España - Andalucía
Asumiendo el reto Mahler
José Amador Morales
El quinto concierto de la actual temporada de la
Orquesta de Córdoba ha sido protagonizado por el estreno absoluto de la obra Metaverso III, compuesta por Ferran
Sinfonía nº5 , y el también estreno en la ciudad de la célebre de Gustav Mahler. En esta ocasión se ha vuelto a
contar con el concurso de la Joven Orquesta de Córdoba, una virtud -la
participación de jóvenes músicos de la ciudad- devenida en necesidad cada vez
más recurrente habida de los problemas estructurales y endémicos de una
plantilla orquestal sumamente descompensada desde su fundación en 1992 sumados
al legítimo interés por ampliar el repertorio habitual. Añadido a ello, el
conjunto sinfónico cordobés continúa a la deriva desde que hace casi un año
despidiera a su último director titular y comenzara una etapa concertística de
resultados artísticos muy irregulares de la que se ha abusado de batutas,
dignas y por lo general esforzadas, pero salvo excepciones muy por debajo del
nivel al que nos habían acostumbrado.
En lo que respecta a la nueva obra de Cruixent, este explica que
vivimos en un tiempo en el que se pueden crear universos no reales que quieren ser distracción a la oscuridad de algunos humanos que querrían tenernos bajo su control o simplemente ganar ingentes sumas de dinero a nuestra costa. Detrás de la obsesiva fascinación tecnológica existe una pérdida intrínseca de valores esenciales. Ante este feudalismo tecnológico, musicalmente siempre busco adentrarme en un mundo litúrgico, ya que para mí el actual sistema de control humano tiene muchos paralelismos con la forma como la iglesia controlaba la moral humana. Paradójicamente, la música litúrgica al final era la vía para llegar a un tránsito que te elevaba hacia el éxtasis, hacia el misticismo, hacia la parte más espiritual del ser humano y esta función de la música me apasiona, me eleva y me hace sentir plenamente humano porque trasciendo hacia lo Divino. Curiosamente, las realidades visuales también ese poder espiritual de soñar, de irnos a un mundo de fantasía, de imaginar otros mundos.
Esta nueva composición de Ferran
Cruixent ha sido el resultado del encargo de la Fundación SGAE y Metaverso
III para la
Orquesta de Córdoba que, bajo el título de , consiste en una obra sinfónica que continúa la serie sobre la relación
entre el ser humano y la tecnología que iniciara el mismo compositor barcelonés
con Metaverso I seguida de Metaverso II, cada una con diversa
instrumentación. Esta nueva creación musical sugiere un trasfondo inspirado en
el mundo digital, la inteligencia artificial y los videojuegos en el que la
polirritmia, el contraste de texturas tímbricas que interactúan simultáneamente
y la repetición de motivos musicales son sublimados en un ambiente de cuasi
trascendencia que atraviesa toda esta composición. Igualmente, son característicos
en ella los efectos y sonidos de corte tecnológico y, particularmente, el
impactante recurso del "cyber canto" donde los intérpretes utilizan
sus propios teléfonos móviles en una metáfora de la comunicación (ya empleada
por Cruixent en su obra Cyborg de
2010). Metaverso III está estructurada en cuatro movimientos (Game Start, Lado A: Acoplamiento, Lado B:
mundo en un cable, Game over) con un total de unos veinte minutos. La
plausible y esforzada interpretación de la Orquesta de Córdoba recordó su
estrecha y fundacional relación con la música actual, cimentada en su
primera etapa con el eminente al frente de la dirección titular.
Ferran Cruixent salió a recibir los entusiastas aplausos con los que el público
cordobés acogió su nueva creación.
A la vuelta del descanso, la
interpretación de la monumental y popular Sinfonía
nº 5 de Mahler también ha supuesto -hasta donde sabemos- un estreno en la
ciudad. La plantilla exigida por Mahler excede el número de músicos de la
Orquesta de Córdoba y, como ha sucedido en ocasiones puntuales (sobre todo con
el incompleto ciclo sinfónico de Bruckner que acometiera , al
que sólo faltaron la Novena y la Séptima) se ha acudido al pertinente refuerzo de la
siempre dispuesta Joven Orquesta de Córdoba.
Bajo la dirección de un
sin batuta y de parca gestualidad, la obra salió adelante y tomó forma con
puntuales desajustes sí, pero en una labor digna y meritoria en términos
generales. No obstante, en otro nivel analítico hay que considerar una lectura
de trabajo tímbrico y rítmico aceptable, pero de exasperante falta de
intensidad expresiva (a excepción del brioso scherzo).
Los asistentes que llenaban el Gran Teatro premiaron con entusiastas aplausos y puestos en pie este estreno mahleriano (segundo en realidad, al tratarse del segundo pase de este concierto de abono), sin duda todo un importante acontecimiento musical para la ciudad.
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