Reportajes
Hijos de AbrahamIsrael, el conflicto con Hamás e Irán, y torpedos contra Arabia Saudita
Juan Carlos Tellechea
Israel se encuentra nuevamente en guerra desde el pasado sábado 7 de octubre, tras el cruento ataque de Hamás a su territorio con un saldo de más de 2000 muertos, y el secuestro de más de dos centenares de rehenes. El conflicto sobre Gaza es de particular importancia, debido a su potencial de escalada regional.
Hamás, Hizbulá e Irán tienen una agenda común en este enfrentamiento, afirma el politólogo Dr Guido Steinberg, de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, el mayor gabinete estratégico de la Unión Europea que asesora al gobierno y al parlamento federal de Alemania.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) estiman que algunos infiltrados de Hamás podrían estar todavía en el país después del referido ataque. Hamás envió cientos de combatientes a Israel el 7 de octubre para atacar puestos fronterizos, sitios militares y áreas residenciales cercanas. Mientras la ofensiva militar terrestre israelí espera todavía la orden superior de entrar en acción, los ataques aéreos de las FDI contra la franja de Gaza continúan matando a altos funcionarios de Hamás.
Las FDI eliminaron al miembro del Consejo Legislativo Palestino de Hamas, Jamila Abdallah Taha al Shanti, y al mayor general de las Fuerzas de Seguridad Nacional, Jehad Muheisen, entre muchos otros, analiza el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con asiento en Washington. Los efectivos de Hamás utilizan a la población civil de Gaza como escudo contra las incursiones aéreas israelíes.
Preparativos ante eventual guerra regional
Por su lado, el régimen islámico de Irán está tratando de conseguir apoyo público para la causa palestina, posiblemente para preparar a los iraníes ante la perspectiva de una guerra regional. Altos funcionarios iraníes, incluidos el presidente Ebrahim Raisi y el comandante adjunto de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Iraní (GRI), general de brigada Ali Fadavi, asistieron a protestas antiisraelíes en Teherán el 18 de octubre.
Históricamente, el régimen iraní se ha presentado como el campeón de la causa palestina. Los medios iraníes han recirculado repetidamente declaraciones de líderes palestinos de que Irán es el “mayor partidario” de Palestina. Altos funcionarios iraníes, incluido el Líder Supremo Ali Jamenei, han descrito la liberación de Palestina como una de las cuestiones más importantes que enfrenta el mundo islámico.
Funcionarios y medios de comunicación iraníes siguen intentando disuadir a Israel de llevar a cabo una operación terrestre en la Franja de Gaza, al tiempo que intentan tranquilizar a su público nacional y al del ''Eje de la Resistencia'' en el sentido de que dicha operación fracasará. La agencia de noticias Tasnim, ligada a los CGRI describió los "importantes desafíos" a los que se enfrentará Israel al llevar a cabo una operación terrestre en la franja de Gaza, destacando las capacidades antitanque de Hamás.
Los medios de comunicación estatales iraníes afirmaron asimismo que los principales asesores del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, temen a Hamás y expusieron varios "retos" a los que se enfrentan las operaciones terrestres israelíes en la franja, como la disminución del apoyo público, el debilitamiento de las relaciones con el mundo árabe, el elevado número de bajas militares y la posibilidad de una expansión geográfica del conflicto.
El vicecomandante del CGRI, general de brigada Ali Fadavi, también advirtió de que Israel sufriría una derrota "vergonzosa" a manos de la resistencia palestina si entraba en la franja de Gaza, en una entrevista concedida a la agencia de noticias Fars, afiliada asimismo a los Cuerpos de Guardias de la Revolución Islámica.
Acuerdos de Abraham
Los Acuerdos de Abraham generaron esperanzas de paz en Oriente Medio, pero un entendimiento de este tipo con Arabia Saudita sigue en suspenso. Hacía décadas que el conflicto entre israelíes y palestinos perdió su importancia central para la política de Oriente Medio.
La razón principal fue la Guerra de Yom Kippur en 1973, que estuvo acompañada de un aumento sin precedentes de los precios del petróleo. Éste a su vez provocó el ascenso de los estados ribereños del Golfo Pérsico. El cambio en el enfoque geopolítico de la región, alejándose de Tel Aviv. /Jerusalén, El Cairo y Damasco, condujo a Riad, Teherán y Bagdad (Irak).
Mientras que Arabia Saudita, Irán e inicialmente Irak se convirtieron en pesos pesados regionales, debido a su riqueza petrolera, países como Egipto y Siria perdieron sus posiciones que alguna vez fueron fuertes. Los principales conflictos de las siguientes décadas se libraron en el Golfo, incluida la guerra Irán-Irak de 1980-1988, la guerra de Kuwait de 1990/91 y la guerra de Irak de 2003, analiza el Dr Guido Steinberg en un artículo publicado en la revista Política Internacional, editada por la Sociedad Alemana de Política Exterior (DGAP), con sede en Berlín.
