Reportajes
Cambio climáticoLXXXVIII La Amazonia próxima a caer en la trampa del fuego
Juan Carlos Tellechea

La reciente reunión cumbre de los ocho países del Tratado de Cooperación Amazónica (OCTA) en Belén (Brasil) ha mostrado una vez más la falta de voluntad política para salvar la amenazada selva tropical. Las declaraciones de intenciones aprobadas por los asistentes al encuentro son insuficientes y torpes: sin un ecosistema sano en la Amazonia, todos los objetivos climáticos serán inalcanzables.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anfitrión del encuentro, declaraba a la prensa antes de la cumbre que ésta marcaría un "punto de inflexión en la historia de la protección de la Amazonia y el cambio ecológico".
Sin embargo, además de Lula solo asistieron sus homólogos de Bolivia, Colombia y Perú, mientras que Ecuador, Guyana y Surinam estuvieron representados por ministros. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, desistió a último minuto y en su lugar acudió la vicepresidenta, Delcy Rodríguez. Alemania y Noruega también estuvieron representados en Belém como principales defensores del Fondo Amazónico.
Poco serio
El documento final de 113 puntos no contiene especificaciones firmes sobre cómo detener la deforestación y forma parte de una acción más parecida a un ardid de relaciones públicas que a una postura seria y creíble ante la catástrofe ecológica que se avecina.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro (sospechoso de corrupción en su país), instó a un replanteamiento radical de la economía mundial y abogó por una estrategia (que suena más a chantaje) en la línea del Plan Marshall, por la que se condonaría la deuda a los países en desarrollo a cambio de medidas contra el cambio climático.
Por un lado, los incendios afectan cada vez con más violencia a la mayor superficie de selva tropical del planeta; por otro, los responsables políticos saben desde hace tiempo que tienen que actuar, pero no quieren hacerlo. Lo único que ofrecen son hueras declaraciones dizque para proteger lo que parece ya insalvable. La cumbre ha desaprovechado así una oportunidad histórica para convertirse en una instancia confiable.
El mundo necesita una selva amazónica sana y funcional, no solo por su biodiversidad. Si este ecosistema deja de almacenar suficiente CO2, el calentamiento global torpedeará todas las previsiones optimistas y alejará todos los objetivos climáticos.
El ecosistema ya no es estable
El complejo sistema de la selva tropical aún no se conoce del todo. Equipos de todo el mundo llevan décadas investigándolo. Su particularidad es que consigue organizar su propia agua y mantenerla en un ciclo de humedad, lo que le permite extenderse cada vez más como un ecosistema estable.
Pero esta estabilidad indestructible hace tiempo que pasó a la historia. En muchos lugares, los árboles y los suelos están ya tan secos que los incendios -ya sean provocados por el hombre para desbrozar o causados por rayos- causan daños cada vez mayores.
El hecho de que el sistema de la selva tropical está en peligro, algo que la humanidad aún no ha comprendido del todo, ya se transmite por sí solo: A este ecosistema se le llama erróneamente el pulmón verde de la Tierra. Un pulmón no produce oxígeno, sino que lo toma del aire, pero la imagen de un organismo -o mejor dicho- de un paciente que solo puede sobrevivir con un pulmón que funcione sigue encajando aquí.
Puntos de inflexión
Ya no se puede descartar algún tipo de fallo orgánico, los llamados puntos de inflexión están cada vez más cerca. Desde 1970, se ha destruido más del 17% de la superficie de la antigua selva tropical. Según los modelos, existe un valor umbral en la Amazonia que se estima entre el 20 y el 40 por ciento de deforestación. Una vez alcanzado este nivel, la selva tropical pasa de ser un sumidero de carbono -un lugar que absorbe CO2- a una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero y de CO2 perjudicial para el clima. Una vez alcanzado este umbral, la selva no puede recuperarse en un futuro previsible.
Existen ya señales de alerta temprana de que nos estamos acercando a un punto de inflexión. La selva amazónica se está secando. Aunque aún queda mucho por investigar, todas las conclusiones basadas en pruebas científicas apuntan en una dirección: hay que conservar en su totalidad la selva tropical amazónica. Un colapso provocará una catástrofe global. La selva amazónica no solo cumple una importante función como productora de oxígeno y reservorio de CO2, sino que también es uno de los puntos calientes de la biodiversidad.
Así pues, hay muchas razones por las que los responsables políticos deberían actuar: ya nadie puede cerrar los ojos ante tantos focos de problemas. Pese a la creación de una alianza para luchar contra la deforestación, los Estados no lograron siquiera ponerse de acuerdo sobre especificaciones firmes para detenerla. La protección de las comunidades indígenas y la lucha contra el crimen organizado son meras palabras. El consejo científico asesor (no independiente) propuesto para que emita recomendaciones (no vinculantes) sobre la protección de la región amazónica tendrá su sede en la ciudad brasileña de Manaos.
