Reportajes
UcraniaRusia cada vez más dependiente de China
Juan Carlos Tellechea
La transformación postsoviética de Rusia de una economía planificada a una economía de mercado fue de la mano de la profunda integración económica del país con Occidente. Debido a la geografía, las infraestructuras y el hecho de que la mayor parte de la población rusa vive en la parte europea del país, se desarrolló un intenso intercambio económico con la UE en particular. Con su ventaja tecnológica, riqueza de capital y avidez de materias primas, Occidente era el complemento perfecto para la economía rusa.
China solo se convirtió en una alternativa digna de mención debido a su fuerte desarrollo económico a partir de principios de la década de 2000. Para Rusia, la República Popular China fue al principio sobre todo un proveedor de bienes de consumo baratos, pero gracias a su carrera tecnológica para ponerse al día, asumió cada vez más un papel complementario para muchos sectores de la industria rusa. Los comienzos de la cooperación económica ruso-china fueron más bien tímidos y se caracterizaron por un profundo escepticismo en Moscú.
Cambio del marco
La guerra de agresión a gran escala contra Ucrania desde febrero de 2022 ha cambiado fundamentalmente el marco de la cooperación ruso-china. La cooperación económica con China se ha convertido en vital para la supervivencia de Rusia. El comercio ruso-chino ha aumentado significativamente desde el comienzo de la invasión de Moscú. En cambio, las inversiones chinas en Rusia, que ya eran escasas, no han dejado de reducirse desde entonces.
El debilitamiento de la economía en China, entre otras razones por la retracción de la demanda internacional, ha llevado incluso a la rebaja de la clasificación crediticia de estable a negativa por una influyente agencia internacional. La medida se justifica por el menor crecimiento económico a mediano plazo y la continua contracción del sector inmobiliario en la República Popular.
Problemas y conclusiones
Los combustibles fósiles siguen siendo la espina dorsal de la cooperación económica ruso-china, aunque falta la infraestructura necesaria para una expansión más rápida de las exportaciones rusas. Las exportaciones rusas de defensa a China llevan varios años disminuyendo. China, por su parte, exporta cada vez más productos de doble uso a Rusia, que la industria rusa de defensa necesita urgentemente, constata en un exhaustivo estudio sobre las relaciones económicas entre ambos países el politólogo Dr Janis Kluge, jefe adjunto del Grupo de Investigación sobre Europa Oriental y Eurasia de la Fundación Ciencia y Política (Stiftung Wissenschaft und Politik, SWP), gabinete estratégico con sede en Berlín que asesora al gobierno y al parlamento federal de Alemania.
La cooperación ruso-china en la industria de las tecnologías de la información ha disminuido drásticamente desde el comienzo de la guerra de agresión contra Ucrania, ya que las empresas digitales chinas temen sanciones secundarias de Estados Unidos. El comercio de Rusia con China se realiza en gran medida en yuanes. Sin embargo, Rusia sigue dependiendo del dólar estadounidense para comerciar con otros países, agrega el Dr Janis Kluge en dicho estudio, titulado Russisch-chinesische Wirtschaftsbeziehungen – Moskaus Weg in die Abhängigkeit (Relaciones económicas ruso-chinas - El camino de Moscú hacia la dependencia).
Rusia no habrá de transigir
Es poco probable que Rusia transija en la guerra contra Ucrania; el Kremlin parece más dispuesto a aceptar un aislamiento económico aún mayor si fuera necesario que a cambiar de rumbo. Al mismo tiempo, para Pekín es crucial que Vladimir Putin sobreviva políticamente, no solo porque actualmente es el garante más importante de la asociación ruso-china, sino también porque la inestabilidad política con el aliado más cercano podría dañar la imagen de los propios gobernantes chinos.
Por esta razón, es poco probable que Pekín tenga mucho interés en utilizar la presión económica para arrinconar a Putin en una situación que desafíe su control del poder. Así pues, el dominio económico sobre Rusia apenas reporta a China dividendos en política exterior, al menos a corto plazo.
Dependiendo del curso de la guerra en Ucrania y de la actitud de Pekín hacia Moscú, la cooperación sino-rusa también alberga un potencial de conflicto en la relación de Occidente con China. Si Rusia consiguiera ampliar su producción armamentística con ayuda china y así poder hacer retroceder militarmente a Ucrania, el papel de la República Popular en Occidente ganaría rápidamente en importancia.
Las empresas chinas podrían entonces convertirse también en el foco de las sanciones occidentales. Por el contrario, si el fracaso económico o militar de Rusia pusiera en peligro el poder de Putin, los responsables políticos de Pekín podrían inclinarse a apoyar más abiertamente al presidente e incluso considerar la posibilidad de suministrar armas a su vecino. Un paso así sumiría las relaciones entre la UE y la República Popular en una profunda crisis.
Cómo surgió todo
La construcción de un importante oleoducto a finales de la década de 2000 marcó el inicio de una expansión cada vez más rápida del comercio ruso-chino. La demanda casi insaciable de China de materias primas procedentes de Rusia y su oferta de exportación en constante crecimiento provocaron un aumento continuo del comercio bilateral de bienes en la década de 2010.
Al mismo tiempo, también se produjo un claro cambio en la política exterior rusa. La relación de Moscú con Occidente se enfrió. A más tardar después de que Rusia se anexionara Crimea en 2014 e iniciara su guerra encubierta en el Donbás, los conflictos dominaron las relaciones. La asociación entre Pekín y Moscú se profundizó, no como resultado directo de este cambio, sino impulsada por él. En febrero de 2022, poco antes del inicio de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, el presidente de China, Xi Jinping, calificó la relación bilateral de "amistad sin fronteras".
Rezago
Sin embargo, la realidad económica de Rusia quedó rezagada con respecto a este cambio en la política exterior, a pesar de las sanciones introducidas en 2014. Las empresas rusas siguieron centrándose en el capital occidental, la tecnología occidental y la venta de materias primas a la Unión Europea, a pesar de que Putin y Xi han aprovechado numerosas cumbres para publicitar el éxito de la cooperación económica sino-rusa. Aunque la importancia económica de China para su país vecino creció gradualmente, Rusia seguía siendo mucho más dependiente económicamente de Occidente en casi todos los aspectos hasta su invasión de Ucrania.
El inicio de la guerra en 2022 marcó una profunda ruptura en las relaciones tanto ruso-occidentales como ruso-chinas. Las sanciones impuestas posteriormente por Occidente han anunciado el proceso de desvinculación permanente de Rusia del mundo económico occidental, aunque no afecten a todos los ámbitos de la cooperación económica. En este contexto, la cooperación con China se ha convertido en vital para la supervivencia de gran parte de la economía rusa y probablemente también para el régimen de Moscú. La importancia de la República Popular va más allá de las impresionantes cifras del auge del comercio entre ambos países desde 2022.
Importancia
Entre los principales países industrializados, China es el único que sigue comerciando con Rusia casi sin restricciones. No solo es importante el volumen de las exportaciones chinas. Su composición desempeña un papel de igual trascendencia, porque cierta tecnología para Rusia, por ejemplo, sería casi imposible de obtener en otro lugar debido a las sanciones. Además, la moneda y la infraestructura financiera de China se han convertido en algunos lugares en un sustituto del sistema financiero occidental para Rusia. El comportamiento de Pekín hacia Moscú es también un modelo para otros terceros países que se encuentran en una situación similar entre Rusia y Occidente.
La forma en que se desarrollen las relaciones económicas ruso-chinas es de suma importancia no solo para el futuro económico de Rusia, sino también para el progreso de la guerra en Ucrania y la situación de seguridad a largo plazo en Europa. Cooperando con China, Moscú puede mitigar el impacto de las sanciones occidentales, al menos a corto plazo. Aunque la República Popular siga absteniéndose de suministrar armas pesadas a Rusia, sus amplias exportaciones de bienes, materiales, componentes y maquinaria de doble uso permiten la expansión de la producción armamentística rusa. Esto no solo supone una amenaza directa para Ucrania, sino que también determina el potencial de poder estratégico de Rusia en Europa a largo plazo. En junio de 2023, la UE sancionó por primera vez a empresas chinas por su supuesto apoyo directo a la industria militar rusa. Esto demuestra que las relaciones económicas ruso-chinas también pueden tensar fuertemente las relaciones entre China y Occidente.
Nada de obsequios
Sin embargo, Moscú no puede esperar recibir ningún regalo de Pekín en su aislamiento económico parcial. La actitud de China hacia su socio es siempre ambivalente, en parte por preocupación ante las sanciones secundarias de Estados Unidos y en parte por su empeño en no ofender a los Estados europeos. A diferencia de años anteriores, desde el comienzo de la guerra no se ha anunciado ningún gran proyecto conjunto simbólico entre ambos países. Aunque las empresas chinas se están beneficiando en muchos ámbitos de las lagunas dejadas por las corporaciones occidentales en Rusia, los dirigentes chinos han intentado hasta ahora evitar dar la impresión de ayudar activamente a su vecino.
Desarrollo de las relaciones económicas ruso-chinas
En la cada vez más estrecha asociación entre Rusia y China, las relaciones económicas han tenido durante mucho tiempo una existencia en la sombra. Poco después de que Putin asumiera la presidencia en 2000, ambas partes forjaron planes de gran alcance para intensificar la cooperación bilateral en el sector de la energía y las materias primas. Sin embargo, la mayoría de estos planes se archivaron a mediados de la década de 2000. En su lugar, tanto Rusia como China centraron sus actividades económicas en Occidente para beneficiarse de las tecnologías, el capital y los mercados de allí.
La crisis financiera mundial de 2008/2009 provocó las primeras dudas en Moscú sobre esta orientación hacia Occidente. El desplome económico en Estados Unidos y Europa y la profunda recesión posterior en Rusia dieron que pensar a la élite del país. Los responsables políticos de Moscú achacaron la difícil situación rusa principalmente a los errores de la política económica estadounidense. Por eso, por primera vez, vieron un grave problema en la dependencia económica unilateral de Rusia respecto a Occidente. China, por su parte, había salido indemne de la recesión mundial y proseguía su auge económico casi sin inmutarse, lo que impresionó a los dirigentes rusos.
