España - Madrid
Danzando por Europa
Germán García Tomás
Bajo el título de Europa,
la Compañía Nacional de Danza a las órdenes de Joaquín de Luz nos ofrecía este
segundo tríptico coreográfico tras el dedicado la semana inmediatamente
anterior a América. Esa visita al
continente europeo por medio del lenguaje de la danza lo han conformado dos propuestas
de ballet contemporáneo y un espectáculo flamenco para concluir la temporada
del Teatro de la Zarzuela, una de las sedes donde la compañía recala cada año.
La primera coreografía la firmaba una de las referencias del ballet actual, el checo Jiri Kylián, maestro de muchos coreógrafos y bailarines, que con esta italianizada Bella Figura alcanza una de las mayores cotas de expresión abstracta de la danza contemporánea. Estrenada en La Haya (Holanda) en octubre de 1995 por una de las compañías de danza más prestigiosas del mundo, el Nederlands Dans Theater, y el año pasado 2022 presenciada por vez primera en el Teatro Real, el concepto de Kylián se rige por la anatomía del cuerpo y la contorsión física, con cierto gusto por lo onírico. La coreografía consta de varios pasajes o episodios breves que se corresponden con la música seleccionada, casi exclusivamente del Barroco italiano, que se nos ofreció como un producto grabado. Como excepción geográfica, el quinto movimiento de la Suite Solomon Rossi del compositor berlinés del siglo XX, Lukas Foss, utilizado para la entrada y la salida como marco de las complejas evoluciones del trabajo coreográfico.
Asistimos a escenas de gran intimismo entre parejas y el conjunto de nueve (con el llamativo rojo sangre de la vestimenta inferior) donde se potencia la plasticidad corporal y los movimientos tanto ligeros y acompasados como más mecánicos, a veces de una obsesión compulsiva, las líneas simétricas y en oposición, dejando entrever tras la estela del contacto físico, especialmente entre dos bailarinas semidesnudas en un tête a tête, un hondo componente sexual y/o pasional, todo ello en un juego muy elaborado entre el espacio escénico y los telones, que son movidos y activados para acompañar o enmarcar poéticamente el movimiento. Como banda sonora, algunas de las páginas instrumentales y vocales más célebres e icónicas del hegemónico Setecento italiano, como el Adagio del Concierto para oboe de Alessandro Marcello, el Andante del Concierto para dos mandolinas de Vivaldi, o dos movimientos del Stabat Mater de Pergolesi, con lo que la estampa adquiere tintes contemplativos. Una propuesta, no obstante la de Kylián, extremadamente apegada a la abstracción física, de concepción compleja y críptica a la hora de la interpretación del espectador y del encaje con la música del periodo elegido.
De carácter diametralmente opuesto, la siguiente exhibición coreográfica, Sad case, -debida a dos coreógrafos, a su vez escenógrafos y diseñadores, la española Sol León y el británico Paul Lightfoot-, constituye una alocada pantomima de estética blanquinegra que nos remite a los sones latinos, aunque los coreógrafos sean europeos. Igualmente estrenada en la Haya por el Nederlands en noviembre 2014 a partir del original de febrero de 1998, y en Madrid en 2022, la lluvia de metales de los estridentes mambos de Pérez Prado catalizan el ritmo de los hilarantes movimientos, cuasi circenses, de los cinco bailarines, embadurnados de carbón y hollín, que cambian a cadencias más reposadas cuando suenan las notas del cubano Ernesto Lecuona o del mexicano trío Los Panchos. Porque el virtuosismo y la ironía, cuando no el descaro en el salto y el gesto, salpican a una simpático histrión un tanto irreverente.
Para concluir, y tras esperar la pausa preceptiva, nos llegaba un cuadro flamenco con el coplero título de A tu vera, un trabajo de Joaquín de Luz con la participación de la bailarina Sara Calero, el más extenso de la velada y première absoluta en estas funciones de julio de 2023. Una colección de estampas flamencas -como las que preparaba el Ballet Nacional de España para el siguiente agosto en Veranos de la Villa- que permiten apreciar el duende y el exquisito empaste instrumental en el toque del pequeño conjunto, un mix entre cámara y flamenco, que toca la única música en directo de la noche, entre ellos el guitarrista Javier Conde y el bajista Pablo Martín Caminero -autor de varias músicas y arreglos-.
Y qué mejor que terminar el recorrido europeo en España, recalando en Andalucía y su raigambre flamenca. Habiendo constatado previamente que la Compañía Nacional de Danza posee un nivel muy elevado en la interpretación de danza contemporánea, sus bailarines demuestran una vez más que el baile flamenco es otra de sus especialidades, con cánones físicos no tan exigentes y tonificados como en los pases de baile anteriores, pero con la agilidad y flexibilidad necesarias para moverse por todos los palos y técnicas exhibidas, como zapateados y puntas, con trazas de ballet clásico y escuela bolera. Un Joaquín de Luz en solitario brilla en taconeos y baile aéreo y balanceado, y necesario la presencia destacada de bailarines como la propia Sara Calero o Cristina Casa, la inolvidable Clara del Cascanueces. Todos se unen en una apoteosis de simetría, color, luz y baile de hondura donde, en la fantasía instrumental de Andrés Batista, aletea con recurrencia la melodía de Los cuatro muleros de Federico García Lorca. Como valor icónico de A tu vera, la guitarra, con ese rasgueo hondo e incisivo, es homenajeada finalmente por parte de Joaquín de Luz y Sara Calero en un detalle de hermosísima factura escenográfica.
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