Artes visuales y exposiciones
Un nuevo museo en Porto: el arte dinámico
Maruxa Baliñas

Cuando me preparaba para asistir a las exposiciones del Museo Serralves en Porto, descubrí que hay un nuevo museo de arte contemporáneo en esta ciudad. Bueno, en realidad no está en Porto, sino en Vilanova da Gaia, al otro lado del río Duero, en el lugar donde se concentran desde hace décadas -casi siglos- las famosas bodegas del vino de oporto.
Se trata del Museo Atkinson [Rua do Choupelo, 132. Vila Nova de Gaia], que se encuadra en un complejo llamado WOW (World of Wine, en realidad), con cafeterías, restaurantes, tiendas, talleres de actividades (incluyendo una escape room) y 'museos', pero otro tipo de museos, relacionados con el vino y con la ciudad de Porto y planteados más bien como 'experiencias': en concreto, un museo de vino, otro de jarras y objetos para beber, uno de corcho, otro de chocolate y el 'museo rosa', que se dedica al vino rosado ... y al color rosa.
Junto a ellos el Atkinson juega en otra división. O por lo menos así lo hace en su exposición inaugural, The Dinamic Eye, Beyond Optical and Kinetical Art compuesta exclusivamente por fondos de la Tate Modern londinense. Resulta curioso ir a Portugal para ver una colección británica, pero dado que el conjunto de la Tate -como le pasa a tantos museos- tiene la mayor parte de sus fondos almacenados, esta ocasión es tan buena como cualquiera.
Lo que más me llamó la atención de The Dinamic Eye fue la variedad de las obras expuestas. Esta no era la primera exposición que veía de arte óptico o cinético, recuerdo -creo que fue la primera para mí, pero no estoy muy segura- una sobre Vasarely en el Centro Galego de Arte Contemporánea de Santiago de Compostela en 1998, una segunda de Vasarely muy bien comisariada en la Fundación Juan March en 2000 y otra -nuevamente Vasarely- en el Thyssen madrileño en 2018. El arte óptico fue además algo habitual en mi infancia y personalmente me atraía mucho más que el pop-art, muchas de cuyas obras no me parecían 'arte serio'. También el arte cinético ha sido una constante a mi alrededor, aunque casi siempre a base de obras dispersas y no colecciones o exposiciones específicas.
Pero el caso es que mi visión del arte óptico y cinético estaba sumamente centrada en Vasarely, los artistas franceses, británicos y en general centroeuropeos, y poco más. Por eso la exposición del Atkinson, e indirectamente de la Tate, me resultó tan atractiva, porque cada sala va presentando un aspecto de este arte dinámico donde el espectador es parte activa de la de la obra, y lo hace desde una visión geográfica amplísima. De hecho, se atiende más al aspecto geográfico e incluso temático que al cronológico, aunque haya salas concretas que atienden a algunos de los momentos 'fundacionales', como la exposición Mouvements en la galería Denise René de París en 1955 o The Responsive Eye en Nueva York y otras ciudades norteamericanas en 1965.
El desarrollo de este estilo artístico coincidió con el final del colonialismo político pero también con la extensión de un colonialismo cultural fuerte basado en la abstracción -más adecuada además para países con regímenes políticos dictatoriales- por lo que países como Irán tienen una importante escuela de artistas 'dinámicos', al igual que Croacia, Grecia, México, Venezuela, Brasil o Argentina. Curiosamente lo que no había era una sala dedicada a este tipo de artistas en Portugal y hubiera sido una aportación interesante.
The Dinamic Eye dedica por ejemplo mucho espacio a Jesús Rafael Soto (Ciudad Bolívar, Venezuela, 1923; París, 2005), Panayiotis Vassilakis 'Takis' (Atenas, 1925 - 2019) y Julio Le Parc (Palmira, Argentina, 1928), mucho menos conocidos que Vasarely -por lo menos para mí- pero igualmente interesantes. También hay alguna obra de Calder, si bien este era el protagonista de dos exposiciones en la Fundación Serralves y comparativamente en WOW se quedó en una anécdota. Y aunque en la propaganda de la exposición se destaca la obra de Frank Stella (Malden, EEUU, 1936) o de Jean Tinguely (Friburgo, Suiza, 1925; Berna, 1991), tampoco se profundiza mucho en ellos, como también es anecdótica la presencia de Kenneth Noland (Asheville, EEUU, 1924; Port Clyde, EEUU, 2010) o Josef Albers (Bottrop, Alemania, 1888; New Haven, EEUU, 1976) y falta su esposa Annieliese Fleischmann / Anni Albers (Berlín, 1899; Orange, EEUU, 1994), que para mi es más cercana incluso que su marido al op-art, sobre todo con sus tejidos.
Personalmente me interesaron mucho tres de las artistas femeninas, Monir Shahroudy Farmanfarmaian (Qazvín, Irán, 1924; Teherán, 2019), Liliane Lijn (Nueva York, 1939), y Lygia Clark (Belo Horizonte, 1920; Río de Janeiro, 1988) -¡el arte brasileño está lleno de tesoros!- y me enamoré de artistas como Farmanfarmaian, Mohammed Melehi (Asilah, Marruecos, 1936; Boulogne-Billancourt, Francia, 2020), Mohsen Vaziri Moghaddam (Teheran, 1924; Roma, 2018) o Li Yuan-chia (Guangxi, 1929; Banks, UK, 1994), que además excitaron mi imaginación por el contraste entre su aproximación al arte occidental y su bagaje cultural previo.
Eché en falta una mayor atención a los antecedentes del arte óptico y cinético -había unas cuantas obras del vanguardismo ruso de principios del XX (Naum Gabo, etc.) y poco más- y sobre todo de sus consecuentes, reducidos a un vídeo con reelaboraciones de obras de la exposición hechas por ordenador dentro de un programa didáctico del Museo Atkinson, una colorida alfombra en la entrada obra de Jim Lambie (Glasgow, UK, 1964), y un par de piezas algo descontextualizadas.
The Dinamic Eye, Beyond Optical and Kinetical Art es una exposición de la Tate -comisariada por la responsable de la colección internacional de la Tate, Valentina Ravaglia- y sólo presenta fondos de la Tate, dentro de lo que parece ser un proyecto de extender su red de museos internacionalmente mediante estas colaboraciones, que sospecho que deben significar una desembolso económico grande. Esta misma exposición ha estado en Shanghai desde septiembre de 2022 hasta mayo de 2023, también en un museo de reciente creación, el Museum of Art Pudong (MAP), y vinculado a un grupo empresarial fuerte (por cierto, actualmente presenta una exposición de obras maestras del madrileño Museo Thyssen-Bornemisza).
La exposición The Dinamic Eye se inauguró el pasado 4 de julio y estará abierta hasta el 30 de septiembre. Se trata de una exposición muy amplia, más de cien obras de artistas de países muy diversos y una cartelería -como ya dije- densa pero muy clara, por lo que hay que calcular bastante tiempo para visitar la exposición (yo tenía prisa y tardé casi dos horas). El precio de la entrada es de 15€, con descuentos para estudiantes, niños y billetes familiares. No hay catálogo de la exposición -no sé si se pondrá a la venta más adelante- por lo que la memoria es la única forma de recordar lo visto. ¡Mala suerte!
Comentarios