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Cambio climáticoLXX Nuevo estudio sobre contaminación en el permafrost ártico
Juan Carlos Tellechea

Un peligro hasta ahora subestimado acecha en los suelos helados del Ártico. Si se descongela el permafrost, se enfrentará a una carga masiva de residuos industriales y contaminantes. Descongelado e inestabilizado el subsuelo, debido al cambio climático, esto puede provocar el colapso de plantas industriales y, por tanto, una mayor liberación de contaminantes. Además, los contaminantes existentes también pueden propagarse más fácilmente en los ecosistemas.
Un equipo dirigido por los Dres Moritz Langer y Guido Grosse, del Instituto Alfred Wegener (AWI) de Potsdam, ha investigado la magnitud que podría alcanzar este problema. Según el estudio, hay al menos entre 13.000 y 20.000 zonas contaminadas en el Ártico que podrían suponer un riesgo mayor en el futuro.
Se necesitan urgentemente estrategias a largo plazo para hacer frente a este delicado legado, explican los investigadores en la revista Nature Communications.
Mucha gente se imagina el Ártico como una zona virgen en su mayor parte. Pero esta imagen dista mucho de ser cierta en todas partes.
Los yacimientos petrolíferos y los oleoductos, las minas y otras actividades industriales llevan allí mucho tiempo. Las instalaciones necesarias para estas actividades se asientan sobre una base que solía considerarse extremadamente estable y fiable: el llamado permafrost. Este suelo especial, que cubre enormes extensiones del hemisferio norte, solo se descongela en la superficie en verano. El resto, hasta varios cientos de metros de profundidad, permanece congelado todo el año.
Así, el permafrost no solo se consideraba una plataforma sólida para edificios e infraestructuras. El Dr Moritz Langer, del Insteituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (AWI) explica la situación:
Tradicionalmente, también se ha considerado una barrera natural que impide la propagación de contaminantes. Por ello, los residuos industriales de las plantas desmanteladas o aún en funcionamiento normalmente se han dejado simplemente in situ en lugar de ser retirados con gran gasto y esfuerzo.
Como resultado de la expansión industrial durante la Guerra Fría, durante décadas se crearon en el Ártico vertederos a pequeña escala llenos de lodos tóxicos procedentes de la producción de petróleo y gas, vertederos de escombros mineros, restos de instalaciones militares y lagos en los que se vertían deliberadamente sustancias contaminantes.
El Dr Guido Grosse, quien dirige la Sección de Investigación sobre el Permafrost del AWI agrega que:
A menudo se pensaba que el permafrost encerraría las sustancias tóxicas herméticamente y para siempre, de modo que no sería necesaria una costosa eliminación. Hoy en día, este legado industrial sigue enterrado en el permafrost o en su superficie. Las sustancias van desde gasóleo tóxico hasta metales pesados y residuos radiactivos.
Sin embargo, a raíz del cambio climático, esta amenaza latente desde hace mucho tiempo amaga ahora con agudizarse. Como las regiones de permafrost se están calentando entre dos y cuatro veces más rápido que el resto del mundo, el suelo helado se está descongelando cada vez más. Esto, sin embargo, cambia la hidrología de las zonas afectadas y el permafrost deja de actuar como barrera. Los contaminantes que se han acumulado en el Ártico durante décadas pueden empezar a desplazarse y extenderse por regiones más extensas.
Además, el permafrost en proceso de descongelación es cada vez más inestable, lo que puede provocar una mayor contaminación. Cuando el suelo se hunde, existe el riesgo de que se produzcan daños en tuberías, instalaciones de almacenamiento de productos químicos y vertederos. En mayo de 2020, un grave accidente cerca de la ciudad industrial de Norilsk, en el norte de Siberia, demostró la magnitud de estos riesgos. En aquel momento, 17.000 toneladas de gasóleo se derramaron desde una instalación de tanques desestabilizada, contaminando ríos, lagos y la tundra.
El Dr Langer teme que algo así podría ocurrir con más frecuencia en el futuro.
