Brilló especialmente en la obertura de Semiramide (buen trabajo de trompas y maderas), haciendo cantar a la orquesta, dando sentido a cada frase musical, y gestionando bien los equilibrios entre pupitres y los crescendi. Una labor más que notable.

El público, entusiasta con las tres. Cuando además de buenos intérpretes hay complicidad entre ellos, da gusto. 

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