Reportajes

El escudo de defensa y el sistema Arrow 3 en Europa

Juan Carlos Tellechea
jueves, 24 de agosto de 2023
Misil Arrow 3 © 2022 by Israeli MoD Misil Arrow 3 © 2022 by Israeli MoD
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Alemania se prepara para defenderse ante el eventual ataque de un vecino que actualmente está dispuesto a utilizar la fuerza para hacer valer sus intereses, afirmaba recientemente el canciller federal alemán Olaf Scholz ante la prensa. Sin mencionarlo explícitamente, el vecino de marras no es otro que la Rusia del autócrata Vladimir Putin. El sistema de defensa Arrow 3 que Israel proveerá a Alemania a partir de 2025, a través de un histórico acuerdo armamentístico, será integrado en la OTAN y cumplirá con el objetivo de cerrar una brecha en la defensa aérea de Alemania y de Europa. En principio, este sistema antibalístico será instalado en tres puntos del país: cerca de Berlín, para proteger el distrito gubernamental, así como el vecino estado federado de Brandenburgo; en el septentrional estado federado de Schleswig-Holstein, sobre la costa del Mar Báltico; y en el sureño estado libre y federado de Baviera.

La guerra de agresión rusa en Ucrania ha dado pábulo a los temores de un ataque contra Alemania y otros países europeos. En el exclave ruso de Kaliningrado están estacionados misiles balísticos de corto alcance del tipo Iskander, que con sus 500 kilómetros de alcance pueden poner en la mira a países vecinos, incluidas partes del norte y del este de Alemania. Los misiles crucero rusos podrían alcanzar objetivos en casi cualquier lugar de Europa. Rusia también tiene misiles balísticos de alcance medio y misiles balísticos intercontinentales con ojivas nucleares.

Acuerdo histórico

El Arrow 3, desarrollado en cooperación bilateral entre Estados Unidos e Israel, puede destruir misiles de largo alcance fuera de la atmósfera terrestre con un impacto directo. Para exportar este sistema a Alemania, por un valor de unos 4.000 millones de euros, el gobierno de Jerusalén tuvo que solicitar la autorización de Washington y ésta fue otorgada, por lo que el histórico acuerdo puede continuar adelante.

El inspector de las Fuerzas Aéreas alemanas, el teniente general Ingo Gerhartz, hablaba recientemente de un vacío en la posible defensa de este país. Si Alemania fuera atacada con misiles de largo alcance, éstos volarían a una altitud muy superior a la atmósfera terrestre:

Solo un sistema como el 'Arrow 3' puede entonces defender contra tales misiles, porque solo estos misiles del sistema 'Arrow 3' alcanzan esa altitud.

Aunque las Fuerzas Armadas Federales (Bundeswehr) tienen el sistema de defensa antimisiles Patriot, que se utiliza contra misiles de crucero y misiles balísticos de corto alcance, solo dispara misiles interceptores hasta 60 kilómetros de distancia y hasta 40 kilómetros de altura. El alcance y la altura del sistema de defensa antiaérea IRIS-T SLM son aún menores. Y aunque el tanque antiaéreo Gepard ha demostrado su eficacia en Ucrania contra misiles de crucero, su radio de acción es muy limitado.

Ventajas

El "Arrow 3" posee una mejor maniobrabilidad, porque los misiles son más grandes, tienen más combustible y alcanzan una mayor velocidad terminal. Esto significa que se pueden interceptar proyectiles más rápidos, más altos y con trayectorias más complicadas que con el ''Patriot''. Según el fabricante, "Arrow 3" también puede disparar misiles interceptores a alturas de hasta 100 kilómetros y tiene un alcance de hasta 2.400 kilómetros. Al igual que "Patriot", "Arrow 3" funciona en una interacción de un lanzador móvil, un centro de control móvil y una estación de radar móvil.

