España - Castilla y León
Desconexiones felices
Samuel González Casado
Agradable concierto de la OSCyL
para su programa n.º 4, en el que lo más destacado fue, como en ocasiones
anteriores, la intervención solista y, como siempre que dirige Thierry Fischer,
las segundas partes de lucimiento sonoro. Efectivamente, Cristina Gómez Godoy,
con un concepto muy personal del Concierto para oboe y pequeña orquesta,
de Richard Strauss, supo compensar la total falta de expansividad (pos)romántica
con su extrema pulcritud y homogéneo sonido, inmaculado, ideal para que el
público se sumergiera en su parte sin el más mínimo sobresalto. Los pianos
estuvieron impecablemente elegidos y las enormes dificultades de fiato
que exige Strauss muy bien solventadas, aunque seguramente la procesión iría
por dentro. Respecto al acompañamiento, la cuerda se debería haber recogido más
en el primer movimiento, porque sonó poco controlada y más bien difusa, pero en
general hubo adecuadas dosis de color y se apoyó con mucho respeto a la solista.
Se había comenzado con la
obertura de Tabaré, de Bretón, una obra interesante pero muy
desconectada del resto que fue defendida con suficiente prestancia por director
y orquesta, aunque desde luego no se evitó bastante confusión en algunos
pasajes y también cierto desinterés; al contrario que en la selección de Cenicienta,
de Prokófiev, donde se intuía que Fischer estaría en su salsa, y así fue: mucho
mejor sonido de la cuerda aguda, con la estupenda presencia habitual que el
titular logra con este tipo de obras para gran orquesta; muy expresiva
culminación de los momentos álgidos (terroríficos vals y campanadas); estupendas
maderas y metales, que se las arreglaron adecuadamente en difíciles papeletas; y,
en especial, perfecta caracterización de cada número, aunque no sé hasta qué
punto los ocho elegidos transmitían una idea global de ballet, pese a suponer
un recorrido bastante lógico.
Concierto, pues, interesante, con
obras que, si bien tienen poca conexión, no son demasiado habituales y sí en
general lucidas (buen criterio este), programa de mano en parecidos términos formales
a ocasiones anteriores y excelente entrada de público entusiasta que posteriormente
llenó el bar como pocas veces se había visto, si exceptuamos aquellos “buenos
tiempos” de música en directo y tapas variadas en la otra zona de ocio del CCMD
(creada ad hoc), mucho más cómoda, agradable a la vista y hoy descartada,
supongo que por típicas cuestiones administrativas.
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