Alemania
Klavier-Festival Ruhr¡Gracias, querido público!
Juan Carlos Tellechea
Una excitante Jam Session acaparó la atención del público en el segundo concierto benéfico de despedida en honor del intendente (director general) saliente del Klavier-Festival Ruhr, profesor Franz Xaver Ohnesorg. Reconocidas figuras del piano clásico y del género jazzístico se dieron cita en la gran sala auditorio de la Mercatorhalle de Duisburgo con este motivo. La pianista Hanni Liang abrió el recital con una excelente interpretación de Rhapsody in Blue, de George Gershwin, que redescubrió todo su sabor y magnificencia.
El maestro Dennis Russell Davies y Maki Namekawa, tocaron apasionadamente Music for Two Pianos, de Leonard Bernstein, así como Stokes (a cuatro manos), de Philip Glass. Hanni Liang, Dennis y Maki utilizaron en sus respectivas presentaciones pianos Steinway D con sonidos llenos de vitalidad y contraste, lejos del falso bullicio que se escucha en instrumentos no tan idóneos para estas piezas.
Seguidamente el trompetista Till Brönner y el contrabajista Dieter Ilg, interpretaron su composición Nightfall, un dechado de armonía en una constelación musical magistral con dos instrumentos opuestos, pero unidos en el jazz de corte europeo. Hasta ahora, solo pocos oyentes han podido disfrutar de esta conjunción entre dos músicos que se conocen desde hace tiempo, se aprecian y tienen una mentalidad musical común, pero que ocasionalmente han tenido apariciones como dúo.
Los pianistas Jerry Lu y Jacky Terrasson (quien acudió directamente desde aquí al Festival de Jazz de Granada, Andalucía,, donde se presentaba el 11 de noviembre), así como el trompetista Till Brönner, el contrabajista Dieter Ilg y el baterista Marcel Serierse, se encontraron en este homenaje con otros grandes artistas, como el decano de las presentaciones de jazz en Alemania, profesor Götz Alsmann, y el gran multitalento musical y humorístico, Helge Schneider, uno de esos genios carismáticos que marcan el siglo y que atrapan al público al instante, casi sin pronunciar palabra, con su gestualidad natural y espontánea.
Straight-ahead-jazz), así como del Great American Songbook; ha sabido desarrollar un peculiar estilo de improvisación muy propio en la tradición del genuino jazz afroamericano. Con su Cuarteto (Till Brönner, trompeta; Dieter Ilg, contrabajo; Marcel Serierse, batería) fue muy aplaudido en la interpretación de Nobody Else But Me, de Jerome Kern, así como de Air y Thermo, de Freddie Hubbard. Lu posee un dominio asombroso de las complejidades rítmicas, a menudo desconcertantes por inesperadas y seductoras a la vez; y una diferenciación de las dinámicas de gran alcance, gracias a su ingenio y humor travieso al final de las frases. Sobre todo, deslumbró en el arte de sugerir el estado de ánimo de cada una de estas breves piezas, que no exigen otro tratamiento. En resumen, fue un emocionante homenaje a la herencia norteamericana.
Al término de la primera parte del espectáculo intervino el pianista Jacky Sigmund Romberg (de la opereta The New Moon, 1928, con letra de Oscar Hammerstein II) . El cuarteto lo formó Terrasson también con Till Brönner en la trompeta, Dieter Ilg en el contrabajo, y Marcel Serierse en la batería.
Terrasson tiene un toque muy propio; convierte el jazz en una antología del piano jazzístico, desde el cromatismo minimalista y melancólico, pasando por el swing blues y la evocación de las rápidas ejecuciones de
Tras un intervalo de este espectáculo que duró más de tres horas, subió al escenario un fenómeno de la comicidad, del virtuosismo en la ejecución de múltiples instrumentos musicales (piano, flauta de Pan, güiro, trompeta y saxofón, entre muchos otros) y de la improvisación: Helge Schneider, para ofrecer obras propias, como Horses (Caballos), She's Gone (Ella se fue), Das alte Klavier (el viejo piano), Die Reaktion (La reacción), a cuál de ellas más reidera.
El público conoce a Helge Schneider del teatro, el cine y la televisión. Sin embargo, en ninguno de esos medios se le ha visto desenvolverse con todas sus amplias posibilidades artísticas como en este recital, durante el que se apoderó literalmente de la platea con una espontaneidad y naturalidad asombrosas. Sin libreto, a veces casi sin necesidad de pronunciar palabra alguna, fascinó a la platea con su admirable gestualidad y diestros sonidos instrumentales, llevándola a incontenibles estallidos de hilaridad. ¡Cuán necesaria es la presencia de Helge Schneider en estos tiempos de guerras, terrorismo, antisemitismo, fascismo y populismo desenfrenados!
Esta segunda parte fue cerrada con una Jazz-Jam-Session de gran calibre en la que participaron todos los artistas convocados al homenaje del director general salient Franz Xaver Ópera de los tres centavos, de Kurt Weill y Bertolt Brecht, Take the 'A' Train, de Billy Strayhorn; y C Jam Blues, de Duke Ellington. Los intérpretes tuvieron que repetir el cierre para calmar de alguna forma la eclosión de aplausos y silbidos de aceptación del millar de espectadores que colmaban la sala.
Fue un gran espectáculo que no rehuyó el desafío; seguido casi religiosamente por un público claramente conquistado por ese entusiasmo contagioso y esa singularidad, que al final, puesto en pie, estalló en una desbordante tempestad de merecidas ovaciones y más exclamaciones altisonantes de aprobación.
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