Cuando el radar detecta un misil enemigo, en el centro de control se calcula la trayectoria de vuelo de los misiles de defensa. Desde allí pueden transmitirse señales de control incluso después del lanzamiento, de modo que la trayectoria pueda corregirse en caso necesario. A continuación, la ojiva debe destruir por impacto la ojiva del misil enemigo.Sin embargo, según las estadísticas, un misil interceptor solo tiene un porcentaje de éxito del 55%. Por lo tanto, siempre hay que disparar varios misiles contra un objetivo para aumentar la probabilidad de que sea completamente neutralizado. El "Arrow 3" tendría "dificultades" en su uso contra misiles intercontinentales, porque éstos vuelan más rápido. Además, el sistema solo puede utilizarse de forma limitada contra las armas hipersónicas, ya que éstas solo serían detectadas tardíamente por el radar del "Arrow 3".

El ministro federal alemán de Defensa, Boris Pistorius, declaró hace una semana que:

Queremos integrar el sistema en la defensa aérea de la OTAN. Además, Alemania también lo utiliza para apoyar la seguridad de nuestros países vecinos.

Alemania quiere aportar su contribución al desarrollo del escudo antimisiles europeo "Sky Shield", una especie de cúpula invisible que se supone debe proteger a toda Europa.

El Skyshield

Con la Iniciativa Escudo Celeste Europeo (ESSI, European Sky Shield Initiative), Alemania quiere reforzar la defensa aérea y antimisiles europea, especialmente contra los misiles rusos. Es cierto que a corto y medio plazo Moscú no tendrá ni el incentivo ni los medios militares suficientes para atacar a la OTAN con armas de largo alcance. Pero si se mejora la defensa aérea y antimisiles en Europa, también puede reducirse la capacidad de Rusia para chantajear políticamente a los Estados de la OTAN, afirma la destacada politóloga Lydia Wachs, de la Fundación Ciencia y Política (SWP), gabinete estratégico que asesora al gobierno y al parlamento federal de Alemania.

Esto, a su vez, serviría a la cohesión de la Alianza. Sin embargo, para alcanzar este objetivo y aprovechar plenamente el potencial de la iniciativa, es necesario abordar cuestiones a nivel estratégico, técnico-operativo y político. De lo contrario, la ESSI podría contribuir más bien a fragmentar política y técnicamente a la OTAN, agrega Lydia Wachs, investigadora del Grupo de Investigación sobre Política de Seguridad, quien ha publicado un breve estudio en el marco del proyecto "Análisis Estratégico de la Amenaza y (Des)Orden Nuclear" (STAND) de la citada Fundación.

En su guerra de agresión contra Ucrania, Rusia está desplegando un gran número de sistemas no tripulados, misiles de crucero y misiles balísticos. Esto ha agudizado la percepción de amenaza en Alemania y otros Estados europeos con respecto a las diversas armas de largo alcance de Moscú. En el proceso, a menudo se pierde de vista la estrategia y el contexto geopolítico en el que se inserta el actual arsenal ruso. Sin embargo, esto tiene importantes implicaciones para la naturaleza de la amenaza que Rusia representa para la OTAN - y por tanto también para la defensa antiaérea y antimisiles europea.

La estrategia de las armas rusas de largo alcance

Rusia lleva varias décadas trabajando para ampliar su arsenal de armas de largo alcance convencionales precisas o mayoritariamente convencionales-nucleares (de doble capacidad). Este término se refiere a aquellas capacidades que pueden alcanzar objetivos a profundidad operativa y estratégica, es decir, en particular misiles balísticos y misiles de crucero de corto, pero también de medio y largo alcance (no misiles balísticos intercontinentales). 

Durante mucho tiempo, las correspondientes ambiciones de Rusia estuvieron impulsadas en particular por su preocupación ante la superioridad de las armas de precisión y las capacidades de guerra aérea de la OTAN. Así, los responsables militares rusos temían que la alianza occidental pudiera desplegar sus precisas armas convencionales de largo alcance en las primeras fases de un conflicto y eliminar el potencial militar ruso mediante un ataque masivo. En respuesta, la única opción de Moscú sería utilizar armas nucleares. Pero como esto implicaría riesgos masivos de escalada, las élites militares rusas dudaban de la credibilidad de esa estrategia y, por tanto, de su propia capacidad disuasoria frente a la OTAN. 

