Una jirafa en Copenhague
UcraniaUna performance, un misil y cuerpos por doquier
Omar Jerez
Vyshivanka y Barbarie nació de la necesidad de no olvidar, creció y maduró.
Durante todo el proceso de ejecución, pocas veces compartimos detalles o información de las personas que forman parte de su engranaje, pero en este caso, creo necesario compartir con todos vosotros, ya no los pormenores de él, si no el testimonio de “vida” de un elemento clave en nuestra acción: la persona que se encargó de llevarnos y posteriormente traernos de regreso de Ucrania; nuestro conductor.
Por respeto, y por su labor, usaremos un nombre ficticio, Arcén.
Él y su mujer, llevaban años juntos, pasaron por diversas dificultades antes de poder cumplir su sueño: tener hijos. Su mujer fallece por COVID unos días después de haber dado a luz. Él, un joven de menos de 30 años, se queda solo con la niña.
Nos cuenta que por la desesperación tenía miedo de suicidarse, pero que su mujer lo ayudaba desde arriba y así es como encontró las fuerzas para seguir.
Dos años desde la pandemia y estalla la guerra. Poco tiempo para un adulto y puede que toda la vida para un bebé.
Los ataques a la ciudad empezaron unos días más tarde que en
Ahora se están acostumbrando a la nueva normalidad, entre bombas, misiles y metralletas. Largas noches en los pasillos lejos de la ventana, cantando canciones y callando las batallas externas, donde para justificar el sonido del horror, a la niña, le cuentan cuentos sobre cómo alguien esta cortando el césped o sobre bonitos fuegos artificiales.
Arcén trabaja todo lo que puede, la abuela cuida de la niña y la vida sigue a pesar del horror que cargan sobre ellos desde hace ya 3 años.
Los artistas Omar Jerez y Julia Martinez junto a la poetisa Sofia
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