Francia

Aix-en-Provence

El discreto encanto de la burguesía y de Tcherniakov

Jesús Aguado
lunes, 10 de julio de 2023
Tcherniakov, Così fan tutte © 2023 by Monika Rittershaus Tcherniakov, Così fan tutte © 2023 by Monika Rittershaus
Aix-en-Provence, jueves, 6 de julio de 2023. Théâtre de l'Archevêché. Wolfgang Amadé Mozart, Così fan tutte ossia La scuola degli amanti. Libreto de Lorenzo da Ponte. Dmitri Tcherniakov, puesta en escena. Elena Zaytseva, vestuario. Gleb Filshtinsky, iluminación. Agneta Eichenholz, Fiordiligi. Claudia Mahnke, Dorabella. Rainer Trost, Ferrando. Russell Braun, Guglielmo. Georg Nigl, Don Alfonso. Nicole Chevalier, Despina. Andreas Küppers, Jefe de canto, pianoforte. Coro: Académie Balthasar Neumann. Detlef Bratschke, Director del coro. Orchestre Balthasar Neumann. Thomas Hengelbrock, dirección musical. Nueva producción del Festival d’Aix-en-Provence en coproducción con el Théâtre du Châtelet, Les Théâtres de la Ville de Luxembourg y el Festspielhaus Baden-Baden
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El Festival de Aix-en-Provence tiene una larguísima tradición mozartiana, que comienza con el propio nacimiento de la cita veraniega en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. De hecho, la edición de este año es la número 75 y, como decía, Mozart siempre ha sido una seña de identidad en la cita provenzal. Para esta señalada ocasión, se ha encargado a Dmitri Tcherniakov una nueva producción de Così fan tutte, y lo menos grueso que soy capaz de decir de ella es que el destrozo es de tal magnitud que, pese a ser Così una de mis óperas preferidas, si no mi absoluta favorita, hubiera preferido no ver ni escuchar lo que ayer vi y escuché en el Théâtre de l'Archevêché.

Comencemos, inevitablemente, por la parte visual, ya que la estrella de la función era Tcherniakov. Al director ruso se le ama o se le odia, incluso me atrevería a dar porcentajes bastante ajustados de las dos tendencias, pero estoy intentando moderarme y que esto que escribo tenga, al menos, una cierta apariencia de crítica ecuánime. No lo voy a conseguir, pero yo lo intento. 

Para resumirlo y no dedicar catorce tomos ilustrados a aburrir al lector, digamos que Tcherniakov hizo lo que hace siempre: inventarse una ópera nueva, distinta. Su Così, en este caso, no es que cambie la localización espacial o temporal de la obra, que de eso ya nadie se espanta a estas alturas, sino que cambia literalmente la historia que se nos cuenta. Lo que vemos en el escenario no es la obra de Mozart y Da Ponte que conocemos, sino otra obra. Con la misma música, el mismo texto, pero con una historia diferente. Las dos parejas de enamorados llegan a una especie de retiro, un lujoso apartamento vacacional regentado por Don Alfonso y Despina, que son pareja a su vez, y para que no quede duda del hecho, fingen un coito salvaje aproximadamente cada quince compases, aunque los carnales excesos se alternan con escenas de violencia, estrangulamientos, crueles burlas, etc., supongo que para mantener una cierta simetría. 

Wolfgang Amadé Mozart, Così fan tutte. Dmitri Tcherniakov, puesta en escena. Thomas Hengelbrock, dirección musical. Festival d’Aix-en-Provence 2023. © 2023 by Monika Rittershaus.Wolfgang Amadé Mozart, Così fan tutte. Dmitri Tcherniakov, puesta en escena. Thomas Hengelbrock, dirección musical. Festival d’Aix-en-Provence 2023. © 2023 by Monika Rittershaus.

Todo el inicio de la obra, en que los hombres están solos y urden el engaño (recuerden, los dos enamorados están tan seguros de la fidelidad de sus parejas que se prestan, azuzados por el cínico Don Alfonso, a engañarlas para probar así esa honradez y fidelidad), se realiza con los seis protagonistas sentados a la mesa durante la cena, con lo que el engaño en sí desaparece. Todos saben lo que pasa, y el argumento se convierte en una especie de juego de las llaves, un intercambio de parejas en el que al principio todos están muertos de risa porque nadie se cree ni la desesperación de las mujeres por la marcha de sus enamorados, ni la aparición de los mismos, ya que no hay disfraz más allá de unas máscaras que se quitan y se ponen sin que en ningún momento haya ninguna sensación de engaño. Todos saben que los hombres no toman ningún veneno, y todos saben que el doctor no es un doctor, sino que es Despina, ya que no se disfraza de ninguna manera. 

Y cuando por fin, en el segundo acto, las parejas se cruzan y se produce el nudo del drama, ese cruce es una decisión consciente. Siempre he pensado que Fiordiligi no tiene muy claro si su Per pietà, ben mio perdona se lo canta a Guglielmo, su pareja original, o a Ferrando, del que se está enamorando, o un poco a los dos. Tcherniakov nos saca de dudas: comienza dirigiéndose a Ferrando, que acaba de salir, pero acaba cantándoselo directamente a Guglielmo, que está allí, presente, en la habitación de al lado, horrorizado por lo que está viendo, pese a que en ese momento él ya haya consumado su propio engaño hacia Fiordiligi con Dorabella. Esta es la única parte en la que todo el montaje parece tener algún sentido. 

