Discos
Lalo & Casals, Cello Concertos
Juan Carlos Tellechea
Junto con la Orquesta del Festival de Moritzburg, conducida por su nuevo director principal, Josep Caballé Domenech, el celebrado violonchelista Jan Vogler ha grabado dos interesantes conciertos para violonchelo de Édouard y Enrique Casals relacionados tonalmente. Esta música también refleja el espíritu de Pablo Casals, como señala el solista en el folleto que acompaña el CD. era hermano del famoso violonchelista Pablo Casals, quien también fue un destacado violinista y director de orquesta.
Pablo Casals ya sabía qué efecto tenía la música en el entendimiento del mundo. En el Festival de Marlboro, en Estados Unidos, intentó insuflar así su espíritu pacífico a los jóvenes músicos de los años sesenta:
A los que no aman, la música ahuyenta todo odio. A los inquietos les da paz, y a los que lloran, consuelo. A los que ya no saben más, les encuentra nuevos caminos, y a los que lo rechazan todo, les da nueva seguridad y esperanza.
Con este espíritu se creó también en 1993 el Festival de Moritzburg, fundado, entre otros, por Jan
Junto con 50 jóvenes músicos de 25 países que integran el colectivo musical, Jan Vogler ha redescubierto el Concierto para violonchelo en fa mayor de Enrique Casals, que se graba por primera vez en el mundo.
Enrique Casals nació en Barcelona en 1892 y murió en esta misma ciudad en 1986. Compuso el Concierto para violonchelo en 1946 en su casa de la playa española de Sant Salvador bajo la impresión del mar y la naturaleza de Cataluña. El último movimiento es particularmente convincente como la danza folclórica catalana (la Sardana) cuyo temperamento electrizante se mete bajo la piel.
Aunque Enrique Casals compuso esta obra para su hija Pilar Casals, probablemente tenía a su hermano en mente. Jan Vogler saca a relucir la exuberancia melodiosa del Concierto para violonchelo de Enrique Casals de una manera arrolladora, por lo que el virtuosismo nunca parece forzado. Los motivos y los temas se interpretan con espíritu y grandeza. Y el impulso rítmico arrastra inmediatamente al oyente.
No menos convincente es la interpretación del Concierto para violonchelo en re menor del compositor francés Édouard Lalo (en el bicentenario de su nacimiento), en la que se perciben claramente las influencias de Ludwig van Beethoven y Robert Schumann, así como de Antonín Dvořák. Édouard Lalo lo estrenó en los Conciertos Pasdeloup de 1877. Se caracteriza por una gran precisión rítmica, transparencia y colores sutiles, hasta el punto de que ha sido descrito por la destacada violonchelista Sol Gabeta como una gran escena operística para un intérprete vocal belcantista.
El primer movimiento, Preludio, introduce un estrecho diálogo entre el violonchelo y la orquesta. Al solista se le ofrece una línea sobriamente expresiva, pero exigente con el intérprete en cuanto a sus diversos estados de ánimo y modos de tocar contrastados. A lo largo de este vasto movimiento, Lalo desarrolla una imaginación típica del siglo XIX, en la que nos encontramos con un héroe que desafía las tormentas del destino para salir victorioso.
El Intermezzo seduce por el gesto meditativo del solista, que recuerda al personaje solitario del
Jan Vogler y la Orquesta del Festival de Moritzburg sacan a relucir la lenta introducción y el expresivo recitativo de forma inquietante. Vogler consigue hacer maravillosamente luminosa la llamativa melodía del tema principal. El motivo triádico, que se eleva de forma pronunciada y enérgica, gana cada vez más intensidad. El violonchelo de Jan Vogler es eficaz, patético y ardiente, y sus brillantes figuraciones prácticamente estallan en el animado Presto. Los ingeniosos cambios rítmicos también triunfan en el Scherzo final. Todo se precipita en ritmo de seis corcheas con puntillo.
Jan Vogler ha reflexionado a fondo sobre los distintos pilares de un repertorio que le es muy querido: suavidad del fraseo, rigor del gesto, esmero en la interpretación, todo está aquí en la más genuina vena. Vogler es magistralmente acompañado por Jakob Händel) en el recinto de la Lukaskirche de Dresde, en una acústica que resuena con la orquesta, pero que ofrece un equilibrio satisfactorio, sin destacar demasiado al solista. Pablo Casals sujeta espiritualmente con fuerza las cuerdas en este nuevo CD e insufla aliento español de paz a sus seis surcos.
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