Para evaluar mejor esos peligros, él y un equipo internacional de Alemania, Países Bajos y Noruega examinaron más de cerca las actividades industriales en el extremo norte. Para ello, los investigadores analizaron primero datos de libre acceso del portal OpenStreetMap y del Atlas de población, sociedad y economía en el Ártico. Según éstos, en las regiones de permafrost del Ártico hay unos 4.500 emplazamientos industriales donde se almacenan o utilizan sustancias potencialmente peligrosas. Según Moritz Langer,
Con esto, sin embargo, no sabíamos aún cuáles son exactamente estas instalaciones y con qué sustancias pueden contaminar el medio ambiente.
Hasta ahora, solo se dispone de información más detallada sobre Norteamérica, donde se encuentra cerca del 40% del permafrost mundial. Los datos disponibles de Canadá y Alaska muestran que la ubicación y el tipo de plantas industriales pueden utilizarse para estimar muy bien dónde puede haber sustancias peligrosas.
En el caso de Alaska, el Programa de Lugares Contaminados también proporciona indicaciones sobre la naturaleza de estas contaminaciones. Por ejemplo, aproximadamente la mitad de las contaminaciones registradas allí se deben a combustibles como el gasóleo, la parafina y la gasolina. El mercurio, el plomo y el arsénico también figuran entre los 20 principales contaminantes medioambientales documentados. Y esto no es solo herencia de tiempos pasados. Es cierto que el número de nuevos focos de contaminación registrados en el estado más septentrional de Estados Unidos ha disminuido de unos 90 en 1992 a 38 en 2019. Pero el número de zonas afectadas sigue aumentando en la actualidad.
Todavía no existen bases de datos comparables para las grandes regiones de permafrost de Siberia, por lo que el Dr Langer apunta que:
Así que solo pudimos evaluar los informes sobre problemas ambientales allí publicados en los medios rusos u otras fuentes de libre acceso entre 2000 y 2020. A partir de esta información más bien escasa, sin embargo, podemos concluir que también existe una estrecha conexión entre las plantas industriales y las zonas contaminadas en las regiones de permafrost de Rusia.
Por ello, el equipo utilizó modelos informáticos para extrapolar el riesgo de contaminación a todo el Ártico. En total, es probable que las 4.500 plantas industriales de las regiones de permafrost hayan dejado tras de sí entre 13.000 y 20.000 zonas contaminadas. De ellas, entre 3.500 y 5.200 se encuentran en regiones donde el permafrost aún es estable en la actualidad, pero empezará a descongelarse antes de finales de siglo.
Y subraya el Dr Langer:
Sin embargo, debido a la falta de datos, estos resultados deben tomarse con cautela. El problema real podría ser aún mayor.
La situación es aún más crítica debido al creciente interés por las actividades económicas en el Ártico. Pues cada vez se construyen más plantas industriales, desde las que pueden entrar sustancias tóxicas en los ecosistemas. Y esto en un momento en que cada vez resulta más difícil limpiar esos daños medioambientales. Al fin y al cabo, para ello a menudo se necesitan vehículos y equipos pesados que difícilmente pueden utilizarse en un terreno que se está descongelando.
Resume el Dr Guido Grosse que:
En definitiva, estamos ante un grave problema medioambiental que seguirá empeorando. Se necesitan urgentemente más datos y un mayor control de las sustancias peligrosas asociadas a las actividades industriales en el Ártico. Porque estos contaminantes podrían acabar de nuevo en la mesa de los habitantes del Ártico y también de nosotros, a través de los ríos y el mar.
Es asimismo importante redoblar los esfuerzos para evitar la liberación de contaminantes y limpiar los daños en las zonas que ya están contaminadas, afirman los científicos. Por último, éstos creen también que ya no es conveniente dejar residuos industriales en el Ártico sin opciones seguras de eliminación. Porque el permafrost ya no es un aliado fiable contra los riesgos asociados.
Publicación original
Dres Moritz Langer, Thomas Schneider von Deimling, Sebastian Westermann, Rebecca Rolph, Ralph Rutte, Sofia Antonova, Volker Rachold, Michael Schultz, Alexander Oehme y Guido Grosse: ''Thawing permafrost poses environmental threat to thousands of sites with legacy industrial contamination''. Nature Communications (2023). DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-023-37276-4
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