Alemania
Romantarctica
Juan Carlos Tellechea
No fue una matiné habitual, sino con dos músicos noruegos que dejaron su maravillosa impronta en este concierto con obras de Johann Sebastian Bach, Béla Wojciech Kilar y Henning . Padre e hija, el violinista, violista y compositor Henning Kraggerud (1973), y la violinista Alma Serafin Kraggerud (2006), tocaron juntos con la orquesta Deutsche Kammerakademie Neuss am Rhein e inundaron de mágicos sonidos la gran sala auditorio de la Zeughaus (armería) de esta ciudad a orillas del Rin.
Ambos se pasearon durante algunos minutos con sus instrumentos por el parqué y lo colmaron de hermosas y coloridas tonalidas. Primero con el Dúo en re (1993) de Henning Kraggerud, después con piezas de Wolfgang Amadé
Romantartica fue compuesta por encargo de las orquestas profesionales más extremas del planeta: la septentrional Filarmónica del Ártico, en Tromsø, Noruega, y la meridional Sinfónica de Tasmania, en Hobart, Australia. El estreno nórdico tuvo lugar en febrero de 2021 y el austral en mayo de 2023, respectivamente en las referidas ciudades.
Este domingo el público tuvo la oportunidad de escuchar y admirar la versión para violín, viola y orquesta de cuerdas de Romantartica, con Alma Kraggerud, tocando en su Guarneri del Gesù de 1722 (que perteneciera a Piotr Janowski), y Henning Kraggerud en su Guarneri del Gesù de 1744 (cedido por Dextra Musica AS, una sociedad de la Fundación del Banco de Ahorros de Noruega (DNB).
Johann Sebastian Bach
El recital dio comienzo con el
La vivaz interpretación de los solistas mostró una claridad ejemplar. En el Largo ma non tanto ambos entregaron un canto inextinguible y conmovedor con la orquesta. El Allegro final, extremadamente rápido, es vertiginoso y sus diferentes secciones se entrelazaron de forma muy imaginativa.
La belleza de la ejecución fue una verdadera alegría. Además del sonido luminoso del Guarneri tocado por Alma Kraggerud, seduce la imaginación del fraseo, la originalidad de los acentos y la naturalidad de la interpretación, que trasciende la idea misma de virtuosismo. Un estilo "transparente" que no busca el efecto. Cualidades que comparten los músicos de la Deutsche Kammerakademie
Bach adoptó aquí el estilo de Antonio Vivaldi, con tres movimientos en la secuencia rápido-lento-rápido. En las secciones orquestales y solistas se alternan en los movimientos rápidos. La melodía principal completa suele tocarse al principio y al final, mientras que la orquesta solo se encarga de los fragmentos intermedios. Las partes solistas retoman este material y lo llevan más allá, creando una interacción vívida.
Béla Bartók
Las Seis danzas populares rumanas (1915), con arreglos para orquesta de cuerdas de Arthur Wittner, tienen su origen en melodías recogidas por Bartók en Transilvania entre 1910 y 1912. Extremadamente breves, contienen sin embargo una gran riqueza de invenciones rítmicas y armónicas. La "Danza del bastón" (Allegro moderato) y la "Danza en cadena" (Moderato) se inspiraron en violinistas gitanos, mientras que la "Danza en ronda" (Allegro) y la "Danza del zapateado" (Moderato) tienen su origen en un gaitero. Las dos últimas, la "Polca rumana" (Allegro) y la "Danza rápida" (I. Allegro – II. Allegro vivace), una áspera, la otra animada, ponen fin a esta pequeña joya de la música bartokiana.
Henning Kraggerud las recrea con la Deutsche Kammerakademie Neuss en una interpretación muy pulida, con acentos gitanos y orientales, apoyados al máximo, pero no sin cierta sequedad y tempos furiosamente rápidos, en particular en las tres últimas danzas, llevadas hasta el delirio.
Bartók exploraba en aquellos tiempos las raíces magiares de su tierra natal. Mientras viajaba, recopilaba canciones y danzas de Hungría y Rumanía. En el proceso, encontró una auténtica "música campesina" que sonaba completamente diferente a la música folclórica etiquetada hasta entonces como "húngara".