El paciente
La selva tropical de la Amazonia, erróneamente denominada el "pulmón verde" del planeta, absorbe cantidades gigantescas de dióxido de carbono de la atmósfera terrestre y contrarresta así el calentamiento global causado por este gas de efecto invernadero. Sin embargo, los científicos advierten de que la selva amazónica se acerca a un punto de inflexión a partir del cual sus árboles morirían y liberarían de nuevo a la atmósfera el dióxido de carbono almacenado. Esto tendría consecuencias catastróficas para el clima de la Tierra.
Una quinta parte de la selva brasileña ya ha sido destruida. Brasil, en cuyo territorio se encuentra alrededor del 60% de la selva amazónica, ha prometido impedir por completo la deforestación ilegal para 2030. Pero con cada cambio de gobierno, esas metas se ven también consecuentemente y por enésima vez alteradas.
El fuego
La deforestación y el calentamiento mantienen encerrada a la selva amazónica en un pastizal seco y dañado. El calentamiento global y la drástica deforestación podrían secar más rápidamente la selva amazónica y reforzar el riesgo de mantenerla totalmente atrapada por el fuego, como lo demuestra un reciente estudio publicado en Nature Communications Earth and Environment:
El fuego puede ser un factor decisivo para un posible vuelco de la selva amazónica, ya que es capaz de encerrar grandes partes del Amazonas en un estado sin árboles. Aunque no se produce de forma natural en las selvas tropicales, el fuego puede desempeñar un papel cada vez más importante una vez que el bosque está dañado, raleado o se ha perdido por completo, hasta llegar a un estado en el que el fuego es el motor dominante del ecosistema.
El fuego es el factor más importante para encerrar la Amazonia en un estado de pastizal, afirma el Dr. Markus Drüke del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), autor principal del estudio:
Resulta que el fuego es un factor importante para bloquear la Amazonia en un estado de pastizal, impidiendo que entre el 56% y el 86% de la Amazonia vuelva a crecer, dependiendo de la fuerza del cambio climático. Sabemos que revertir la pérdida de bosque amazónico es cada vez más difícil cuanto más bosque se pierde, y nuestro estudio demuestra que el fuego es un motor más de este deterioro.
Sabana sin árboles
Normalmente, los árboles de la Amazonia transportan enormes cantidades de agua de vuelta a la atmósfera, que originalmente recibieron en forma de lluvia. Esta agua puede formar nuevas lluvias a nivel local o a sotavento en un proceso llamado reciclaje de la humedad, formando básicamente "ríos voladores", que no solo estabilizan la Amazonia en su conjunto, sino que le permiten extenderse a regiones que estarían demasiado secas sin este proceso.
Esta coherencia es la principal razón por la que la Amazonia se considera un elemento de inflexión del sistema terrestre. El calentamiento global y la deforestación pueden dañar estos ríos voladores, provocando una retroalimentación de pérdida de bosques que se refuerza a sí misma. El nuevo estudio subraya ahora cómo la dinámica del fuego contribuye a empujar y bloquear la Amazonia hacia un estado similar a la sabana o sin árboles.
Papel clave en la transición irreversible
En cambio, en las simulaciones sin fuego, el bosque pudo recuperarse en un periodo de tiempo más largo, de unos 250 años, lo que subraya el importante papel del fuego para la irreversibilidad de la deforestación tropical.
Por su parte, la Dra Kirsten Thonicke, coautora del estudio y jefa adjunta del Departamento de investigación sobre análisis del sistema terrestre y líder del Grupo de trabajo sobre ecosistemas en transiciones, sostiene que:
Por primera vez, ha sido posible calcular las retroalimentaciones entre el fuego, la selva tropical y el clima de una manera basada en procesos utilizando el modelo del sistema terrestre POEM (Potsdam Earth Model).
Nuestros resultados ponen de relieve la necesidad de mantener el sistema terrestre dentro de unos límites estables y limitar el cambio climático, así como la deforestación tropical, para evitar que el bosque tropical cruce un punto de inflexión irreversible controlado por el fuego.
Humo africano sobre la Amazonia
En algunos momentos entran en la selva amazónica central más partículas de hollín procedentes de incendios forestales en África que de incendios regionales. Hasta dos tercios del hollín sobre la selva amazónica central proceden de África, ha concluido a comienzos de este año un equipo dirigido por el Instituto Max Planck de Química de Maguncia y la Universidad de São Paulo.
Ya se sabía que el humo fluye de África a Sudamérica. Sin embargo, hasta ahora no estaba claro en qué medida. Ahora, los investigadores han descubierto que los incendios forestales y la quema de sabanas en el norte y el sur de África contribuyen a la contaminación atmosférica de la Amazonia central mucho más de lo que se suponía hasta ahora.
La proporción de humo africano era especialmente alta en la estación lluviosa, cuando el aire de la Amazonia suele estar muy limpio. El hollín africano provocó entonces que, en ocasiones, el aire allí fuera tan sucio como en una gran ciudad europea. La contaminación del aire no solo afecta a la salud de las personas que viven allí, sino que también influye en el clima. Por ejemplo, el humo puede provocar menos precipitaciones y enfriamiento en la superficie terrestre.