Este dilema ya se planteó en la Unión Soviética de los años ochenta, pero fue la recuperación económica de Rusia tras el cambio de milenio lo que permitió a Moscú acumular un arsenal diverso de capacidades de largo alcance de "doble capacidad" dentro de un programa más amplio de modernización militar. Por ejemplo, Rusia dispone ahora de misiles de crucero aéreos, marítimos y terrestres, así como de misiles balísticos de diverso alcance. Estos misiles están diseñados para permitir a Moscú amenazar objetivos en toda Europa sin una escalada nuclear inmediata.

Aunque se sabe poco sobre la planificación de objetivos de Rusia respecto a la OTAN, los debates entre las élites militares, por ejemplo en la revista oficial del Estado Mayor ruso, sugieren que Moscú divide ahora un posible conflicto con la alianza en tres fases. En la primera fase ("contrafuerza"), Rusia trataría de destruir o debilitar objetivos militares de la OTAN como bases aéreas, centros de mando o puertos clave para limitar militarmente a la Alianza y, en especial, reducir su temido potencial de guerra aérea. En una segunda fase ("contravalor"), Moscú se centraría en objetivos de valor militar-económico o de infraestructuras críticas. Si Rusia no consiguiera poner fin al conflicto a su favor con capacidades no nucleares, en la tercera fase se podría pasar del uso de capacidades convencionales al de armas nucleares.

Desafíos cuantitativos y cualitativos

Aunque Rusia ha ampliado masivamente sus armas de precisión no nucleares y ahora les asigna un papel más importante en la doctrina oficial de disuasión, es improbable que su dilema de escalada antes esbozado quede totalmente resuelto. En concreto, podría decirse que Moscú sigue enfrentándose a un problema cuantitativo. Incluso antes de la guerra contra Ucrania, el país poseía aparentemente muy pocos misiles no nucleares y misiles de crucero como para poder debilitar militarmente a la OTAN en un conflicto de tal forma que Rusia tuviera la oportunidad de terminarlo rápidamente a su favor. 

Desde el punto de vista de Moscú, la incómoda relación entre un gran número de objetivos militares en Europa y sus propias capacidades limitadas debería obligar a Rusia a pasar con relativa rapidez a la segunda fase y atacar también objetivos civiles. La intención sería minar la voluntad política de luchar en las capitales de los miembros de la OTAN. Sin embargo, los debates en revistas militares sugieren que incluso antes de la guerra de Ucrania los estrategas rusos dudaban de la capacidad de sus fuerzas para mantener un conflicto convencional contra la Alianza. Así que Rusia tendría que rendirse o pasar a la escalada nuclear. De ello se deduce que las perspectivas de mantener la ventaja en una guerra contra la Alianza Occidental serían relativamente escasas, lo que a su vez contribuiría a limitar los objetivos políticos de Moscú.

La guerra contra Ucrania agrava este problema cuantitativo. Hasta ahora, Rusia ha sido incapaz de destruir o debilitar significativamente las defensas aéreas ucranianas, y también por este motivo está utilizando sus fuerzas aéreas de una forma bastante reacia al riesgo. Por este motivo, las armas no nucleares de largo alcance han cobrado especial importancia para las operaciones militares del país. Es probable que el arsenal de Rusia se haya resentido masivamente como consecuencia de ello, aunque se carece de datos precisos sobre el número de sus armas de precisión antes de la invasión o las correspondientes tasas de consumo y postproducción.

Además, la guerra de Ucrania también ha puesto de manifiesto un problema cualitativo. Por ejemplo, Rusia ha tenido hasta ahora grandes dificultades con la puntería dinámica, es decir, con la alimentación de objetivos nuevos o adquiridos posteriormente en el proceso de puntería y combate. Una de las consecuencias fue que no le ha sido posible dejar fuera de combate a la fuerza aérea ucraniana disparando contra sus bases. En su lugar, Ucrania pudo a menudo dispersar y "ocultar" hábilmente sus aviones y material. Esta constatación sugiere que la capacidad de Rusia para debilitar sustancialmente el potencial militar de la OTAN - especialmente sus capacidades de guerra aérea - en cualquier conflicto sería todavía más limitada.

