Opinión
Daniel Barenboim y el conflicto en el Próximo Oriente
J.G. Messerschmidt

El pasado 10 de octubre Daniel Barenboim, en
su calidad de fundador y presidente de la Academia Barenboim-Said, un
importante conservatorio superior de música con sede en Berlín, hizo público el
siguiente comunicado:
He seguido los acontecimientos del fin de semana con horror y gran preocupación mientras observo que la situación en Israel/Palestina empeora en una medida inimaginable. El ataque de Hamás contra la población civil israelí es un escandaloso crimen que condeno enérgicamente. La muerte de tantas personas en el sur de Israel y en Gaza es una tragedia que tendrá consecuencias durante mucho tiempo. El alcance de esta tragedia humana no sólo se manifiesta en las vidas perdidas sino también en los rehenes secuestrados y en los hogares y comunidades devastados. El asedio israelí a Gaza es una política de castigo colectivo que constituye una violación de los derechos humanos. Edward Said y yo siempre hemos creído que el único camino hacia la paz entre Israel y Palestina es un camino fundamentado en el humanismo, la justicia, la igualdad y el fin de la ocupación en lugar de la acción militar y hoy más que nunca me reafirmo en esta creencia. En estos tiempos difíciles y con estas palabras me solidarizo con todas las víctimas y sus familias.
Desgraciadamente estas palabras han sido
ignoradas por la inmensa mayoría de los medios de comunicación. En Alemania,
donde tiene su sede la Academia, la declaración apenas ha tenido resonancia y
su difusión ha sido mucho más limitada de lo que habría sido de esperar, dada
la relevancia tanto cultural como política de Daniel Barenboim y su conservatorio.
Afortunadamente el hecho de que Barenboim sea judío es un factor que con toda probabilidad
ha evitado que se lo convirtiera en objeto de campañas de desprestigio y acoso
por defender una posición en la que se incluye una crítica a la política
israelí en la contienda.
A pesar de las víctimas de los últimos 36
días (1.200 israelíes y 11.700 palestinos, de estos últimos al menos un tercio niños)
el gobierno alemán, con los ministros verdes a la cabeza, ha expresado
contundentemente su apoyo incondicional a Israel. Esta posición se concreta en nuevas
ayudas militares y en una abierta campaña de desprestigio e intimidación contra
cualquier crítica a las tesis israelíes, campaña que cuenta con el respaldo en
masa de los grandes medios de comunicación. En concreto se ha desatado una ola
de indiscriminadas acusaciones de “antisemitismo” contra todo el que llame la
atención sobre los flagrantes crímenes en masa cometidos por las fuerzas
armadas israelíes en las últimas semanas. Con la inclusión de cualquier
improperio o crítica a la política de Netanyahu en el catálogo de actos
antisemitas, el número de éstos ha “crecido” de modo inusitado...
En los últimos años, y muy particularmente
desde la instauración del gobierno de coalición socialista-verde-liberal
presidido por Olaf Scholz, la libertad de expresión ha sufrido en Alemania
notables limitaciones. Al mismo tiempo se ha extendido por el país un perceptible
ambiente de desconfianza, recelo y radicalización respecto a ciertos temas
candentes (por ejemplo la gestión de la pandemia, la guerra ruso-ucraniana y
ahora el conflicto de Gaza), así como una inquietante estigmatización social e
incluso represión legal de opiniones “disidentes”, hasta el punto de que
defender públicamente la posición de Rusia en su conflicto con Ucrania se ha
convertido en hecho constitutivo de un delito de “aprobación de actos
delictivos”. Malos tiempos para la reflexión, el diálogo y la libertad de decir
lo que se piensa.
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