Reino Unido
Celeste Aida … (con pianísimo y un gallito) frente a una Amneris genial
Agustín Blanco Bazán

Seokjong Baek es un tenor
majísmo que ya he admirado como Samson y Turiddu y está punto de debutar en el
Met. Como Radamés acaba de presentarse en la primera reposición de la Aida
en la puesta de Robert Carsen estrenada en el Covent Garden el año pasado. Es
la que Carsen traslada al ámbito de un asfixiante militarismo contemporáneo,
fundamentalmente una mezcla de Corea del Norte y China en la adoración a un Führer, pero también a los Estados
Unidos de América en esa marcha “triunfal” transitada por féretros de patriotas
muertos y seguida de una ballet concebido como un acrobático ejercicio de marines.
Para más referencia sobre esta nueva puesta, ver mi crítica del 30 de septiembre pasado en la que también me la agarro con los tenores que falsetean el final de Celeste Aida. Y no puedo menos que seguirla con esta obsesión mía. ¿Falsetearía Baek este agudo en si menor como lo hacen Francesco Meli o Jonas Kaufman o trataría de cantarlo como lo compuso Verdi, a plena voz y con un diminuendo hasta un pianissimo final? ¿Habría escuchado el joven coreano en Youtube el testimonio de Giovanni Martinelli sobre lo que le contó una vez Giovanni Zenatello?: en una audición frente al propio Verdi Martinelli atacó a plena voce el agudo para apianarlo hacia el final, pero entremedio, ¡zas!, le salió un gallo. Verdi le pidió que no se preocupara porque él mismo reconocía que ese pianissimo era casi imposible de cantar. Mejor terminar en forte. O tal vez proyectar a mezzavoce pero sin falsetto para así poder hacer un diminuendo finalmente redondeado con ese “vicino al sol” final que Toscanini se empecinaba en incluir pero que hoy es casi siempre ignorado. En estos casos el “vicino al sol” del agudo es más corto y seguido por una repetición donde el tenor puede aplacarse hasta el piano en un registro mas bajo (ver la versión de Richard Tucker-Toscanini)
Pero volvamos a Baek, que
heroicamente cayó en la trampa de cantar el “vicino al sol” agudo sosteniéndolo
en forma lo suficientemente prolongada para ensayar el pianissimo imposible y …
¡ay!, gallear como Zenatello en su intentona de diminuendo. No fue un gallo, sino
un gallito, un quiebre luego del cual el piano (no pianissimo) le salió bastante bien, pero este accidente bastó para
deslucirlo frente al público que le aplaudió fríamente. Algo injusto, porque
Baek, a despecho de una voz monocroma, tiene un apoyo y un squillo magnífico y
así lo demostró particularmente en su confrontación en la primera escena del
cuarto acto con Elina Garanca, la Amneris más completa que recuerdo haber visto,
no solo por la firmeza, calidez e incisividad de su registro medio sino por la
psicología de su personaje.
Esta fue una Amneris de una frustración caracterizada por una frialdad mal reprimida que ocasionalmente explota con violencia inesperada y momentánea, por ejemplo, en su encontronazo como Aida en la primera escena del segundo acto, para después volver a una controlada represión. Pero deja de ser temible cuando frente a Radamés y los sacerdotes estalla en una catarsis que finalmente la expone como una mujer débil y desesperada. Es gracias a este derrumbe total de su delirio de poder que los “Pace” finales emergen en toda su incomparable mezcla de súplica y solaz.Frente a Garanca, Angel Blue interpretó una Aida bien entonada y segura en su pasaje a gloriosos sostenidos en el registro agudo. Menos convincente fueron un fraseo no siempre bien contorneado y una actuación buena, pero mas bien rutinaria.
Ludovic Tezier repitió un
Amonasro que ahora parece cincelado con un mejor mordente que antes y el coro y
la orquesta de la casa radiaron buena proyección y energía bajo la excelente
dirección orquestal de Marc Elder. ¡He aquí un director capaz de extraer todo
lo que ofrece esta magnífica partitura, desde los mas recónditos detalles
orquestales de la escena del Nilo hasta el glorioso sinfonismo que apoya el
concertante final del segundo acto!
Pero me olvidaba: ¿han
escuchado ustedes a Gigli cantando Celeste
Aida? Ese sí que podía empezar en forte
y diminuir al piano en un sostenido
largo y sin gallo.
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