España - Madrid
Teatro RealOrlando Paladino, un estreno que no es estreno
Xoán M. Carreira
Orlando Paladino (Teatro del Palacio Esterházy: 6 de diciembre de 1782) es, probablemente y junto a The Creation, la obra más radicalmente innovadora de Joseph Haydn. Y es, aún en mayor grado que The Creation, su obra más política. Las fuentes más obvias son y los libretos de Goldoni, reinterpretados a través de una mezcla perfecta de elegancia e ironía como una de las más corrosivas críticas sociales de la historia de la ópera cuyo único parangón podría ser Le Grand Macabre de .
A mediados de la década de 1770 se estableció con carácter permanente en Esterháza una compañía de ópera italiana para la que Haydn escribió diversas óperas en las que combinó hábilmente los códigos de la ópera seria y la ópera bufa, dejando de lado los libretos de en beneficio de otros más modernos que daban relevancia a los elementos serios.
Esto benefició que, con la representación de Giulio Sabino (1783) de Giuseppe (1729-1802) y Armida (febrero de 1784) de Haydn, cambiara el gusto y se normalizaran en Esterháza las representaciones de ópera seria, a la vez que Haydn declinaba progresivamente sus responsabilidades como director de ópera y se concentraba en la composición de música instrumental.
Como señala * algunas de sus óperas para Esterhaza:
(2002), no parece accidental que Haydn compusiera sólo una ópera -Armida- para Esterháza tras el estreno de El rapto en el serrallo (Viena, 16.07.1782) de Mozart, ni que en diciembre de 1787 rehusara unas invitaciones para representar en Pragaporque todas mis óperas están íntimamente conectadas con mi círculo personal, así que nunca podrían producir el efecto apropiado, que yo calculé atendiendo a las condiciones de Esterhaza [carta a Franz Rott, copista musical de la corte imperial de Viena].
En la misma carta Haydn rehusa componer una ópera nueva para Praga "porque difícilmente nadie podría soportar la comparación con el gran Mozart", quien apenas dos meses antes, en octubre de 1787, había estrenado en Praga su Don Giovanni.
Esta carta de Haydn a su amigo Franz Rott ha sido interpretada frecuentemente como una prueba de que Haydn se sentía derrotado por el deslumbrante talento mozartiano. Pero la cuestión se torna más complicada si tenemos en cuenta que Orlando Paladino es algo más que un antecedente de Don Giovanni. Escuchando Orlando resulta difícil sustraerse a nuestra concepción actual de la autoría, que nos llevaría a calificar de plagio algunos de los más famosos números de Don Giovanni (no sólo el 'aria del catálogo').
Pero en la década de 1780 las perspectivas eran otras y no cabe duda de que Mozart quedó fascinado por los hallazgos del Orlando de Haydn tanto en la parte vocal como en la orquestal (encontramos huellas de Orlando en la orquestación de La flauta mágica). Y no fue Mozart el único 'intoxicado' por Orlando Paladino, volveremos a encontrar sus rastros en algunas de las sinfonías de Beethoven, especialmente la Tercera, y en el personaje de Alidoro en La Cenerentola, que es un espléndido trasunto del personaje de Alcina en Orlando.
Lo cierto es que Orlando Paladino resultó ser la ópera de mayor éxito de Haydn. Sólo en Eszterháza hubo 30 representaciones hasta 1784, seguidas de representaciones en al menos veinticinco ciudades hasta 1813, año del estreno en San Petersburgo. Nos han llegado ocho copias italianas y trece alemanas de la partitura y en 1799 se publicó en Bonn una reducción para piano en alemán.
La ópera, al igual que en cine, es un género autorreferencial, y Orlando Paladino es una de las grandes referencias de la historia de la ópera, por más que -como tantas otras obras maestras- haya tenido que realizar una larga travesía del 'desierto de la memoria' para llegar hasta nosotros.
Para nuestra fortuna en el Teatro Real hemos disfrutado de la recuperación de Orlando Paladino por parte del gran director y concertador Giovanni
, quien hace treinta años, junto a su , creó una nueva tradición interpretativa de que se alimenta del modo en que se apropió de los procedimientos vivaldianos a partir de 1954.Me parece importante destacar esto porque Haydn admiraba a Vivaldi, cuyas partituras coleccionaba, y Antonini lo tiene muy presente en su interpretación de Orlando: color, planos, impulso, texturas, vitalidad y alegría de vivir.
Si a esto le sumamos la modélica proyección sonora de Il Giardino Armonico, la conclusión es que asistimos a una versión de excelencia sólo ensombrecida por los constantes fallos de las trompas naturales, afectadas por la humedad de un Madrid en plena tormenta.
