España - Valencia

2500 conciertos después

Daniel Martínez Babiloni
viernes, 3 de noviembre de 2023
Cuarteto Casals © David Ruano | cuartetocasals.com Cuarteto Casals © David Ruano | cuartetocasals.com
Valencia, martes, 24 de octubre de 2023. Palau de la Música. Conmemoración del Concierto 2500 de la Sociedad Filarmónica de Valencia. J.S. Bach, El Arte de la Fuga, en re menor BWV 1080 (selección). F.J. Haydn, Cuarteto de cuerda en la mayor, Op. 20, n.º 6, Hob.III:36. L. van Beethoven, Cuarteto de cuerda n.º 9 en do mayor, Op. 59/3. Cuarteto Casals
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Desde que en febrero de 1912 el Cuarteto Petri de Dresde inaugurara la primera temporada de la Sociedad Filarmónica de Valencia (SFV), 2500 programas se han sucedido hasta hoy. Una efeméride que los filarmónicos no han querido dejar pasar, como no podía ser de otra manera. Para rememorar aquel acontecimiento han invitado al Cuarteto Casals, quien, a su vez, acaba de celebrar sus primeros veinticinco años de actividad con la grabación de El arte de la fuga, de Johan Sebastian Bach, para Harmonia Mundi.

De este modo, una selección de este monumento bachiano abrió el concierto -las cuatro primeras fugas simples, las tres contrafugas y la primera de las fugas dobles, es decir, los contrapuncti I a VII y el IX-. Sobre ellos, el cuarteto se empleó como si de un artesano sentado ante su telar se tratase. La urdimbre sonora del Contrapunctus I quedó prieta. En el Contrapunctus II cada músico daba y recibía con interés esa lanzadera imaginaria en forma de motivos musicales, para trenzar un tejido colorista y contrastante en expresión. El tercero sonó con precisión mecánica y en el cuarto, los músicos avivaron el tempo y destacaron en marcato todos y cada uno de los sujetos de la fuga, que unifican temáticamente, además, la colección. En la coda del cuarto movimiento esponjaron ampliamente la textura. Envolvieron el quinto en cierta solemnidad, con un tempo más reposado que el anterior, hasta aligerar después la segunda sección. En la parte sexta asomó el sentido teatral y vocal que tienen algunas de estas páginas pedagógicas, en especial, en la primera entrada del primer violín y su respuesta en el chelo. Mas en las dos últimas secciones se desvaneció el entusiasmo que hasta entonces había despertado la interpretación: el tempo cayó en el contrapunto séptimo -se hizo pesado- y al noveno le faltó claridad en la dicción.  

En la luminosa y desenfada lectura del Cuarteto en la mayor, Op. 20, número 6, Hob. III: 36, de Franz J. Haydn, se apreciaron ciertas continuidades interpretativas con respecto a la obra anterior como el enunciado de las melodías de carácter vocal que entona el primer violín en los dos primeros movimientos y la teatralidad del minúsculo, pero delicioso, Menueto, cuyo Trío resultó casi buffo. Además, a consecuencia del cambio de parámetros históricos y estilísticos, el scherzo se mostró danzable a la par que de un clasicismo elegante. Especialmente interesante fue el modo como el conjunto narró el aria (“Adagio. Cantabile”), con cadencia y floreos belcantistas incluidos, y un efectivo basamento armónico y rítmico en el chelo de Arnau Tomás. Casi se podría hablar de un elocuente walking bass. Otro de los elementos que evidenciaron el cambio de paradigma del que hablamos fue la fuga, de factura más intelectual que el resto de movimiento, pero, aun así, conceptualmente más ligera que las de Bach.

En la segunda parte, una vez intercambiados los papeles de prima donna entre Abel Tomás, que lo había ocupado hasta ese momento, y Vera Martínez, que lo ocuparía en el Cuarteto de Beethoven, hallamos una obertura de intenso pathos. ¿Qué otra cosa es si no la Introduzzione del primer movimiento? Una sección ajustada en lo rítmico, enérgica en la medida justa, bien hilada por las partes en las diversas oleadas de semicorcheas y de melodías, también, de carácter vocal y extremada amplitud para el primer violín. En el Andante salió a relucir el estilizado aroma ruso que Beethoven introdujo en honor del patrocinador de la colección a la que pertenece este cuarteto, el Conde Andrey Razumovsky. A continuación, el Cuarteto Casals convirtió el Trío del minueto en un agradable torbellino y, sin solución de continuidad, Jonatan Brown abordó el primer sujeto de la fuga como un torrente. 

Tras los calurosos aplausos que suscitó el final, un inspirado arreglo de la “Danza del molinero”, de El sombreo de tres picos, construyó el bis.

Ecos de sociedad

El concierto n.º 2500 de la SFV coincidió con el reciente reestreno del Palau de la Música, después de una reforma que ha durado cuatro largos años, y del relevo en su dirección -“otras políticas”, apuntaba un músico emérito-. Esta casa ha sido sede del acontecer filarmónico desde 1987, tras pasar por el Salón de Actos del Conservatorio de San Esteban (así llamábamos al Superior por su ubicación en dicha plaza) y del Teatro Principal. 

De ahí que en los parlamentos iniciales el presidente de la SFV, D. Fernando Rodríguez González, saludase desde el estrado a todos los directores del auditorio, un gesto de cortesía que afeó aún más el que no tuvo el Ayuntamiento días antes en la reapertura del edificio. El periodista de Radio Clásica, Martín Llade, locutó unas notas al programa llenas de chascarrillos, además de que glosó el reconocido amor hacia la música que se siente en la región valenciana.

En fin, larga vida a la SFV y al Cuarteto Casals. 

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