Dados los retos tanto a nivel cuantitativo como cualitativo, lo más probable es que la prioridad de Rusia consista en restaurar su propio arsenal de misiles y misiles de crucero. Es probable que esto se complique por el impacto de las sanciones occidentales en la economía rusa. Afectan, por ejemplo, al acceso a los componentes electrónicos que el país necesita para sus misiles. Diferentes indicadores sugieren, sin embargo, que Rusia -siempre que no aumente significativamente el uso de armas de largo alcance- podrá reponer su arsenal de nuevo a mediano plazo. En primer lugar, Moscú ha priorizado a menudo sus inversiones en defensa en el pasado, pese a los problemas económicos. En segundo lugar, el país puede sortear los obstáculos relacionados con las sanciones al acceso a la tecnología de diversas maneras, ya sea mediante importaciones desde China, redes de contrabando o declaraciones falsificadas de uso final.

La postproducción militar, por ejemplo, ya está en pleno apogeo. De hecho, parece que actualmente se producen más misiles de corto alcance Iskander-M de los que se consumen. También hay indicios de que Rusia ha aumentado la producción de misiles de crucero Kh-101 desde el comienzo de la guerra. Por tanto, no hay que sobrestimar el efecto de las sanciones y la escasez militar de Rusia.

La naturaleza de la amenaza para la OTAN

El estado de las capacidades de largo alcance de Rusia tiene diferentes implicaciones para la OTAN, y es importante distinguir entre el corto, el mediano y el largo plazo. A corto plazo, es probable que la amenaza de un ataque contra la Alianza sea baja. Es cierto que las capacidades militares de Rusia, incluidos sus misiles, son suficientes para continuar la guerra en Ucrania. Por ejemplo, la media de misiles de crucero y balísticos desplegados al mes desde que comenzó la invasión a gran escala el año pasado no indica que Moscú se enfrente a una escasez inmediata. Al mismo tiempo, es probable que el país necesite las capacidades restantes para sus objetivos político-militares en Ucrania. Además, el comportamiento de Rusia desde el comienzo de la guerra indica claramente que está rehuyendo una confrontación directa con la OTAN.

A mediano y largo plazo, sin embargo, es probable que Rusia pueda restablecer plenamente sus capacidades. Por un lado, es probable que Moscú se enfrente incluso entonces a los retos señalados anteriormente. Así, los misiles de crucero y los proyectiles probablemente no bastarían para librar una guerra convencional prolongada con la OTAN. También por esta razón Rusia podría seguir rehuyendo un conflicto con la Alianza. Por otra parte, es extremadamente difícil predecir cómo se desarrollará la guerra en Ucrania y el régimen ruso.

Sobre todo, Moscú podría entonces utilizar sus capacidades como palanca política. Dado que la defensa aérea terrestre y la defensa antimisiles en Europa son actualmente muy deficientes, Rusia podría inclinarse por amenazar con ataques convencionales individuales contra uno o más países de la OTAN. Su objetivo podría ser intimidar a las poblaciones occidentales y desestabilizar políticamente a la OTAN. Por eso la amenaza que representan las armas de precisión rusas no reside tanto en el peligro inmediato de que se utilicen contra la OTAN. Lo que es más decisivo es su potencial de chantaje, con el que Moscú podría socavar la cohesión de la OTAN y sembrar la inestabilidad social y política.

La defensa aérea como nueva prioridad

Durante mucho tiempo tras el final de la Guerra Fría, la defensa aérea terrestre en Europa solo desempeñó un papel subordinado. Se produjo un cambio no solo por la anexión de Crimea en 2014, sino también por la violación por parte de Rusia del Tratado INF sobre la Prohibición de Sistemas de Misiles Terrestres de Alcance Medio. Estos acontecimientos provocaron ajustes de fuerzas entre los miembros de la OTAN, que también incluyeron el refuerzo de la defensa aérea y antimisiles integrada. Sin embargo, muchos estados europeos siguen disponiendo de equipos -algunos de origen soviético- que resultan insuficientes tanto cualitativa como cuantitativamente para contrarrestar las diversas capacidades rusas en materia de misiles. En comparación con estas capacidades, la inmensa mayoría de los objetivos estratégicos de alto valor de los estados europeos de la OTAN están probablemente desprotegidos en la actualidad.

