Alemania
Una tarde de danzas
Juan Carlos Tellechea
La London Symphony Orchestra, dirigida por Sir Antonio Pappano, y la solista Patricia Kopatchinskaja presentaron un magistral programa esta tarde en la Philharmonie Essen, con obras del polémico Fazil Say, así como de Béla Bartók y Ludwig van Beethoven, ovacionadas por el público que colmaba la gran sala auditorio Alfried Krupp, de la Philharmonie Essen.
El escénico Concierto para violín nº 1 op 25, de Fazil Say, subtitulado histriónicamente “1001 Nights in the Harem”, centró esta velada. Pleno de ritmo y color, el concierto fue cerrado con una grandiosa interpretación de la Sinfonía nº 7 en la mayor op 92, de Ludwig van Beethoven.
La presentación dio inicio con el Divertimento para orquesta de cuerda Sz 113, de Béla Bartók. Aunque compuesto en Suiza, en relativa calma, esta composición en tres movimientos expresa la angustia de Bartók, quien en agosto de 1939, presentía un futuro siniestro para Europa y estaba muy consciente de los peligros inminentes que traería el ascenso del genocida Adolf Hitler al poder en 1933. La Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) estallaría pocos días después, el 1 de septiembre de 1939 con la invasión alemana de Polonia.
El Molto adagio que sirve como segundo movimiento, refleja el terror del compositor que vivía en Hungría, un país ya esclavizado por una dictadura, la del regente Miklós Horthy. Con su combinación de colores oscuros y sombríos, va mucho más allá de lo que se entiende por la figura entretenida, que en sí misma define el término genérico Divertimento.
Emigración
La pieza fascina especialmente, porque el compositor la escribió en toda su complejidad en solo dos semanas de labor durante sus vacaciones de verano en la Confederación Helvética en aquel entonces. Ante el nacionalsocialismo, la persecución y la amenaza de guerra,
Son los dos movimientos exteriores del Divertimento, el Allegro non troppo y el Allegro assai final, los que brillan con vitalidad, en contraste con el melancólico movimiento medio. En su carácter de investigador de música folclórica, Bartok encontró la vitalidad en las melodías tradicionales del país y sería influenciado por ellas como compositor. Verbigracia en el tercer movimiento, en su animada alternancia entre pasajes solistas y tutti, las cuerdas suenan divertidas y se percibe el influjo de la música tradicional de los mineros, con su toque lleno de humor y alegría, que pudo haber servido de modelo a Bartók para esta sección de su obra.
Hasta entonces, Bartók jamás había escrito de una manera tan comprensible; nunca había sabido resumir los resultados de toda su vida de esta forma, escribiría el musicólogo Bence Szabolcsi sobre Béla Bartók y su Divertimento de 1939.
Las Mil y una Noches en el Harén
Luego, la London Symphony Orchestra de Sir Antonio cuentos de Las mil y una noches, la composición evoca conscientemente comparaciones con Sheherazade de Nikolai Rimsky-Korsakov, quien también presenta a un violinista solista como narrador, aunque las diferencias entre las dos obras son mayores que sus similitudes.
kudüm, bendir, derbake) dicta el patrón rítmico e impulsa la obra.
Sin embargo, Fazil Say es consciente asimismo de la tradición modernista y clásica más cercana a occidente en el perpetuum mobile bartókiano del segundo movimiento (Allegro assai) y las variaciones de una canción turca en el tercero (Andantino). Aunque muy divertida, la composición es atrozmente difícil para el solista, y fue un auténtica proeza para Kopatchinskaja.
La violinista fue muy exigente consigo misma en la lectura de las complejidades rítmicas de Say y deslumbrante en los momentos de lirismo, viviendo la música como es su costumbre y bailando a veces a su manera. Como es habitual, Kopatchinskaja se descalzó y tocó durante todo el tiempo sin las elegantes chanclas con piedrecillas brillantes que había traído al ingresar al escenario; las volvió a calzar al abandonarlo.