Giro
Sin embargo, ésta no empezó inmediatamente a reorientar su propia economía hacia Oriente. En su lugar, bajo la presidencia de Dmitri Medvédev, Rusia intentó primero "reiniciar" políticamente las relaciones ruso-estadounidenses entre 2008 y 2012. Medvédev también inició el megaproyecto de "Modernización" de su presidencia, una campaña de modernización con un sesgo económico liberal. El buque insignia del programa fue el centro de innovación Skolkovo, proyectado cerca de Moscú, en el que Occidente actuó como socio más importante y el Silicon Valley estadounidense como modelo. No fue hasta el regreso de Putin al Kremlin en 2012 cuando los dirigentes del país se tomaron más en serio el giro económico y político hacia China.
En vísperas de su candidatura a las elecciones presidenciales de ese año, Putin ya había publicado un texto programático sobre el futuro económico de Rusia, en el que proponía dirigir el "viento chino" hacia las velas de su propia economía. El crecimiento y el progreso ya no eran el único foco de sus ambiciones; más bien, la política económica de Putin se caracterizaba cada vez más por una actitud antioccidental. Con el telón de fondo del despliegue de la OTAN en Libia en 2011 y la simpatía occidental por el movimiento de protesta ruso tras las elecciones a la Duma de ese mismo año, su retórica hacia Occidente se volvió cada vez más amarga y hostil a principios de la década.
Crece la gravitación económica de China
La reorientación de la economía rusa recibió un impulso adicional cuando la UE y Estados Unidos impusieron las primeras sanciones sectoriales contra el país en 2014 en respuesta a la intervención encubierta de Moscú en el Donbás ucraniano y la anexión de Crimea. Bajo el lema de un "giro hacia el Este", las penurias de la economía rusa inducidas por las sanciones iban a convertirse en una virtud, al menos en la propaganda estatal. Tanto interna como externamente, Putin utilizó el creciente comercio con China para presentar las medidas occidentales como inútiles e ineficaces.
Sin embargo, el crecimiento real del comercio ruso-chino en la década de 2010 se debió menos a las sanciones occidentales o al florecimiento de la asociación bilateral bajo los presidentes Putin y Xi. En cambio, la principal fuerza motriz fue la expansión económica de la República Popular. Tras la crisis ucraniana de 2014, el Kremlin puso en marcha algunos importantes proyectos ruso-chinos en los ámbitos de la defensa y la energía. Sin embargo, la mayoría de ellos ya se habían finalizado en años anteriores y no fueron consecuencia directa del cambio en el clima de política exterior.
Condiciones
La guerra contra Ucrania ha modificado fundamentalmente las condiciones marco de la cooperación ruso-china. Incluso después de 2014, la política económica rusa siguió caracterizándose por contradicciones e intereses particulares que obstaculizaban una verdadera profundización de las relaciones comerciales con China. La respuesta de la política industrial rusa a las sanciones occidentales de 2014 se dirigió principalmente a reforzar su propia soberanía económica, y menos a desplazar las dependencias externas de los socios occidentales a China.
La sustitución de importaciones era la máxima prioridad, en parte porque los intereses de influyentes grupos de presión económicos coincidían con las consideraciones de política exterior y de seguridad del Kremlin. Moscú siguió acercándose a su cada vez más poderoso vecino del este con cierta cautela.
En cuanto a la política comercial, por ejemplo, no se produjo ningún acercamiento significativo entre Rusia y China en la década de 2010. Moscú se resistió a los esfuerzos de China por promover una mayor integración económica en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghai. Pekín desarrolló entonces el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, liderado por China, mientras que Rusia fundó en 2015 la Unión Económica Euroasiática (UEEA), que domina. Por tanto, ambas partes solo persiguieron la integración económica allí donde no afectara a su propia soberanía y control.
Temores
Moscú temía la competencia de los productos chinos para su propia industria y deseaba principalmente atraer inversión extranjera directa (IED) de la República Popular, mientras que China estaba especialmente interesada en ampliar sus exportaciones. Esto puso estrechos límites a sus planes conjuntos. En 2015, Putin y Xi anunciaron la "vinculación" (Sopryasheniye) de los dos grandes proyectos, la Nueva Ruta de la Seda y la UEEA. Sin embargo, aparte del hecho de que se crearon varios grupos de trabajo a nivel de expertos con este fin, que luego solo se reunieron con poca frecuencia, esta vaga declaración de intenciones se mantuvo en gran medida.
Un acuerdo de libre comercio firmado entre la UEEA y China en mayo de 2018 es "no preferencial", es decir, no implica directamente la reducción de aranceles o barreras comerciales no arancelarias. Uno de los pocos cambios estructurales destinados a profundizar en las relaciones económicas fue la creación de varias comisiones bilaterales a nivel ministerial. Por ejemplo, en 2014 se creó la Comisión Ruso-China para la Cooperación en materia de Inversiones. Además, se creó una comisión para el desarrollo del Lejano Oriente ruso, una región estructuralmente débil, la región del Baikal y el noreste de China.
Intercambio
La cooperación bilateral fue especialmente fructífera en las exportaciones rusas de materias primas y en las áreas comerciales vecinas. Al rebufo del hambre de recursos de China, las exportaciones rusas de carbón, gas natural licuado, metales y minerales, así como algunos productos agrícolas, siguieron aumentando de 2014 a 2022. Las pocas inversiones importantes que China realizó en Rusia también recayeron en los sectores de las materias primas y la agricultura.
Al mismo tiempo, seguía dándose el caso de que la República Popular era mucho menos importante para la economía de Rusia que Occidente en casi todos los ámbitos. Por tanto, la realidad económica difería significativamente del clima de política exterior, que desde la perspectiva de Moscú se caracterizaba por una creciente amistad con China y un aumento constante de la hostilidad antioccidental.
China, salvavidas en la crisis
Con el inicio de la guerra de agresión a gran escala contra Ucrania en febrero de 2022, las condiciones marco para la cooperación ruso-china cambiaron radicalmente. De la noche a la mañana, la realidad política se puso al día con la realidad económica. Rusia se vio sumida en el caos económico durante un breve periodo al colapsarse las cadenas de suministro que se habían desarrollado durante décadas con socios occidentales. Las empresas buscaban desesperadamente componentes, materiales y piezas de repuesto para mantener su producción. Encontraron lo que buscaban sobre todo en China, el único gran país industrializado que no había impuesto sanciones a Rusia.
Aunque Pekín criticó duramente las medidas punitivas, al principio no estaba claro si las empresas chinas estarían dispuestas a suministrar a Rusia productos sancionados. Algunas grandes empresas chinas, como Huawei, restringieron drásticamente sus exportaciones a Rusia, mientras que los bancos chinos mantuvieron las distancias por temor a posibles sanciones secundarias. En otros ámbitos de la cooperación económica, sin embargo, las sanciones han seguido siendo un factor de perturbación masiva.
Comercio e inversiones
El volumen de comercio entre Rusia y China alcanzó un nuevo récord de 114.500 millones de dólares en el primer semestre de 2023. Aunque el aumento del comercio ruso con China sigue una tendencia a largo plazo, impulsada principalmente por el crecimiento económico de la República Popular, las sanciones occidentales contra Rusia han supuesto de nuevo un fuerte impulso. Las inversiones chinas en Rusia (apenas hay inversiones rusas en China) muestran la tendencia contraria: con el inicio de la invasión de Ucrania, la ya muy escasa afluencia de capital chino allí se ha secado casi por completo. Los riesgos de una implicación a largo plazo en el mercado ruso superan las posibles oportunidades económicas.
El comercio crece con dinamismo
China es uno de los socios comerciales más importantes de Rusia desde mediados de la década de 2000. En 2010, el volumen de comercio con la República Popular superó por primera vez al del líder anterior, Alemania, aunque la importancia de China se mantuvo por debajo de la del conjunto de la UE hasta 2022. La invasión de Ucrania por Moscú catapultó el comercio ruso-chino a un nuevo nivel. (Ver Gráfico 1)
En el primer semestre de 2023, el 35% de las importaciones rusas procedían de China. Cuando Putin tomó el poder en el Kremlin como presidente en 2000, la cuota era aún del 3%. La evolución de las exportaciones rusas fue similar, con más del 30% destinado a China en 2022. Sin embargo, desde la perspectiva china, Rusia ha seguido siendo un socio relativamente pequeño, a pesar de que su cuota en el volumen de negocios del comercio chino aumentó del 2,5% al 4% tras el inicio de la guerra.
Asimetría
A medida que se intensificaba el comercio, crecía la asimetría en las relaciones económicas. Esto también se refleja en el tipo de bienes comerciados. Hasta mediados de la década de 2000, Rusia importaba principalmente de China bienes de consumo más baratos e intensivos en mano de obra (como zapatos, ropa y artículos de cuero). Desde entonces, las importaciones de China son cada vez más intensivas en tecnología y de alto valor, y la proporción de bienes de capital ha aumentado significativamente. Más de la mitad de las importaciones totales procedentes de China en el primer semestre de 2023 pertenecían a las categorías de ingeniería mecánica (23%), construcción de vehículos (19%) y electrónica (15%).
La composición de las exportaciones rusas a China también ha cambiado significativamente con el tiempo. Hasta mediados de la década de 2000, apenas se suministraban fuentes de energía desde Rusia al Reino Medio. Predominaban los bienes industriales como los productos químicos, la maquinaria y los productos siderúrgicos. Hoy, sin embargo, Rusia apenas vende a la República Popular bienes intensivos en tecnología (aparte de las exportaciones de defensa, que no pueden consultarse a través de las estadísticas comerciales públicas). Las exportaciones más importantes del país a China en el primer semestre de 2023 fueron los combustibles fósiles (74%), los metales y minerales (10%) y la madera (4%).
