Noruega
Lise Davidsen: Tosca en fortissimo
Agustín Blanco Bazán
El Festival de Bergen, que
celebra sus setenta años esta primavera, es un vibrante acontecimiento de
teatro y música clásica y popular que engalana la ciudad por dos semanas, en la
calle y en lugares emblemáticos como el Grieghallen, una modernísima sala de
conciertos y sede de la filarmónica de la ciudad, y el medieval y legendario
Hakkonshalle. Y en las afueras, Trodlhaugen, la mágica residencia de Edward
Grieg.
Un enorme poster de Lise Davidsen, la joven soprano noruega coronada por la
publicidad como la diva operística del momento dominó la fachada del
Grieghallen en este festival. Con razón, porque en la velada inaugural Davidsen
cantaría nada menos que su primera Tosca, en una versión de concierto y con
otras dos figuras estelares, el tenor Freddie De Tomasso, como Cavaradossi, y
Bryn Terfel en el rol de Scarpia. Y pocas veces agracia a Tosca una orquesta como la Filarmónica de Bergen bajo la dirección
de otra estrella, Edward Gardner, que en 2025 compartirá la dirección artística
de la Ópera de Oslo con su titularidad de la Filarmónica de Londres.
El Grieghallen es una buena sala
de conciertos, pero la acústica es algo dura y de sonido estereotipado debido,
creo, a las paredes de cemento; sólo el piso es de madera. Lo cual quiere decir
que, como en la famosa Elbphilarmonie de Hamburgo, el problema es cómo evitar
estridencias, algo que sólo en parte fue logrado con esta importante Tosca. La orquesta sonó entre forte y fortíssimo, y tal vez fue errado prescindir de los paneles móviles
de madera giratorios existentes en el auditorio.
Y también Davidsen sonó fortissimo, porque su voz, hoy día inigualable en su extensión y solidez de timbre, está en lucha con un volumen a veces ensordecedor. Sólo durante algunas frases en su dúo del tercer acto pudo la diva hacer flotar un fraseo a lo largo de dinámicas sensiblemente dominadas que hasta le permitieron alguno que otro diminuendo. En el resto, sobre todo el segundo acto, todo le salió demasiado fuerte. A partir del registro medio Davidsen parece tener un problema de apoyo que le impide encorsetar la voz para elevarla a los agudos con contornos de nitidez y squillo similares a los de Birgit Nilsson, la soprano con quien muchos insisten en compararla, en mi opinión equivocadamente.
Davidsen, una
cantante que ha ido acuñando fama en el repertorio alemán, frecuentemente
fraseó su Tosca con notas guturales y entubadas, lo cual conspiró contra un
fraseo italiano en general bueno, y afeó algunos momentos dramáticos
interpretados con excepcional talento. Particularmente accidentado me pareció
su "Vissi d’arte", explayado a través
de un magnifico legato pero con
cambios de color demasiado abruptos.
En suma: el balance fue de
altibajos con momentos ciertamente demostrativos de un torrente sonoro
avasallador, pero siempre dispuesto a desbordar arrasándolo todo. Esta Tosca se
añade a Elisabeth, Eva, Leonore, la Marsicala, Sieglinde, y Giorgietta. Y también
canta en Ariadne auf Naxos, Don Carlo, Forza, Salome, Jenufa, y Dama de picas. Imposible
no decir que son demasiados y muy diferentes roles en muy poco tiempo y que los
riesgos para su voz son ya bastantes perceptibles.
Freddie de Tomasso impostó
sólidamente su Cavaradossi, con un vibrante “Vittoria!” y un sólido pasaje en
“E lucevan le stelle” pero su fraseo fue rutinario y también apoyado
constantemente en el forte.
Pero entonces, se preguntará el
lector, ¿hubo alguien capaz de matizar su actuación con alguno que otro fraseo
intencionado o en mezza voce?
Respuesta: “¡Si, lo hubo!”, gracias a Bryn Terfel, un Scarpia experimentado y con un histrionismo poco común, a saber, el de actuar con convicción en una versión de
concierto. Porque este Scarpia se movió con escalofriante espontaneidad entre
la orquesta y un público que recibió lo que puede dar un gran artista en este
rol: sadismo e ironía en miradas y algún gesto, pero sin sobreactuación. Y
crueldad extrema, psicopática, y para él risueña hasta el momento de sus
estertores finales actuados aquí de pie, con violentas contorsiones antes de
mostrar su espalda al publico como personaje muerto. Su voz es ahora más seca,
pero, ¡qué bien la manejó a través de sutilezas, gradación de volumen y
contundencia dramática!
Edward Gardner empaquetó la orquesta en un viaje vertiginoso y apasionado para acelerar la debacle de Sant´Angelo con magnífica energía y dramatismo, junto a una Davidsen que finalmente logró ser tan diva como Tosca en su desesperada enajenación final.
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