Francia
Don José, de Bizet, en París
Francisco Leonarte

La Ópera de Ruán acaba de terminar una serie
de representaciones en que -con la inestimable colaboración del Palazzetto
Bru-Zane- los decorados, trajes y puesta en escena en general se inspiran
directamente de los documentos visuales y escritos (al parecer muy abundantes)
que quedan sobre las primeras representaciones de Carmen allá por el año
1875. Según se cuenta, ha sido un exitazo de crítica y público, harto este sin
duda de tantas re-interpretaciones a menudo caprichosas del director de escena
de turno.
Aprovechando lo cual, las huestes de la Ópera
de Ruán recalan en París, reclamadas por el Teatro de los Campos Elíseos. Sólo
que sin el componente escénico, para realizar una simple versión de concierto.
Marianne Crebassa, prevista inicialmente para
el rol titular, desistió del empeño hace algunos meses, siendo reemplazada en
Ruán por Deepa Johnny, y, para el bolo parisino, por Marina Viotti.
Viotti es una buena cantante y hemos tenido
últimamente varias ocasiones de escucharla y de alabarla públicamente. Sólo que…
Que por una parte está sobre-empleada.
La chica está de moda, y aprovecha el tirón, Así que tras cantar el rol titular
en una serie de representaciones de Cenerentola (el jueves fue la
última), promociona su libro de diálogos con una filósofa (no me pregunten el
título, ni tampoco la utilidad: no lo he leído ni tengo previsto leerlo), y
aprovecha también para cantar Carmen el domingo por primera vez... No
conozco el resto de sus actividades, pero juraría que antes de abordar un papel
protagonista vale la pena tomarse un tiempo de descanso y reflexión (máxime
tratándose de un rol icónico como Carmen, que tantas excelentes mezzos y
sopranos han interpretado desde su creación)...
Por otra parte, Marina Viotti debe de haber
cumplido los treinta y no-muchos. Es normalmente la edad en que se considera
que la voz empieza a estar hecha. Pero según para qué papeles. Cuando
uno piensa que Mirella Freni esperó a los 45 para aborda Elisabetta del Don
Carlo, o que Berganza no se atrevió con Carmen hasta los 44, uno se pregunta si
las actuales estrellas del canto no tienen a veces demasiada prisa... El caso
Viotti con Carmen es similar al de Gaëlle Arquez (otra cantante más que
estimable pero que no da la talla -al menos todavía no- para abordar
Carmen...).
Así que Viotti se pasó toda la segunda parte
pendiente de su particella, incluso en las partes que el aficionado se conoce
de memoria. Proyectó siempre para abajo. Tuvo unas muy bonitas coloraturas
(como si la Angelina rossiniana se hubiese metido a cigarrera) y un bonito
color. Eso sí, aserción, cero; tablas, pocas; graves, sin cuajo; anchura, poca;
y personaje, escasito...
Harina de otro costal fue Stanislas de
Barbeyrac como (magnífico) don José. Barbeyrac, que empezó su carrera abordando
el repertorio barroco y clásico (le hemos escuchado un estupendo Pylades en la Iphigénie
en Tauride de Gluck, por ejemplo, o varios papeles en Les Indes Galantes,
de Rameau), de un tiempo a estar parte viene trabajando para abordar roles más
(bastante más) pesados, de tenor dramático. Hace dos o tres temporadas dió un
más que notable Max en el Der Freistchutz de Weber, esta misma temporada
está previsto como Sigmund en la Valquiria que Nézet-Séguin ha de
presentar en versión de concierto en este mismo teatro... Así que aborda el
personaje de Don José con una voz ancha, con hechuras de spinto. Pero eso no le
impide utilizar las medias voces, ni las notas en voz mixta típicas del estilo
francés que Barbeyrac conoce bien.
Como además de inteligencia canora (con agudos
seguros y anchos, graves cómodos y musicalidad a prueba de balas) y de una
perfecta inteligibilidad, tiene el muchacho sentido teatral, y se nota que ha
reflexionado sobre el personaje, que lo ha construido, el espectador,
incluso en versión de concierto, se encuentra no con un cantante, sino con un
guapo de pueblo, un punto temperamental e inestable, que es todavía niño de su
mamá, y que se encuentra solo, completamente solo, ante una mujer que no quiere
ser su madre ni seguir el modelo de su madre.
