Francia

En torno a los 7 pecados de Brecht-Weill

Francisco Leonarte
viernes, 26 de enero de 2024
París, miércoles, 10 de enero de 2024. Théâtre des Champs-Elysées. Die Sieben Todsünden (Los siete pecados capitales), ballet cantado. Libreto, Bertolt Brecht. Música, Kurt Weill. Versión de concierto. Colaboración artística, Laurent Delvert. Con Marina Viotti (Anna 1); Judith Chemla (Anna 2); Yoann Le Lan (un hermano); Alban Legos (el padre); Victor Sicard (el otro hermano); Jérôme Varnier (la madre); Edwige Herchenroder (piano). Orchestre de Chambre de Genève. Concepción y dirección musical, Marc Leroy-Calatayud. En la primera parte: Kurt Weill: Youkali; Je ne t'aime pas; Nannas Lied. Charles Ives: Hymn for strings; Three places in New England (II Putnam's Camp near Redding, Connecticut). Aaron Copland: Zion's walls; Music for movies (V-Threshing machines); Simple gifts. Joseph Edgar Howard & Ida Emerson: Hello my baby. Textos de Ash Erdoğan extraídos de Requiem por una ciudad perdida, El Mandarín milagroso y Ni siquiera el silencio te pertenece .
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De entre las producciones de Kurt Weill, Los siete pecados capitales (del pequeño-burgués) tiene una posición particular. Creada en Francia (en el mismo Théâtre des Champs-Élysées que ahora la vuelve a proponer) donde Weill se había refugiado huyendo del nazismo, por su libreto y por su estilo está todavía cercana a su etapa alemana. Pero el género mismo adoptado (ballet cantado, la subtitulan sus autores) así como su duración (poco más de media hora) no siempre hacen fácil su presentación como espectáculo.

De suerte que Marc Leroy-Calatayud ha optado por crear toda una primera parte que complete la velada. Sin embargo, fuera del aspecto puramente contingente («Hay que hacer algo que justifique el precio de la entrada, no podemos pedir al público que venga sólo para media hora de concierto) no acaba sin embargo de quedar clara la coherencia de dicha primera parte. Por una parte se diría que intenta prolongar la obra hacia nuestro presente (textos de la poetisa turca Ash Erdoğan cuyo claro feminismo resuena luego en la historia de Anna y Anna), pero sin por ello aportar músicas actuales. Y por otra se diría que intenta dar una suerte de panorama de lo que se hacía hacia 1933, con músicas de Ives, Copland y Howard&Emerson y otras canciones de la etapa parisina de Weill. Pero en tal caso, ¿por qué completar las canciones parisinas de Weill con obras de cuatro compositores estadounidenses?

Sea como fuere, las obras de esta primera parte son lo suficientemente atractivas y variopintas. Y su interpretación fue de altura. O sea que coherencia tal vez no encontramos, pero sí tuvimos disfrute.

En efecto, la Orquesta de Cámara de Ginebra tiene un bonito sonido, sus profesores no tienen dificultad alguna con las partituras. Les dirige Marc Leroy-Calatayud, quien concibió también el espectáculo, y se encuentra a gusto en los diferentes estilos, particularmente el de Weill.

En la primera parte, Yoann Le Lan, Alban Legos, Victor Sicard y Jérôme Varnier interpretan a la manera de los Comedian Harmonists y otros conjuntos de vocalistas de los años 20 y 30, el famoso Hello my baby de Howard y Emerson (y es lástima que el programa no incluyera el Central Park in the dark de Ives que hace referencia a esta popularísima canción, la misma que el libretista Michael Maltese y el realizador Chuck Jones utlizarían para su divertido dibujo animado de la rana que canta), primera ocasión para escuchar sus cuatro voces sanas y utilizadas con elegancia e inteligencia.

Recitando, ocupándose de las canciones de Weill en la primera parte y del rol bailado (a pesar de que la coreografía no sea el plato fuerte de la velada, que al fin y al cabo se anuncia como versión de concierto), Judith Chemla demuestra habilidad en todo, con soltura y buen juego de brazos en la danza, con relativa sobriedad en el recitar, y con gusto y conocimiento del estilo en las canciones, yendo de menos a más después de pequeñas dificultades en el Youkali que tal vez hubiera merecido un ensayo más para que el piano no atacase con tanto volumen.

¿Y qué decir de Marina Viotti? Dando volumen en Zion's walls de Copland (con una orquesta un punto demasiado enfática que le cubría un poco), dando alegría de vivir en Simple Gifts, exhibiendo siempre una voz en plena forma y de timbre hermoso, con naturalidad en el canto, especialmente en Los Siete Pecados Capitales, pasando del parlando al canto con impostación operística sin sin embargo perder en homogeneidad, con inteligencia teatral y narrativa, construyendo un verdadero personaje, y creando (a pesar de la supuesta distanciación brecthiana) momentos de auténtica emoción, como el pasaje en que evoca al amante de Anna 2 (y sin duda también el de Anna 1), Fernando... Un auténtico lujo.

El público, entusiasta, respondió con aplausos y bravos triunfales. Y servidor de ustedes, también. 

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