Reino Unido

Mahler y Elder: Ambos lacerantes

Agustín Blanco Bazán
viernes, 8 de diciembre de 2023
Mark Elder © 2023 by Groves Artists Mark Elder © 2023 by Groves Artists
Londres, sábado, 25 de noviembre de 2023. Royal Festival Hall. Alice Coote, mezzosoprano. Coro de la Filarmónica de Londres. Trinity Boys Choir. Orquesta Filarmónica de Londres bajo la dirección de Mark Elder. Gustav Mahler, Sinfonía nº 3 en re menor.
0,0530722

“Ticciati dirige Mahler” se anunció hasta que un día antes del concierto fuimos informados que Robin Ticciati había cancelado por razones de salud. Fue por esta razón que para salvar el concierto Mark Elder aceptó subir al podio a último momento. El resultado fue una versión excepcional, tal vez inspirada por el anhelo de superar un inconveniente mayúsculo con una entrega total.

Elder dirigió con la actitud de un director conocedor de la obra y experimentado en cómo vivificarla en una emergencia. Sólo miró la partitura de reojo de vez en cuando para concentrarse mas bien en instruir con expresiva asertividad a cada grupo de instrumentistas. Y éstos respondieron virtuosamente. Pocas veces pueden escucharse, como ocurrió en esta oportunidad, los trémolos de viola balanceados con virtuosas cadencias de trombones. Y también los solos de trompeta o la trompa de postillón off-stage salieron con espontánea tersura melódica. 

Las instrucciones de Elder se caracterizaron por un énfasis en contraste y cromatismos brillantemente diferenciados en sus texturas. El primer movimiento fue más bien de urgencia hacia la coda final y tan bien “empaquetado” que en ningún momento se experimentó esa sensación de longeur o incertidumbre que frecuentemente afecta algunas interpretaciones y…¡milagro!: el público londinense, cada vez más afecto a aplaudir entre movimientos, se quedó mudo de asombro. El Tempo di Menuetto del segundo movimiento comenzó algo insulso, pero enseguida se afianzó para progresar al comodo scherzando del tercero nuevamente a través de un buen contraste de ritmos y detalles orquestales emitidos, sin vergüenza, con extremo expresionismo,

Finalmente, la cumbre: Alice Coote se elevó hacia su atril dispuesta no solo a cantar sino a actuar el lied nocturno de Zaratustra. Imponente con su elegante atuendo negro, miró a uno y otro lado del auditorio como interrogando a la audiencia antes de solicitar su atención: “O Mensch, gib Acht.” Y su aserción de “Tief is Ihr Weh” (“Grande es vuestra pena”) fue respondida con un oboe que se extrapoló hasta sonar como el lamento desesperado de un niño. De allí en más la atmósfera fue mágica. 

El coro de mujeres y niños fue marcado con agresividad medida pero intensa, y el reflexivo comienzo del último movimiento fue de maravillosa sensibilidad, algo así como una melodía que comienza como reflexión reticente y tentativa para irse asentando sin pomposidades pero implacablemente, como respuesta a la queja del niño frente al sufrimiento, tan bien aullada por el oboe solista. 

Imposible, por lo menos para mí, no pensar en Gaza e Israel. E imposible, para todos, no dejarse llevar por la persuasión final de una resignación esperanzada. Más que un concierto, ésta fue una de esas veladas en las cuales Mahler se transforma en una liturgia de refugio y compasión.

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.