Más allá de las exportaciones de materias primas, Rusia también ha logrado pequeños éxitos en la exportación de productos agrícolas. Los aceites vegetales y las semillas oleaginosas (especialmente la soja) representaron el 3,5% de las exportaciones rusas a China en el primer semestre de 2023. Para la industria pesquera rusa (2,4% del total de las exportaciones rusas a la República Popular), China es el cliente más importante de la costa del Pacífico.
El comercio de servicios, por otra parte, ha desempeñado hasta ahora un papel subordinado en las relaciones económicas bilaterales. Una excepción es el turismo chino en Rusia, que crecía rápidamente antes de la crisis del coronavirus.
Las sanciones impuestas a Rusia a partir de febrero de 2022 provocaron un breve colapso del comercio mutuo. Las importaciones del país procedentes de China cayeron de 7.300 millones de dólares en enero de 2022 a 3.800 millones en marzo siguiente. Esto se debió principalmente al caos y la gran incertidumbre de las primeras semanas de las sanciones.
Las cadenas logísticas y las transacciones de pago se interrumpieron en muchos lugares durante algún tiempo. Sin embargo, el comercio se recuperó muy rápidamente a partir de mayo de 2022, y las importaciones de Rusia procedentes de China alcanzaron un nuevo máximo histórico de 8.800 millones de USD en diciembre de ese año.
En el segundo trimestre de 2023, China exportó a Rusia productos de ingeniería mecánica y electrónica por valor de unos 3.600 millones de dólares al mes.
Las importaciones rusas procedentes de la UE se han reducido en más de dos tercios en este ámbito. La tendencia de las exportaciones chinas al país lleva algún tiempo en aumento en el sector de la ingeniería mecánica.
Sin embargo, según las encuestas, la mayoría de las empresas rusas también están buscando sustitutos en la República Popular para los productos sancionados a partir de febrero de 2022. Sin embargo, las exportaciones directas chinas de productos electrónicos a Rusia han tendido a disminuir en general y aún no han vuelto al nivel de diciembre de 2021.
Línea de alta velocidad Moscú-Kazán: eterno proyecto de prestigio
La lista de proyectos de inversión ruso-chinos está encabezada desde 2014 por la construcción de una nueva línea de tren de alta velocidad entre Moscú y la ciudad de Kazán (esta última se encuentra a unos 700 kilómetros al este de la capital). Hasta la fecha, Rusia no disponía de una red ferroviaria propia para trenes de alta velocidad. Tras la anexión de Crimea, el proyecto pretendía simbolizar la nueva asociación entre Rusia y China. Sin embargo, ya no se persigue activamente.
La línea ferroviaria estaba pensada como un segmento del enlace de transporte entre Moscú y Pekín como parte de la Nueva Ruta de la Seda de China. Pekín había acordado aportar 52.000 millones de rublos (700 millones de euros en aquel momento) para el primer tramo de la ruta y otros 1.000 millones de dólares estadounidenses para el segundo tramo al capital de la empresa patrocinadora. La República Popular también quería aportar un préstamo de 400.000 millones de rublos (5.700 millones de euros en aquel momento) a través del Banco de Desarrollo de China. En 2016, Rusia consiguió incluso disuadir a la parte china de su inicialmente persistente demanda de garantías estatales para los préstamos.
Caro y poco alcance
Sin embargo, el ferrocarril estatal ruso declaró al año siguiente que los préstamos chinos eran demasiado caros y su alcance demasiado pequeño. Al mismo tiempo, se celebraron negociaciones con un consorcio alemán -formado por Siemens, Deutsche Bank y Deutsche Bahn, entre otros- sobre una cooperación alternativa. Como parte de una consolidación presupuestaria, Rusia recortó el presupuesto para el proyecto en un 30% en una primera medida en 2017.27 Además, surgió una disputa legal entre los ferrocarriles estatales rusos y las oficinas de planificación de la ruta, algunas de las cuales procedían de China.
En 2020, los planes para el proyecto desaparecieron finalmente en un cajón debido a los costes excesivos y al incierto volumen de pasajeros. En lugar de la ruta hacia el este, se iba a construir una línea ferroviaria de alta velocidad financiada por la propia Rusia desde Moscú hasta San Petersburgo, en el noroeste, aunque el Sapsan (que circula por la red ferroviaria general) ya ofrece una conexión relativamente rápida entre ambas ciudades.
Vehículos automotores
Por otra parte, las exportaciones de vehículos chinos a Rusia han crecido enormemente. En el segundo trimestre de 2023, ascendían a unos 2.000 millones de dólares estadounidenses al mes, lo que supone aproximadamente cinco veces el volumen mensual del año 2021 anterior a la guerra. Las importaciones mensuales de automóviles chinos crecieron de 100 millones de dólares estadounidenses antes de la guerra a algo menos de mil millones de dólares estadounidenses recientemente. El comercio de vehículos comerciales evolucionó de forma similar. Solo en junio de 2023, se entregaron de China a Rusia tractocamiones por valor de unos 437 millones de dólares estadounidenses.
La principal razón del aumento de las importaciones de automóviles es la caída de la producción rusa de automóviles, que estaba en gran parte en manos de empresas occidentales como Renault, Volkswagen y Hyundai. Antes, los vehículos pesados se fabricaban en Rusia o se importaban de los países sancionadores. Los vehículos chinos tenían aquí una existencia de nicho antes de que empezara la guerra. Sin embargo, China domina ahora la mayor parte del mercado ruso de vehículos nuevos. En junio de 2023, los camiones chinos ocupaban los cinco primeros puestos en las listas de ventas. Aunque los diez coches más vendidos siguen encabezados por el Lada Granta ruso, en conjunto también están dominados por modelos chinos.
Componentes transbordados por China
Además de vehículos, Rusia ha estado recibiendo recientemente muchos materiales y componentes de China, cuyo valor puede no destacar en los datos comerciales globales, pero que sin embargo son cruciales para la economía y la economía de guerra del país. Por ejemplo, Rusia sigue dependiendo de los semiconductores de los fabricantes occidentales para su producción de defensa. En la primavera de 2022, las exportaciones de semiconductores de China a Rusia aumentaron espectacularmente.
Los datos de las aduanas rusas muestran que una gran proporción de las exportaciones chinas no son Made in China, sino que se producen para empresas occidentales como Intel, Texas Instruments o Infineon en terceros países como Malasia o Taiwán y pasan por intermediarios chinos. Aunque algunas grandes empresas chinas de TI ya no suministran directamente a Rusia su propia tecnología por temor a sanciones secundarias, la República Popular se ha convertido en el mayor centro de transbordo para las importaciones rusas de productos occidentales de doble uso.
Las exportaciones rusas a China también cayeron brevemente al comienzo de las sanciones, aunque el descenso fue mucho menos pronunciado debido, entre otras cosas, al aumento de los precios de las materias primas. Las exportaciones rusas a China alcanzaron un nuevo valor récord de 9.200 millones de dólares en abril de 2022. Sin embargo, China aumentó sus importaciones de petróleo de Rusia ese año en mucha menor medida que la India, por ejemplo, que compró la mayor parte de los suministros vendidos anteriormente a Europa.
Inversores chinos poco interesados
La asociación cada vez más estrecha en política exterior entre Moscú y Pekín apenas ha avivado el interés de los inversores chinos en Rusia. Hasta la fecha, las inversiones de la República Popular solo han desempeñado allí un papel secundario. Tras el inicio de la invasión de Ucrania, las empresas chinas han tendido a contenerse aún más.
Según las últimas estadísticas disponibles del Banco Central de Rusia, China representaba a finales de 2021 menos del 1% del total de la inversión extranjera directa en Rusia (610.000 millones de dólares), con 3.300 millones de dólares34 . Parte del capital no aparece en las estadísticas bilaterales porque llega a Rusia a través de sociedades holding en jurisdicciones como Chipre, las Islas Caimán o las Bahamas.
Los datos más recientes del Ministerio de Comercio chino, que tienen en cuenta en parte estas inversiones "vía bandas", muestran un stock de 10.600 millones de dólares estadounidenses en 2021. Sin embargo, esta cifra también lleva a la conclusión de que las inversiones chinas aún no han desempeñado un papel importante para la economía rusa. Desde la perspectiva de la República Popular, la localización no es ciertamente relevante: Rusia solo representó el 0,4% del total de las inversiones directas chinas en el extranjero en 2021.
No son filántropos
Una aproximación al volumen real de la IED china en Rusia es posible con bases de datos basadas en informes de los medios de comunicación y comunicados de prensa de las empresas. Entre ellas se incluye el China Global Investment Tracker (CGIT) del American Enterprise Institute (AEI). Para 2012-2021, el CGIT indica proyectos de inversión chinos en Rusia por un total medio de 4.500 millones de USD al año, lo que corresponde a alrededor del 2,6% del total de proyectos extranjeros chinos en este periodo. Sin embargo, el CGIT también adolece de problemas metodológicos, ya que no todos los proyectos de inversión enumerados se realizan realmente en la medida indicada.
La distribución de los sectores en los que las empresas chinas invierten en Rusia es muy similar a la estructura de las exportaciones de bienes rusos a China. Según el CGIT, la industria energética rusa representó un total del 55,2% (25.000 millones USD) de la IED china entre 2012 y 2021. Esto incluye grandes inversiones individuales en la producción de petróleo y gas en particular, pero también en redes eléctricas y centrales eléctricas. Otro 7,7% (3.500 millones de dólares) se destinó a la minería y la industria metalúrgica. Desde hace algunos años, los inversores chinos también se han centrado en la industria química rusa (11% o 5.000 millones USD, de los cuales 4.500 millones USD se invirtieron en 2019-2021).
