España - Castilla y León
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Samuel González Casado

Resultón concierto el número 14 de la temporada de abono de la OSCyL, en el que sonó un repertorio poco habitual y que encantó al público dada su reacción. La directora Jeannette Sorrell, además, exhibió técnica depurada y mucho carisma, pese a que las proporciones orquestales para la selección de la Música acuática concedieron demasiado protagonismo a los violines, de sonido en general un poco áspero y afinación no siempre precisa, lo que restó transparencia. Los principales damnificados fueron el clave y sobre todo las maderas. En contrapartida, la directora dotó de mucho ímpetu rítmico a la interpretación, dentro de un estilo híbrido en el que se intentaron aunar rasgos historicistas con otros donde el tipo de instrumentos de que constaba la formación pudieran sonar con empaque y variedad.
Más adecuada pareció la orquesta en la sinfonía de Boccherini, ya en la segunda parte, en un interpretación en la que se pusieron de relieve sus rasgos más movidos pero sin cargar las tintas, excepto quizá algo en el último movimiento, lo que tampoco vino mal.
La última obra de la noche, la música de balé de la ópera de Mozart Idomeneo, rey de Creta, fue un éxito total, evidentemente porque añadió el aliciente visual de los bailarines de la Escuela de Danza de Castilla y León “Ana Laguna” de Burgos; pero también porque precisamente la coreografía, con algunos aspectos pinabauschescos y otros ascendientes, fue la más trabajada y energética de cuantas se han visto en este tradicional concierto de temporada.
No todo me pareció casar a la perfección en este trabajo: el estilo desenfadado del final, con influencias urbanas, le quitó algo de profundidad, si bien supuso un colofón hábil. Los bailarines se mostraron muy comprometidos con su labor, aunque la coordinación no fuera perfecta; eso sí, el entusiasmo fue tal que se logró transmitir al público. Además, la interpretación de la orquesta, en el fondo de la caja escénica, sonó con claridad, y fue lo mejor de la noche (grupo perfectamente adaptado y equilibrado, libertad en el fraseo). Es cierto que, como siempre ocurre en este tipo de espectáculos, en general los sentidos estaban en otra parte.
Buen contenido de las notas al programa esta vez, muy serias, aunque ni una palabra de la naturaleza y finalidad de los arreglos de la propia Sorrell de la Música acuática y de Idomeneo, rey de Creta que los justificara (un texto de la directora se hubiera agradecido). En la página del programa en sí, además, se nombra a la música de balé directamente como “Idomeneo”, lo cual es de todo menos preciso. Aparte, se observan los errores de siempre en toda la temporada 2022-2023, esta vez muy abundantes; sería deseable consultar a la RAE, Fundéu o el Panhispánico sobre la forma admitida actualmente respecto a los términos musicales, dado que el asunto se desconoce y se supone que estas publicaciones tratan precisamente de música.
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