Reportajes
UcraniaChina, Rusia, Ucrania, EEUU y la UE
Juan Carlos Tellechea
La segunda economía del mundo, después de Estados Unidos, tiene problemas. En China, el país donde los ministros y funcionarios, como Qin Gang, pueden desaparecer, sin dejar rastros, antes de ser destituidos sin más explicaciones, tiene lugar un nuevo drama. Un crecimiento económico históricamente bajo y un desempleo juvenil de más del 20 por ciento están haciendo que las señales de alarma parpadeen en rojo. ¿Qué está pasando en ese país que durante décadas tuvo un crecimiento casi fabuloso? Para este año se ha previsto un aumento de solo alrededor del cinco por ciento, y ni siquiera está claro si China alcanzará esa cifra.
La UE
No son solo malas noticias para los chinos, sino para todo el mundo. El que más o el que menos depende de que a China le vaya bien o mal. Se suponía que China se convertiría en la locomotora de la economía mundial tras la pandemia, pero el esperado impulso de crecimiento no se ha materializado. Hasta hace unos años se decía sobre Alemania que este país había externalizado su política de seguridad a EE.UU., su política energética a Rusia y su política económica a China; algo que se aplica en cierto modo también a toda la Unión Europea.
Hoy, las crisis internacionales obligan a la UE a un replanteamiento radical; su política de seguridad sigue dominada por EEUU., pero ahora está marcando sus propios acentos en la guerra de Ucrania. La política energética ha dado un vuelco y se ha reducido la dependencia de Rusia. Mientras, la Comisión Europea prepara un paquete para una mayor seguridad económica frente a China. Se supone que quiere impedir el espionaje económico y la influencia política oculta del gobierno de Pekín, cada vez más autoritario. Boicotear a China sería poco realista, pero controlarla estrictamente, lo más razonable.
Situación
El prestigioso instituto Merics de estudios sobre China (Mercator Institute for China Studies), con asiento en Berlín, resume así la situación:
La recuperación económica de China parece frágil, pese al mayor crecimiento del segundo trimestre. La economía china siguió luchando por cobrar impulso en 2023, defraudando las esperanzas de un fuerte repunte tras los prolongados bloqueos de Covid-19. Aunque el PIB creció un 6,3% en el segundo trimestre, el dato de crecimiento relativamente alto se debió en gran medida a efectos de base, ya que el crecimiento en los mismos tres meses de 2022 fue de apenas un 0,4%.
La debilidad de la demanda también ha puesto a la economía al borde de la deflación. El optimismo inicial sobre la solidez de la recuperación de la economía china se ha desvanecido. (…) El Gobierno se esfuerza por encontrar la dirección política óptima para mejorar la confianza y estimular la economía. Las réplicas de 2022 -nacionales e internacionales- siguen dejando su huella en la economía, creando una situación delicada ya que la recuperación sigue siendo frágil e incierta. Será crucial estar atentos a las decisiones políticas y a cómo repercuten en el sentimiento y los resultados económicos en los próximos meses.
Cuestiones
Entre otras cosas, se considera que el motivo es la crisis de la construcción de viviendas. El escaso crecimiento significa que los licenciados universitarios no encuentran trabajo, y su número es elevado, porque muchos aprovecharon el bloqueo para acceder a él. Por tanto, las autoridades deben temer que la frustración aumente y dé lugar a declaraciones críticas contra el régimen en las redes sociales. La esperanza en el futuro ha sido el capital político más importante del Partido Comunista Chino durante las últimas décadas. Pero, ¿qué ocurre cuando ésta se agota?
El régimen de Pekín cree que podrá domeñar esta situación. El aumento del consumo en el país está ligado a las expectativas de la gente de una vida mejor. Por lo tanto, se necesitan más medidas concertadas para estabilizar la demanda interna. Esto incluye iniciativas para mejorar el empleo, especialmente para los jóvenes, y subsidios para las rentas bajas.
Como segunda economía mundial, China tiene fuerza y reservas de divisas suficientes, por lo que no habría razón para una nueva devaluación de la moneda. Una prueba del rendimiento de la economía china es, verbigracia, el éxito de los vehículos eléctricos que se producen en ese país.
Respuestas
Cabe evocar que Pekín solía confiar en los gobiernos provinciales y locales para ello, pero ahora están muy endeudados o incluso al borde de la quiebra. Las empresas emblemáticas del país deberán encargarse de impulsar la economía y crear nuevos puestos de trabajo.