Lucha por la hegemonía
Todos estos conflictos tuvieron lugar en el contexto del conflicto entre Arabia Saudita e Irán, que luchó cada vez más encarnizadamente por la hegemonía en el Golfo tras el fracaso de Irak a partir de 2003. En comparación, el conflicto palestino-israelí parecía ser solo un espectáculo secundario.
Superficialmente, el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre y la posterior guerra sobre Gaza pueden parecer contradecir este panorama, ya que de repente el mundo entero vuelve a mirar a Israel y los territorios palestinos. Sin embargo, el conflicto sobre Gaza está ganando importancia principalmente por su potencial de escalada regional, sin que se trate, pese a todo el dramatismo de los acontecimientos, de un simple episodio del conflicto entre palestinos e israelíes limitado al pequeño territorio del Mandato Palestino.
Si uno cree en los llamados correspondientes, uno de los objetivos de Hamás es obviamente arrastrar al Hizbulá libanés y a Irán a la guerra para que no queden completamente expuestos a los ataques israelíes y obligar al enemigo a luchar en al menos dos frentes.
Esto hace que el conflicto sea consecuencia del deseo de expansión de Irán y del intento de los dirigentes de Teherán de formar un “eje de resistencia” contra Estados Unidos con Hizbulá, el régimen de Assad en Siria, Hamás, los hutíes yemeníes, las milicias iraquíes y otros grupos terroristas, así como sus aliados para construir y lograr la supremacía primero en el Golfo y luego en el Medio Oriente en su conjunto.
Esta estrecha conexión con el conflicto en el Golfo Pérsico podría ser incluso más fuerte de lo que se ha demostrado hasta ahora, porque todavía podría salir a la luz pública información sobre la implicación de Irán y/o Hizbulá en la planificación de los ataques en Israel. Hasta ahora solo hay pruebas de que Hizbulá, y por tanto probablemente Irán, conocían los planes poco antes del 7 de octubre, pero no que ejercieran ninguna influencia. La sospecha de que así fuera, sin embargo, es especialmente evidente porque los intereses de Hamás, Hizbulá e Irán coinciden en gran medida.
Conversaciones de paz torpedeadas
Con el ataque a Israel, Hamás quiere impedir un acuerdo de paz entre Arabia Saudita e Israel. Si esto ocurriera, sería un serio revés para Irán, Hizbulá y Hamás. Hace tiempo que Israel y Arabia Saudita dejaron de ser hostiles entre sí. Siempre ha desempeñado un papel importante el hecho de que están estrechamente aliados con los Estados Unidos, por lo que sus intereses a menudo se superponen.
Esto quedó particularmente claro en 2002, cuando el príncipe heredero saudí y más tarde el rey Abdallah ofrecieron la paz a Israel si se retiraba a sus fronteras de 1967. Desde entonces, ha habido repetidas reuniones secretas entre políticos y funcionarios sauditas e israelíes. Ambas partes hablaron principalmente sobre cuestiones de seguridad, que se volvieron cada vez más urgentes como resultado de la creciente expansión de Irán en Medio Oriente a partir de 2015. Riad y Tel Aviv ven la agresiva política hegemónica de la República Islámica como la mayor amenaza a su seguridad nacional, por lo que un acercamiento era casi inevitable.
Además, a partir de 2017, el presidente estadounidense Donald Trump fue un actor que impulsó el acercamiento entre israelíes y sauditas, entre otras cosas con el objetivo de construir un frente amplio contra Irán. Desde el comienzo de su presidencia, confió en relaciones estrechas y amistosas con el príncipe heredero saudita Mohammed Bin Salman, el entonces príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed Bin Zayed, y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. Junto con su yerno Jared Kushner, a quien nombró enviado en Oriente Medio, Trump se basó en el viejo concepto republicano estadounidense de resolver el conflicto palestino-israelí mediante la paz de los Estados vecinos prooccidentales con Israel, sin pasar por los palestinos.
El hecho de que los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin concluyeran acuerdos de paz con Israel al mismo tiempo en 2020 fue un gran éxito para Estados Unidos. La participación de Bahréin fue particularmente notable, porque el pequeño reino insular es efectivamente un protectorado saudita, por lo que se podría suponer que Riad había dado su consentimiento. Sin embargo, Arabia Saudita no participó, debido a que el rey Salman insistió en que un acuerdo de paz con Israel debe ir acompañado del establecimiento de un Estado palestino.
Solo durante la presidencia de Joe Biden hubo un nuevo movimiento en las conversaciones sobre la normalización entre Israel y Arabia Saudita. En marzo de 2023, surgieron informes de que Riad exigía armas más modernas, amplias garantías de seguridad y ayuda para establecer un programa nuclear civil de Estados Unidos si quería aceptar la paz con Israel. En el momento del ataque de Hamás el 7 de octubre, las conversaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita aún estaban en curso.