La invasión rusa de Ucrania ha vuelto a aumentar significativamente la percepción de la amenaza. En este contexto, el gobierno alemán lanzó en otoño de 2022 la Iniciativa Escudo Celeste Europeo (ESSI) para reforzar la defensa antiaérea y antimisiles en Europa. El proyecto cuenta con el apoyo financiero del fondo especial de las Fuerzas Armadas Federales (Bundeswehr). Se plantea la cuestión de qué papel puede desempeñar la iniciativa en vista de la situación actual de amenazas.

El uso estratégico de la defensa antiaérea

Teniendo en cuenta las capacidades de Rusia, así como la geografía y profundidad estratégica del territorio europeo de la OTAN, hay que señalar dos puntos. En primer lugar, no puede existir un escudo completo contra los misiles rusos. Más bien, la literatura sostiene que en tiempos de paz o de mayor tensión, el objetivo estratégico de la defensa aérea y antimisiles es reforzar la disuasión. En primer lugar, estos medios defensivos dificultan a los adversarios el cálculo del éxito de un posible ataque. En segundo lugar, elevan el umbral de un ataque convencional, porque el adversario tendría que atacar a mayor escala. En tercer lugar, imponen riesgos a la otra parte, porque un ataque de mayor envergadura también se asocia a un mayor riesgo de escalada. 

En caso de conflicto militar, la defensa antiaérea y antimisiles puede contribuir a preservar el propio margen de maniobra militar y político, protegiendo objetivos estratégicos individuales de gran valor, como bases, puertos o instituciones gubernamentales. Gracias a estos mecanismos de acción, puede reducirse el potencial de los Estados adversarios para chantajear políticamente a los países amenazados. Esto contribuye a la cohesión y estabilidad política dentro de la OTAN.

Por otra parte, no existe una solución "única" para contrarrestar las diversas armas de largo alcance de Rusia. En su lugar, se necesita una arquitectura de defensa aérea integrada que vincule sistemas interoperables de reconocimiento, mando y control y armamento en diferentes dimensiones (tierra, mar, aire, ciberespacio). Estos sistemas se coordinan de tal manera que lo ideal es que haya "capas" de reconocimiento y combate que se solapen mutuamente.

ESSI como iniciativa de adquisición conjunta

La ESSI se orienta hacia este principio de múltiples capas, centrándose principalmente en la defensa aérea terrestre. Así, el objetivo de la iniciativa lanzada por Berlín es adquirir sistemas para diferentes capas de interceptación junto con otros aliados europeos y lograr así economías de escala módicas, pero también efectos de sinergia militar. Es importante señalar que no se pretende crear una nueva arquitectura. Más bien, la ESSI es una iniciativa de adquisición pura. El objetivo es adquirir lo antes posible nuevos sistemas de defensa aérea comercializables o mejorar la calidad de los ya existentes, con el fin de reforzar la Defensa Integrada Antiaérea y Antimisiles (IAMD) de la OTAN. Hasta ahora, 16 estados se han sumado a la iniciativa alemana, y unos cinco más han manifestado su interés.

El gobierno alemán ha identificado sistemas para cuatro capas de interceptores. Para alcances especialmente cortos, la Bundeswehr va a adquirir el Sistema de Defensa Aérea Cercana (LVS NNbS). Consiste en un vehículo portador equipado con su propio radar de reconocimiento y varios medios de acción: cañones y misiles. El objetivo del sistema es, entre otros, proteger las operaciones terrestres de helicópteros y sistemas aéreos no tripulados. Hasta ahora se utilizaba para este fin el sistema Ozelot, pero ya no es suficiente ni en cantidad ni en calidad.

Para distancias cortas y medias, se está adquiriendo el sistema Iris-T SLM (Infra Red Imaging System Tail Surface Launched Medium Range). Se utilizará contra sistemas no tripulados, helicópteros y aviones, pero también contra misiles de crucero.

Cuando se trata de largo alcance, se está utilizando el sistema estadounidense Patriot (Phased Array Tracking Radar for Intercept on Target), que ya está en uso en algunas fuerzas armadas europeas, incluida la Bundeswehr. En este caso, la Bundeswehr desea sobre todo adquirir nueva munición y reponer las existencias actuales. Patriot con sus diversos misiles guiados, es eficaz contra diversas amenazas, desde grandes sistemas no tripulados hasta misiles de crucero y misiles balísticos de corto alcance.