La Comisión Ruso-China para la Cooperación en materia de Inversiones elabora una lista anual de proyectos especialmente importantes, la mayoría de los cuales, sin embargo, no han pasado del estado de anuncio incluso después de muchos años. Los nuevos proyectos se añadieron a la lista principalmente en los años 2014-2019. Está incompleta y contiene proyectos de carácter y alcance muy diferentes. Por ejemplo, falta la importante inversión china en proyectos de gas natural licuado de la empresa rusa Novatek. Sin embargo, al igual que en la lista CGIT, las inversiones en este ámbito se redujeron significativamente con el inicio de la pandemia de coronavirus. A partir de 2022, no se observan nuevas inversiones ni en la lista CGIT (en junio de 2023) ni en la visión general de la Comisión (en noviembre de 2022). En su lugar, el acta de la última reunión de la Comisión hace referencia a "retos sin precedentes" para la cooperación.
El bajo nivel de inversión de China refleja principalmente la falta de atractivo del mercado ruso, que además apenas promete oportunidades de crecimiento a largo plazo debido a las sanciones occidentales. Producir en Rusia para otros mercados no resulta muy atractivo, dada la escasez de mano de obra y el subdesarrollo de las infraestructuras. Especialmente en el Extremo Oriente del país, donde Moscú esperaba un impulso de desarrollo por parte del capital chino y donde está prevista una gran parte de los proyectos de inversión conjunta, la irregularidad de las infraestructuras es un factor importante. A esto se añaden los elevados obstáculos burocráticos. Navegar a través de una maraña de barreras de mercado, algunas de las cuales utilizan los grupos de presión rusos para protegerse de la competencia china, se hace aún más difícil por la escasa experiencia de las empresas chinas en el país vecino.
Rusia, lugar tóxico
Las sanciones occidentales también obstaculizan una mayor participación de los inversores chinos. Con las medidas impuestas en 2022, Rusia se ha convertido en un lugar prácticamente tóxico para muchas empresas chinas si no quieren poner en peligro sus relaciones con Occidente. Una de las respuestas de Rusia a las sanciones ha sido ocultar las relaciones comerciales potencialmente sensibles. Con ello se pretende proteger a las empresas y propietarios sujetos a las sanciones de los vigilantes de sanciones occidentales. Sin embargo, los inversores extranjeros inexpertos, en particular, corren el riesgo de involucrarse involuntariamente con socios comerciales sancionados y, en última instancia, caer ellos mismos en el punto de mira de las medidas occidentales. Dado que Rusia es un mercado relativamente pequeño desde la perspectiva china, las grandes empresas y bancos de la República Popular no suelen estar dispuestos a asumir tales riesgos para sus negocios en el país.
En vista de su crisis económica inducida por las sanciones, Rusia desea expresamente que las empresas chinas se impliquen más. El presidente Putin dijo en marzo de 2023 que Moscú estaba dispuesto a apoyar a las empresas chinas para sustituir la producción de las empresas occidentales que han abandonado Rusia. Las empresas chinas están en conversaciones para hacerse cargo de fábricas occidentales de electrodomésticos, por ejemplo. Sin embargo, hasta ahora apenas ha habido resultados concretos. La situación es similar en la industria automovilística rusa, que sufre especialmente la retirada de los fabricantes occidentales. También aquí se está considerando la posibilidad de inversiones procedentes de la República Popular. Sin embargo, la parte china es reacia a comprometerse a largo plazo y está más interesada en exportar sus propios coches o, en el mejor de los casos, en una asociación en la que el montaje final de los vehículos chinos tendría lugar en Rusia.
Cooperación estratégica
Cada vez son más los sectores económicos en los que cooperan Rusia y China, y algunos de ellos revisten especial importancia estratégica. Tradicionalmente, las relaciones energéticas han sido fundamentales para Moscú. Las grandes inversiones en infraestructuras de exportación requieren relaciones de suministro estables y, por tanto, también asociaciones en política exterior durante varias décadas. La cooperación en defensa, economía digital, moneda y sistemas financieros también desempeña un papel especial para Rusia, ya que aquí pueden surgir profundas dependencias a largo plazo. En algunos de los sectores económicos estratégicos, la guerra y las sanciones han supuesto un impulso, mientras que otros han causado enormes problemas.
La energía sigue siendo la espina dorsal de la cooperación
La industria energética ha sido el pilar más importante de la cooperación económica ruso-china desde mediados de la década de 2000. Las exportaciones de petróleo han dominado las exportaciones rusas a China desde finales de la década. El requisito previo para ello fue la construcción del Oleoducto Siberia Oriental-Océano Pacífico (ESPO), que tiene casi 5.000 kilómetros de longitud en total, se terminó en 2012 y puede transportar actualmente -tras varias ampliaciones- unos 80 millones de toneladas de crudo al año hacia el este, lo que corresponde a 1,6 millones de barriles al día. Una parte de los suministros, en concreto hasta 35 millones de toneladas anuales, se transporta directamente a China por oleoducto. El resto se procesa en el Lejano Oriente ruso o se envía a través de los puertos del Pacífico.
La construcción de la ESPO se acordó en 2009 y se financió con un préstamo de 25.000 millones de dólares de la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC). A cambio, la empresa estatal rusa Rosneft se comprometió a suministrar 15 millones de toneladas de crudo al año durante 20 años. En 2013, se acordó duplicar las entregas a través de la ESPO y se acordaron entregas adicionales por parte de Kazajstán. El volumen de las exportaciones rusas de petróleo a China se multiplicó por más de seis entre 2010 y 2022, pasando de 12,8 millones de toneladas (6% del total de las exportaciones rusas de petróleo) a 86,2 millones de toneladas (36%).
Petróleo
En la exploración y explotación de yacimientos petrolíferos -cada vez más difíciles tecnológicamente, porque se trata de reservas cada vez más profundas y remotas-, la industria petrolera rusa no ha podido contar hasta ahora con la ayuda china. Las empresas de allí no ofrecen alternativas a los proveedores de servicios occidentales altamente especializados, que se han retirado en gran medida debido al embargo tecnológico que pesa sobre el sector energético ruso. Por lo tanto, las mayores reservas de petróleo de la plataforma ártica siguen estando por el momento fuera del alcance de Rusia, que limita cada vez más la producción de petróleo ante el agotamiento de los yacimientos más antiguos.
Gas
En contraste con el petróleo, el gas natural apenas desempeñó un papel en las exportaciones rusas a China durante mucho tiempo. Esto cambió gradualmente a partir de diciembre de 2019, cuando la compañía energética rusa Gazprom puso en funcionamiento el tramo más largo del gasoducto Power of Siberia (PoS). El PoS conecta directamente China con los yacimientos de gas rusos en el este de Siberia.
La construcción del gasoducto se venía negociando desde mediados de la década de 2000. Finalmente se acordó en 2014, bajo el impacto de las primeras sanciones económicas occidentales contra el sector energético ruso. En aquel momento, Gazprom cifró el valor total de las exportaciones de gas acordadas en unos 400.000 millones de dólares estadounidenses, lo que equivale a 13.300 millones de dólares anuales durante los 30 años de vigencia del contrato.
Está previsto que el gasoducto transporte a China unos 38.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año tras una fase de puesta en marcha que durará varios años. Gazprom también espera aumentar el volumen a 44.000 millones de metros cúbicos en 2032, siempre que la parte china esté de acuerdo. En 2022, sin embargo, el volumen suministrado por PoS seguía siendo de 15.500 millones de metros cúbicos.
Para la industria petrolera rusa, China aún no es una alternativa a los proveedores de servicios altamente especializados de Occidente. A Gazprom le gustaría ampliar sus relaciones gasísticas con China con gasoductos adicionales a través de las montañas de Altai y Mongolia y exportar a largo plazo a la República Popular un total de hasta 130.000 millones de metros cúbicos al año. El hecho de que la empresa redujera en gran medida su suministro de gas a Europa en 2022 también influye en este sentido. En 2019, Gazprom aún suministró 199.000 millones de metros cúbicos a clientes europeos.
Sin embargo, Rusia dispone ahora de grandes capacidades ociosas en la península de Yamal, que no puede desviar a China sin infraestructuras adicionales. Concretamente, los dirigentes rusos están negociando con China y Mongolia un posible nuevo gasoducto con una capacidad de 50.000 millones de metros cúbicos. Esto significaría que las fuentes de gas antes vinculadas a Europa también podrían utilizarse para exportar a China.
Sin embargo, existen dudas sobre si la futura demanda china de importaciones de gas justifica un proyecto tan gigantesco. Esta es probablemente una de las razones por las que aún no existe un compromiso definitivo de la parte china con el proyecto. Al mismo tiempo, es probable que Pekín no quiera beneficiarse demasiado de la congelación del suministro ruso a la UE. Si se construye el nuevo gasoducto, probablemente solo podría conectarse a la red en la década de 2030 y utilizaría una pequeña parte de las capacidades de producción anteriormente destinadas a Europa.
Gas licuado
China también desempeña un papel importante como comprador de gas natural licuado (GNL) ruso. Antes de la guerra de Ucrania, Rusia pretendía aumentar significativamente sus exportaciones de GNL y convertirse en uno de los principales exportadores del mercado mundial. A finales de 2020, el entonces ministro de Energía, Aleksandr Novak, predijo que la producción de gas natural licuado ruso aumentaría hasta los 68 millones de toneladas anuales (equivalentes a 94.000 millones de metros cúbicos) en 2025.
Sin embargo, es más que cuestionable que esto vaya a conseguirse a pesar de las sanciones, ya que Rusia ha dependido hasta ahora de la tecnología occidental -incluida la de la empresa alemana Linde- para la licuefacción. En 2022, la producción alcanzó los 32 millones de toneladas (unos 44.000 millones de metros cúbicos). La mayor parte es atribuible a los proyectos de GNL de Novatek en el Ártico, en los que China participa como inversor. En total, en 2022 se entregaron a China unos 6,5 millones de toneladas de GNL. Esto corresponde aproximadamente a una quinta parte de las exportaciones totales de gas natural licuado de Rusia.
