España - Cataluña
Todos ofrecieron lo mejor de sí mismos
Jorge Binaghi

Una gala muy esperada y con mucha presencia de público
(menos de autoridades), y eso que iba entre las dos últimas representaciones de
Antony and Cleopatra de Adams, y no
hubo prácticamente tiempo para ensayos. Pero aparte de las dos exposiciones en
marcha (una en común con la gran pianista y amiga Alicia de Larrocha) en el
Palau Robert y el Palau Güell, y el concierto en la Universidad del pasado 1 de
noviembre (no pude asistir), día exacto de los cien años del nacimiento de la
soprano, este era uno de los actos más esperados, si no el más.
Salió bien, o muy bien, aunque una de las participantes, Anne Schwanewilms, tuvo que quedarse en el hotel aquejada de resfrío y fiebre, y así faltaron sus contribuciones (Elsa de Lohengrin y la protagonista de Ariadne auf Naxos) que habrían equilibrado la ‘parte alemana’ con las otras.
Y aquí no tiene sentido, preferencias o resultados concretos aparte, hacer demasiadas distinciones. Todos colaboraron en un buen clima de equipo, redujeron (hasta donde sé) sus cachets, y no hubo divismos de ningún tipo.
Es cierto que la orquesta y su director, Macías, no tuvieron su mejor noche, pero entre la falta de ensayos y la participación de los profesores en la ópera de Adams milagros no se podían esperar. Estuvieron en cambio excelentes Julius Drake, muy requerido en el programa, y Rambeaud en la única pieza con guitarra (un instrumento que no podía faltar).
Porque el programa no fue una serie de piezas del repertorio de la cantante dispuesto de un modo u otro. Reflejó su doble condición de cantante de ópera y de cámara, y siguió un hilo conductor biográfico desde sus primeros años hasta el regreso al Liceu tras un cuarto de siglo de ausencia más un colofón final. Como las cantantes fueron alternándose según el paso de los años aquí no podré mantener ese orden para no repetirme y alargar innecesariamente.
En cuanto a la escenificación de Huguet fue sobria, sencilla, bien iluminada, y emotiva, como correspondía a la artista homenajeada. Sus vestidos de escena colgados dieron el toque justo, y el momento más emotivo fue al principio de la segunda parte, cuando se aludió a los sinsabores personales, y las tres artistas se presentaron sentadas e interactuando y al final se marcharon juntas.
El otro punto climático se dio en
un final que no constaba en el programa cuando la joven Grigoryan entonó un
fragmento de la Bachiana Brasileira número cinco de Villalobos (una de las
referencias discográficas de Victoria), acompañada en coro por las demás, y al
finalizar se dieron vuelta a mirar los vestidos. Tal vez hubiera faltado en ese
momento una foto o proyección de la homenajeada, que probablemente no lo
hubiera aprobado. También se utilizaron fragmentos de filmaciones de la propia
artista o familiares para acompañar los diversos momentos evocados (el más
logrado probablemente el rodado en Bayreuth, los más emotivos aunque algo
precarios los primeros).
Iré por orden alfabético. Agresta nos presentó su faceta
más lírica, con ‘Sì mi chiamano Mimì’ y sobre todo la gran escena de Desdemona
en el Otello de Verdi.
Alder destacó como liederista en Schubert (‘Die Forelle’)
y Mendelssohn (Auf Flügeln des Gesangen’)y como la Condesa de Las bodas de Figaro.
Connolly hizo la obertura con ‘An die Musik’ de Schubert,
y luego cantó ‘Vergebliches Ständchen’ de Brahms y la escena de la muerte de la
protagonista de Dido and Aeneas de
Purcell.
Di Donato cantó ‘Del cabello más sutil’ de Obradors (toda una primicia, espléndido castellano), la Charlotte de Werther y recreó (junto a Viotti) la famosa interpretación del dúo de los gatos atribuido a Rossini en el recital de despedida a Gerald Moore en 1968.
Grigoryan cantó dos Puccini, ‘Un bel dì vedremo’ y ‘Senza mamma’.
Puértolas evocó la
creación de ‘Damunt de tu només les flors’ de Mompou y la escena de Cours la
Reine de Manon (ópera en la que ya
había contribuido al homenaje a Victoria en la Ópera de Oviedo) con la que
concluyó apropiadamente la primera parte.
Said cantó la Salud de La vida breve de Falla y un Schumann (“Widmung”).
Ressurreiçao cantó (con la guitarra de Rambeaud) el
‘Fado’ de Halffter.
Theorin recordó, con la entrada de Elisabeth de Tannhäuser (precedida por la obertura de
la misma ópera), el debut en Bayreuth.
Viotti cantó el spiritual preferido de Victoria,
‘Sometimes I feel like a motherless child’, para pasar luego a ‘Una voce poco
fa’ del Barbiere di Siviglia (cantada
en la sala y sentada en la balaustrada del podio), y además de su participación
en el mencionado dúo ‘rossiniano’ interpretó el bis que de los Ángeles cantó
más veces en sus conciertos, la ‘Seguidilla’ de Carmen.
Hay que agradecer que todos ofrecieran lo mejor de sí
mismos y el público así pareció entenderlo. Gracias a todos los que lo hicieron
posible y en la medida en que lo facilitaron.
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