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El 29 de octubre de 1992, en el Covent Garden londinense se re-estrenaba Mayerling, uno de los ballets más atormentados de Kenneth MacMillan; a su apoteósico término el Director General del Teatro, Jeremy Isaacs, anunció al público que el coreógrafo había fallecido entre cajas durante la función.Del creador que mejor supo poner sobre la escena los comportamientos más dramáticos de los humanos, no se podía esperar otro final. De eso hace ya diez años y aún no nos hemos acostumbrado a esta pérdida.Sir Kenneth MacMillanSir Kenneth MacMillan (Dumfermline, 11 de diciembre de 1929; Londres, 29 de octubre de 1992) había llegado a este mundo hacía apenas 63 años y dejaba a sus espaldas un repertorio de más de 60 coreografías, de entre las cuales figuran 5 ballets completos. Además de ser Director Artístico del Royal Ballet de Londres (1970-77) y su Coreógrafo Principal (1977-92), dirigió el Ballet de la Ópera de Berlín y fue Director Artístico Asociado del American Ballet Theatre (1984-89) y del Houston Ballet (1989-92). Tuvo tiempo para dirigir teatro y producciones televisivas y su última coreografía, Carousel, fue galardonada con el Tony Award en Broadway. Además, había sido ordenado Sir por SM Isabel II de Inglaterra en 1983, y tras su muerte, en 1993, su hija Charlotte recogió el Premio Laurence Olivier a toda una carrera artística.De unos comienzos como bailarín en el entonces Sadler's Wells de Londres surgió un coreógrafo en mayúsculas, con un lenguaje propio y muy definido, que además de revolucionar la tradicional estructura del partnering inglés, buceó en la mente humana para volver a la superficie con un manojo de desengaños, pasiones, triunfos, suicidios, luchas de poder, seducciones y traiciones. Llevó la danza clásica a lo más alto de la coreografía contemporánea poniendo a su servicio a la ya histórica tradición teatral británica. Si sus ballets cortos –Diversions o Symphony– le colocaron en punto de mira del público, fueron sin duda sus producciones argumentales las que motivaron su ascenso fulminante a la cabeza de la larga lista de creadores que ocupaba la Europa de los años 60.Aún así, sus ballets cortos, o en un acto, se encuentran en el repertorio de un importante número de compañías, y algunos de ellos han mantenido su relevancia, sin dejarse ensombrecer por sus creaciones completas. Desde su primer ballet creado por encargo de Dame Ninette de Valois en 1954 -Danses Concertantes– aparecieron Journey y Winter´s Eve (1957), Rite of Spring (1962, creado para Monica Mason), Las Hermanas (1963, basado en La casa de Bernarda Alba), Concerto (1966), Triad (1972), Pavane (1973), Elite Syncopations (1974), Requiem (1986) o más tarde La Fin du Jour y Gloria, en reconocimiento a la generación que sufrió la Primera Guerra Mundial.El primer trabajo en el que asomó su vena dramática fue en The Burrow –basado en la obra de Kafka– y en su creación descubrió a la que sería una de sus principales musas: la canadiense Lynn Seymour, que después brillaría en The Invitation, de 1960, y sobre todo en Romeo y Julieta.Aunque estrenado por Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev, la pareja Seymour-Gable arrasó en una producción que con el paso de los años se ha convertido en piedra angular para cualquier bailarín que se precie. El desarrollo de la tragedia de Shakespeare se transformó, en manos de MacMillan, en algo más que una historia de amor y muerte. Apoyado en la partitura de Prokofiev, su Romeo y Julieta ha barrido de los principales escenarios del mundo a sus homónimos competidores y ha sido plagiado hasta la extenuación. El retrato de los personajes, la extrema exigencia de los pasos a dos de los protagonistas y la absoluta humanización de una sociedad sin alma, ha atraído a las más brillantes parejas de bailarines de las últimas décadas; Makarova, Dowell, Kirkland, Baryshnikov, y