Francia
Decálogo del director de escena «in»: Lohengrin en París
Francisco Leonarte

Serebrennikov, copiando en su reciente puesta
en escena de Lohengrin todos los tics de los directores de escena ‘in’,
nos permite realizar el siguiente decálogo que seguro será de gran utilidad
para todo mentecato que quiera acceder al estatuto de ‘artista’ con
simplemente aplicarlo.
1 – Contraharás el libreto en todo lo que puedas
¿Una marcha nupcial archiconocida? Pues se
transforma en unos soldados que se burlan como si se casasen entre
sí. ¿Que no viene a cuento? ¡Pues mejor?
¿Según el libreto Elsa canta desde su ventana
al fondo del escenario? ¡Qué banalidad! No, Elsa cantará sentada a la mesa
delante mismo de Telramund y Ortrud. Y Ortrud no perjura y truena su rabia
mientras Elsa no la escucha. No, Elsa la escucha perfectamente. Pero es como si
una y otra estuviesen un poco idas. ¿Que sólo aporta confusión? No pasa nada,
el espectador, que no habrá entendido nada, o es un moderno que adhiere
completamente a tus estupid_ perdón, a tus genialidades, o es que es un carca
reaccionario que mejor que se muera pronto.
¿Que hay un duelo a espada? ¡Eso está muy
visto! Cuatro figurantes menearán unas linternas negras mientras otros se
estiran sobre el suelo: y ya hemos resuelto la cosa. ¿Ves?, sólo hace
falta un poco de imaginación … y una buena falta de escrúpulos.
Todos los ‘buenos’ directores lo hacen.
2 – Contarás historias paralelas
Puedes contar por ejemplo que Elsa en realidad tiene un cáncer y que la tratan con quimioterapia. ¿Que no viene al caso? No pasa nada. Y Telramundo y Ortrud son médicos. Y el rey pone medallas en un hospital mientras Elsa desfallece por su quimioterapia.
3 – Pondrás un camastro en escena
Como Py, como Warlikowski, como tantos otros. El detalle parece tonto, pero no. Todos lo hacen. O sea que ojo al parche: si no hay camastro, tus colegas podrían pensar que no eres moderno. NB – La colcha ha de ser de esas ocres baratas que ya no se ven en ningún lado y que se usaban en los hospitales en los años cuarenta. Si no, no sirve.
4 – Pondrás dobles de los personajes
principales
Como Guth en su cursilísima versión del Rigoletto de hace unos años, por ejemplo. Serebrennikov, muy original él, pone tres dobles de Elsa, y así se asegura que los adocenados directores de casas de ópera lo volverán a llamar.
5 – Pondrás vídeo hasta en la sopa
Es ésta una 'novedad novísima' (de hace tan sólo treinta años, si no es más), merced a la cual Serebrennikov -y otros ochocientos directores de escena más- nos empapuza constantemente de imágenes, vengan al caso o no.
6 – Todo pasará en un apartamento de clase
media-alta
Como Tcherniakov desde hace apenas veinte años (por lo menos) en el Macbeth que puso en escena para Bastille, Serebrennikov ha tenido la originalísima idea (que todos vienen repitiendo) de que su segundo acto pase íntegramente en un apartamento (casualmente Schwarz ha tenido la misma 'originalísma' idea para el Anillo de hace dos temporadas. Qué par de genios)
7 – Pondrás bailarines y figurantes, sí o
sí, en todo momento (salvo en los momentos de ballet, claro está).
Merced a esta regla, una doble de Elsa se pasa el primer acto yendo y viniendo como una loca: porque sólo en eso consiste la paupérrima coreografía de Evgeny Kulagin (si fuera él, cambiaría de nombre para que los vecinos no me reconozcan). Y en medio del dúo del tercer acto se suben a una mesa y ‘bailan’ también (creo que es exactamente la misma mesa que utilizaba Olivier Py en su infumable Henri VIII, pero no estoy seguro. Para mí que todos estos ‘genios’ tienen una iguala con la misma casa de muebles y disfraces...)