Siete cantantes para nueve personajes
En el estreno de Orlando Paladino en Esterhaza los nueve papeles fueron interpretados por ocho cantantes (el tenor Leopold Dichtler hizo los roles de Lincone y Pasquale). Antonini, por su parte, usa sólo siete cantantes, duplicando los roles de Lincone y Pasquale, y de Radamonte y Caronte [para los nombres de los personajes sigo la grafía académica convencional sobre Haydn].
Natalia
nos obsequió una encantadora creación del personaje de Eurilla que en los momento adecuados convirtió en un trasunto de Zerlina. Lo hizo tan bien que emsombreció la cavatina 'Palpita ad ogni istante' de Emőke (Angelica), una soprano competente que no acabó de adecuarse a los requerimientos de una heroína 'romántica' como es Angelica. Haydn no sólo se comunicaba muy bien con las mujeres -como se deduce de su epistolario- sino que las tomaba muy en serio y las consideraba personas con todos los derechos. Por eso las mujeres son tan importantes y poderosas en Orlando Paladino, tanto la pastora Eurilla como la noble Angelica controlan sus destinos y toman decisiones que arrastran a sus respectivas parejas.Y en su auxilio acude una tercera mujer, la poderosa Alcina, a la que Haydn también le otorga alta relevancia dramática. Nuria
, una vez más, demostró haber interiorizado su personaje y haber reflexionado sobre cada detalle de sus intervenciones. Rial ha entendido y asumido que Alcina es una personalidad moderna, una mujer libre y empática con poder para reparar las injusticias: un anuncio de los grandes roles de sopranos dramáticas y mezzos de las óperas de la época revolucionaria y napoleónica, cuya interpretación debería considerar Nuria Rial.Junto a Nuria Rial, la otra estrella del concierto fue
en el doble papel de Lincone y Pasquale, quien ya atrajo mi atención en su dúo inicial como Lincone (tenor), pero alcanzó y se mantuvo en la excelencia como Pasquale (barítono) tanto en sus goldonianos flirteos con Eurilla como en sus dos grotescas -y también goldonianas- arias del catálogo, 'Ho viaggiato in Francia, in Spagna', obvio modelo del aria del catálogo de Leporello, y 'Ecco spiano, ecco il mio trillo', que convirtió en un dúo teatral con el 'mimo' Antonini.El rol de Medoro, el equivalente del Don Ottavio mozartiano, es tímido e indeciso, como nos indica su aria 'Parto, ma, o Dio, non posso', un prodigioso retrato emocional del personaje que requiere una combinación de contención y proyección que fue satisfactoriamente resuelta por Josh
Renato
acertó en sus dos personajes, el violento rey de los bárbaros Radamonte (barítono) y el aburrido y eficiente funcionario Caronte (bajo).No me satisfizo el aparente protagonista de la ópera, Alasdair
(Orlando), un personaje de enorme dificultad vocal y dramática que se mueve constantemente e incluso simultanea los códigos heroicos y cómicos. En ningún momento Haydn se burla del sufrimiento de Orlando y consigue que percibamos que para el sus delirios con reales, como sucede en el aria 'Cosa vedo! Cosa sento!'. Kent es un tenor de buena técnica y timbre poco grato, cualidades que favorecen la ejecución del rol de Orlando, pero ni siquiera se aproximó a una interpretación competente de su papel, y convirtió la tragedia de un héroe clásico en una especie de monstruo de thriller.Juzgo como un error que se haya presentado en versión de concierto Orlando Paladino, una ópera pletórica de teatralidad y con un libreto que ofrece un abanico de posibilidades a cualquier regista con imaginación y sentido del humor. Sirva de consuelo la divertida complicidad mostrada por Adam y Antonini, celebrada y recompensada por el público.
Haydn y Madrid
Por cierto, es improbable que este concierto en el Teatro Real signifique el estreno español de Orlando Paladino, pues la partitura de esta ópera forma parte de la colección de más de un centenar de obras de Haydn que la condesa de Benavente-Osuna adquirió entre 1783 y 1789, buena parte de las cuales fueron interpretadas en el palacio de los Benavente-Osuna, que competía con la Casa de Alba y el Palacio Real por el coleccionismo y el disfrute de la música de Haydn.
Para los que quieran profundizar sobre esta historia, en 1783 el diplomático Carlos Alejandro de Lelis (1749-1822), en representación de María Josefa Alonso Pimentel (1752-1834), condesa-duquesa de Benavente y Osuna, formalizó un contrato con Haydn por el cual adquiría cada año doce de sus composiciones recientes, ocho de las cuales tenían que ser sinfonías. Este contrato especificaba que estas obras serían interpretadas por la orquesta del Palacio de los Benavente-Osuna y se mantuvo vigente hasta 1790 cuando Haydn se trasladó a Londres y no pudo seguir cumpliéndolo.
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