Bajo Xi Jinping, sin embargo, estas empresas se han visto cada vez más acosadas, por lo que existen dudas sobre si este plan puede tener éxito. En la actual situación económica, es más probable que las empresas se vean obligadas a realizar más despidos, antes que a contratar nuevo personal. Mientras tanto, muchos titulados universitarios que acaban directamente en la calle ya no pueden permitirse casarse y formar una familia, y mucho menos comprarse un piso. Pero enviar a todos estos jóvenes al campo, como ya se ha planteado públicamente, será mucho más difícil que en los tiempos de la Revolución Cultural.
Europa
Diez años después de que Xi Jinping tomara el timón en China, los países europeos se han alineado más sobre cómo tratar con China. Sin embargo, los enfoques hacia la aspirante a potencia mundial varían en función de la intensidad de las relaciones, el alcance y la naturaleza de la dependencia económica, así como de las actitudes hacia el gobierno autoritario de China, señala un estudio reciente de Merics.
Algunos países europeos han diseñado estrategias nacionales para China, otros prefieren un enfoque menos público y más descentralizado, y otros no consideran a China una cuestión importante para su política nacional. Los enfoques nacionales y su evolución en los últimos años se exponen en los capítulos dedicados a cada país de este informe de la Red Europea de Grupos de Reflexión sobre China (ETNC).
Los autores, procedentes de 22 gabinetes estratégicos e institutos de investigación europeos, hacen balance de los enfoques nacionales sobre China en los Estados miembros de la UE y en países importantes como el Reino Unido, Noruega y Suiza. La oficina MERICS de Bruselas aportó un capítulo en el que se esbozan las actuales políticas de la UE respecto a China y concluye, mirando hacia el futuro:
A la UE le queda camino por recorrer para alcanzar un enfoque coherente hacia China Cuatro años después de la Perspectiva Estratégica, tres años después del comienzo de la pandemia de Covid y dos después del primer informe sobre dependencia estratégica, la UE sigue sin tener un enfoque claro sobre China. Esto no ha impedido que el bloque haya desarrollado múltiples acciones e iniciativas al respecto (...). Sin embargo, la falta de un enfoque y un marco claros crea riesgos de incoherencias entre sectores y de fricciones entre los socios europeos más adelante. La falta de formalización del concepto de de-risking aumenta los riesgos, ya que la reapertura de China y el cambio de retórica de Pekín crearán oportunidades económicas que ya han dado lugar a un renovado impulso en favor de un enfoque más cooperativo.
La reciente postura y medidas más asertivas frente a las distorsiones y desafíos económicos procedentes de China se produjeron durante una China cerrada a cal y canto. Así las cosas, la UE aún tiene que demostrar cómo "caminar, mascar chicle y jugar al ajedrez al mismo tiempo" con China. Más concretamente, los europeos tienen que demostrar cómo pueden perseguir simultáneamente las tres líneas de rival sistémico, la reducción de riesgos en las relaciones económicas y la maximización de su beneficio económico en China.
La situación económica en China está motivando un modo de comunicación más amistoso de Pekín hacia la UE. A pesar de la falta de esperanzas de que se produzcan cambios significativos en cuanto al fondo y los objetivos, los líderes y las comunidades europeas ya han dado señales de un compromiso más profundo con China que no parece tener en cuenta los riesgos reales que China plantea a la UE. En este contexto, seguirá siendo crucial invertir más eficazmente en la coordinación con socios de ideas afines sobre los comportamientos chinos que socavan el orden internacional basado en normas y desarrollar una oferta atractiva para terceros países.
En el contexto de la cooperación con socios afines, la UE debería elaborar una lista más clara de acciones y objetivos que desea perseguir en relación con China, incluyendo líneas rojas sobre lo que no es aceptable tanto en términos de objetivos como de aplicación. Luego está la cuestión del compromiso con las economías en desarrollo.
La iniciativa "Pasarela Global", calificada de herramienta clave de la UE para impulsar las relaciones con los socios de los países en desarrollo, requiere una aplicación más sólida y un mensaje estratégico más claro. La UE aún necesita desarrollar un mensaje coherente y convincente y una oferta que demuestre por qué su visión del sistema internacional, cuestionada por China, es también beneficiosa para aquellos socios que se ven cortejados por Pekín.
Estados Unidos
Como si esperara a que el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken se marchara, el Banco Central de China bajó hace unos días sus tipos de interés clave. La economía china está al borde del abismo. El recorte de los tipos de interés pretende impulsar la debilitada economía. Sin embargo, los temores sobre el futuro provocados por la pandemia siguen muy arraigados entre los ciudadanos y la industria. China puede estar al principio de un prolongado periodo de recesión.