Si a eso añadimos que Barbeyrac posee el
secreto de las respiraciones, y el arte del silencio que es la llave de la
emoción, comprenderán por qué su versión del aria de la flor resultó una de las
más emocionante que servidor de ustedes haya jamás escuchado. Un don José de
referencia.
El caso de Jerôme Boutillier como Escamillo es
un punto similar al de Viotti como Carmen. Boutillier está cómodo en agudos y
graves, tiene una perfecta inteligibilidad, un bonito color de voz y un bonito
fraseo. Pero le falta volumen, le falta espesor para abordar el papel, y la
orquesta -que sin embargo es la misma para todos- a Boutillier se lo merienda
con patatas. Con lo cual, por mucho que nos digan que, según la historia,
Escamillo es un triunfa chulo y un tanto avasallador, musicalmente no es
eso lo que se le transmite al espectador.
A Iulia Maria Dan, como Micaela, le pasa
justamente lo contrario. Un volumen para dar y vender, a pesar de que su
técnica pueda todavía mejorar y su inteligibilidad no sea de las mejores. No
obstante, dada la calidad del material, es muy probable que pronto la volvamos
a escuchar en papeles de lírica, Butterfly u otras. Su aria del tercer acto,
bien ensayada con Glassberg, y con el recitativo previsto por Guiraud, fue muy
emocionante.
En el resto del reparto, bueno es resaltar los
buenos agudos de Faustine de Monès como Frasquita (indispensables para cerrar
varios números de conjunto) y su buen hacer, con una voz no muy grande pero
bien proyectada y una bonita presencia escénica. Buen hacer también los de Floriane
Hasler, Florent Karrer , Thomas Morris ,Yoann Dubruque y Nicolas Brooymans
(éste último, al que ya aplaudimos como estupendo Seneca de l'Incoronazione
di Poppea, tal vez estuviera un punto cansado en esta Carmen del
TCE) como respectivamente Mercedes, Dancairo, el Remendado, Morales y Zuñiga.
Buen papel del coro, aunque nos hubiera
gustado más inteligibilidad por momentos en las sopranos, pero bien empastado,
bien preparado por el estupendo Christophe Grapperon. La escolanía del
Conservatorio de Ruán, siendo pequeña, cumplió con creces, y Glassberg supo
tratarla con mimo.
Bonita dirección, de hecho, la de Glassberg,
dinámica, colorida, resaltando los diferentes pupitres, respirando con los
cantantes... Siempre echo de menos, cuando se trata de direcciones nerviosas,
que no haya más dulzura, un momento de tiempo suspendido, en el preludio del
tercer acto. Pero aparte de ese detalle, más que notable la dirección de
Glassberg.
Notable, también la Orquesta de Ruán
Normandía, ágiles las cuerdas, sueltas las maderas, vibrantes los metales...
Otra cosa es la versión escogida.
Ya saben ustedes -«o al menos se lo han
figurao»- que, como es el caso de tantas otras obras, hay varias versiones
posibles de Carmen: La Carmen exhaustiva de antes de los ensayos
del estreno, la Carmen del escandaloso estreno en la Opéra-Comique, la Carmen
del triunfo en Viena... Hasta los años setenta del pasado siglo, ésta última
era la versión más difundida, con los recitativos compuestos por Ernest Guiraud
para el estreno en la capital austriaca.. Sólo que desde la versión que Abbado,
Berganza y Domingo presentaron en 1977 en Edimburgo, se volvió a la versión del
estreno en 1875, con diálogos hablados que permitía no pagar a los herederos de
Guiraud...
Uno de los alicientes de la puesta en escena
en Ruán de hace pocas semanas era, precisamente que, además de los figurines,
decorados y movimientos escénicos de la creación en 1875, se recuperaban
también los recitativos de Guiraud.
Pues bien, la versión que es objeto de la presente crítica recuperaba tres o cuatro recitativos de Guiraud, y después pasaba a los diálogos, para terminar suprimiendo todo elemento de transición entre los números, convirtiéndose aquello en una especie de Suite cantada de Carmen. Lástima, porque recitativos y diálogos, aun en versión de concierto, tienen toda su lógica, dejan respirar, permiten entender, dan sentido al número que precede y al que sigue.
Desacierto, pues, en esa mezcolanza entre sí pero no pero puede pero tampoco. ¿Prisas ? ¿Falta de ensayos de alguno o alguna de los cantantes? No sería de extrañar.
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