Los tres sistemas de corto, medio y largo alcance también se ofrecerán a los socios para su adquisición en el marco de la ESSI. Sin embargo, más allá de estos niveles, Berlín también ha detectado un déficit de capacidades para alcances especialmente largos. Por lo tanto, el gobierno alemán planea crear primero una capacidad de defensa contra misiles balísticos de largo alcance dentro del marco nacional. Más adelante, Berlín quiere examinar si es posible y cómo ofrecer a los socios un punto de entrada correspondiente y poner la capacidad a disposición de la OTAN. Para esta capa de interceptación, Alemania quiere adquirir (como se acaba de confirmar oficialmente) el sistema Arrow, desarrollado por Israel junto con EE.UU. y que hasta ahora solo se ha desplegado en Israel. El sistema móvil con base en tierra debe ser capaz de interceptar misiles balísticos de medio alcance fuera de la atmósfera con el misil Arrow3.

¿Fortalecer o debilitar la cohesión de la Alianza?

Dadas las escasas capacidades de defensa aérea de la OTAN, el objetivo de adquirir más sistemas y permitir que los socios - especialmente los Estados más pequeños - compartan las economías de escala económicas y militares tiene sentido. Una defensa aérea europea reforzada no ofrece una protección total frente a un ataque ruso a gran escala. Pero estas capacidades pueden aumentar la disuasión frente a Rusia, reducir su potencial de chantaje político y fomentar la cohesión dentro de la alianza. Sin embargo, todavía quedan cuestiones abiertas sobre la ESSI a nivel estratégico, técnico-operativo y político. Si siguen sin resolverse, la iniciativa alemana corre el riesgo de contribuir a la fragmentación de Europa en lugar de fomentar la cohesión.

Dimensión estratégica

Desde una perspectiva estratégica, se plantea la cuestión de en qué análisis de amenazas se basa la iniciativa y qué priorización de capacidades persigue. Esto se aplica en particular al objetivo de adquirir el sistema ''Arrow'' (el acuerdo está en marcha) y lograr un aumento de las capacidades en este ámbito. ''Arrow'' está destinado a combatir misiles balísticos de medio alcance fuera de la atmósfera. Sin embargo, es cuestionable que Rusia disponga de este tipo de armas. El único sistema ruso que se asemeja a un misil balístico de alcance medio es el misil Kinzhal. Según datos rusos, tiene un alcance de unos 1.500 a 2.000 kilómetros. Sin embargo, en Ucrania se ha demostrado que Patriot también es capaz de interceptar Kinzhal.

Al mismo tiempo, es muy difícil predecir los futuros planes de desarrollo y adquisición de Rusia. Por ejemplo, a partir de finales de la década de 2000, el país desarrolló el misil balístico RS-26 Rubezh, que habría entrado en la categoría de medio alcance en caso necesario. Pero su producción se interrumpió hace varios años y no parece que se haya introducido en las fuerzas armadas.

Una tercera posibilidad sería utilizar Arrow para contrarrestar los misiles Iskander-M. Desde hace varios años se especula con que el alcance de esta arma, declarada oficialmente misil de corto alcance, supera los 500 kilómetros. En caso de que el Iskander-M llegue a alcanzar los 600 kilómetros y, por tanto, siga también una trayectoria superior, el misil podría caer en la capa interceptora de Arrow. En ese caso, este sistema posiblemente tendría ventaja sobre Patriot.

Sin embargo, la adquisición de Arrow no se corresponde con ninguno de los objetivos de capacidad fijados para todos los aliados en el marco del Proceso de Planificación de la Defensa de la OTAN (NDPP). Es cierto que los Estados miembros son libres de adquirir capacidades que vayan más allá. Pero desde el punto de vista de la Alianza los objetivos del NDPP deben tener prioridad. Con este telón de fondo, la OTAN y algunos de sus estados miembros pueden preguntarse por qué Alemania confía en Arrow y no, por ejemplo, adquiere más sistemas Patriot que puedan combatir los misiles rusos de corto alcance y los misiles de crucero. La decisión de Berlín amenaza con desatar críticas dentro de la OTAN, especialmente si Alemania no consigue alcanzar sus objetivos de capacidad NDPP en otras áreas durante los próximos años.