La selva tropical brasileña está considerada como una de las pocas zonas continentales con aire limpio en todo el mundo. Sin embargo, esto solo es cierto durante la estación lluviosa, cuando la concentración de polvo fino es a veces muy baja. La situación es completamente distinta en la estación seca. Entonces arden numerosos incendios de deforestación en la selva amazónica, porque un "arco de deforestación" se la come desde el sur. Por tanto, el hollín y otras emisiones de los incendios reducen considerablemente la calidad del aire en esta época. En la Amazonia central, el aire no es entonces mejor que en las aglomeraciones europeas. Así, la concentración de partículas de hollín en la atmósfera sobre el mar de hojas fluctúa entre muy baja y muy alta.
Interconexiones
Por primera vez, un equipo de investigadores ha analizado las fuentes de las partículas de hollín. Han hecho un descubrimiento sorprendente: una gran parte de las partículas no proceden de Sudamérica, sino que han viajado unos 10.000 kilómetros a través del Atlántico desde África en masas de aire y tienen su origen en los incendios naturales de matorrales, la agricultura de roza y quema y la combustión de biomasa para cocinar, por ejemplo.
La física atmosférica y doctoranda Bruna Holanda, del Instituto Max Planc de Química, que dirigió el estudio explica que:
El humo procedente de África se encuentra en grandes proporciones sobre la selva tropical casi todo el año, algo que no esperábamos. Habíamos calculado que la proporción procedente de África era del 5%, quizá el 15%. Pero en realidad fue del 60% en algunos momentos.
Según el estudio este valor demuestra la eficacia del transporte atmosférico de partículas de hollín y aerosoles con masas de aire de África a Sudamérica. Las mediciones se realizaron en el Observatorio Amazon Tall Tower (ATTO) en el Amazonas central. Los científicos analizaron allí las partículas de hollín en el aire durante un período de dos años. El centro de investigación está ubicado en una región casi virgen de la Amazonía central e incluye, entre otras cosas, una torre de medición de 325 metros de altura.
El equipo encontró dos tipos predominantes de hollín: las partículas de hollín de África eran significativamente más grandes que las del Amazonas y tenían un contenido de materia orgánica más bajo. Los investigadores atribuyen esto al hecho de que las praderas, las sabanas y los bosques abiertos en particular se están quemando en África. Los combustibles secos dan como resultado una combustión más inflamable y más partículas de hollín.
Latentes
Los incendios sudamericanos, por otro lado, ocurren en bosques densos y húmedos. Es más probable que los combustibles más húmedos provoquen incendios latentes, que producen hollín con fracciones orgánicas más grandes. Con la ayuda de datos meteorológicos como el campo de viento principal y las imágenes de satélite, en las que a veces incluso se pueden ver las nubes de humo, Holanda y sus colegas determinaron la fuente respectiva del humo.
De esta manera, los científicos también determinaron que dos veces al año fluye una cantidad particularmente grande de humo desde África hacia el Amazonas: por un lado, los vientos durante la temporada de lluvias de enero a marzo traen repetidamente hollín junto con polvo del Sahara en el área. Durante este período, un promedio del 60 por ciento de las partículas de hollín sobre el Amazonas procedían de los incendios africanos. En este momento, el aire es particularmente limpio porque casi no hay tala y quema localmente.
Pero el humo de África a veces ensucia el aire en esta época del año como lo hace durante la estación seca. Por otro lado, se puede observar mucho hollín de África en la Amazonía central durante la estación seca de agosto a noviembre. En contraste con la temporada de lluvias, hay muchos incendios regionales naturales y provocados por el hombre durante este tiempo, especialmente en las regiones más secas de la cuenca del Amazonas. En grandes regiones de la Amazonía, los incendios regionales causan alrededor de dos tercios de la contaminación por hollín. Pero al menos un tercio del hollín proviene de África, lo que aumenta la ya grave contaminación.
El humo afecta al clima y al ciclo del agua
El hollín y otras partículas de aerosoles absorben y dispersan la luz solar, lo que afecta la radiación de la Tierra o el equilibrio energético y nuestro clima. Las partículas de hollín en particular son muy activas frente a la radiación, ya que absorben significativamente más radiación solar de la que reflejan y, por lo tanto, es más probable que retengan calor en el sistema terrestre. Sin embargo, las partículas de polvo y hollín también sirven como núcleos de condensación en la formación de gotas de nubes. Por lo tanto, influyen en la formación de nubes y precipitaciones, por lo que también afectan el balance hídrico.
El químico atmosférico Dr Christopher Pöhlker, jefe de grupo en el Instituto Max Planck de Química, explica que:
Nuestros resultados pueden ayudar a mejorar los modelos del sistema climático y de la Tierra, que hasta ahora solo han reflejado de manera inadecuada el componente del humo africano. La eficiencia del transporte también sugiere que el humo africano llegó a América del Sur ya en tiempos preindustriales, ya que la vegetación africana propensa al fuego probablemente ha estado ardiendo estacionalmente durante decenas de miles de años.
Sospechamos que el hollín ha jugado durante mucho tiempo un papel importante en la fertilización del suelo y, por lo tanto, en la formación de bosques en la región amazónica, así como en el ciclo del carbono y del agua. Sin embargo, los efectos positivos del pasado ahora podrían cambiar. en lo contrario.
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