Acuerdo entre Riad y Teherán
Los acontecimientos en Gaza y sus alrededores también sorprendieron a muchos observadores, porque las señales en Oriente Medio en 2023 parecían apuntar a una distensión. Los optimistas quedaron particularmente impresionados por un acuerdo entre Arabia Saudita e Irán en marzo de 2023, en el que los dos pesos pesados regionales prometieron distensión.
El acuerdo parecía poner fin a la Guerra Fría que los dos países habían librado durante aproximadamente una década y que había alimentado conflictos en Siria, Irak, Líbano y Yemen. Pero las líneas básicas de la disputa entre Irán y sus oponentes persistieron, como lo demostró con demasiada claridad el ataque de Hamás en octubre de 2023. En realidad, los signos apuntaban a una relajación, ya que las negociaciones para normalizar las relaciones fueron exitosas.
Conflicto en Yemen
El conflicto entre Arabia Saudita e Irán se intensificó, especialmente a partir de 2015. Arabia Saudita (y otros estados pro occidentales como Israel y los Emiratos Árabes Unidos) citaron como razones sobre todo el programa nuclear iraní, que consideraban militar, la expansión de Irán en la región, que se llevó a cabo con el apoyo de organizaciones antiamericanas, antiisraelíes y antisauditas como el Hizbulá libanés y sus misiles con los que Irán y sus aliados amenazaron a sus vecinos.
Arabia Saudita se opuso al impulso expansionista de Irán principalmente en Yemen, donde los rebeldes hutíes respaldados por Irán tomaron la capital, Saná, en 2014 y posteriormente se apoderaron de gran parte del país. En marzo de 2015, el reino intervino en la guerra civil junto con los Emiratos Árabes Unidos del lado de los opositores hutíes. Sin embargo, Riad y Abu Dhabi no lograron la rápida victoria esperada y se produjo una disputa que duró años.
El aumento de los ataques a ciudades e infraestructuras sauditas con cohetes, misiles de crucero y drones a partir de 2017 fue particularmente trascendental. En septiembre de 2019, un ataque de este tipo, reivindicado por los hutíes, pero que tuvo su origen en Irán, afectó a las instalaciones petroleras sauditas en Abqaiq y Khurais y paralizó más de la mitad de la producción petrolera del país durante dos semanas.
Los dirigentes sauditas esperaban un ataque militar estadounidense contra Irán, pero cuando el presidente Trump se negó, el príncipe heredero Mohammed se dio cuenta de que la infraestructura petrolera de su país era vulnerable a los ataques de los hutíes y los iraníes. Por eso Arabia Saudita rápidamente envió señales de distensión hacia Teherán.
El hecho de que se necesitaran más de dos años para llegar a un acuerdo con Irán y calmar los ánimos en Yemen se debió principalmente al hecho de que Irán, consciente de su propia fuerza, no vio ninguna razón para responder a los avances sauditas. Esto no cambió hasta 2022, cuando el fin de las negociaciones nucleares con Estados Unidos dejó claro a los dirigentes de Teherán que un fin temprano de las sanciones occidentales ya no era una opción. En el contexto de una grave crisis económica y las protestas que estallaron en todo el país en septiembre, esto era tan amenazador que Teherán también decidió tomar un camino de distensión.
El ataque de Hamás y la nueva guerra de Gaza ahora podrían hacer imposible la paz entre Israel y Arabia Saudita. Esto también se debe a que Estados Unidos e Israel están muy interesados en un acuerdo, mientras que Arabia Saudita todavía parece estar sopesando los pros y los contras y duda si debería asumir un compromiso tan claro con sus vínculos con Occidente, de donde provienen los Estados Unidos. Desde el punto de vista de Riad, se están retirando de Oriente Medio y China está ampliando su posición. Los dirigentes sauditas suspendieron las conversaciones con Estados Unidos a mediados de octubre y decidieron esperar y ver cómo avanzaba el conflicto.
Irán y el “Eje de la Resistencia”
Otro problema es que Hamás apunta a una escalada regional de la guerra por Gaza. Esto quedó claro el primer día del ataque, cuando el líder militar de Hamás, Mohammed al-Daif, enfatizó en un discurso cuán estrechamente vinculada su organización estaba con el “Eje de Resistencia” liderado por Irán. Al parecer, Hamás espera que el conflicto se extienda a la frontera norte de Israel, donde Hizbulá, mucho más poderoso, amenaza a Israel de manera similar a Hamás en el sur.
Aunque al principio del conflicto parecía que Irán y Hizbulá no querían una guerra con Israel, al menos por el momento, el peligro de una escalada incontrolada está presente en cualquier momento -aunque solo sea porque Hizbulá, para mostrar un poco de solidaridad con Hamás, ha disparado cohetes contra Israel.
Arabia Saudita teme convertirse también en blanco de ataques iraníes en caso de una escalada. Esta puede haber sido una de las razones por las que el gobierno estadounidense ordenó el envío de dos portaaviones al Mediterráneo oriental poco después del ataque de Hamás. Al igual que Israel, quiere evitar que el conflicto se extienda regionalmente y así preservar también la opción de paz entre Israel y Arabia Saudita.
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