DVD - Reseñas
Ganga propia de liquidación o saldo
Josep Mª. Rota
El Bayreuth
del siglo XXI a precio de ganga. La edición en 12 DVD se vende por 39,99€. La
edición en 30 CD, que incluye todo el Ring, cuesta 59,99€. Ganga propia
de liquidación o saldo. Seguramente, ambas cosas. Desconozco el rendimiento
económico que ha tenido el producto, pero parece que al cabo de diez o quince
años, el producto ya está pasado de moda o no despierta especial interés.
La historia de la primera ópera romántica de Wagner en Bayreuth, Der fliegende Holländer, ha sido siempre conflictiva. La primera producción de Wieland en 1955 duró solo dos festivales. Si la producción pasó sin pena ni gloria, quedan los testimonios discográficos de Knappertsbusch y Keilberth, magníficos. Seguramente la más redonda fue la segunda de Wieland en 1969, conservada también en registro oficial y pirata (Sawallisch, Greindl, London, Crass, Silja, etc.). La producción de August Everding de 1969 se mantuvo solo tres años, aunque los resultados musicales fueron todavía dignos de mención (Böhm, Ridderbusch, Jones, Stewart). En 1978 se estrenó la nueva producción, ampliamente difundida en vídeo, marcada por la concepción sicodélica de Kupfer y un protagonista de pésima dicción. Tuve ocasión de ver en directo las producciones de Dieter Dorn en 1992 y de Claus Guth en 2003. La primera no tenía gran cosa que decir; la segunda, simplemente no llevaba a ninguna parte. Musicalmente, Sinopoli, Sotin, Weikl y Sass todavía aportaban.
Esta de 2013 no ofende, pero tampoco transmite y, mucho peor, no
emociona. Los sonoros abucheos a Gloger y su equipo no los consiguieron mitigar
los aplausos de cortesía. Como casi toda la edición, resulta más atractiva
escuchada que vista. Vale para conocer la visión de Thielemann, que se adapta a
las voces y demuestra un perfecto conocimiento del foso. El reparto es compacto
y de gran nivel en general. Franz-Josef Selig es un Daland reconocido, pero
aquí un punto soso, seguramente por la dirección de escena. Ricarda Merbeth es
una Senta de primera, que canta con arrojo y se expresa con pasión. Incluso el
tenor Tomislav Mužek consigue mantener el nivel. Lo más flojo, sin duda, Samuel
Youn, un holandés amenazador pero no doliente; terrenal y no de ultratumba. Lo
mejor, Thielemann, que marca el carácter romántico de la obra desde el primer
compás al último. El librito incluye una entrevista con Gloger en la que
explica lo que se ve y lo que se supone que significa, para que los zoquetes
como yo entendamos algo.
La producción de Sebastian Baumgarten del Tannhäuser arrancó con mal pie, cuando desapareció Thomas Hengelbrock del podio. Axel Kober es el tercer director que pasa por el foso y no consigue ni emocionar ni sorprender ni levantar el vuelo. Ni siquiera los coros impresionan. Tuve ocasión de asistir en Bayreuth a un Tannhäuser en 2003 con Thielemann a la batuta. ¡Qué diferencia!
Camilla Nylund y Michelle Breedt cumplen con dignidad, igual Markus Eiche, irrelevante como personaje. El veterano Kwangchul Youn (debutó en 1996 y se retiró en 2015) también cumple, aunque nunca ha tenido presencia escénica. Torsten Kerl tiene un timbre desagradable y una emisión poco depurada. Su primera intervención ante Venus resulta decepcionante. Luego, uno se acostumbra. ¡Qué remedio! Seguramente es lo que hay.
Lo que se ve es un bodrio. La fábrica, ya sea de biomasa o simple
destiladora, pues hasta el pastorcillo va beodo, no aporta nada. Tantas
mamarrachadas sobre el escenario resultan cargantes. Los figurantes continúan
con sus memeces en los entreactos. La parodia eucarística del acto tercero fue
abucheada, caso rarísimo, cuando nadie se atreve a decir que el rey va desnudo.
La producción Hans Neuenfels de Lohengrin es un acabado ejemplo de cómo se puede destrozar una obra de arte. Absolutamente todo va en contra de la música y del concepto de Wagner. Sí, Wagner también tenía su concepto, no solo estos “genios” de la escena lo tienen. Y Wagner dejó muy claro su concepto, en la partitura, en las acotaciones y en sus escritos. Desde la película de las ratas corriendo, hasta el embrión final, pasando por las flechas clavadas en la espalda y la butaca de ruedas del rey. Los abucheos del público son más que evidentes.
Por suerte,
musicalmente el resultado en conjunto es muy bueno. Annette Dasch es una Elsa
de voz brillante, con una bella línea de canto, matizada y expresiva. Klaus
Florian Vogt tiene una voz adecuada para Kunz Vogelgesang o Walter von der
Vogelweide. En la actual (y persistente) sequía de tenores wagnerianos,
Lohengrin está a su alcance. Voz bella y clara, emitida con dulzura, pero sin
empuje ni metal. Para nada un héroe. Jukka Rasilainen cumple como Telramund.
