Cartas a la directora
Sobre el artículo “Quiero la cabeza del director de orquesta" de Pablo J. Vayón
Remitido
El periodista musical Pablo J Vayón ha publicado en Scherzo Quiero la cabeza del director de orquesta, un artículo que artículo comienza con la frase “Es más fácil echar a uno que a toda la plantilla”.
En el caso del director titular al que hace referencia el articulista [Carlos Domínguez-Nieto] esa frase no tiene ningún sentido puesto que en ningún momento se ha puesto en entredicho la profesionalidad y buen hacer de la plantilla. Así que el contrapeso entre director y músicos no ha lugar.
El papel de un director titular de una orquesta sinfónica va más allá de lo puramente técnico. El director titular ha de potenciar el valor del equipo humano que tiene delante, como un entrenador, tiene que coordinar el entrenamiento con el debido descanso, para que las lesiones no aparezcan, o sean mínimas. Ha de ayudar al músico creando las condiciones para que la interpretación sea óptima, lo que conlleva que el estado de ánimo de los intérpretes sea tan importante. Citando a Henry Fogel, uno de los administradores de orquestas más reconocidos e influyentes en los Estados Unidos, “Los directores que sólo basan su trabajo en el autoritarismo están pasados de moda, y están condenados al fracaso”.
El profundo desconocimiento del señor Vayón de cómo funciona una orquesta le lleva a afirmar que “la labor básica de un músico de orquesta es tocar lo que le mandan y no decidir qué se hace con ella.” Lo que el público oye en un concierto es el conjunto de sonidos que interpretan los músicos, siendo el director el que aúna, ayuda, anima, emociona a los instrumentistas. Lo que suena es la suma de todos ellos. A los músicos no se nos manda, sino que interpretamos partituras y colaboramos conjuntamente para ello. La versión de una obra que oye el público es la suma de las interpretaciones de todos los músicos junto con la del director. Y “decidir lo que se hace con ella” no es algo que los consejos de administración deleguen en los músicos precisamente. Otra cosa es que se pida opinión al músico, y si el resultado refleja un consenso con un porcentaje casi unánime sobre algún asunto, lo más inteligente y práctico es escucharlo. No tiene nada que ver con una “declaración de guerra”, sino simplemente si un director funciona o no funciona, si anima y ayuda, o si no lo hace, con lo cual no cumple su cometido.
El director titular de una orquesta tiene además el deber de interactuar con la sociedad en la que se desenvuelve, puesto que una orquesta es una institución al servicio de la ciudadanía. La sociedad moderna no tolera ya circunstancias discriminatorias y excluyentes hacia su público. Una orquesta, como entidad cultural, no se debe permitir cometer errores de tal calibre, por mucho que el señor Vayón se empeñe en calificarlo de “incidente desagradable sin mayor trascendencia”.
Lejos de ser susceptible de ser calificada como “sentimentaloide”, la nuestra es una sociedad valiente que apuesta cada vez más por la igualdad de oportunidades y por la inclusión, de forma cada vez más transversal. Vayón dice además
resulta ciertamente inquietante lo que está ocurriendo en algunas de nuestras orquestas, en las que decisiones cruciales sobre su destino se están pretendiendo dejar cada vez más en manos de quienes simplemente pasan por ellas como trabajadores.
Sobre esta frase, el primer error es considerar a los músicos de orquesta como trabajadores que simplemente pasan por la orquesta, puesto que los músicos son los integrantes de la orquesta, son la orquesta, y los que pasan por ellas son los directores.
El segundo error es considerar que un director sea una decisión crucial sobre el destino de una orquesta. En todo caso será una decisión crucial para los músicos, que tendrán que sufrirlo durante bastante tiempo. Hace falta que se escuche más el criterio de los músicos a la hora de elegir a un director titular, que somos quienes mejor conocemos esta profesión, puesto que el trabajo debe de ser de perfecta armonía y coordinación.
Que el señor Vayón cometa semejantes errores de concepto sobre mundo de las orquestas es decepcionante, pero que entre en tendencias ideológicas con frases como “insufrible ambiente woke” es ya patético y alejado de la realidad.
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