España - Cataluña
Profeta en su tierra: Tosca y triunfo colectivo
Josep Mª. Rota
Éxito
incontestable de Àngel Òdena como promotor operístico. Éxito incontestable de
los solistas, coro y orquesta, que arrancaron aplausos y ovaciones del público
(un público de unos 1700 espectadores, de los cuales, unos pocos cientos de
invitaciones a patrocinadores). Éxito incontestable del tesón contra viento y
marea y contra políticos. Éxito incontestable de la ópera, del arte y de la
cultura.
La
ópera como festival de verano reapareció en Tarragona en 2021 en el marco único
del Auditori del Camp de Mart, con su peculiar acústica y la muralla romana al
fondo. Lamentablemente, el anterior consistorio municipal se negó a repetir el
proyecto. ¿Será que algunos políticos dogmáticos siguen pensando que la música
clásica es “de derechas” y la ópera, un espectáculo “burgués capitalista”? ¡Menudos
ignorantes! Los promotores del espectáculo, Àngel Òdena y Carles Figuerola,
tuvieron que espabilarse y encontrar una solución, que no fue otra que la
antigua plaza de toros, ahora San Miguel Tárraco Arena, espacio reconvertido
para conciertos pop, teatro, conferencias y el mundialmente famoso concurso de castells.
En una tarima llena de luces y niebla artificial, una pantalla vertical, que ocupaba apenas una cuarta parte del foro, proyectaba imágenes que sugerían Sant’Andrea della Valle, Palazzo Farnese, etc. (aunque también un ventanal gótico, un ojo o una cruz en llamas, no me pregunten por qué). A pesar de que hubo momentos muy logrados, como la explosión de colores cuando Mario toma la paleta, o el rojo general cuando Tosca apuñala a Scarpia, tanta proyección, tanto movimiento y tanto cambio resultaron cargantes. Sobre la tarima, reclinatorios, mesa con candelabros y elementos simples pero efectivos para ambientar perfectamente la escena. Vestuario muy adecuado, especialmente el deslumbrante vestido rojo de Floria Tosca; no tanto la sotana y el alzacuellos del sacristán, que es un sacristán y no un cura.
Recuerdo con mucho cariño la asignatura de Acústica en el conservatorio (¿se seguirá dando?). En la Tárraco Arena, un espacio circular y con cúpula cerrada, la tarea no era fácil. Se probaron diferentes tipos de sonorización, pero nada funcionó. Al final, las grandes voces de Goikoetxea, Roy, Òdena y el veterano Palatchi pasaron con comodidad a la arena-platea y llegaron a un público que escuchaba con un silencio casi reverente. Más difícil lo tuvieron los comprimarios.
El público de la grada tampoco pudo percibir tan bien ni las
voces ni la orquesta ni las pantallitas con la traducción del libretto. Al
coro, formado por cantantes locales ad hoc, lo probaron en diferentes
ubicaciones. Al final, cantó al lado de la orquesta, dispuesta en formación de
foso. Lástima que el coro no apareciera en escena en el imponente Te Deum,
cosa que rebajó terriblemente el impacto dramático del final de acto. Lástima
también que Tosca no saltara al final de la ópera y se quedara rígida y con los
brazos en cruz.
Goikoetxea
sedujo al público desde su primera intervención, en su dúo con Cavaradossi. Público
que se emocionó con su sentida y emotiva interpretación de Vissi d’arte.
Roy mostró una bella voz de tenor lírico, una línea de canto elegante (Recondita
armonia) y una fuerza suficiente para los momentos más dramáticos (E
lucevan le stelle). Òdena bordó la parte de Scarpia, con una voz poderosa
pero también matizada, muchas tablas y gran presencia escénica. Mención
especial para el director Óliver Díaz, que acompañó con gusto a los cantantes y
extrajo un gran rendimiento de coro y orquesta.
Naturalmente, esta Tosca, único espectáculo de gran formato del verano en Catalunya, mereció el mayor desprecio de la televisión pública que pagamos todos los catalanes, también los de Tarragona, televisión que solo da bombo a todo lo que pasa en Barcelona y Girona.
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