Reino Unido

Corrigiendo a Hegel: la dialéctica entre amo y servidor

Jorge Binaghi
viernes, 28 de julio de 2023
McVicar, Le nozze di Figaro © 2023 by Clive Barda McVicar, Le nozze di Figaro © 2023 by Clive Barda
Londres, martes, 18 de julio de 2023. Royal Opera House (Covent Garden). Le nozze di Figaro (Burgtheater, Viena, 1 de mayo de 1786). Libreto de Lorenzo Da Ponte sobre la comedia homónima de Beaumarchais. Música de W.A. Mozart. Puesta en escena: David McVicar. Escenografía y vestuario: Tanya McCallin. Iluminación: Paule Constable . Intérpretes: Stéphane Degout (Conde), Hrachuhí Bassénz (Condesa), Siobhán Stagg (Susana), Mattia Olivieri (Fígaro), Anna Stéphany (Querubín), Dorothea Röschmann (Marcellina), Maurizio Muraro (Bartolo), Krystian Adam (Basilio), Sarah Dufresne (Barbarina), Jeremy White (Antonio) y Peter Bronder (Don Curzio). Orquesta y coro (director: William Spaulding) del Teatro. Directora Joanna Mallwitz
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Premisa: no elegí inocentemente el 18 de julio para ver esta función. Era mi modo para recordarme a mí mismo que Mozart el luminoso gana siempre sobre fechas tristes, oscuras como esta en España (¿agrego el año? 1936) y para augurar que el 23 siguiente no se produjera lo que tanto agorero vaticinaba (más por deseo inconfesado que por realidad).

Con el título que iba a ver, además, era casi una profecía. El amo no siempre prevalece sobre el esclavo, y aunque las condiciones sean más humanos, tampoco está garantizado que el patrón prevalga sobre el sirviente.

Y luego estaba la ‘vieja’ producción de McVicar que lleva años deleitando al público y que el Covent Garden no sólo ya ha amortizado (detalle no baladí), sino que al parecer ha decidido que no tiene por qué arriesgarse a cambiar algo que funciona bien, y no sólo por la reacción del público. O sea, estamos en camino de contar con otra producción ‘clásica’ como en otras casas europeas que no se mueren por hacer una nueva versión escénica cada vez que reponen una ópera conocida.

Degout y Stagg en ‘Le nozze di Figaro’ de Mozart. Puesta en escena: David McVicar. Directora musical: Joanna Mallwitz. Londres, Royal Opera House, julio de 2023. © 2023 by Clive Barda.Degout y Stagg en ‘Le nozze di Figaro’ de Mozart. Puesta en escena: David McVicar. Directora musical: Joanna Mallwitz. Londres, Royal Opera House, julio de 2023. © 2023 by Clive Barda.

Las diferencias contra la paupérrima propuesta de la trilogía de Da Ponte por Minkowski y su director de escena (por ejemplo en el Liceu, donde la vi), modesta en la parte musical, resaltan con evidencia. Las luces son excelentes, vestuario y escenas magníficos, pero es sobre todo la dirección de actores la que destaca, ciertamente con el concurso de algunos de los recién llegados a los roles. El hecho de que el propio director de escena haya estado presente en los ensayos debe señalarse (es algo hoy por hoy inédito cuando debería ser lo normal) no sólo positivamente sino como un hecho no menor.

Por supuesto hay detalles que pueden parecer excesivos para favorecer la continuidad dramática en detrimento de la música (y más concretamente el canto), y está claro que el público ha respondido con aprobación como si todos los elementos estuvieran a la misma altura (algo que nunca ha sido demasiado posible en este tipo de ópera) dejándose llevar por la contagiosa alegría. Pero es un dato a tener en cuenta porque me parece que es una tendencia generalizada en el público de hoy que, incluso cuando conoce un título o sus fragmentos más salientes, parece conformarse con oírlo una vez más sin realmente escucharlo.

Y visto que estamos ante una ópera y no la obra teatral en que se inspira (geniales ambas, pero superior la primera precisamente por el toque mágico de la música de Mozart, aparte del lozano libreto de Da Ponte) pasemos al aspecto puramente ‘musical’.

Y empecemos, como debería haber empezado (¡ay las nuevas malas costumbres!) por la directora de orquesta. Había oído hablar bien o muy bien de Mallwitz. Estuvo bien, pero me decepcionó un tanto. Ya desde la obertura (aquí, por una vez, bien ilustrada) hubo demasiados contrastes y en el resto de la ópera algunas veces demasiado volumen (incluso en las cuerdas que acompañaban los recitativos): eso no le dio más teatralidad, al contrario, y le quitó esa ‘levedad profunda’ (un oxímoron, ya sé, pero es lo que es Mozart) de la obra. Eso al margen de que algunas voces no eran de gran calado ni Mozart lo pide.

¿Y los cantantes? Como con Verdi o Wagner o Strauss o Puccini (la lista es larga e incluye a Janacek, Britten, Berg y Benjamin) sin ellos no hay ópera. Y en esta tienen que ser todos notables actores y excelentes cantantes. Lo primero se consiguió, como ya he dicho. Lo segundo…

Bien los secundarios como Dufresne o White (simpáticos Barbarina y Antonio), correcto Adam (Basilio), pero el papel requeriría más, estridente y desangelado Bronder (Don Curzio). Las dos doncellas que cantan ‘Amanti costanti’ al final del tercer acto (Helen Withers y Miranda Westcott) lo hicieron bien pero sin destacar.

Y vamos subiendo. Muy muy bueno el Bartolo de Muraro, al que alguna vez me gustaría ver en papeles de más enjundia a partir de este (‘La vendetta’ la cantó muy bien, pero en parte luchando con la orquesta, y eso que la voz es amplia).

