Francia
Ópera de ParísSimpática Fille du Régiment
Francisco Leonarte

¿Qué más lógico, tratándose de La hija del
Regimiento, que que orquesta y coros pertenezcan a las Fuerzas Armadas francesas?
Escuchando la obertura, uno entendía aquello
de que Donizetti había escrito esta deliciosa opera-comique para «que los
parisinos enloquezcan con la música de un italiano» (cita aproximativa pero al
parecer fidedigna). Al podio, Niquet supo darle brío (que es lo que mejor sabe
hacer) y la orquesta respondió con entusiasmo, con unos vientos envidiables y
un sonido bastante bonito de las cuerdas.
Otra cosa hubiera sido pedirle delicadeza.
Desde la primera aparición de las voces, Niquet tocó, como de costumbre, un
punto subido de decibelios. Poco a poco se fue moderando, y en el segundo acto
la cosa pasó mejor, pero indudablemente es un director al que le gusta el
ruido.
El coro, a pesar de ser una fusión de dos
coros distintos para la ocasión, no sólo tuvo empaste sino también
inteligibilidad, incluso en los pasajes forte, luciéndose en particular el
masculino.
Notables las intervenciones, cortas pero muy
seguras, de Matthieu Justine y de Nicolas Bercet. Llenas de vis cómica las de
Ermelier y Lamprecht.
Del cameo de Felicity Lott, poco hay que decir
vocalmente hablando. Digamos que fue simpático verla. Sobresaliente, por voz y
por carisma, Marc Labonnette como Sulpicio. Su autoridad vocal y su simpatía
hicieron de él uno de los puntales del concierto.
Sahy Ratia no estuvo a la altura de las
circunstancias. Apenas si marcó sus esperadísimos agudos de la muy popular «Ah
mes amis quel jour de fête», sueño y pesadilla de todo tenor ligero. Sin duda
un problema pasajero. Lástima, porque sin esos agudos, los espectadores se van
a casa un poco con el rabo entre las piernas. Solventó el resto de su papel con
buen hacer, buen fraseo y perfecta inteligibilidad. Pero de nuevo en su segunda
aria se notó que la voz no estaba en condiciones. Esperemos por él y por el
público que en la próxima ocasión su voz esté en mejor forma.
Así que, a falta de un tenor en buen estado,
toda la admiración se la llevó Jodie Devos como Marie. Hace tiempo que Devos
empezó a destacar en papeles de ligera, pero en aquella época parecía que los
sobreagudos se le resistían. Hoy en día, aun no abusando de ellos, cuando los
da, los da con seguridad, con buen volumen y bien redondos. Tal vez haya
perdido inteligibilidad desde sus participaciones en Le timbre d'argent
o La nonne sanglante, ambas en la Opera-Comique de París, pero a cambio
ha ganado en cuerpo y en seguridad, sin perder su timbre plateado ni su
facilidad en la coloratura. Ni su simpatía. Con lo cual, se metió al público en
el bolsillo, y el triunfo del concierto bien puede considerarse como un triunfo
personal de Jodie Devos.
Con que, todos a casa contentos después de haber escuchado esta «feel-good opera».
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