Hulla y lignito
Las exportaciones rusas de hulla y lignito a China aumentaron de 1900 millones USD (25,6 millones de toneladas) en 2017 a 4600 millones USD (53,6 millones de toneladas) en 2021. De este modo, su contribución al crecimiento del comercio bilateral durante este período ha sido especialmente importante. A Rusia le gustaría aumentar aún más estas exportaciones, también porque las exportaciones correspondientes a la UE finalizaron en agosto de 2022 debido a las sanciones. Las entregas a China crecieron otro 11,2% hasta 59,5 millones de toneladas en ese año, mientras que las exportaciones totales de carbón de Rusia se redujeron un 7,5% hasta 210,9 millones de toneladas debido a dificultades logísticas.
La producción de carbón es de gran importancia económica y socioeconómica, especialmente para la cuenca de Kuznetsk en Siberia. El cuello de botella crucial para las exportaciones rusas es la conexión ferroviaria con el este, pero sus capacidades son limitadas. Como el carbón aporta comparativamente poco dinero por tren de mercancías, a menudo no tiene sentido económico utilizar los trenes para las exportaciones de carbón si el crudo, más valioso, también puede transportarse a China por tren.
Energía atómica
Por último, en el campo de la energía nuclear, Rusia y China también cooperan desde hace varias décadas. La mayor central nuclear de la República Popular, situada en Tianwan, se construyó con el apoyo de la corporación estatal rusa Rosatom en la década de 1990. En mayo de 2021, ambos países acordaron construir cuatro reactores más para las centrales de Tianwan y Xudapu. China también cuenta con el apoyo de Rosatom para la construcción del reactor reproductor rápido CFR-600, que también suministrará los elementos combustibles.
Sin embargo, en comparación con la exportación de petróleo, carbón y gas, la cooperación en energía nuclear desempeña un papel financiero menor. Además, China ya no depende del apoyo de Rusia, sino que se ha convertido en un competidor en el mercado mundial de centrales nucleares.
La ventaja de Rusia en armamento es cada vez menor
La cooperación militar entre Rusia y China se intensificó notablemente a mediados de la década de 2010. Las maniobras conjuntas en el mar, los ejercicios militares en tierra y la cooperación en sistemas de alerta temprana de misiles muestran que ambas partes temen cada vez menos el contacto. Al mismo tiempo, las exportaciones de armas rusas a China han experimentado un renacimiento.
A principios de la década de 2000, Pekín ya era un importante comprador de armas rusas. El Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés) cifra las importaciones chinas de armas procedentes de Rusia en más de 3.000 millones de TIV en 2005.
El comercio descendió después, alcanzando su punto más bajo en la era Putin en 2012, con 598 millones de TIV. China había reducido su dependencia de las importaciones para muchos sistemas de armas mediante la producción bajo licencia y el desarrollo de sus propios modelos, que a menudo se basaban en modelos rusos. El temor al robo de tecnología también hizo que Moscú se mostrara reacio a suministrar su tecnología armamentística más reciente a China.
Esto cambió poco después del inicio de la crisis de Ucrania en 2014, cuando Rusia acordó vender a China su sistema de defensa aérea más moderno en aquel momento, el S-400, y 24 cazas Su-35 por un total de 5000 millones de dólares. A esto se sumaron helicópteros (Mi-171), tecnología para submarinos y un gran número de motores para aviones, que China también utiliza en sus propios modelos.
Aunque estos acuerdos ya se habían negociado antes de 2014, el detonante político para la celebración del contrato fue, en última instancia, el deterioro de las relaciones entre Rusia y Occidente, que aumentó la importancia de China. En 2018, las exportaciones anuales de armas rusas a China habían crecido hasta los 1.800 millones de TIV.
La disposición de Moscú a vender a China incluso las armas más modernas, como el S-400 o el Su-35, también se basó en consideraciones militares estratégicas. Los sistemas suministrados están destinados principalmente a reforzar a China en el Pacífico frente a aliados de Estados Unidos como Taiwán y Japón. Serían menos importantes para una posible confrontación con la propia Rusia. Además, copiar las avanzadas tecnologías rusas, como los complejísimos sistemas de radar del S-400, llevaría tanto tiempo que Rusia ya tendría para entonces sucesores superiores (como el S-500 o el Su-57) y podría mantener su ventaja.
Miedos y sospechas
Al mismo tiempo, Moscú sospecha que China podría desarrollar tecnologías similares por su cuenta en los próximos años, incluso sin la aportación rusa. Por tanto, la superioridad que le queda a Rusia en este campo podría verse anulada por China a finales de la década de 2020. Esto le dejaría solo una breve ventana de oportunidad para beneficiarse política y económicamente de su propia ventaja sobre Pekín.
El futuro de las exportaciones rusas de defensa a China es, por tanto, incierto. Las entregas volvieron a reducirse significativamente después de 2018, como muestran los datos del SIPRI. La cooperación con la industria de defensa rusa también se ha vuelto más complicada para la parte china debido a las sanciones occidentales. Al mismo tiempo, la propia Rusia necesita grandes cantidades de material de defensa para su guerra contra Ucrania.
Debido a las elevadas pérdidas de material en Ucrania, Rusia espera ahora poder importar armas de China. Al parecer, Moscú ha expresado su interés por misiles, aviones no tripulados, vehículos blindados y semiconductores especializados. Las exportaciones chinas de componentes y materiales que podrían utilizarse con fines militares han aumentado significativamente desde el comienzo de la invasión rusa.
Mientras tanto, la República Popular ha asegurado en repetidas ocasiones a Rusia que no quiere entregarle armas. Según la información estadounidense, hasta la fecha no se han producido entregas de armas a gran escala, aunque Pekín está ciertamente considerando apoyar a su vecino con armamento. Además, las investigaciones sugieren que las empresas chinas están vendiendo grandes cantidades de productos de doble uso a Rusia -sabiendo perfectamente que están destinados a la guerra contra Ucrania.
La cooperación en TI se ralentiza
La industria rusa de TI fue uno de los pocos sectores de éxito del país en la década de 2010. Empresas como Yandex, que, al igual que Google, pasó de ser un motor de búsqueda a una versátil corporación digital, fueron capaces de jugar a la vanguardia de la tecnología en algunas áreas. Minoristas rusos en línea como Ozon y Wildberries crecieron a un ritmo vertiginoso. En las grandes ciudades, Rusia dispone de un Internet bien desarrollado y de bajo coste, y de redes de telefonía móvil igualmente buenas.
Este éxito se debe en gran medida a la cooperación con Occidente. Y es que los inversores, la infraestructura digital, las tecnologías y los modelos de conducta que impulsaron el desarrollo en Rusia también procedían de allí. El panorama de las start-ups del país, muy animado hasta 2022, también se orientó hacia Occidente, donde las redes y las oportunidades de financiación eran mejores.
Por ejemplo, la floreciente empresa de comercio electrónico Ozon acudió a la bolsa estadounidense Nasdaq en noviembre de 2020 para captar capital fresco. Las empresas rusas también se decantaron por los proveedores y prestadores de servicios occidentales a la hora de ampliar las redes y la infraestructura de servidores.
Servicios
En 2021, Rusia importó servicios de TI por un total de 6.700 millones de dólares, de los cuales solo 111 millones procedían de China (incluidos Hong Kong y Macao), mientras que 3.600 millones procedían de la UE-27 y 698 millones de Estados Unidos. En total, el 80% de los servicios de TI importados por Rusia en 2021 procedían de la UE, Estados Unidos, Reino Unido y Suiza, mientras que China representaba un 2%.
El panorama fue similar para las exportaciones rusas de servicios de TI. Las exportaciones a la UE-27 aportaron 2.300 millones al volumen total de 7.200 millones de dólares estadounidenses, las dirigidas a EE.UU. 2.300 millones, y las dirigidas a China (incluidos Hong Kong y Macao) solo 247 millones. Esto significa que el 76% de las exportaciones rusas de servicios de TI se dirigieron al grupo de países occidentales (UE, EE.UU., Reino Unido y Suiza), mientras que China representó el 3%.
Sin embargo, las empresas digitales chinas, sobre todo Huawei y Alibaba, empezaron a ampliar su presencia en Rusia en los negocios y la investigación a partir de 2018. Las empresas no solo estaban interesadas en acceder al mercado ruso. Había igual interés en los especialistas locales.
En pocos años, Huawei estableció una estrecha red con institutos de investigación y universidades líderes en el campo de las tecnologías de la información y las comunicaciones en Rusia. La empresa china amplió continuamente sus contactos en Rusia creando sus propios centros de investigación en ciudades universitarias como Nizhni Nóvgorod y Novosibirsk, mediante la financiación de institutos rusos y concursos para estudiantes.
Especialistas
El número de empleados rusos en los centros de investigación y desarrollo de Huawei aumentó de 550 a unos 900 entre 2019 y 2020, con planes de contratar a otros 1.000 especialistas rusos para 2024. En junio de 2019, Huawei también compró el software de reconocimiento facial de la start-up rusa Vocord por 50 millones de dólares y se hizo con gran parte del equipo. Otras empresas chinas también han descubierto la experiencia rusa en IA, como Dahua Technology, que coopera con el NtechLab ruso en reconocimiento facial.
Alibaba
Con la guerra de Ucrania, las perspectivas de cooperación chino-rusa en materia de TI se han atenuado considerablemente. En el sector del comercio electrónico ruso, en rápido crecimiento, el grupo chino Alibaba es uno de los principales competidores con su filial AliExpress. El país es el mayor mercado fuera de China para la división de comercio electrónico de Alibaba.
La empresa quería aprovechar esto con socios rusos; el plan era desarrollar un minorista en línea para toda la región en Rusia. En diciembre de 2018, el Grupo Alibaba, el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), la empresa de telefonía móvil Megafon y el Grupo Mail.ru firmaron una empresa conjunta en la que la parte rusa controla la mayoría de los derechos de voto.