Además, la adquisición de Arrow podría provocar tensiones en la actual política de defensa antimisiles de la OTAN respecto a Rusia. La Alianza ha distinguido hasta ahora entre dos misiones en el campo de la defensa aérea y la defensa antimisiles. Por un lado, está la Defensa Integrada Antiaérea y Antimisiles de la OTAN, que persigue un enfoque de 360 grados y por tanto incluye también la defensa contra misiles balísticos rusos de menor alcance, y por otro, la Defensa Antimisiles Balísticos de la OTAN (Nato BMD). Esta última constituye una submisión de la IAMD de la OTAN, pero solo está dirigida contra misiles balísticos de mayor alcance fuera de la zona euroatlántica y, por tanto, no contra Rusia.

Durante años, la OTAN ha aplicado este doble enfoque principalmente para apaciguar a Moscú. Rusia lleva mucho tiempo criticando los planes de defensa antimisiles de Estados Unidos y la OTAN, alegando que su capacidad nuclear de segundo ataque, y por tanto su capacidad disuasoria, podría verse debilitada. No cabe duda de que la adquisición de Arrow no debilitará la capacidad de segundo ataque de Rusia. Tampoco es probable que Rusia refuerce su despliegue de misiles ofensivos simplemente por el despliegue de Arrow. En cualquier caso, dada la situación geopolítica y sus debilidades convencionales, es probable que Moscú intente ampliar su arsenal de armas de largo alcance en los próximos años. Sin embargo, un aumento de capacidades con el sistema Arrow, diseñado para combatir misiles balísticos de medio alcance fuera de la atmósfera, podría situarse entre las dos misiones de la OTAN, hasta ahora separadas, IAMD y BMD. Podría argumentarse que esta división ha quedado obsoleta de todos modos y no vincula formalmente a la OTAN. Pero si Alemania no lo coordina con la Alianza, esto podría complicar la política de la Alianza internamente y frente a Rusia.

Dimensión técnico-operativa

Además de estos aspectos estratégicos, la cuestión de la interoperatividad de Arrow se plantea a nivel técnico-operativo. La interoperabilidad de los componentes individuales es un prerrequisito crucial para una arquitectura de defensa aérea integrada y eficaz. Para ello, la IAMD de la OTAN se basa en el Sistema Integrado de Defensa Antiaérea y Antimisiles de la OTAN (NATINAMDS). Se trata de una red que enlaza diferentes sistemas de reconocimiento, mando y control y armamento dentro de la alianza.

Con las capacidades adquiridas en el marco de la ESSI para corto, medio y largo alcance, la integración no debería ser un problema. Sin embargo, esto podría ser más difícil con Arrow. Hasta ahora, ''Arrow'' no es interoperable con los sistemas de la OTAN. Existen mecanismos dentro de la alianza para determinar la interoperabilidad de los sistemas recién adquiridos. Sin embargo, Israel y Estados Unidos tendrían que estar de acuerdo con ello y poner a disposición de la alianza los datos sensibles de los sistemas. No está claro si estarían dispuestos a hacerlo. Hasta ahora las opiniones de Berlín y Bruselas parecían divergir sobre el grado de integración de Arrow en las estructuras de la OTAN.

Dimensión política

Por último, también surgen retos a nivel político. Con la ESSI, Berlín persigue el objetivo de adquirir más o nuevas capacidades de defensa antiaérea lo antes posible y ofrecerlas a los aliados para que puedan beneficiarse conjuntamente de las economías de escala. Sin embargo, el hecho de que la elección de sistemas sea en gran medida fija hace que la iniciativa resulte poco atractiva para los Estados que ya han adquirido o están adquiriendo actualmente capacidades de defensa aérea alternativas. Entre ellos figuran en primer lugar Francia e Italia, que utilizan el sistema SAMP/T (Sol-Air Moyenne Portée/Terrestre) que desarrollaron conjuntamente en lugar del Patriot. Lo mismo puede decirse de Polonia, que lleva varios años reforzando su defensa aérea. Para ello, Varsovia está adquiriendo Patriot directamente de forma bilateral a EE.UU., por un lado, y el sistema británico CAMM (Common Anti-Air Modular Missiles) en lugar de Iris-T SLM, por otro.

