Rumanía
Festival EnescuMahler en la cabeza y en el corazón
Maruxa Baliñas

En un festival tan amplio como es el Festival Enescu -con casi un centenar de conciertos en Bucarest en menos de un mes- resulta difícil seleccionar a qué asistir, y qué reseñas escribir. Algunos colaboradores de Mundoclasico.com optan por la racionalidad y eligen cuidadosamente sus preferencias desde semanas antes, yo quiero estar en todos los conciertos y me cuesta seleccionar.
Pero en el caso del concierto de Zubin Mehta dirigiendo una Segunda sinfonía de Mahler al Coro y Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino, las dudas eran pocas. Además este era su segundo programa en el festival, tras el apasionante Otello de Verdi -en versión concierto- que había dirigido la noche anterior, por lo que ya estaba claro que, a pesar de su aspecto frágil, el uso de bastón y la extrema lentitud con que avanza por el escenario, Mehta se mantiene en forma. Y en forma estaba cuando ayer se presentó sin el bastón -al que tuvo que recurrir después- y aparentemente más ágil, lo que -imagino- dio lugar a bromas interiores sobre su 'resurrección' respecto a Otello.
El Preludio de Oedipe, con ser una obra preciosa, sonó un poco a 'añadido' o a cuota 'enescuiana'. Mehta y la orquesta la ejecutaron con profesionalidad y momentos bellos, pero la obra del concierto era la Sinfonía Resurrección y a eso estábamos esperando.
La primera sorpresa fue que Mehta se retiró tras el preludio y además de entrar varios músicos nuevos una empleada vino a retirar el atril del director. Como demostró ampliamente a lo largo de la interpretación, Mehta tiene la Segunda sinfonía de Mahler en la cabeza y en el corazón, no necesita recordatorios, y la falta del pesado atril de dirección le dió mayor visibilidad y espacio para moverse a Mehta, quien ya dirige sentado.
Christiane Karg (soprano) y Michèle Losier (alto) fueron las dos cantantes convocadas. Personalmente me gustó más Losier por su expresividad, si bien Karg tiene una voz más bella y más potente. La proyección vocal fue la parte más frágil de la interpretacion porque la sala de Palatului es muy amplia y aunque yo estaba sentada relativamente cerca del escenario y escuché perfectamente, no ocurrió lo mismo con los que estaban en la parte de arriba de la sala. Por cierto, y como curiosidad, el lied Urlicht, que aparece en esta Segunda sinfonía y en Des Knaben Wunderhorn- se había escuchado apenas dos horas antes en la voz de Matthias Goerne (en cambio Goerne, en su selección del Wunderhorn, no cantó Des Antonius von Padua Fischpredigt, el otro lied reutilizado).
El coro del Maggio Musicale Fiorentino, que el día anterior había hecho un espléndido Otello, me pareció por contraste menos ajustado en esta Sinfonía Resurrección. Bien la parte femenina en su comienzo del tema cantado, adecuadamente celestial, pero las intervenciones masculinas tuvieron momentos desajustados y con un sonido poco cuidado. Este 'desacierto' pudo ser en parte decisión del director, en concreto cuando cantaban lo de "¡Lo nacido debe perecer!", pero por lo menos en una ocasión fueron evidentes los esfuerzos de Mehta por reconducir el sonido del coro.
Queda la orquesta, que tuvo una noche casi mágica, y la interpretación de Mehta, consiguiendo que una obra tan extensa como esta se escuchara como "in ictu oculi", de un tirón, coherente, bien trabada, variada pero unificada. Pocas veces había escuchado una sinfonía de Mahler así y sospecho que a lo peor no la vuelvo a oír. Sospecho que por lo menos a Mehta, no. ¡Y es una auténtica lástima!
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