Megafon y Mail.ru forman parte del imperio del empresario ruso Alisher Usmanov, que tiene estrechos contactos en el Kremlin y suele supervisar inversiones políticamente delicadas, pero vive recluido en Uzbekistán desde que fue sancionado en 2022. Usmanov también quería trabajar con Alibaba y su filial Ant Group en servicios de pago digitales.
El banco estatal ruso Sberbank recurrió a socios informáticos chinos. Se inició una asociación estratégica con Huawei para sus servicios en la nube. Bajo la dirección de German Gref, el banco iba a transformarse en un grupo de TI hasta que las sanciones occidentales pusieron fin abruptamente a estos sueños.
Infraestructura informática
Al fin y al cabo, las empresas chinas también desempeñan un papel en la infraestructura informática de Rusia. Huawei ha establecido recientemente una sólida posición de mercado en el campo de la tecnología de red en las redes móviles locales, aunque los operadores de telefonía móvil rusos siguen confiando en la cooperación con Ericsson y Nokia, especialmente en las metrópolis. Desde la perspectiva rusa, Huawei no goza de ninguna preferencia política sobre los proveedores occidentales.
Solo los equipos desarrollados y fabricados bajo control ruso eran considerados dignos de confianza por las autoridades nacionales. Por tanto, la intención era crear una alternativa 5G de producción local para 2024, que se desarrollaría bajo la dirección del conglomerado estatal de defensa y tecnología Rostec. Sin embargo, se especuló con una asociación exclusiva entre la empresa estatal rusa, sobrecargada con esta tarea, y Huawei.
Sin embargo, con la invasión de Ucrania y las sanciones occidentales, las perspectivas de cooperación chino-rusa en la industria informática se han ensombrecido considerablemente. De inmediato y tras la invasión, Huawei (al igual que Ericsson y Nokia) dejó de suministrar a Rusia tecnología móvil e informática, lo que paralizó la expansión de las redes en el país. La empresa se retiró parcialmente de Rusia en el transcurso de 2022, cerró algunas de sus sucursales y tiendas allí y ofreció a muchos empleados la oportunidad de ser trasladados a países vecinos como Kazajstán.
Huawei obligó a los programadores y proveedores de aplicaciones para su propio sistema operativo HarmonyOS en Rusia a cumplir estrictamente las sanciones estadounidenses y eliminó inmediatamente de su propia AppGallery las aplicaciones de los bancos rusos sancionados. También bloqueó la tarjeta de crédito estatal rusa MIR en su sistema de pago por móvil HuaweiPay. La cooperación entre Huawei y Sberbank tampoco sobrevivió a las sanciones. El banco ruso se vio obligado a vender su antes prometedor negocio en la nube en mayo de 2022. Sin embargo, Huawei no dio completamente la espalda al país. Siguió contratando a especialistas rusos y también continuó el trabajo de los centros de desarrollo en Rusia. A mediados de 2022, Huawei se hizo cargo de unos 250 empleados en Nizhni Nóvgorod del fabricante de chips estadounidense Intel, que se retiró de Rusia.
Fracaso
A su vez, la prometedora cooperación rusa con Alibaba fracasó tras la invasión de Ucrania debido a las sanciones occidentales. Tanto Usmanov como el RDIF fueron sancionados en marzo de 2022, lo que convirtió la cooperación con ellos en un problema de cumplimiento para la internacionalmente activa Alibaba. Para empeorar las cosas, Alibaba también está activa en Ucrania. Poco después del inicio de la guerra, la empresa informó a sus socios rusos de que dejaría de invertir en la empresa conjunta. Como consecuencia, el RDIF y Usmanov Holding también cesaron sus actividades en el proyecto. Por último, en agosto de 2022, se anunció que el accionista VK había amortizado completamente su participación de 10.000 millones de rublos en la empresa conjunta con Alibaba.
El yuan y la cooperación financiera cobran importancia
Las sanciones financieras contra Rusia en 2014 ya dejaron claro a los dirigentes políticos de Moscú lo vulnerable que era su propia economía por estar profundamente integrada en los mercados de capitales occidentales y utilizar divisas occidentales. Pekín comparte el rechazo de Rusia al dominio estadounidense en el sistema financiero mundial.
El objetivo de la "desdolarización" ha abierto, por tanto, un nuevo ámbito de cooperación para la asociación ruso-china. Los primeros pasos ya se dieron en 2014. En aquel momento, los bancos centrales ruso y chino acordaron una cuota de swap por un total de 150.000 millones de yuanes, que ambas partes pueden utilizar para proporcionarse liquidez en la otra moneda. A esto le siguió en 2015 la creación del Consejo Financiero Ruso-Chino por parte del Sberbank ruso y el Banco Harbin chino.
En junio de 2019 se firmó un acuerdo destinado a hacer un mayor uso de las monedas nacionales en el comercio bilateral. La desdolarización se ha reafirmado repetidamente como un objetivo en las reuniones ruso-chinas, por ejemplo durante la visita del ministro de Asuntos Exteriores Serguei Lavrov a China en marzo de 2021 o en una conversación telefónica entre los presidentes Xi y Putin en junio de ese año.
Desdolarización
No obstante, la desdolarización entre 2014 y 2022 se quedó básicamente en una promesa vacía. En sus esfuerzos por depender menos del dólar estadounidense, Moscú favoreció la diversificación con alternativas no estadounidenses, como el euro y el yen, que, a diferencia del yuan, son libremente negociables pero están a su vez profundamente vinculadas al sistema financiero estadounidense.
En la "era Trump", Moscú temía sobre todo las sanciones unilaterales estadounidenses, mientras que las sanciones occidentales concertadas, como las que iban a seguir a la invasión de Ucrania en 2022, se consideraban improbables. Tras un nuevo paquete de sanciones estadounidenses en abril de 2018, el banco central ruso redujo la proporción de dólares estadounidenses en sus reservas, aunque principalmente a favor del yen y el euro. Solo una pequeña parte de las reservas (el 14%) se trasladó a yuanes.
La moneda china también desempeñó un papel menor en el comercio exterior de Rusia, incluso con la propia China, hasta 2022. Sin embargo, la distribución cambió significativamente con las masivas sanciones financieras occidentales a partir de febrero de ese año. Las medidas punitivas hicieron que el uso de dólares, euros y yenes fuera caro, complicado y a veces imposible para el Estado ruso, pero también para empresas y particulares.
Importancia del yuan
La mayoría de los grandes bancos rusos, incluido el banco central, ya no podían almacenar valor ni realizar transacciones (transferencias) en divisas occidentales. Como consecuencia, el yuan ganó considerablemente en importancia, aunque no se haya convertido completamente en una alternativa a las monedas occidentales.
En mayo de 2023, los pagos en yuanes ya representaban el 25% de las exportaciones y el 31% de las importaciones rusas. Es probable que gran parte de esta cifra corresponda al comercio con China, que representó el 31% de las exportaciones y el 35% de las importaciones rusas en el mismo mes. En cambio, el dólar estadounidense sigue dominando el comercio con otros países. El mayor uso de la divisa china también provocó un aumento de la negociación del yuan en la Bolsa de Moscú. De febrero de 2022 a mayo de 2023, la cuota del yuan en las transacciones pasó del 0,32% a casi el 40%.
Tarjetas chinas
Sin embargo, las sanciones occidentales también crearon problemas para la cooperación financiera entre Rusia y China. El temor a sanciones secundarias de Estados Unidos hizo que los bancos chinos se mantuvieran alejados de las instituciones financieras rusas que cotizaban en bolsa. La cautela china se dejó sentir en algunos bancos rusos que querían pasarse a las tarjetas chinas UnionPay tras la retirada de MasterCard y Visa de Rusia.
UnionPay se negó a cooperar con los bancos rusos sancionados, dejándoles solo la tarjeta de crédito rusa MIR (que a su vez no es aceptada por empresas y proveedores de servicios de pago chinos como Alipay o HuaweiPay). La entrada de los bancos rusos en el sistema chino de procesamiento de pagos CIPS, que ofrece funciones similares a SWIFT para el intercambio de mensajes financieros, también ha sido, en el mejor de los casos, lenta. La parte china no quiere que CIPS se convierta en un proyecto dudoso para eludir las sanciones.
Viabilidad del yuan
Para Rusia, el yuan es la única moneda de reserva razonablemente viable debido a las sanciones.
Sin embargo, el yuan también ha ganado importancia para los hogares rusos. En el transcurso de 2022, muchos bancos rusos empezaron a ofrecer a sus clientes cuentas de ahorro en yuanes. Estas últimas resultan atractivas para los particulares rusos porque pueden protegerse contra la inflación o una posible devaluación del rublo, mientras que el riesgo de sanciones occidentales y a menudo también las comisiones por el depósito son menores.
En febrero de 2023, casi 50 instituciones financieras de Rusia ya ofrecían estas cuentas. En ese momento, los depósitos en yuanes de clientes privados totalizaban el equivalente a unos 6.000 millones de dólares, lo que representa sólo una pequeña proporción del total de depósitos en divisas, que asciende a 53.000 millones de dólares, pero muestra un crecimiento significativo.
La importancia del yuan también ha aumentado en el negocio de préstamos de los bancos rusos. Algunos grandes exportadores rusos han emitido ellos mismos bonos en yuanes, que se negocian en la bolsa rusa. El endeudamiento en esta moneda permite a las empresas rusas protegerse frente a futuras fluctuaciones de los tipos de cambio, ya que los bonos se reembolsan posteriormente con los ingresos de exportación, que también están denominados en yuanes. El primer bono de este tipo fue emitido por la empresa rusa de aluminio Rusal en agosto de 2022. Otros exportadores de materias primas como Rosneft, Polyus, Metalloinvest y Norilsk Nickel le siguieron poco después.
Practicabilidad del yuan
El yuan es la única moneda de reserva razonablemente practicable para el banco central y el ministerio de Finanzas de Rusia debido a las sanciones occidentales. Moscú se vio obligado a cambiar la fórmula de distribución de las nuevas reservas de divisas. En el futuro, las reservas consistirán principalmente en yuanes y oro.
