España - Madrid

Curiosa combinación

Maruxa Baliñas
jueves, 4 de mayo de 2023
Picasso - Guitarra © The Museum of Modern Art, Nueva York Picasso - Guitarra © The Museum of Modern Art, Nueva York
Madrid, sábado, 29 de abril de 2023. Fundación Juan March. La guitarra en la cámara. Ferdinando Carulli, Duetto nº 1 de los Due duetti op 137. Ferdinand Rebay, Sonata en re menor para viola y guitarra. Franz Schubert, Sonata en la menor D 821 'Arpeggione' (adaptación para guitarra de Pedro Mateo González). Joaquín Riquelme, viola. Pedro Mateo González, guitarra. Conciertos del Sábado. Ciclo Guitarromanie.
0,0003586

La guitarra española ha sido un instrumento 'robado' por la tradición andaluza y flamenca que ha hecho olvidar la riquísima historia del instrumento, que transitó por muchos más países y culturas de las que se le suelen reconocer. En Mundoclasico.com Isabel Rei está presentando una amplísima serie (va por los 67 artículos) sobre la guitarra en Galicia, de la que aún faltan muchos capítulos. Y la Fundación Juan March dedica tres conciertos de su serie del sábado por la mañana a la Guitarromanie, un fenómeno que se explica muy bien en el programa de mano que acompañó a este concierto. 

La pasión desbocada que suscitó la guitarra en París y Viena fue tan intensa a comienzos del siglo XIX que se acuñó un nombre específico para describirla: la guitarromanie. La posición estéticamente discreta que había ocupado el instrumento durante el siglo anterior se transformó en un paradigma compositivo nuevo y más ambicioso. La guitarra empezó a ser considerada un instrumento perfectamente apropiado para el concierto, con un sofisticado repertorio tanto a solo como camerístico, aunque sin llegar a perder su halo exótico. Este ciclo esboza una panorámica en tres conciertos en torno al furor que la guitarra provocó entonces en Europa, combinando repertorios originales para distintas plantillas (algunas hoy infrecuentes) con arreglos singulares de obras canónicas.

Fue un concierto breve, más de presentación del tema que de auténtica profundización. Sólo tres obras en programa, una hora escasa de concierto. En primer lugar sonó el Duetto nº 1 de los Due duetti op 137 de Ferdinando Carulli (1770-1841), un contemporáneo de Beethoven, Rossini y Paganini que transcribió para guitarra y violín selecciones de óperas de Rossini y compuso un amplio repertorio de cámara, incluyendo bastantes obras para cuerdas y guitarra, incluso para una agrupación a primera vista inusual como es la viola y la guitarra. El Duetto nº 1, aunque se anuncia como un 'Allegro moderato', es una obra tripartita, con un Andante con variazione central entre los dos Allegros, muy típica de la época, ca. 1820 y por lo tanto muy fácil de escuchar. La interpretación fue una delicia, Joaquín Riquelme (Murcia, 1983) y Pedro Mateo González (Ávila, 1983) disfrutaban tocando y eso es algo que se transmite rápidamente al público. Tenían la obra trabajada, la dinámica muy equilibrada -algo no tan sencillo con dos instrumentos tan distintos como viola y guitarra- y un fraseo precioso. 

Menos optimista es mi valoración de la Sonata en re menor para viola y guitarra de Ferdinand Rebay (1880-1953), un compositor austríaco que no conocía -por lo visto fue un prolífico autor de música para guitarra con más de seiscientas obras- y que no me impresionó. Donde Carulli presenta elegancia y buen gusto, Rebay opta por un estilo más eslavo o incluso gitano, y un pequeño nivel de disonancia que resulta casi pacato contando que la obra es ya del siglo XX, posiblemente de la época de Entreguerras (aunque se desconoce la fecha exacta de composición de la obra). Es una obra idiomática para guitarra y viola, y está bien escrita, pero personalmente me pareció que a Rebay le faltan ideas y por momentos -sobre todo el movimiento final- entra casi en la categoría de 'peñazo'. En el primer movimiento la guitarra cumple funciones sobre todo de acompañamiento, reservándose las melodías casi exclusivamente para la viola. El segundo movimiento le da más margen a la guitarra, al igual que el Scherzo, y ambos movimientos resultan mucho más interesantes, con un cierto aire cinematográfico o brahmsiano (son muy parecidos) y por momentos incluso 'pimpantes'. Lamentablemente el cuarto movimiento, que cierra esta Sonata en re menor, es aún más aburrido que el primero. 

Riquelme y González se esforzaron en defender la obra, pero sin llegar a convencer (por lo menos a mí): como obra de estudio puede tener sentido, y la inclusión en este concierto me parece adecuada puesto que refleja esa guitarromanie en una etapa ya muy tardía ... pero sigue sin ser interesante. Debo decir sin embargo que Riquelme y Mateo grabaron esta obra en CD en 2015 y en esta ocasión la interpretaron con convicción e incluso ilusión. 

La tercera y última obra del programa fue una adaptación realizada por el propio Pedro Mateo González de la Sonata en la menor D 821 de Franz Schubert llamada precisamente 'Arpeggione' porque -como explican las notas al programa de Belén Estival- fue compuesta para este curioso instrumento, la guitarra d'amor o arpeggione, un híbrido entre la guitarra y el violonchelo inventado por Johann George Stauffer en 1822, acompañada por piano. Normalmente se toca en dúo de piano y viola o violonchelo, aunque hay bastantes versiones distintas para instrumentos variados, a veces semejantes al arpeggione y otras veces totalmente distintos (como la versión de bombardino y piano). 

Aunque dicen que esta no es una de las mejores obras de Schubert (estaba enfermo cuando la compuso), en comparación con Rebay sonó a gloria. Riquelme bordó su parte e hizo una versión maravillosa, aprovechando todas las posibilidades de la partitura, que son muchas. En el primer movimiento Riquelme avasalló un poco a González, pero luego el ajuste fue impecable, y el resultado muy satisfactorio. 

El público respondió con numerosos aplausos y el duo Riquelme-Mateo ofreció una propina que nos dejó a todos totalmente conquistados y rendidos: un Suspiros de España impecable que Riquelme anunció como 'el postre', recordándonos que Suspiros de España no es una obra nacionalista sino simplemente un homenaje a los famosos suspiros (un dulce típico) de la Pastelería España de Cartagena. Ambos intérpretes optaron por una versión más bien sobria, sin exagerar los acentos rítmicos, lo que la hizo sonar aún más preciosa. 

Como es habitual en los conciertos de la Fundación Juan March, sala llena y público en una segunda sala, la Sala Azul, desde la que se sigue el concierto en streaming. Público 'maduro', pero con un buen porcentaje de jóvenes, y sobre todo animado: antes del concierto y a la salida abundan los saludos, comentarios y ese agradable murmullo que indica que "la fiesta está siendo un éxito". A la salida muchos canturreaban Suspiros de España

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.