más recientemente la formada por la italiana Alessandra Ferri (nombrada el pasado verano ‘Julieta' oficial por el Club de Julieta de Verona, por encima de cantantes y actrices) y el argentino Julio Bocca, que ofrece una de las interpretaciones más explosivas que han existido.Posteriormente llegarían Anastasia (creado también para Seymour) y finalmente, El príncipe de las pagodas, montado para Darcey Bussell e Irek Mukhamedov. Pero por encima de estos últimos y a la altura de su Romeo y Julieta, sólo estuvieron Manon y Mayerling.Manon, el ballet que lograría ensombrecer a la heroína operística de Massenet y Puccini, fue estrenado en 1974 por Antoinette Sibley y Anthony Dowell, en una interpretación que puso el listón muy alto a las generaciones venideras. La música de Massenet en arreglos de Leighton Lucas, que curiosamente no recoge ni una sola nota de la ópera del mismo nombre del compositor, y los diseños de Nicholas Georgiadis convirtieron el ballet en una pieza emblemática del coreógrafo escocés.El ballet Mayerling sirvió para potenciar los recursos dramáticos del bailarín David Wall en la historia del Príncipe Rodolfo del Imperio Austro-Húngaro y su joven amante Mary-Vetsera; la tragedia fue silenciada durante años por las intrigas de los Habsburgo y ocultó el suicidio de la pareja en la mansión de Mayerling. La trama, en una narrativa dramática con la que sólo MacMillan su hubiera atrevido, ha servido posteriormente para coronar a una pareja de intérpretes que ha puesto todo su talento y su carrera al servicio del coreógrafo escocés: Irek Mukhamedov y Viviana Durante.La desaparición de Sir Kenneth MacMillan ha dejado un hueco en el panorama coreográfico que va parece que tiene difícil solución. En la actualidad, ningún creador del mundo de la danza reúne las características que lo encumbraron, así que mientras esperamos una reencarnación artística, nos contentaremos con disfrutar de lo que los actos del X Aniversario de su desaparición ha preparado para nosotros.Una celebración internacionalPara empezar, el Royal Academy of Dance organizó unas jornadas que tuvieron lugar el fin de semana del 12 y 13 de octubre en Londres. En estas conferencias se han reunido a un buen número de profesionales y estudiosos de la obra de MacMilan, que presentaron trabajos académicos de investigación, además de proyectar imágenes de archivo, e impartir masterclasses (empleando las anotaciones coreográficas Benesh que se conservan, y con la participación de bailarines del Royal Ballet). Entre otros invitados, asistieron Lesley Collier, Anthony Dowell, Alessandra Ferri, Birgit Keil, Lynn Seymour, Monica Mason, I. Mukhamedov y Deborah MacMillan, vuida del coreógrafo, que además de supervisar todos los montajes que se realizan de sus ballets, está a la cabeza del MacMillan Estate.Esta International Celebration of Kenneth MacMillan ha sido secundada por entidades como el Royal Ballet (con Mayerling - que interpretarán en el aniversario de su muerte - Manon, Romeo y Julieta y varios de sus ballets cortos), English National Ballet (Rite of Spring), The Theatre Museum (con una exposición inaugurada el 11 de octubre en el Covent Garden) , The National Film Theatre, American Ballet Theatre (Romeo y Julieta y la producción que el coreógrafo hizo para ellos de La Bella Durmiente), Houston Ballet (Manon), el Ballet de La Scala de Milán (Romeo y Julieta), el Ballet de la Ópera de París (Manon), Les Grands Ballets Canadiens (Gloria), el Royal Danish Ballet (Manon), el San Francisco Ballet (Elite Syncopations), o los Stars Dancers of Tokio (Winter Dreams).En total, casi un año de celebraciones, que sin dejar de ser un auténtico lujo y una extraordinaria iniciativa que aprovecharemos todos los seguidores de este emblemático coreógrafo, no nos hará más fácil sobrellevar su ausencia.
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