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Muy disfrutable Offenbach: La princesse de Trébizonde

Francisco Leonarte
jueves, 21 de diciembre de 2023
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La princesse de Trébizonde, opéra-bouffe en trois actes (Versión de diciembre de 1869 con los apéndices de la versión de julio de 1869. Edición Keck). Música de Jacques Offenbach. Libreto de Charles Nuittier y Étienne Tréfeu. Con Anne-Catherine Gille (Zanetta); Virginie Verrez (Prince Raphaël); Antoinette Dennefeld (Régina); Katia Ledoux (Paola); Christophe Gay (Cabriolo); Josh Lovell (Prince Casimir); Christophe Mortagne (Trémolini); Loïc Félix (Sparadrap; le directeur de la lotterie); Inna Husieva (Brocoli); Monica Mc Ghee (Francesco); Aleksandra Chernenko (Flaminio); Siân Griffiths (Riccardi); Beth Moxon (Borghetto); Johanna Harries y Annika-France Forget (Finocchini). Opera Rara Chorus (director del coro, Stephen Harris). London Philarmonic Orchestra. Dirección musical, Paul Daniel. Dos discos compactos. Grabación realizada en septiembre de 2022 en el Henry Wood Hall de Londres. Ingeniero de sonido, Mike Hatch. Dirección de diálogos, Jeremy Sams. Librillo con notas de Jean-Christophe Keck y argumento en inglés, francés, alemán e italiano. Texto integral en francés y en inglés. Producción, Opera Rara. ORC63
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Hace ya años que Opera Rara es uno de los sellos discográficos más interesantes del panorama. Precisamente porque se dedican a explorar repertorios olvidados con una muy alta calidad de interpretación. Gracias a Opera Rara el aficionado ha podido descubrir con regocijo obras de Pacini, Mercadante, Mayr o fragmentos de Manfroce, García, Zingarelli ... En tal sentido, sus recopilaciones por décadas sobre el melodrama italiano son auténticos tesoros, y todos los aficionados a la lírica le tenemos especial cariño y apego a Opera Rara.

El último título presentado sea tal vez menos oscuro que otros, puesto que al menos hay una grabación (eso sí, incompleta y no sé si comercializada) de los archivos de la RTVF, de cuando la radio por su cuenta exhumaba obras, grabándolas y difundiéndolas merced a una compañía estable (cuánto le debemos, los amantes de la lírica francesa a la desparecida troupe estable de la RTVF). Pero se trataba de una grabación, como decimos, incompleta, sabrosa pero sin el rigor que siempre aporta la intervención, como es el caso en Opera Rara, del gran especialista de Offenbach, Jean-Christophe Keck.

La princesse de Trébizonde, por su formato y por la popularidad de que gozó en su día, podría contarse entre las grandes realizaciones del músico. Cierto que su libreto no tiene la componente gamberra, azote de su tiempo, que aún hoy nos regocija en obras como Orfeo en los infiernos, La bella Helena, La vida parisina, Los bandoleros o La Gran duquesa de Gerolstein. En el caso de La princesa de Trebisonda estamos ante un libreto más amable, un libreto que, en ese sentido, anticipa lo que será la tónica de la opereta en los años 1870-1880, con textos menos ácidos, más convencionales en que prima sobre todo la a menudo tierna y previsible aventura sentimental de los protagonistas.

Eso sí, a pesar de un libreto que puede ser considerado menos interesante que los de las obras ya citadas, en La princesa de Trebisonda hallamos todo el ímpetu, toda la fuerza melódica y rítmica del gran Offenbach en sus mejores horas. Cada fragmento es una pequeña joya que da ganas inmediatas de bailarla y tararearla, y que desde luego no tiene nada -pero que nada- que envidiar a las polkas, valses y mazurkas de los Strauss vieneses. Ya solo por eso, este doble CD vale la pena.

Si además añadimos a eso una bonita presentación (como es costumbre en Opera Rara), con un aspecto visual simple y atractivo; si añadimos también un muy interesante artículo del especialista, Jean-Christophe Keck (por desgracia sólo en inglés); si añadimos las variantes de la primera versión recogidas al final del disco (variantes pues de la versión de Julio de 1869 en Baden-Baden, puesto que la versión grabada es la versión de París, de diciembre del mismo año), pues la verdad es que muchas cosas buenas hay.

Pues tantas cosas buenas, poco serían sin una interpretación llena de chispa. Voces sanas y adecuadas, cargadas de intención, una mezcla de jóvenes promesas y jóvenes estrellas, y una buena comprensión de los ritmos danzantes que a menudo son los empleados por Offenbach. Bravo pues a todos los intépretes dirigidos por Paul Daniel.

Unos diálogos llevados con buen ritmo de comedia y dichos con simpatía y sinceridad, evitan que el todo se convierta en una pura sucesión de números. Se agradece.

Es lástima sin embargo que la inteligibilidad no siempre esté presente. ¿Cuestión de toma de sonido ? Es probable, porque quien esto escribe ha tenido la suerte de escuchar en directo a Anne-Catherine Gillet (de voz espumosa y sugerente como el champagne) y a Antoinette Dennefeld (como divertida Périchole, por ejemplo) y a ambas se les entendía siempre muy bien. Tal vez la toma ha sido demasiado cercana o demasiado lejana para las voces femeninas -con las masculinas no se da ese problema.

Lo cierto es que este de la inteligibilidad es problema general de la lírica actual -más acuciante si cabe cuando se trata de géneros considerados «ligeros», como ópera-comique, opereta o zarzuela-, problema nacido al socaire de la mundialización (no todos los públicos entienden la lengua de la obra) y del aumento de volumen sonoro de las orquestas (circunstancia que hace premiar el volumen del cantante sobre su dicción).

En cualquier caso no supondrá problema para la mayoría de los auditores, que no tienen por qué dominar el francés y para quienes el libreto impreso, traducido al inglés e incluido en el cofrecillo, debiera bastar. Máxime cuando, como hemos dicho, las melodías offenbachianas son tan inmediatamente atractivas y están tan bien servidas.

Es decir, que estamos ante algo así como «el regalo ideal»: una obra poco frecuentada y que hará disfrutar sin ningún género de dudas a quien lo reciba. 

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