Francia
La cara oculta del Siglo de oro francés: Cancancantates
Leandro Sánchez Garre

Un pequeño equipo de tres músicos y un actor
nos ofrecen este Cancancantates. El título es uno de esos juegos
de palabras que tanto les gustan a los franceses. Se puede traducir como Cotilleo-cantata.
Se trata de un espectáculo híbrido, entre la conferencia, la obra de teatro, el
concierto y casi-casi diría que el cabaret.
Un actor-conferenciante va hilvanando
distintos temas en torno a la fase oculta de lo que los franceses llaman El
Gran Siglo para referirse a la época dorada de la cultura francesa,
el reinado de Luis XIV. Cosas de las que no hablan nunca los manuales de
historia: el muy diverso tratamiento que reciben los homosexuales según su
parentesco y sus habilidades en la corte del llamado Rey Sol; de dónde viene
eso de «Rey Sol»; las muy distintas posiciones de la mujer en esa misma corte;
algún caso de acoso; el ambiente general entre los cortesanos; la violencia del
reinado mismo y sus consecuencias sobre la gente de a pie...
Se trata de un recorrido bastante vasto, pero
como es suficientemente curioso y heterogéneo y salpicado de anécdotas, no se
hace pesado. Además el conferenciante-actor varía la formas teatrales
utilizadas, y tan pronto nos susurra cosas en la oscuridad como nos grita
otras, como se mezcla con el público, como baila, como actúa con el principio
de la cuarta pared, o lee fragmentos de las cartas de la Princesa Palatina ...
Además el discurso está constantemente
entreverado de música.
Muy hermosa música
Si las anécdotas y datos resultan curiosos, la
música resulta emocionante. Además son fragmentos poco conocidos salvo por los
muy-muy aficionados. Los dos únicos compositores famosos son François Couperin
y Jean-Baptiste Lully. Los otros, Montéclair, Philidor (pero no el Grande,
sino Pierre Danican), Clérambault, Royer, Bembo y Jacquet de la Guerre, son
relativamente poco tocados y poco conocidos. Además hay entre ellos dos
mujeres, la italiana refugiada en Francia Antonia Bembo, y Elisabeth Jacquet de
la Guerre.
Podría criticarse una cierta libertad en la época. Royer por ejemplo es un poco posterior y corresponde más al reinado de Luis XV que de Luis XIV, pero su Vertigo es una obra tan particular que parece casi música contemporánea, y es tan intensa que vale la pena que la hayan incluido. Philidor resulta simpático, recordando a lo que debió ser la música popular de la época. Clérambault es muy-muy emocionante. Su Médée es tenebrosa. Y Bembo, Jacquet de la Guerre y Lully también resultan muy expresivos.
Muy buenos intérpretes
El espectáculo cuenta con intérpretes
excelentes. Maud Sinda, con su violín barroco, puede sonar popular o refinada
según los fragmentos. Es muy expresiva cuando ataca por ejemplo la Medea
de Clérambault. Conoce a la perfección el estilo francés del siglo XVII.
Pierre Gilbert, el clavecinista, posee un gran
dominio de su instrumento, desgranando notas como si tal cosa, con total
maestría para dosificar adornos y arpegios según el momento y la situación. Su
versión de Vértigo de Royer resulta sobrecogedora.
Annastina Malm, con una voz siempre muy
cuidada, controla a la perfección las coloraturas, que parecen fáciles cuando
ella las canta. Además se le entiende todo todo todo. Lo cual es muy de
agradecer en este tipo de espectáculo en que lo que se cuenta y lo que se canta
tienen muchas correspondencias.
Los tres se compenetran muy bien. Se ve que se
conocen desde hace tiempo.
Los tres saben intervenir actoralmente en
distintos momentos, añadiendo su punto de pimienta al espectáculo.
Buena acogida
El público presente en el pequeño teatro de
Bures-sur-Yvette, el Centro Cultural Marcel Pagnol, acogió muy bien el
espectáculo, con varias salidas a saludar y un bis.
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