‘Le nozze di Figaro’ de Mozart. Puesta en escena: David McVicar. Directora musical: Joanna Mallwitz. Londres, Royal Opera House, julio de 2023. © 2023 by Clive Barda.‘Le nozze di Figaro’ de Mozart. Puesta en escena: David McVicar. Directora musical: Joanna Mallwitz. Londres, Royal Opera House, julio de 2023. © 2023 by Clive Barda.

Si tuviera que elegir una sola voz femenina sin vacilación optaría por Dorothea Röschmann quien supo ser la Condesa al principio de la marcha de esta producción y ahora fue una Marcelina de lujo, la mejor que haya visto Y oído en los casi sesenta años de contacto directo con este título. Fue una pena que aquí se cortara su aria del último acto, pero fue perfecta en los recitativos, en las partes cantadas y los puntapiés que intentó dar en el primer y segundo acto resultaron inolvidables.

Pero estaba Stagg, que debutaba con Susana, un personaje que se las trae, y sin tener voz excepcional ni particularmente bella le sirvió para componer bien su rol, cantar con buen italiano (aquí y allá perfectible) y poder con los graves del maravilloso nocturno ‘Deh, vieni non tardar’ en el último acto. Seguramente no entrará en el palmarés de las grandes Susanas, pero la sirvió muy bien y mereció sus aplausos.

Stagg (Susanna) y Stéphany (Cherubino) en ‘Le nozze di Figaro’ de Mozart. Puesta en escena: David McVicar. Directora musical: Joanna Mallwitz. Londres, Royal Opera House, julio de 2023. © 2023 by Clive Barda.Stagg (Susanna) y Stéphany (Cherubino) en ‘Le nozze di Figaro’ de Mozart. Puesta en escena: David McVicar. Directora musical: Joanna Mallwitz. Londres, Royal Opera House, julio de 2023. © 2023 by Clive Barda.

Que, desde mi punto de vista, no mereció (en ‘Voi che sapete’ porque su primer aria ‘Non so più’ no obtuvo ni uno en esta función) Stéphany, que no cantó mal e interpretó bien, pero presentó una voz indefinida como registro, de timbre blancuzco y sin matices, metálica en general y en particular en el agudo y sin un registro grave digno de mención.

Ejemplifica muy bien lo que he dicho más arriba.

Tampoco hubo una gran Condesa, aunque por fortuna lo mejor que hizo, sin ser genial, fue su gran escena del tercer acto (‘E Susanna non vien…Dove sono’, mejor el aria que el recitativo), pero fue muy débil en todo sentido en el segundo y algo mejor en el cuarto, pero ocurre que la voz de Bassénz es permanentemente opaca, sin brillo, impersonal, técnicamente correcta pero con limitaciones en el registro agudo (‘Porgi amor’ y el gran dúo con el Conde fueron flojos; la ‘Canzonetta sull’aria’ careció de toda magia).

Pieza enlazada

Y volvemos a lo del título. Si esta reposición se recordará será por la dialéctica del amo y el servidor. Dos grandes, así nomás. En mi experiencia sólo una vez vi una cosa igual (en Viena, Simon Keenlyside y Erwin Schrott). Aquí se trató de Degout y Olivieri. Cuando estaban juntos saltaban chispas. Separados, también. 

Al primero le vi su debut en el Conde en Bruselas ya hace varios años. Fue bueno, o muy bueno; aquí demostró lo que significa ser un gran cantante: su actuación fue medida y perfecta, su canto ha adquirido todos los matices requeridos (y por eso me fastidió que el final de su aria -con unas agilidades que más parecían una risa entre sarcástica e histérica, me descubro- no lo dejara solo en el escenario como debería haber sido aunque no lo privó, por suerte, de su justa recompensa).

Pieza enlazada

Al segundo lo había visto precisamente debutar el mismo papel en Florencia, en una producción tonta y pésimamente dirigida, pero no había pasado en absoluto desapercibido (las crónicas de ambas funciones se pueden encontrar aquí en el caso de que alguien quiera tomarse el trabajo de buscar). Ahora debutaba el papel de Figaro y si así fue la primera vez no quiero pensar lo que será la segunda o tercera vez que lo repita. Memorable. La forma de mover las botas del Conde durante ‘Se vuol ballare’ definían ya totalmente al personaje.

Pero con ser de buena planta, ágil, brillante, pícaro e ingenuo, no se agotaban en eso sus cualidades: ahí está el ‘detalle’. La voz amplia, bella y aterciopelada, igual en todos los registros (si algún grave recordaba que la parte incursiona en la cuerda de bajo -una reverencia a Cesare Siepi, pero también a un barítono como Giuseppe Taddei- no lo forzaba y todo se oía natural tal vez con un pelo menos de volumen, pero se oía, y qué estúpido es este comentarista sacando estas cosas cuando ya querría que en esta misma representación y en todas las otras hubiera artistas y cantantes de tal magnitud).

Súmese una técnica sin fisuras, una noción del estilo (cuando un italiano -o un latino- es gran intérprete de Mozart tiene la ventaja de una articulación en la que todo se entiende -ocurría lo mismo con Degout- y eso lo lleva a dar una lección soberana en los recitativos -vuelvo a recordar a Siepi, Taddei y agrego a Freni, Sciutti, Bruscantini, Bacquier,  Berganza y de los Ángeles porque estos dos señores en esa liga juegan), y un claro gusto por estar en escena, por lo que se hace y cómo se hace, y ahí tienen ustedes por qué este servidor tendrá -en la historia real- una victoria -ignoro si definitiva- sobre su amo ... 

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