Musicología
Reivindicación de la música de Francisco Estévez
Daniel Martínez Babiloni

Estevan, Pedro
Estévez, Estrella
Estocolmo
Del "Índice onomástico, toponímico y de obras citadas" en La música en España en el siglo XX.*
Para ser músico de renombre en España, además de trabajar mucho, se debe contar con la fortuna de ser elegido o elegida por quienes detentan el poder de generar el discurso hegemónico, fundamentalmente en los centrípetos círculos madrileños, ya sea mediante la programación de salas y medios de comunicación, prensa o historiografía. Un claro y flagrante ejemplo es el caso de
La producción de Estévez, publicada en su día por Alpuerto y EMEC, está siendo recuperada por la editorial Just a Theory Press de Ohio. Una relación de “doscientas cincuenta partituras para todo tipo de instrumentos solistas y conjuntos”, en palabras de su autor, que incluye algunos de los trabajos de música electrónica más importantes de cuantos ha firmado un español.
Por otra parte, muchas de estas obras se pueden escuchar en el canal de YouTube abierto por el propio compositor con su nombre completo Francisco Estévez Díaz y una interesantísima selección en el de Nathan Thatcher, su biógrafo, titulado The Music of Francisco Estévez.
Una búsqueda músico-espiritual
Thatcher es el autor de Paco,* un “bio-catálogo autorizado” por Francisco Estévez.* Este libro narra, además, el desencanto que sufrió el primero al constatar que el madrileño no era mencionado, ni una sola vez, en varios volúmenes sobre la historia de la música española en el siglo XX que había consultado.
En efecto, una de las escasas notas que se pueden encontrar sobre Estévez en un libro es la que escribió Tomás Marco en La música de la España contemporánea (1970). En ella comenta la obra G.A.B. XX para voz y electrónica, estrenada por Esperanza Abad en aquel entonces.* A partir de ahí, el perfil del compositor desaparece, tanto para la historiografía como para los medios especializados en música electroacústica.
Como prueba, citamos en el íncipit de este artículo la sección del índice onomástico de la última historia general de la música publicada, en el que debería aparecer la voz “Estévez, Francisco”. Nadie ha hecho caso, por tanto, a Xoán M. Carreira, a la sazón crítico de la revista Ritmo, quien advertía en 1980 que nos encontramos ante
uno de los nombres más importantes de la composición hispánica.*
Otra peculiaridad de la investigación de Thatcher es que toma partido en defensa de la música de Estévez. Se siente vinculado personalmente a él por ser ambos compositores, hispanohablantes y mormones, credo abrazado por el segundo en 1983. Por ello, el estadounidense no dudó en embarcarse en un avión que le llevó a su encuentro, desde Provo (Utah) a Madrid, al obtener el apoyo de Glen Nelson, escritor, editor, productor y comisario del Mormon Artists Group. Por último, el conocido presentador de RNE, Luis Ángel de Benito les proporcionó las coordenadas exactas de su paradero.
En suma, Paco es un estudio inusual sobre un compositor, pero, por encima de todo, es el resultado del viaje iniciático músico-espiritual emprendido por Thatcher. Un relato lleno de alusiones a la música española y europea de los últimos cincuenta años, de interesantes reflexiones estéticas y de referencias simbólicas a la ciudad de Granada, a la Alhambra y a Federico García Lorca, poeta al que ha acudido Estévez en varias ocasiones. En definitiva, cuenta un peregrinar en busca de un autor cargado de obstáculos, en el que de alguna manera nos vemos reflejados al dedicar gran parte de nuestras investigaciones a este mismo periodo.
En la cápsula del tiempo
Es posible que en esta omisión de la que hablamos tenga algo que ver la propia actitud de Estévez, quien, por las razones que sean, no ha reivindicado su sitio. En un pasaje de Paco, Thatcher explica que, cuando revisó junto a él su archivo, las partituras aparecían amarillentas; tuvo la sensación de
abrir una bella cápsula del tiempo y sentir como si Paco la hubiera enterrado hace mucho, olvidando todo acerca de ella (p. 19).
