España - Cataluña

Un ‘pastiche’ de Vivaldi

Jorge Binaghi
jueves, 8 de junio de 2023
Barcelona, martes, 30 de mayo de 2023. Palau de la Música. Il Tamerlano o Bajazet (Verona, Teatro Filarmonico, 1735). Libreto de A. Piovene y música de A. Vivaldi. Versión de concierto. Intérpretes: Bruno Taddia (Bajazet); Filippo Mineccia (Tamerlano); Delphine Galou (Asteria); Sophie Rennert (Irene), Marina de Liso (Andronico); Arianna Venditelli (Idaspe). Accademia Bizantina. Dirección: Ottavio Dantone.
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La Accademia Bizantina y su director Ottavio Dantone (mucho más cómodo en el barroco que en Rossini) pasaron por aquí para una única función en forma de concierto de este ‘pastiche’, también conocido como La morte di Bajazet, que Vivaldi compuso en un año en que tenía mucho que escribir y se arregló entonces con música suya y recicló la de otros autores como Hasse, Giacomelli y Riccardo Broschi (el hermano del famoso castrato Farinelli). También escribió la obertura (poderosa y brillante), los recitativos (algunos de notable fuerza expresiva, en especial los largos), el cuarteto que finaliza el segundo acto (muy raro y muy bello), y el coro final que aquí se repitió como bis ante los aplausos del público, bastante nutrido, y que se mostró muy complacido desde el principio al fin aunque luego de la pausa hubo algunas defecciones (cada vez hay más turistas que sacan entradas sobre todo para ver una función en vivo en la sala, no sólo aquí -en esta sala y ciudad, quiero decir-). El resultado en nada denota este origen de ‘recorta y pega’ y se sigue como una obra de estilo unitario.

El libreto de Agostino Piovene, basado en la tragedia Tamerlan ou la mort de Bajazet de Nicolas Pradon de 1676, ya había servido para otras versiones, entre ellas en 1724 la hoy mejor -no sé si ‘muy’- conocida de Haendel.

La orquesta estuvo francamente bien y Dantone aquí se movió como pez en el agua acompañando e indicando con precisión y se ve que está todo muy trabajado (forma parte de una gira y de una grabación) con el mismo equipo de cantantes. Son casi todos especialistas en el barroco con un par de excepciones. Empecemos por una de ellas, el barítono Bruno Taddia, notable intérprete y de fraseo siempre dotado de intención y sentido aunque la voz no sea particularmente bella ni extensa (aquí en especial en el grave). Su sultán prisionero fue quizás el personaje mejor definido como tal.

Arianna Vendittelli, única soprano, cantó el rol menos ‘extenso’ (pero con dos arias bien difíciles) de Idaspe, el típico confidente ‘en travesti’. Aquí estuvo brillante y mucho más en forma que en algún personaje de Mozart que le tocó interpretar en la temporada pasada del Liceu en ese terrible ciclo de las obras de Da Ponte que trajo Minkowski.

Las ‘estrellas’, si es que las había, eran, en primer lugar, el contratenor Filippo Mineccia como el ‘bárbaro’ (‘pastor’ le echa en cara con gran desdén y rechazo el gran sultán -por suerte nadie lo notó o habrían salido a relucir las tijeras de los que piensan que 1600 es igual que 2100) Tamerlano en una interpretación vocal superlativa y en particular en sus arias de furor con gran dominio de la coloratura y saltos acrobáticos de grave a agudo bastante poco artificiales para lo que se suele oír entre los representantes de su cuerda. Asimismo la mezzosoprano francesa Delphine Galou es muy conocida y apreciada en este repertorio: canta y dice muy bien, y su italiano es perfecto, pero sufre en la zona grave ya que se trata de una cantante de voz clara. Es el nudo de los equívocos, venganzas, odios, reconciliaciones al ser hija del sultán, prometida de Andronica y deseada como esposa por Tamerlano, que falta así a la palabra dada a la princesa Irene.

Las otras dos mezzosopranos cubrían también roles importantes: Andronico, el amante fiel y considerado traidor, era la excelente Marina de Liso, que en general tenía las partes líricas salvo en su última y difícil aria donde exhibió maestría en los trinos y tuvo buenos graves.

De nada conocía a Sophie Rennert, cuya parte de Irene es aquí más larga y difícil que en Haendel (a su cargo está la famosa ‘Sposa son disprezzata’, un autopréstamo de Vivaldi). Fue muy aplaudida y con razón pero, pese a que en su primer momento solista tuvo problemas de extensión en el agudo, me pregunto si no es en realidad una soprano. En todo caso, también ella exhibió muy buena dicción y presencia escénica, aunque quedó un poco rezagada frente a los demás en los recitativos (con buena gestualidad, pero expresividad musical menor o más convencional). 

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