España - Cataluña
Un ‘pastiche’ de Vivaldi
Jorge Binaghi

La Accademia Bizantina y su director Ottavio
Dantone (mucho más cómodo en el barroco que en Rossini) pasaron por aquí para
una única función en forma de concierto de este ‘pastiche’, también conocido
como La morte di Bajazet, que Vivaldi
compuso en un año en que tenía mucho que escribir y se arregló entonces con
música suya y recicló la de otros autores como Hasse, Giacomelli y Riccardo
Broschi (el hermano del famoso castrato Farinelli). También escribió la
obertura (poderosa y brillante), los recitativos (algunos de notable fuerza
expresiva, en especial los largos), el cuarteto que finaliza el segundo acto
(muy raro y muy bello), y el coro final que aquí se repitió como bis ante los
aplausos del público, bastante nutrido, y que se mostró muy complacido desde el
principio al fin aunque luego de la pausa hubo algunas defecciones (cada vez
hay más turistas que sacan entradas sobre todo para ver una función en vivo en
la sala, no sólo aquí -en esta sala y ciudad, quiero decir-). El resultado en
nada denota este origen de ‘recorta y pega’ y se sigue como una obra de estilo
unitario.
El
libreto de Agostino Piovene, basado en la tragedia Tamerlan ou la mort de Bajazet de Nicolas Pradon de 1676, ya había
servido para otras versiones, entre ellas en 1724 la hoy mejor -no sé si ‘muy’- conocida de Haendel.
La
orquesta estuvo francamente bien y Dantone aquí se movió como pez en el agua
acompañando e indicando con precisión y se ve que está todo muy trabajado
(forma parte de una gira y de una grabación) con el mismo equipo de cantantes.
Son casi todos especialistas en el barroco con un par de excepciones. Empecemos
por una de ellas, el barítono Bruno Taddia, notable intérprete y de fraseo
siempre dotado de intención y sentido aunque la voz no sea particularmente
bella ni extensa (aquí en especial en el grave). Su sultán prisionero fue
quizás el personaje mejor definido como tal.
Arianna
Vendittelli, única soprano, cantó el rol menos ‘extenso’ (pero con dos arias bien
difíciles) de Idaspe, el típico confidente ‘en travesti’. Aquí estuvo brillante
y mucho más en forma que en algún personaje de Mozart que le tocó interpretar
en la temporada pasada del Liceu en ese terrible ciclo de las obras de Da Ponte
que trajo Minkowski.
Las
‘estrellas’, si es que las había, eran, en primer lugar, el contratenor Filippo
Mineccia como el ‘bárbaro’ (‘pastor’ le echa en cara con gran desdén y rechazo
el gran sultán -por suerte nadie lo notó o habrían salido a relucir las tijeras
de los que piensan que 1600 es igual que 2100) Tamerlano en una interpretación
vocal superlativa y en particular en sus arias de furor con gran dominio de la
coloratura y saltos acrobáticos de grave a agudo bastante poco artificiales
para lo que se suele oír entre los representantes de su cuerda. Asimismo la
mezzosoprano francesa Delphine Galou es muy conocida y apreciada en este
repertorio: canta y dice muy bien, y su italiano es perfecto, pero sufre en la
zona grave ya que se trata de una cantante de voz clara. Es el nudo de los
equívocos, venganzas, odios, reconciliaciones al ser hija del sultán, prometida
de Andronica y deseada como esposa por Tamerlano, que falta así a la palabra
dada a la princesa Irene.
Las
otras dos mezzosopranos cubrían también roles importantes: Andronico, el amante
fiel y considerado traidor, era la excelente Marina de Liso, que en general
tenía las partes líricas salvo en su última y difícil aria donde exhibió
maestría en los trinos y tuvo buenos graves.
De nada conocía a Sophie Rennert, cuya parte de Irene es aquí más larga y difícil que en Haendel (a su cargo está la famosa ‘Sposa son disprezzata’, un autopréstamo de Vivaldi). Fue muy aplaudida y con razón pero, pese a que en su primer momento solista tuvo problemas de extensión en el agudo, me pregunto si no es en realidad una soprano. En todo caso, también ella exhibió muy buena dicción y presencia escénica, aunque quedó un poco rezagada frente a los demás en los recitativos (con buena gestualidad, pero expresividad musical menor o más convencional).
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