París critica especialmente la iniciativa alemana. En principio, Francia apoya el objetivo de reforzar la defensa aérea europea. Sin embargo, los planes de Berlín de adquirir Arrow hacen temer a París que esto indique a Rusia que Alemania no confía en la capacidad de disuasión de la OTAN. Desde el punto de vista de Francia, esto podría incitar a Moscú a poner a prueba la determinación de la alianza. Al mismo tiempo, Francia critica a Alemania no solo por invertir ella misma en capacidades no europeas como Patriot, sino sobre todo por incentivar a los aliados para que no adquieran sistemas europeos como SAMP/T. Para influir más en los planes de defensa aérea y antimisiles en Europa, París organizó su propia conferencia de defensa aérea a mediados de junio. La atención se centró deliberadamente en cuestiones de política estratégica e industrial, puntos que París critica de la ESSI. El presidente Emmanuel Macron también anunció allí que adquiriría misiles antiaéreos franceses Mistral junto con Bélgica, Hungría, Chipre y Estonia.

Desde una perspectiva puramente económica, puede tener sentido que Alemania se centre únicamente en las capacidades que desea adquirir por sí misma. Sin embargo, el planteamiento de Berlín podría perjudicar la unidad política de la Alianza.

Recomendaciones

Como pura iniciativa de adquisición, la ESSI no aprovecha su potencial inherente. Por el contrario, el proyecto deja actualmente importantes cuestiones sin resolver, lo que podría provocar tensiones políticas en la Alianza en vez de reforzar la cohesión frente a Rusia. Alemania puede dar varios pasos para abordar estas cuestiones y estar a la altura de su aspirado liderazgo en defensa aérea.

En primer lugar, Berlín podría plantearse ampliar la iniciativa. El posible objetivo sería no solo reforzar las capacidades de los países participantes, sino también promover la defensa aérea en el conjunto de la Alianza, incluyendo la coordinación y la interoperatividad a distintos niveles. Además de la ESSI, actualmente están en marcha varios procesos e iniciativas de adquisición nacionales y multinacionales en beneficio de la defensa aérea europea. Sería concebible que Berlín -en coordinación con la OTAN- invitara a todos los aliados a hacer balance de las prioridades nacionales, capacidades y procesos de adquisición y desarrollo en este campo. Esta evaluación y coordinación de las adquisiciones dentro y fuera de la ESSI podría incluirse también en los planes de defensa del Comandante Supremo Aliado en Europa (SACEUR) de la OTAN. De este modo, la ESSI podría servir también para coordinar los diferentes desarrollos de capacidades que se están produciendo actualmente a nivel europeo.

En segundo lugar, la iniciativa podría ampliarse hasta el punto de que Berlín buscara medidas conjuntas con los Estados de la OTAN más allá de la cooperación con los participantes en la ESSI. Esto podría hacerse en los ámbitos de la logística, el adiestramiento, los ejercicios, el uso conjunto de infraestructuras, el mantenimiento, el desarrollo de conceptos operativos o incluso la creación de unidades conjuntas.

En tercer lugar, Berlín podría buscar el diálogo con la OTAN y sus aliados sobre el papel de Arrow dentro de la alianza como parte de una iniciativa ampliada con la OTAN y los aliados, en caso de que hubiera planes a largo plazo para poner el sistema a disposición de la OTAN. En concreto, habría que discutir cómo podría integrarse Arrow en su estrategia global, especialmente en lo que se refiere a IAMD y BMD. También habría que aclarar cómo el sistema podría beneficiar también a los aliados a largo plazo.

A corto plazo, sería necesario un mayor esfuerzo y coordinación por parte de Berlín para actualizar la iniciativa en este sentido. A medio y largo plazo, sin embargo, esto no solo debería mejorar la imagen de Alemania como nación líder en defensa aérea, sino también conducir a soluciones técnicas más sostenibles y reforzar la cohesión política de la OTAN.

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