Es obvio que la administración del presidente Joe Biden está luchando con una política integral y eficiente respecto a China. Tras la visita de Blinken, sigue sin haber señales de que se haya logrado ningún resultado concreto. El acercamiento de Pekín a Rusia no ha podido ser frenado por Washington, y en la cuestión de Taiwán, EEUU evita entrar en un conflicto militar. Todos los esfuerzos por arrinconar a China o hacerla retroceder han fracasado hasta ahora. El apoyo de Occidente a Ucrania debería ser al mismo tiempo un mensaje para China. Aparentemente, Pekín no no lo ha internalizado todavía y el peligro de un ataque a Taiwán parece haber aumentado.
Taiwán
El prolongado y complicado conflicto entre las dos orillas del estrecho de Taiwán solo ha estado más claramente en el radar de la opinión pública europea desde la guerra de Ucrania. Esto hace que sea aún más importante no adoptar sin cuestionamientos la narrativa unilateral de China continental, de que Taiwán le pertenece y es una provincia disidente.
Aunque es esencial pensar en posibles escenarios de escalada, centrarse en el peor de los casos no debería llevar a ignorar la dinámica actual. Una confrontación militar directa no es inevitable. Estados Unidos y Europa tienen un interés demasiado grande en la estabilidad del Indo-Pacífico, así como en la existencia continuada de un Taiwán independiente y democrático de facto, como para permitirse no insistir en la exactitud histórica de la relación entre la República Popular y Taiwán y permitir que surjan peligrosos malentendidos en términos de reciprocidad, afirman las politólogas y sinólogas Dras Angela Stanzel y Gudrun Wacker, de la Fundación Ciencia y Política (SWP), gabinete estratégico que asesora al gobierno y al parlamento de Alemania.
Rusia
Entretanto, China está muy molesta con Rusia tras el ataque a su consulado en Odessa y la suspensión del acuerdo sobre cereales con Ucrania. Los daños a su representación diplomática no son grandes, pero el enfado es aún mayor. La soberanía de China no puede ser violada sin más. En esferas del gobierno chino hay quienes se preguntan si el hecho pudo haber sido intencionado.
El ministerio de Exteriores de Pekín confirmó en un comunicado oficial que la explosión se produjo cerca del Consulado General de China en Odessa y que la onda expansiva dañó parte de las paredes y los cristales de las ventanas del edificio, sin consecuencias personales.
Cabe dudar de que el incidente de Odessa pueda dañar permanentemente la amistad "sólida como una roca" entre China y Rusia. Sin embargo, las grietas en la relación entre los dos países vecinos son cada vez más evidentes. China, por ejemplo, se enfadó por el anuncio ruso de la expiración del acuerdo sobre grano con Ucrania.
OTAN
La amenaza rusa contra los buques que hagan escala en puertos ucranianos, tras la suspensión del acuerdo sobre cereales con Kiev, ha llevado a la OTAN a reaccionar de inmediato e intensificar sus tareas de vigilancia y reconocimiento en el Mar Negro. Las acciones de Rusia plantean riesgos considerables para la estabilidad de la zona, de importancia estratégica para la OTAN, declaró el miércoles 26 de julio el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, tras una reunión del recientemente creado Consejo OTAN-Ucrania.
Por lo tanto, se está incrementando la vigilancia con el despliegue de aviones de reconocimiento marítimo y drones. Las amenazas de Rusia plantean nuevos riesgos de error de cálculo y escalada, así como obstáculos significativos a la libertad de navegación, según el comunicado. Rusia sigue bombardeando los puertos en torno a Odessa, por lo que apenas es posible cargar barcos.
Cereales
Desde el lunes 17 de julio ya no se puede enviar grano desde Odessa a través del Mar Negro; tres días después, Pekín declaró ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que esperaba que el acuerdo volviera a aplicarse "plenamente"; casi un ataque frontal a Moscú para los estándares chinos. Por una buena razón: aunque cerca del 18% de la población mundial vive en China, el país solo tiene alrededor del 9% de la tierra cultivable del mundo. Por ello, debe importar grandes cantidades de alimentos del extranjero. Por ejemplo, casi el 30% de las importaciones chinas de maíz proceden de Ucrania. "Sin importaciones de Ucrania, los precios subirán en el mercado nacional", según analistas internacionales del acontecer económico agrícola.