Wolfgang Amadé Mozart, Così fan tutte. Dmitri Tcherniakov, puesta en escena. Thomas Hengelbrock, dirección musical. Festival d’Aix-en-Provence 2023. © 2023 by Monika Rittershaus .Wolfgang Amadé Mozart, Così fan tutte. Dmitri Tcherniakov, puesta en escena. Thomas Hengelbrock, dirección musical. Festival d’Aix-en-Provence 2023. © 2023 by Monika Rittershaus .

A partir de ahí, Tcherniakov simplemente desbarra y lo transforma todo en una mezcla de Funny games, de Haneke, y Misery, de Stephen King. Consumado el intercambio de parejas, Don Alfonso y Despina retienen a los cuatro protagonistas a punta de escopeta, los humillan, los desprecian, les pintarrajean la cara, los tiran al suelo, y mientras tanto la música de Mozart y el libreto de Da Ponte tienen la osadía de insistir en su historia, con la vuelta de los amantes originales y el descubrimiento del engaño. En el último momento, Despina mata a Don Alfonso y después apunta a las dos parejas, tal vez para seguir el baño de sangre, pero por suerte cae el telón. 

En lo musical, tampoco es que la noche fuera para lanzar cohetes. La Orquesta Balthasar Neumann, dirigida y creada por Thomas Hengelbrock, sonó desempastada, con fallos de afinación puntuales en las cuerdas y de descoordinación en los vientos, y una particularmente pobre actuación de las trompas. Todos sabemos que la trompa natural es un instrumento peligrosísimo, pero estamos acostumbrados a desempeños mucho mejores. Además, Hengelbrock impuso unos tempi desaforados, con una obertura en la que prácticamente no cabían las notas de la pura velocidad, fuegos de artificio no demasiado bien ejecutados. Eliminó cualquier atisbo de magia de Soave sia il vento, esa maravilla que Mozart coloca tras la partida de los amantes, y la pequeña serenata para las maderas del segundo acto sonó apresurada y carente de cualquier encanto. 

Wolfgang Amadé Mozart, Così fan tutte. Dmitri Tcherniakov, puesta en escena. Thomas Hengelbrock, dirección musical. Festival d’Aix-en-Provence 2023. © 2023 by Monika Rittershaus.Wolfgang Amadé Mozart, Così fan tutte. Dmitri Tcherniakov, puesta en escena. Thomas Hengelbrock, dirección musical. Festival d’Aix-en-Provence 2023. © 2023 by Monika Rittershaus.

Y las voces. No sé si Tcherniakov tuvo mano en la elección de los cantantes, pero algo debió influir en ella su visión: transformó la obra en una especie de crisis de la mediana edad, y todos los cantantes, excepto Despina, estaban en ese rango, entre los cincuenta y los sesenta. Muy adecuados para la historia de Tcherniakov, pero en general poco adecuados para los papeles que debían cantar. Los que más sufrieron, por las exigencias vocales, fueron las voces más agudas. Agneta Eichenholz, como Fiordiligi, demostró que sigue teniendo un timbre grato, pero a duras penas pudo con los inmisericordes saltos de tesitura que Mozart le escribió a su papel. Defendió con dignidad su primera aria, Come scoglio, pero cuando en el segundo acto llegó su gran escena, Per pietà ben mio perdona, la voz se resentía notablemente. Lo mismo es aplicable a Rainer Trost como Ferrando. El tenor había grabado la parte dirigido por John Eliot Gardiner nada menos que en 1993. Puede que, si hacemos caso a Gardel, veinte años no sean nada, pero treinta para un personaje de tenor lírico mozartiano son muchos. El timbre sigue siendo agradable, pero si ya en Un’ aura amorosa (que además, por genialidades tcherniakovianas, cantó con la cara pegada a la pared, anulando gran parte de la resonancia) presentó problemas en el agudo, en el segundo acto, en los dúos con Fiordiligi, (copio y pego) la voz se resentía notablemente. No voy más allá.  

Mejor suerte corrió la pareja de voces graves, al no ser tan exigentes sus partes. Claudia Mahnke fue una Dorabella agradable, aunque su timbre y su vibrato hablaban más de Verdi que de Mozart, y Russell Braun como Guglielmo resolvió sin grandes problemas y una gran dosis de bravura bien administrada. 

Seguramente lo mejor de la noche fue la Despina de Nicole Chevalier, que cantó sus dos arias con gusto y convicción y con una voz que sonaba a Despina. Y Georg Nigl como Don Ferrando hizo prácticamente de todo menos cantar. Es cierto que el papel no tiene demasiado canto en el sentido más canónico, pero Tcherniakov lo convierte en un puro bufón, y su manera de cantar se vio arrastrada por su presencia escénica.

En resumidas cuentas, un Così para olvidar, para Épater les bourgeois, o para descubrir, gracias al demiurgo ruso, insondables profundidades del alma humana, táchese lo que no proceda. 

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