Otras divisas no occidentales quedan descartadas, ya que o fluctúan demasiado o no son suficientemente líquidas. Debido a las sanciones, el ministerio de Finanzas también depende del yuan para la regla fiscal rusa, que estipula la acumulación de reservas de divisas en fases de altos precios del petróleo. En el futuro, hasta el 80% de la parte líquida del fondo de previsión ruso estará constituido por la moneda china.
Inversores chinos
En cambio, el mercado de capitales chino en sí sigue sin tener importancia para Rusia. Es cierto que una empresa rusa emitió un bono en China por primera vez en 2017. El pionero en este caso fue también el fabricante de aluminio Rusal. Sin embargo, debido a los controles de capital chinos, no tiene sentido que las empresas rusas se endeuden ellas mismas en la República Popular. Por tanto, los inversores chinos no han sustituido a los occidentales en Rusia.
Esto también se aplica a la financiación estatal rusa. Antes del comienzo de la guerra, alrededor de un tercio de los bonos del Estado ruso estaban en manos de inversores extranjeros, es decir, en su mayoría occidentales. Sin embargo, los bonos en China no son actualmente una alternativa para el ministerio de Finanzas ruso, aunque se lleva discutiendo desde hace varios años. China tendría que relajar sus controles de capital para ello, algo que actualmente no está dispuesta a hacer.
Riesgos del yuan
El creciente uso del yuan expone a Rusia a riesgos económicos y políticos adicionales. El tipo de cambio de la moneda está controlado por los dirigentes de Pekín. Ésta podría devaluar artificialmente el yuan para mantener la competitividad de las exportaciones chinas. Las reservas y los saldos acreedores de la parte rusa también perderían valor como consecuencia de ello. La liquidez del yuan en Rusia tampoco es aún comparable a la de los mercados de divisas occidentales antes del comienzo de la guerra. Esto sigue limitando mucho las posibilidades de compra y venta de yuanes.
Además, la nueva combinación de reservas de divisas rusas no se corresponde con la distribución por monedas de las importaciones del país. La parte de las divisas occidentales, que el banco central ruso ha calificado de "tóxicas", en las importaciones rusas se ha reducido del 65% al 46%. Sin embargo, esto significa que algo menos de la mitad de las importaciones rusas se siguen liquidando en dólares estadounidenses y euros.
En caso de crisis monetaria, las reservas de yuanes solo podrían utilizarse para pagar una parte de las importaciones rusas. Para ello también sería necesaria la autorización de China. Esto daría a Pekín una fuerte influencia, que también podría utilizar en el futuro para obtener concesiones políticas del Kremlin. En el improbable escenario de que las relaciones sino-rusas se deterioren, esta dependencia podría costarle cara a Moscú. Sin embargo, Rusia no tiene una alternativa más adecuada en vista de las sanciones occidentales.
Las élites y la opinión pública rusas
Los mayores beneficiarios de la cooperación económica con China son las élites del círculo personal inmediato de Vladímir Putin, que controlan gran parte de las industrias energética y de defensa de Rusia. A menudo desempeñan un papel más importante en la política rusa hacia China que las autoridades formalmente responsables, como el ministerio de Asuntos Exteriores o el de Economía. El alto grado de personalización y la falta de conocimientos sobre China entre los responsables centrales entrañan riesgos para la relación con Pekín.
Los conflictos de intereses dentro de Rusia también dificultan que Moscú organice de forma coherente el intercambio económico con la República Popular en aras del interés nacional. Existen incentivos informales para que los niveles inferiores de la administración amplíen las relaciones con China. Sin embargo, estos actores a menudo se encargan de exagerar las iniciativas. Por ejemplo, las autoridades y las empresas rusas y chinas acuerdan un gran número de "Memorandos de Entendimiento" (MoU) sin consecuencias ni sustancia, que pretenden enviar una señal a los dirigentes políticos.
Pekín se apoya en el entorno de Putin
Para la aplicación operativa de su política económica en sectores estratégicos como la energía y la defensa, Putin se apoya en un pequeño círculo de élites leales, la mayoría de las cuales forman parte de su red personal desde hace más de 30 años. Dado que los avances más significativos en las relaciones económicas con China en los últimos años se han logrado en los campos de la energía y la defensa, no es de extrañar que las mismas élites desempeñen también un papel dominante en las relaciones con la República Popular.
Los multimillonarios y socios comerciales Gennady Timchenko y Leonid Michelson se han beneficiado especialmente del capital chino. Las empresas que controlan, Novatek y SIBUR, representan un tercio de las inversiones directas que figuran en el CGIT -por un total de 8.700 millones de dólares- que fluyeron de la República Popular a Rusia entre 2011 y 2023. El dúo empresarial también cuenta con importantes préstamos bancarios chinos.
La terminal de gas natural licuado "Yamal LNG" de Novatek se benefició de préstamos chinos por un total de 12.100 millones de USD y dos participaciones de capital del 20% (la empresa estatal China National Petroleum Corporation, CNPC, invirtió 1.000 millones de USD) y el 9,9% (el Fondo de la Ruta de la Seda, de propiedad estatal, invirtió 1.200 millones USD).
Dos empresas estatales chinas, CNPC y China National Offshore Oil Corporation, tienen cada una una participación del 10% en el segundo gran proyecto de Novatek, "Arctic LNG 2" (alrededor de 2.000 millones USD cada una). También está previsto un préstamo de 5.000 millones de USD del Banco de Desarrollo de China. La empresa china de gas natural y petróleo mineral Sinopec (con 1.300 millones de USD) y el Fondo de la Ruta de la Seda (1.200 millones de USD) han adquirido sendas participaciones del 10 por ciento en SIBUR, la mayor empresa petroquímica de Rusia.
Rosneft
Otro importante receptor de inversiones directas y préstamos chinos es Rosneft, la empresa estatal dirigida por Igor Sechin. La empresa financió la adquisición de los activos de Yukos expropiados por Mijaíl Jodorkovski con préstamos chinos en 2006. Le siguió la financiación del oleoducto ESPO, incluidas las obligaciones de suministro de Rosneft. Más recientemente, los inversores chinos también invirtieron en participaciones en dos yacimientos petrolíferos desarrollados por filiales de Rosneft (por un total de 2.600 millones de dólares).
Oleg Deripaska también tuvo éxito, ya que China aportó a su empresa 3.800 millones de dólares en el período 2011-2023. Por parte rusa, la corporación estatal Rostec, controlada por Sergei Chemezov, que fue confidente de Putin en el KGB de Dresde en la década de 1980, es la principal beneficiaria de la cooperación en materia de defensa con el país.
Pekín permite así que las élites rusas más poderosas del círculo de Putin se beneficien directamente de los vínculos con China. Esto reduce los riesgos políticos de la cooperación para la República Popular mientras el entorno de Putin determine el curso de los acontecimientos en Rusia. Los grandes proyectos bilaterales cuentan con el apoyo de ambas partes al más alto nivel político.
Intransparencia y analfabetismo
Para China, en particular, es importante no respaldar a los actores equivocados con sus inversiones en el poco transparente mundo empresarial ruso. Las élites mencionadas tienen una línea corta con el presidente y los obstáculos burocráticos no son un problema. Al mismo tiempo, China se está comprometiendo así con la élite gobernante; tiene un interés económico en la supervivencia del régimen ruso, que bien puede redundar en beneficio de Putin.
Sin embargo, lo que supone un riesgo para Rusia es que sus propias élites económicas siguen siendo en gran medida "analfabetas" en lo que se refiere a China. Por ejemplo, la adquisición de un gran paquete de acciones de Rosneft por valor de 9.100 millones de dólares por parte del holding energético chino CEFC, una empresa privada emergente, fracasó en 2017.
El acuerdo, que estaba muy avanzado, se vino abajo para gran sorpresa de la parte rusa cuando el fundador de CEFC fue detenido en China y desapareció de la escena. Cuando el Estado chino confiscó posteriormente CEFC, se canceló la adquisición del paquete de Rosneft, aunque el banco estatal ruso VTB ya había acordado financiar gran parte de la adquisición.
Debilitamiento
El dominio de las élites económicas, que en última instancia solo puede coordinar y dirigir Putin personalmente, debilita las instituciones formales de política exterior y comercio exterior de Rusia. Las autoridades responsables de las relaciones económicas con China -incluidos el ministerio de Asuntos Exteriores, el ministerio de Economía, el ministerio para el Desarrollo del Lejano Oriente y las administraciones de las regiones fronterizas rusas- tienen mucha menos influencia en la cooperación económica que los líderes empresariales del círculo de Putin. En consecuencia, sus intereses particulares no se vinculan sistemáticamente a las estrategias generales. Las opacas discusiones de trastienda al más alto nivel siguen siendo decisivas para los grandes proyectos.
Esto también es problemático porque los intereses individuales que persiguen las élites a veces contradicen el enfoque más estratégico del país. Un ejemplo de ello son las exportaciones energéticas. Para evitar depender excesivamente de China, tendría sentido que Rusia diversificara sus exportaciones a Asia entre distintos países compradores.
Al principio, la conexión unilateral con China, en la que entró Rosneft bajo la dirección de Igor Sechin, dificultó esta diversificación. Sechin se decidió por la República Popular en 2013, porque necesitaba capital para financiar la expansión del imperio empresarial que controlaba en Rusia; por tanto, perseguía sus propios intereses particulares.
China está consiguiendo, por tanto, enfrentar a las empresas energéticas rusas entre sí. La estrecha cooperación con Novatek también fue resultado de las negociaciones previas con Gazprom, que habían sido infructuosas durante años. Novatek y Rosneft utilizan hábilmente su implicación con China para presionar al antiguo monopolista de las exportaciones de gas natural Gazprom.