Los recientes ataques rusos en Odessa también destruyeron cerca de 100.000 toneladas de productos agrícolas destinados a la exportación a China, según el presidente ucraniano Volodimir Zelensky. "Esto significa que todo el mundo se ve afectado por este terror ruso", declaró el mandatario.
Kiev-Pekín
La reciente visita a Pekín del viceministro de Economía ucraniano, Taras Kachka, quien fue recibido por el viceministro de Comercio chino, Ling Ji, puso de manifiesto la gravedad de la situación en China: se trata del visitante ucraniano de mayor rango que ha recibido Pekín desde el comienzo de la guerra. China quiere importar más "productos de alta calidad" de Ucrania en el futuro, informó el gobierno de Pekín tras la reunión. La República Popular sufre actualmente sequías e inundaciones, lo que agrava aún más la situación del suministro.
Además de China, los países de África y Oriente Medio dependen especialmente de las exportaciones de alimentos ucranianos. Se trata de países con los que Pekín mantiene tradicionalmente buenas relaciones, y que conocen la influencia que ejerce China sobre su socio menor, Rusia. ¿Debería China, que siempre se presenta como un actor responsable en la escena mundial, seguir dejando que Vladimir Putin se salga con la suya? También sería una pérdida de prestigio para Xi Jinping.
La inestabilidad
Pero no es solo el fin del acuerdo sobre los cereales lo que se observa con preocupación en Pekín, sino también el intento de golpe de Estado del grupo Wagner de Yevgeny Prigozhin. El hecho de que sus tropas pudieran marchar sin obstáculos hacia Moscú demuestra, o bien que Rusia no es capaz de actuar, o bien que Wagner cuenta con partidarios entre las élites rusas, declaró recientemente el politólogo Dr Sebastian Hoppe, experto en Europa del este de la Universidad Libre de Berlín, en una entrevista con la prensa.
Ambas cosas son perjudiciales para sus relaciones con Rusia desde el punto de vista de China.
Lo último que quiere China es un vecino inestable. Al fin y al cabo, ambos países comparten una frontera de 4.200 kilómetros. Esto también significa que si China realmente quiere un final rápido de la guerra, como siempre afirman los dirigentes de Pekín, entonces sin un colapso completo del régimen de Putin. Esta es otra de las razones por las que Pekín no se suma a las sanciones occidentales contra Rusia, sino que incluso amplía sus relaciones comerciales.
China y Rusia siguen cooperando, también militarmente
Como muestran los datos aduaneros publicados hace unos días, las importaciones chinas procedentes de Rusia crecieron un 19,4% en el primer semestre de 2023 en comparación con el mismo periodo del año anterior; las exportaciones de China a Rusia incluso aumentaron un 78,1%. Al parecer, China está llenando el vacío dejado por las empresas occidentales que se retiran de Rusia, exportando coches, teléfonos móviles u ordenadores al país, "pero no la tecnología más avanzada de la que carece Rusia", según un reciente estudio del gabinete estratégico estadounidense Atlantic Council, con asiento en Washington.
Al mismo tiempo, China no hace ningún movimiento para poner fin a la cooperación militar con Rusia. Ambos países realizaron maniobras militares durante cuatro días en el Mar de Japón para "seguir mejorando la cooperación estratégica entre las dos fuerzas armadas", según el ministerio de Defensa de Pekín.
China busca así tanto la cercanía como la distancia en sus relaciones con Rusia. Sin embargo, si Putin sigue violando los intereses de Pekín en la guerra de Ucrania, es probable que la legendaria paciencia de los chinos se acabe en algún momento. Pekín busca ahora cada vez más la proximidad con Kiev.
Seguir conversando
El enviado de EE.UU. para el clima, John Kerry, es otro de los políticos estadounidenses de alto nivel que ha visitado Pekín. Es de elogiar el hecho de que ambas grandes potencias vuelvan a centrarse en la diplomacia, pero hasta ahora, la multitud de recientes reuniones no ha conducido a ningún avance real. Aun así, las conversaciones son positivas, porque la comunicación política de alto nivel estaba prácticamente congelada desde agosto, cuando la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, viajó a Taiwán.
Las conversaciones bilaterales son importantes para reabrir los canales de comunicación, comprender las intenciones de la otra parte y evitar que surjan malentendidos. El daño puede contenerse si los funcionarios hablan directamente entre sí, dejan claras sus intenciones y se aseguran de que las voces más fuertes y extremas no se impongan. Con más trabajo, aún podría haber un gran avance. Pero de momento Estados Unidos y China tendrán que seguir conversando, no hay más alternativa segura.
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