Noruega

Lise Davidsen: Tosca en fortissimo

Agustín Blanco Bazán
lunes, 5 de junio de 2023
Lise Davidsen © 2022 by Javier del Real Lise Davidsen © 2022 by Javier del Real
Bergen, miércoles, 24 de mayo de 2023. Grieghallen. Ópera Nacional de Bergen y Festival de Bergen. Tosca, ópera en tres actos con libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Música de Giacomo Puccini. Versión de concierto. Lise Davidsen (Floria Tosca), Freddie De Tommaso (Mario Cavaradossi), Bryn Terfel (Baron Scarpia), Ashley Riches  (Cesare Angelotti), Christian Valle (un  sacristán), Kjetil Støa (Spoletta), Ludvig Lindström (Sciarrone), Olav Frøyen Sandvik (Pastor), y David Hansford (carcelero). Orquesta Filarmónica de Bergen, Coros Edvard Grieg, de la Filarmónica y Collegium Musicum. Dirección musical, Edward Gardner.
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El Festival de Bergen, que celebra sus setenta años esta primavera, es un vibrante acontecimiento de teatro y música clásica y popular que engalana la ciudad por dos semanas, en la calle y en lugares emblemáticos como el Grieghallen, una modernísima sala de conciertos y sede de la filarmónica de la ciudad, y el medieval y legendario Hakkonshalle. Y en las afueras, Trodlhaugen, la mágica residencia de Edward Grieg.

Un enorme poster de Lise Davidsen, la joven soprano noruega coronada por la publicidad como la diva operística del momento dominó la fachada del Grieghallen en este festival. Con razón, porque en la velada inaugural Davidsen cantaría nada menos que su primera Tosca, en una versión de concierto y con otras dos figuras estelares, el tenor Freddie De Tomasso, como Cavaradossi, y Bryn Terfel en el rol de Scarpia. Y pocas veces agracia a Tosca una orquesta como la Filarmónica de Bergen bajo la dirección de otra estrella, Edward Gardner, que en 2025 compartirá la dirección artística de la Ópera de Oslo con su titularidad de la Filarmónica de Londres.

El Grieghallen es una buena sala de conciertos, pero la acústica es algo dura y de sonido estereotipado debido, creo, a las paredes de cemento; sólo el piso es de madera. Lo cual quiere decir que, como en la famosa Elbphilarmonie de Hamburgo, el problema es cómo evitar estridencias, algo que sólo en parte fue logrado con esta importante Tosca. La orquesta sonó entre forte y fortíssimo, y tal vez fue errado prescindir de los paneles móviles de madera giratorios existentes en el auditorio.

Y también Davidsen sonó fortissimo, porque su voz, hoy día inigualable en su extensión y solidez de timbre, está en lucha con un volumen a veces ensordecedor. Sólo durante algunas frases en su dúo del tercer acto pudo la diva hacer flotar un fraseo a lo largo de dinámicas sensiblemente dominadas que hasta le permitieron alguno que otro diminuendo. En el resto, sobre todo el segundo acto, todo le salió demasiado fuerte. A partir del registro medio Davidsen parece tener un problema de apoyo que le impide encorsetar la voz para elevarla a los agudos con contornos de nitidez y squillo similares a los de Birgit Nilsson, la soprano con quien muchos insisten en compararla, en mi opinión equivocadamente. 

Davidsen, una cantante que ha ido acuñando fama en el repertorio alemán, frecuentemente fraseó su Tosca con notas guturales y entubadas, lo cual conspiró contra un fraseo italiano en general bueno, y afeó algunos momentos dramáticos interpretados con excepcional talento. Particularmente accidentado me pareció su "Vissi d’arte", explayado a través de un magnifico legato pero con cambios de color demasiado abruptos.

En suma: el balance fue de altibajos con momentos ciertamente demostrativos de un torrente sonoro avasallador, pero siempre dispuesto a desbordar arrasándolo todo. Esta Tosca se añade a Elisabeth, Eva, Leonore, la Marsicala, Sieglinde, y Giorgietta. Y también canta en Ariadne auf Naxos, Don Carlo, Forza, Salome, Jenufa, y Dama de picas. Imposible no decir que son demasiados y muy diferentes roles en muy poco tiempo y que los riesgos para su voz son ya bastantes perceptibles.

Freddie de Tomasso impostó sólidamente su Cavaradossi, con un vibrante “Vittoria!” y un sólido pasaje en “E lucevan le stelle” pero su fraseo fue rutinario y también apoyado constantemente en el forte.

Pero entonces, se preguntará el lector, ¿hubo alguien capaz de matizar su actuación con alguno que otro fraseo intencionado o en mezza voce? Respuesta: “¡Si, lo hubo!”, gracias a Bryn Terfel, un Scarpia experimentado y con un histrionismo poco común, a saber, el de actuar con convicción en una versión de concierto. Porque este Scarpia se movió con escalofriante espontaneidad entre la orquesta y un público que recibió lo que puede dar un gran artista en este rol: sadismo e ironía en miradas y algún gesto, pero sin sobreactuación. Y crueldad extrema, psicopática, y para él risueña hasta el momento de sus estertores finales actuados aquí de pie, con violentas contorsiones antes de mostrar su espalda al publico como personaje muerto. Su voz es ahora más seca, pero, ¡qué bien la manejó a través de sutilezas, gradación de volumen y contundencia dramática!

Edward Gardner empaquetó la orquesta en un viaje vertiginoso y apasionado para acelerar la debacle de Sant´Angelo con magnífica energía y dramatismo, junto a una Davidsen que finalmente logró ser tan diva como Tosca en su desesperada enajenación final. 

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