Cooperación ficticia en las regiones
En los niveles administrativos inferiores, son sobre todo los incentivos políticos de carácter informal los que se utilizan para promover la expansión de las relaciones con los socios chinos. Las numerosas reuniones de alto nivel de Putin con Xi sirven de motivación. Para los gobernadores y funcionarios rusos, pero también para los empresarios, la diplomacia presidencial es una señal de que pueden elevar su perfil ante los dirigentes en Moscú con proyectos de cooperación chino-rusa.
Desde el punto de vista de los empresarios rusos o los políticos regionales, también merece la pena participar en una de las muchas ceremonias de firma organizadas por Putin y Xi, por ejemplo, porque esto les da acceso directo a su presidente. Los ambiciosos memorandos de entendimiento con socios chinos son el billete de entrada a este tipo de actos y, por tanto, se producen con frecuencia.
El resultado es una inflación de proyectos bilaterales que no suelen pasar de la categoría de anuncios. Esto también afecta a las empresas estatales de ambas partes, que a veces se ven obligadas por sus líderes a concluir acuerdos entre sí por motivos políticos. Si no hay un interés económico genuino detrás de la cooperación para las empresas, los impresionantes planes pronto desaparecen de nuevo en el cajón tras las visitas de Estado.
Este juego a veces es llevado especialmente lejos por los empresarios y políticos rusos en el Lejano Oriente, donde el Kremlin tiene particularmente grandes esperanzas en la inversión china. Una y otra vez, se han anunciado nuevas inversiones importantes procedentes de la República Popular, solo para que más tarde se descubriera que los socios de allí no sabían nada de ellas. Hasta cierto punto, son estos éxitos "Potemkin" de la cooperación chino-rusa los que han provocado temores infundados y resentimiento entre la población rusa de Extremo Oriente.
Contradicciones
Además, los incentivos políticos para los niveles inferiores también se caracterizan por las contradicciones, ya que el acercamiento a China no es la única prioridad que Moscú transmite a la periferia rusa. Atraer inversiones chinas suele ser difícil para el Extremo Oriente. La posición de partida para las regiones fronterizas de Rusia, relativamente pobres, es por tanto ambivalente.
Por un lado, carecen de la libertad de política económica en términos de fiscalidad, regulación y subvenciones para distinguirse externamente como lugar de inversión. Por otro, sus presupuestos dependen de las cuantiosas transferencias de Moscú. Por ello, a menudo vale más la pena invertir energía política en la relación con el centro federal para obtener un apoyo presupuestario "geopolítico" adicional. Las regiones también lo anuncian con escenarios de amenaza y se estilan como puestos fronterizos ante una China avasalladora.
Los complejos intereses de las regiones se reflejan en las estrategias de desarrollo de sus gobiernos. China se caracteriza tanto como una oportunidad económica como una amenaza. El acceso a mano de obra barata y las inversiones chinas se consideran una ventaja de su proximidad a la República Popular, mientras que la emigración incontrolada se presenta como un riesgo. Algunas regiones rusas subrayan incluso que la proximidad de las regiones chinas les dificulta atraer inversores extranjeros (de otros países) a Rusia, porque China es el lugar más atractivo. Detrás de estas señales de las regiones a Moscú está la esperanza de obtener financiación del presupuesto federal.
La sinofobia no es un obstáculo
Aunque la proximidad a China es un tema controvertido en Rusia y muchos expertos todavía lo ven con escepticismo, la xenofobia o sinofobia no es un obstáculo para profundizar en las relaciones económicas en la mayoría de los casos. La preocupación de que los chinos emigren en masa al Lejano Oriente del país, escasamente poblado, o de que Pekín incluso haga valer reivindicaciones territoriales históricas ya no es compartida, al menos entre los responsables políticos de Moscú.
Las encuestas realizadas entre la población rusa también indican que, en general, se percibe a China de forma positiva, un resultado que sin duda también se ve favorecido por la información generalmente favorable a China que aparece en la propaganda estatal. Alrededor de dos tercios de la población rusa también afirman que creen que China se está desarrollando con más éxito que Rusia. Cabe señalar, sin embargo, que esta actitud positiva se dirige principalmente a China en la escena internacional. Por el contrario, hay poca disposición a abrirse a los chinos, lo que sugiere que aquí sigue existiendo resentimiento.
En casos concretos, ha habido descontento social por los proyectos económicos chinos; sin embargo, éste ha surgido sobre todo en combinación con otros temores o ha sido instrumentalizado por los políticos rusos locales. En general, las protestas sinófobas en Rusia son más bien escasas y no pueden compararse con el alcance de este tipo de incidentes en Asia Central, por ejemplo en Kazajstán.
Agua potable y medio ambiente
El plan de un inversor chino de llenar de agua potable el lago Baikal y exportarla a China se dio a conocer en todo el país. Los activistas locales temían que el proyecto pudiera afectar a un santuario de aves. Sin embargo, esta preocupación también fue hábilmente explotada por los políticos locales para ganar votos. El caso también llegó al público moscovita a través de destacados críticos y de publicaciones en las redes sociales. En 2017, más de un millón de personas firmaron una petición en línea contra la planta. Después de que el entonces primer ministro Medvédev expresara su preocupación por el proyecto, un tribunal moscovita suspendió finalmente el permiso de construcción del empresario chino.
No es casualidad que la cuestión políticamente sensible de la protección del medio ambiente en Rusia esté vinculada a las actividades de las empresas chinas. Especialmente en Extremo Oriente, pero también en los círculos de la oposición en Moscú, se expresa repetidamente el temor de que los empresarios chinos puedan aliarse con las élites corruptas rusas para explotar los recursos naturales del país. También existen estas reservas sobre la industria maderera siberiana, que produce principalmente para exportar a China.
Además, se ha acusado a los inversores chinos en agricultura de inutilizar el suelo ruso mediante una fertilización incorrecta. A veces, estas preocupaciones sobre la corrupción y los peligros ecológicos están justificadas. Sin embargo, el trasfondo xenófobo hace que estas protestas medioambientales atraigan a un público más amplio en Rusia. Por supuesto, esto también se debe al hecho de que los políticos y los medios de comunicación estatales reaccionan con más simpatía a las quejas sobre extranjeros supuestamente imprudentes que a las críticas a la propia política medioambiental de Moscú.
Perspectivas
La guerra de agresión rusa contra Ucrania y las sanciones económicas impuestas por Occidente han anunciado una profunda desvinculación de Rusia de Occidente. El país se encuentra así al comienzo de una nueva fase de transformación, cuyas consecuencias solo serán reconocibles a largo plazo. Aunque no se han impuesto nuevas sanciones significativas a Rusia en 2023, la brecha con Occidente se ensancha con cada año que pasa, ya que muchas de las medidas sólo surtirán efecto con el tiempo.
Incluso en escenarios a más largo plazo, es poco probable que las relaciones económicas entre Rusia y Occidente experimenten un renacimiento. Por lo tanto, las posibilidades de una mayor profundización de la cooperación ruso-china son buenas. La reorientación gradual de la economía rusa hacia China también llevará mucho tiempo. Primero hay que adquirir experiencia mutua y, en algunos casos, construir nuevas infraestructuras. Hasta ahora, el giro hacia el Este es más evidente en el mercado automovilístico ruso, que está en gran parte en manos chinas. En otros ámbitos, la transición podría prolongarse hasta el final de la década.
A largo plazo
Por tanto, las perspectivas a largo plazo de la economía rusa dependen en gran medida del tipo de socio económico que China pueda y quiera ser para Rusia. Hasta ahora, el comercio entre ambos países ha aumentado sin que las empresas chinas se impliquen más en Rusia a largo término. Para China, Rusia es más interesante como mercado de ventas y fuente de materias primas que como lugar de producción o eslabón de sus propias cadenas de valor.
Por el contrario, para Rusia esto significa que podría ser degradada a proveedor de materias primas y comprador de productos acabados chinos, lo que significaría que participaría mucho menos en la creación de valor y, por tanto, perdería también prosperidad y potencial industrial. Esta cooperación con China haría que Rusia se pareciera más a un Estado petrolero, mientras que la producción industrial nacional correría el riesgo de erosionarse.
También es probable que la dependencia económica de Rusia respecto a China deje su huella en la dinámica política entre Moscú y Pekín. Sin embargo, queda por ver si China utilizará su nueva influencia económica y cómo lo hará. De momento, no parece que Pekín intente aprovechar su posición dominante respecto a Moscú. Tampoco está claro qué exigencias podría formular la República Popular.
Intransigente
Es poco probable que Rusia transija en la guerra contra Ucrania; el Kremlin parece más dispuesto a aceptar un aislamiento económico aún mayor si fuera necesario que a cambiar de rumbo. Al mismo tiempo, para Pekín es crucial que Putin sobreviva políticamente, no sólo porque actualmente es el garante más importante de la asociación ruso-china, sino también porque la inestabilidad política con el aliado más cercano podría dañar la imagen de los propios gobernantes chinos.
Por esta razón, es poco probable que Pekín tenga mucho interés en utilizar la presión económica para arrinconar a Putin en una situación que desafíe su control del poder. Así pues, el dominio económico sobre Rusia apenas reporta a China dividendos en política exterior, al menos a corto plazo.
Lo que es especialmente importante para Alemania y la UE es hasta qué punto la cooperación económica de Rusia con China contribuye a reducir la eficacia de las sanciones occidentales. Dependiendo del curso de la guerra en Ucrania y de la actitud de Pekín hacia Moscú, la cooperación sino-rusa también alberga un potencial de conflicto en la relación de Occidente con China. Si Rusia consiguiera ampliar su producción armamentística con ayuda china y así poder hacer retroceder militarmente a Ucrania, el papel de la República Popular en Occidente ganaría rápidamente en importancia.
Las empresas chinas podrían entonces convertirse también en el foco de las sanciones occidentales. Por el contrario, si el fracaso económico o militar de Rusia pusiera en peligro el poder de Putin, los responsables políticos de Pekín podrían inclinarse a apoyar más abiertamente al presidente e incluso considerar la posibilidad de suministrar armas a su vecino. Un paso así sumiría las relaciones entre la UE y la República Popular en una profunda crisis.
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