La London Symphony Orchestra tocó con una precisión estimulante para Sir Antonio, quien disfrutaba a todas luces con la teatralidad de la obra. El público se puso en pie para aclamar efusivamente durante largos minutos la interpretación.
Fuera del harén
Dicho sea al margen, Fazil Say no lo tiene muy fácil en estos días. Con sus recientes declaraciones en X (ex Twitter) de apoyo al presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien culpaba a Israel de los hechos ocurridos en el hospital Al-Ahli de la ciudad de Gaza, cuyas circunstancias exactas aún no están claras, la poderosa cadena de supermercados suiza Migros, decidió suspender su cooperación con el compositor turco.
Con respecto a la cancelación de sus conciertos, Say comentó también que le había parecido "confuso e inquietante" que estas opiniones hubieran llevado a la decisión de Migros. Fazil Say agregó que confía en los principios de la libertad de expresión en Europa y subrayó que las opiniones personales no deben interferir en la vida profesional.
Aunque la conocida cadena de supermercados tomó la decisión de desinvitar a Say solo unos días antes de los conciertos previstos con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham en Suiza, las actuaciones tendrán lugar. En lugar de Say, el pianista suizo Louis Schwizgebel (35 años) trabajará ahora con el referido colectivo musical británico.
Ludwig van Beethoven
Fue esta una tarde de danzas, como adelantaba el maestro Pappano en la charla previa al concierto en la misma sala Alfried Krupp de la Philharmonie Essen. La Séptima Sinfonía en la mayor op 92, de Ludwig van Beethoven, cerró este concierto en una magnificente interpretación, que concluyó con aclamaciones hasta el paroxismo del público, puesto espontáneamente de pie en el gran auditorio.
La Sinfonía nº 7 es un dechado de ritmo, hasta el punto de que Richard Wagner la describió como la “apoteosis de la danza”, evocaba Sir Antonio en la referida presentación. La impresionante obra recibió una interpretación grandiosa, forjada por una combinación de energía liberadora que impregna sus cuatro movimientos y un refinamiento instrumental extremo.
Desde el Poco sostenudo - Vivace, que se instala al final de la lenta introducción, Sir Antonio Pappano magnifica la escansión, como dirigiéndose hacia un ideal de júbilo. El Allegretto, construido sobre un ritmo de marcha, es absolutamente ligero en manos del maestro y las cuerdas inmateriales de la London Symphony Orchestra. Su obcecado ostinato es de una enunciación majestuosa y el crescendo generoso en su desarrollo.
Irresistible
El Scherzo, ciertamente marcado como Presto, parece aún más rápido porque ofrece un efecto de propulsión irresistible a ese ritmo, que los dos tríos suavizan muy bien. El final Allegro con brio, por supuesto, da la impresión de ser aún más rápido, y tiene un impulso verdaderamente eufórico hasta una coda rayana en la intoxicación, vertiginosamente interpretada por esta fabulosa orquesta. La ejecución revela, a través de tempos bastante rápidos, cuánto de la danza está en el centro de la visión del maestro Pappano, así como el hecho de que atempere con auténtica ternura lo grandioso que pueden resultar estas páginas.
También es justo destacar la virtuosa interpretación que ofreció la London Symphony Orchestra, evitando cualquier brillantez desmedida. La disposición espacial adoptada, al colocar los violines I y II a cada lado, las violas en el centro izquierdo y los violonchelos en el centro derecho, permite un perfecto equilibrio de masas.
Ideal es asimismo la extrema atención que Sir Antonio presta a los segundos violines y asegura el contrapunto. finamente elaborado por Beethoven en todo su valor. La dulzura que obtiene de las secciones de viento, flautas, oboes, clarinetes y fagotes es magia pura. ¡Bravo maestro!
¡Cómo le hubiera gustado a Ludwig van Beethoven dirigir o presentar sus obras en Londres, un sueño y unos planes que nunca pudieron cumplirse! Sir Antonio Pappano ha encarnado esta tarde al genio de Bonn con todas sus fuerzas y su pasión por la música.
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