8 – Pondrás máscaras a tus personajes
Hanke ya lo hizo para un Don Giovanni hace unos diez años. Pero entonces se estilaban las máscaras de Mickey Mouse. O sea que Hanke usó máscaras de Mickey Mouse. Ahora se estilan otras máscaras, como de carnaval y sin que representen nada en concreto. Las vimos en el (pésimo) Romeo y Julieta por Jolly en Bastille este verano, las hemos vuelto a ver en La fille de madame Angot por Brunel hace dos días, las volvemos a ver por el originalísimo Serebrennikov, esta vez en versión de bolas negras.
9 – No dejarás NUNCA que la orquesta toque sola
sin tú añadir tus propias estupideces
Gracias a esta regla, el maravilloso preludio de Lohengrin fue transformado en música de fondo para un anuncio de colonia para hombre (porque mira que es cursi ese vídeo de Alan Mandelshtam con joven que se desnuda para darse un baño en la naturaleza y que ocupa todo el preludio. No añade ninguna información, cierto, pero es de una ñoñería infinita). Esta regla todos, todos, todos, la cumplen a rajatabla.
10 – Centrarás tu puesta en escena en un
tema de actualidad que venda, venga o no venga al caso
En principio Lohengrin es ante todo un drama sobre la confianza. La fe en la persona amada. Pero como hay un rey que convoca a sus ejércitos, Serebrennikov transforma TODA la ópera en una obra sobre la guerra (preferentemente la guerra en Ucrania que es la guerra que 'vende'. Las múltiples guerras africanas o en el Medio Oriente, a todos nos la deben repamflinflar, ¿no es así señor Serebrennikov?).
11 – (decálogo son
diez reglas, pero no estoy seguro de que sea necesario saber contar para ser un
‘buen’ director de escena) Que todo tenga un ‘perfume de
escándalo’
Introduce desnudos (no escandalizan ya a nadie, pero bueno, con suerte alguien se ofuscará), introduce violencia gratuíta (preferentemente a cámara lenta, si es en vídeo, aunque sea un recurso que está más que visto desde Sergio Leone o Kurosawa; o si es por figurantes, con falsas bofetadas de esas que no vienen al caso y que nadie se cree). Introduce ataques al público lo suficientemente difusos para que nadie se ofusque y lo suficientemente gordos para que tus seguidores puedan creer que eres muy osado.
12 – Tome a un dramaturgo a su servicio. En principio el «dramaturgo» es el encargado de defender la obra , analizándola y advirtiendo de posibles contrasentidos. Ponga uno en nómina (paga la casa) y no le haga usted ni pajolero caso. O ponga a alguien muy 'servicial'.
13 - ¿Y la música?
La música no le interesa a nadie, todos vienen a ver 'tu obra'. Lo de la música es sólo un pretexto para que tú te expreses como 'artista'. A nadie le interesa que Soddy, el director musical, no haya gestionado bien el crescendo del preludio, o que haya tapado sistemáticamente a Koch con una orquesta desmesurada (creo que a un wagneriano una orquesta 'nunca' le puede parecer demasiado grande), o que Stemme haya estado soberbia por volumen, por intención, por agudo atronador, o que Bezcala, un poco justo para la orquesta enorme de Soddy, haya estado estupendo en el tercer acto, con una muy hermosa despedida, o que el coro haya sonado bien pero tal vez demasiado emborronado en los forti ... Todo eso son tonterías. De hecho los críticos apenas dedicarán unas líneas de pasada a la música. Y por supuesto, nadie se acordará de quién escribió libreto y partitura. Aquí, lo único que importa eres tú, artistazo, director de escena sólo frente a Dios ... siendo Dios tu propia persona, como es bien sabido, porque a ego, nadie, nadie, nadie, ha de ganarte.
« Y con estas ligeras lecciones
de moral que te he dado yo aquí,
tú verás cómo te las compones
para hacer a tu esposo feliz »
Comentarios