España - Cataluña
Una temporada particularmente rica de ‘Life Victoria’
Jorge Binaghi

En una temporada particularmente rica de conciertos y
eventos debido al centenario del nacimiento de la ilustre soprano que da nombre
a la Fundación Victoria de los Ángeles, el concierto inaugural fue otra
demostración del particular sesgo por apostar a los valores jóvenes.
Así, en la tradicional sección anterior al concierto que
se comenta, la de los ‘Life New Artists’, se presentó también el joven barítono
Milan Perisic acompañado por la pianista Quimey Urquiaga en un curioso programa
que comenzó con los Four poems of Fredegond Shove de Waughan Williams, el
magnífico ciclo L’horizon chimerique de Fauré (también cuatro canciones) y la
canción Campanas de Carlos Guastavino. El cantante tiene excelentes medios
aunque la expresividad tiende a la monotonía e indiferenciación y eso hizo que
comenzar por el autor inglés no pareciera lo más indicado. Lo mejor estuvo en
Fauré y en la cuidada pronunciación de la pieza de Guastavino (que, en mi
opinión, no es de las mejores ni más representativas suyas).
Luego comenzó el concierto propiamente dicho y hay que
reconocer que de este modo la primera parte fue mucho más larga que la segunda.
No se me ocurre en qué forma balancearlo, pero el problema está ahí.
En el programa se pretendió hacer un guiño al título de
un disco de referencia de la soprano y se ofreció una muestra de ‘cinco siglos
de canciones populares y cultas’.
De las primeras se ofrecieron las populares catalanas en versión de García Morante El bon caçador y La dama d’Aragó (que cerraron el concierto) y la irónica El canapé, reelaboración ‘culta’ de José Palomino, todas en la voz de Labourdette que se mostró fresca y firme en todo el recital. Las folksongs de Britten (The last rose of summer, The Sally gardens, Il est quelqu’un sur terre y Oliver Cromwell) se apreciaron en la voz de Laurence Kilsby que en esta segunda parte ofreció una voz mejor proyectada y con más timbre que en la primera.
Se escucharon también dúos de Schumann muy bien conjuntados, cuatro canciones de Richard Strauss dedicadas a las flores (en sí el mejor momento del recital) por Labourdette, dos poemas de Louis Aragon musicados por Poulenc dichos muy bien por Kilsby, igual que otros Fauré del Poème d’un jour. La segunda parte se abrió con la versión de Sweeter than roses de Purcell en arreglo de Michael Tippett , también por el tenor, seguido por tres Mozart muy bien cantados por Labourdette, Abendempfindung, Als Luise die Briefe y el menos frecuente Der Zauberer. Al final se ofreció un dúo de Schubert.
El acompañamiento de Lahiry, pianista en residencia este
año, resultó discreto en la obra de Palomino y correcto en las catalanas, pero
se mostró a sus anchas en el resto, y particularmente notable en Strauss, Poulenc
y Britten.
La sala estaba llena y había también representantes del mundo cultural (Josep Maria Flotats, gran admirador y amigo de Victoria de los Ángeles) y de las instituciones, muchos: el jefe del principal partido de la oposición en el Ayuntamiento, Don Xavier Trias, D. Josep Vives en representación del President de la Generalitat y Director General de Promoció Cultural i Biblioteques, D. Carlos Hornero, Conseller Municipal del Districte de Les Corts y D. Jordi Badia. Espero no haberme saltado a nadie. Lo importante, de todos modos, estaba en el escenario y en quien lo inspiraba.
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