Este silencio, roto en contadas ocasiones, como sucedió por ejemplo con el estreno de Lacrimosa en Auditorio Nacional (9/12/2021), cubre un total de setenta y ocho títulos firmados entre 1964 y 2015, según la catalogación de Thatcher. Con ellos se puede seguir perfectamente la evolución de diferentes tendencias compositivas surgidas a lo largo de todo este tiempo: atonalidad, aleatoriedad, electroacústica, músicas repetitivas, técnicas instrumentales y vocales extendidas, teatro musical, dadá, neo-tonalismo, danza, bandas sonoras, obras pedagógicas, sin olvidar la parte espiritual, que cuenta, sin duda, con un peso específico en el conjunto.
Es evidente que la obra transcurre de forma intrínseca a la vida. Una vida que en lo musical llevó a Estévez a pertenecer a la “generación iconoclasta y radical”* formada por , Eduardo , , Carlos , José Luís , Arturo y Llorenç , entre otros.
Por aquello de hacer memoria, añadiremos que Estévez fundó Canon junto a Miguel Arrieta, Abad y Cruz de Castro. Fue coautor, con este último, de la música del primer espectáculo del grupo …Y no lo decimos por mal (1970), en el que también actuaba. Ese mismo año, fue incluido en el elenco de doce compositores elegidos por el Ateneo de Madrid para homenajear a Gustavo Adolfo Bécquer en el centenario de su fallecimiento. Estrenó la citada G.A.B. XX.
En Alemania, además de asistir a los cursos de Darmstadt, estudió en la Hoschschule Robert Schumann Institut con Milko Keleman, y Karl , estos últimos fundadores de la banda electrónica Kraftwerk. Tuvo relación con Benjamin Britten, amigo de la familia de su primera esposa, y también fue alumno de Mauricio .
Mientras tanto, formó parte de la Asociación de Compositores Sinfónicos de España (ACSE). Obtuvo una beca de la Fundación Juan March con la que compuso Spectrum Time (1976). Ganó el primer premio del IV Concurso de Composición “Arpa de Oro” (1977) organizado por la Confederación Española de Cajas de Ahorro con Loa, para contrabajo, orquesta de cuerda y electrónica en vivo. Una pieza descrita como la mejor de cuantas se presentaron en las ocho ediciones en las que transcurrió dicho certamen.* En los 80, Estévez fue representante de nuestro país ante la UNESCO, participó en la creación de Ópera de papel dentro del Taller de Música Mundana y dirigió el Gabinete de Música Electroacústica de Cuenca…
Podríamos seguir añadiendo méritos, pero los enumerados son suficientes para entender el calado de la trayectoria de Francisco Estévez. Gracias al empeño de Nathan Thatcher, ya no hay excusa para que su música se programe, se difunda y se devuelva a su autor al lugar que le corresponde. La obligación de programadores, sobre todo si son públicos, e historiadores es sacar a la luz la parte de nuestro patrimonio de más difícil acceso, menos divulgado, para paliar estas manifiestas carencias. Si con la música de otras épocas se ha hecho, también se debe hacer con la que nació del vértigo de la experimentación y creció en los márgenes del canon.
Notas
1. González Lapuente, A. (dir.) (2012). “La música en España en el siglo XX”. En Vela del Campo, J.A. (dir.) Historia de la música en España e Hispanoamérica. Vol. 7. Madrid: FCE. p. 625.
2. Thatcher, N. (2016). Paco. New York: Mormon Artists Group
3. Howard, L. (2018). “Nathan Thatcher. Paco.” BYU Studies Quarterly, vol. 57, n. º 2, pp. 168-169.
4. Marco, T. (1970). La música de la España contemporánea. Madrid: Publicaciones españolas, pp. 28-33.
5. Carreira, X.M. (1980). “El dominio y el arte de Francisco Estévez”. Ritmo: revista musical ilustrada, n.º 504, pp. 27-28.
6. Barber, Ll. (1980). “Ramón Barce, un compositor tangencial. Compositores españoles en la madurez de los cincuenta años. II”. Ritmo: revista musical ilustrada, n.º 502, pp. 58-65.
7. Carreira, X.M. (1980). “Sexta edición del Concurso Arpa de Oro”. Ritmo: revista musical ilustrada, n.º 500, pp. 62-64.
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