Mucho mejor, aunque sin poder compararse con las “grandes”, Petra Lang como
Ortrud. El talento musical de Georg Zeppenfeld se ve menoscabado por la
interpretación de un Rey sicótico y demente. Samuel Youn es un Heraldo sólido. Lo
mejor son el coro y la orquesta de Bayreuth, dirigidos respectivamente por Eberhard
Friedrich y Andris Nelsons. Un Lohengrin musicalmente muy bello.
Lo más interesante de todo el pack es sin duda Die Walküre. En la edición en 30 CD se ofrecía el Ring completo del 2008. Aquí se puede disfrutar de la grabación de 2010, con un reparto ligeramente diferente: Johan Botha y Edith Haller de pareja velsunga y Mihoko Fujimura como Fricka. Se mantienen Albert Dohmen, Linda Watson y Kwangchul Youn. La dirección de Thielemann ha sido el único motivo que me ha llevado a Bayreuth en este siglo. Tuve ocasión de ver completo el Ring en 2008, cuya producción es la misma que se ve aquí. Junto a lo manido y lo ridículo, todavía hay momentos agradables como los “adioses de Wotan“ y el “fuego mágico“.
Johan Botha y Edith Haller, Helmwige en 2008, son una pareja velsunga sólida. Albert Dohmen, en su último Wotan en Bayreuth, demuestra que quien tuvo retuvo. Linda Watson también sale airosa como Brünnhilde, rodeada de valquirias-mujer-de-rojo con escudo de plexiglás. Thielemann es sin duda el mejor director wagneriano de los últimos veinticinco años. Lo afirmo y lo sostengo. Como escribiera el mismo Wagner, Thielemann narra “las desgracias y muerte... la miseria de Wotan... el deseo y la piedad del amor...” (Carta a Luís II).
La grabación de 2009 de Tristan und Isolde corresponde a la producción de Christoph Marthaler estrenada en 2005 y repuesta en 2008. Los abucheos fueron considerables en el estreno. La edición consta de tres DVD. Incluye un documental titulado “Kinder, macht etwas Neues!”, conocida frase de Wagner a la que se han agarrado y se siguen agarrando como clavo ardiendo los directores, como es el caso aquí de Christoph Marthaler, para justificar sus esperpentos. Iréne Theorin es una Isolde espectacular. Solo por ella ya vale la pena este DVD.
La
dirección del veterano y experimentado Peter Schneider alcanza niveles muy
altos, efusivos y emotivos. Lástima que lo que se ve sea todo lo contrario, una
antítesis de lo romántico, aderezado además con movimientos y gestos estúpidos.
El reparto lo completan unos muy eficientes Michelle Breedt (Brangäne) y Robert
Holl (Marke), quien, sorprendentemente, muestra unas tiranteces al final de su
monólogo del acto segundo. El Kurwenal de Jukka Rasilainen es mediocre, a veces
gritón y poco matizado. El reparto incluye dos veteranos de la casa, los
tenores Clemens Bieber y Arnold Bezuyen. Queda Robert Dean Smith, voz
insuficiente, a todas luces, para la parte de Tristan. Al menos, aguanta con
dignidad hasta el final.
Meistersinger fue un tiempo la Lieblingsoper de los alemanes, no de los nazis y mucho menos de Hitler (su favorita era Rienzi). A Wieland, el genio, Meistersinger se le atragantó de mala manera. Wolfgang, el artesano, siempre consiguió bonitos resultados. Katharina se estrenaba en 2007 con Meistersinger. Aquí no se trataba simplemente de épater le bourgeois, que es lo que pretenden todos, y lograr la calificación de “innovador”, “rompedor”, “no apto para tradicionalistas” y lo de siempre. Aquí se trataba de rematar a Wagner y al arte alemán (Schiller, Goethe y compañía de cabezudos). La excusa es muy fácil: “Hier gilt´s der Kunst”. La frase mágica que lo cura todo. Ni siquiera los turiferarios de lo “moderno” salvaron a Katarina de la quema, por lo pobre de su dirección escénica y dirección de personajes. En este DVD se pueden escuchar a partes iguales los abucheos y los aplausos finales.
Franz Hawlata solo cantó en Bayreuth esos dos años; una
verdadera lástima, porque su interpretación de Sachs fue realmente convincente.
Klaus Florian Vogt se estrenaba también como Stolzing. Buena presencia escénica
y voz juvenil, pero sin volumen; para nada “stolz”. Mucho mejor Norbert Ernst
como David, que le come la tostada a su amo. Las voces de Michaela Kaune y
Carola Gruber encajan a la perfección en los personajes de Eva y Magdalene;
atractivas ambas y con timbres personales cada una y diferenciadas entre sí. Michael
Volle, que cantó luego Hans Sachs en la producción de Barrie Kosky, resulta un
muy adecuado Beckmesser (con apuros en el sobreagudo). El conjunto de Maestros,
liderados por el veteranísimo Artur Korn (Pogner) y el joven Markus Eiche
(Kothner), es seguro, compacto y eficiente, como no podría ser menos en
Bayreuth. Sebastian Weigle dirige con acierto y consigue un buen resultado general,
aunque a veces el discurso decae. Si la música no avanza se debe también a la
inacción escénica. En conjunto se escucha bien, aunque el teclear de Sachs en
su máquina de escribir resulte bastante molesto.
Comentarios