Alemania
Un Orff resplandeciente
J.G. Messerschmidt
El paso de los años no ha favorecido la presencia de la obra de Carl Orff en los escenarios y en las salas de concierto. Los rumores, insistentes y falsos, sobre un presunto nazismo del compositor, así como su alejamiento estético de las grandes corrientes estilísticas del siglo XX (tardo- y neorromanticismo, nacionalismo, impresionismo, vanguardias) han logrado que su obra haya sido cada vez más postergada. Por otra parte, el inmenso aparato orquestal que exgien algunas de sus composiciones tiene un efecto disuasorio. La única obra de Orff que es ejecutada con regularidad son sus Carmina Burana, pero no en su versión escénica, que sería la apropiada, sino como pieza de concierto.
La Orquesta Filarmónica de Múnich es una orquesta con la que en su día colaboró el compositor y a la que confió la interpretación de sus obras. Aunque la posible tradición establecida de este modo ha quedado truncada por la infrecuencia de eventos en los que se programan piezas de este autor, la Filarmónica muniquesa demuestra en este concierto que está en condiciones de ofrecer una excelente versión de los Carmina Burana. En conjunto la orquesta suena potente, oscura, compacta. La cuerda seduce por su buen empaste, los vientos destacan por su precisión y su rico colorido y la percusión aprovecha a fondo las numerosas oportunidades de brillo que le ofrece la partitura.
La lectura que Alain Altinoglu hace de los Carmina Burana se caracteriza por su vigor rítmico y, como corresponde, por una versatilidad que pone claramente de relieve los violentos contrastes queridos por el compositor, al tiempo que desvela el hilo conductor que da unidad a la obra. En este sentido Altinoglu consigue plasmar con colorido muy rico toda la paleta de emociones y estados ánimo que recorre la partitura. Al no tratarse en absoluto de "música pura" ni de arte conceptual o intelectualizante, son la sensualidad y la emocionalidad explícitas lo que cuenta y a ellas recurre el director francés de forma directa, pero sin caer en banalidades, logrando así un muy acertado equilibrio. Sin ningún desliz se superan todas las dificultades técnicas. Sólo en algunos pasajes sería deseable una mayor transparencia, una mejor y más diáfana configuración de planos sonoros.
También los excelentes coros lucen una excepcional versatilidad, competencia técnica y sobresaliente unidad. La única objeción que se les puede hacer es la dureza de su latín. De los tres solistas sólo puede decirse que son ideales para su cometido, tanto por sus características vocales, como por sus virtudes interpretativas, compenetración con la obra y muy correcta dicción latina.
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