Auténtico, genuino
Completamente asombrado, el compositor observaba que en las primitivas melodías campesinas de Europa del este no había ni rastro del estereotipado sistema de acordes mayor-menor. La ausencia de estas barreras hacía posible tocar la melodía en cuestión desde las más diversas direcciones.
Los campesinos de Hungría y Rumanía solían organizar sus bailes aldeanos en secuencias de cinco o siete. Bartók imitó la estructura de este tipo de secuencias. Aunque puramente instrumentales, los movimientos muestran la estructura de estas danzas de grupo. En cada caso, la constelación de bailarines cambia por gritos. También es el encanto rústico, la autenticidad indisimulada de esta música la que cautiva a los espectadores. Las danzas folclóricas rumanas de Bartók tienen ese sabor incomparable de lo auténtico, de lo genuino.
Romantartica
Tras el intervalo, Henning y Alma Kraggerud interpretaron a dúo arreglos propios para violín de Wolfgang Amadé Mozart y Felix Mendelssohn Bartholdy, antes de ejecutar Romantartica que da título a esta matiné musical. Cuando recibió el encargo para componer esta suite, Henning Kraggerud se sintió encantado de tener la oportunidad de escribir para las dos orquestas, la suya propia, de la que es director artístico, y la de Tasmania. Su proximidad al océano Ártico y al continente Antártico le dio la idea de ponerle este nombre a la composición; una palabra que no solo alude a las dos zonas que rodean a los polos Norte y Sur, sino también al "Romanticismo" musical.
Kraggerud escribió la pieza desde una perspectiva emocional. Se inspiró asimismo en los exploradores polares Robert Scott y Roald Amundsen. Ambos partieron hacia la Antártida en 1910 y llegaron al Polo Sur en diciembre de 1911. A juicio del compositor, la forma en que se propagaban los sentimientos por la noche debió de multiplicarse en esta soledad, así como el lastre de emociones que traían consigo de Europa.
Uno de los aspectos que más impactó a Kraggerud fue el presentimiento de Scott de que no sobreviviría a la expedición. Todas esas impresiones fueron canalizadas en esta composición posmoderna de 20 minutos de duración, que Henning Kraggerud diseñó para una instrumentación flexible: desde dos solistas hasta una orquesta completa.
El músico, de 50 años de edad, subió al escenario acompañado de su hija, Alma Kraggerud, quien también compone. La joven de 17 años, ganadora de varios premios, es además una solista de gran sensibilidad. Con su impresionante biografía Alma Kraggerud tiene ante sí una carrera sumamente promisoria.
Wojciech Kilar
La velada se cerró con una obra minimalista y meditativa para orquesta de cuerda de Wojciech Kilar, más conocido como compositor cinematográfico. Fue el autor de la música de El pianista, de Roman Polanski, en 2002, y de Drácula, de Bram Stoker (1992), de Francis Ford Coppola, entre otras películas. En sus obras creadas para la sala de conciertos, también reflexiona repetidamente sobre acontecimientos clave de la historia reciente de Polonia. La reducción, la concentración y la contemplación meditativa caracterizan Orawa (1986), una pieza para orquesta de cuerda de nueve minutos de duración en la que se citan danzas folclóricas de los Cárpatos.
Kilar ya había adquirido cierta experiencia antes de aparecer como compositor cinematográfico a principios de la década de 1970. En 1957 asistió a los Cursos de Verano de Nueva Música de
Colores orquestales y densidad
El estilo de Wojciech Kilar no puede reducirse a un único denominador. Influido por Boulanger, escribió durante un tiempo en estilo neoclásico a la Igor Stravinsky y, como Béla Bartók, se dedicó a la música folclórica. Después exploró la técnica de los doce tonos, y su profunda fe le llevó a la música minimalista a mediados de los años setenta.
En Orawa, pequeñas células rítmicas se propagan orgánicamente, vagando por la Deutsche Kammerakademie Neuss dirigida por Henning Kraggerud, que a veces toca en tutti, a veces se adelgaza hasta formar un trío o incluso un solo. Esta Orawa exige perspectivas auditivas diferentes a las de una sinfonía clásica. No se trata de desarrollar temas, sino de los colores orquestales y la densidad de la música. No es casualidad que surjan asociaciones con un río musical: Orawa es el nombre polaco de un río de Eslovaquia que fluye por los montes Tatra, al sur de la frontera con Polonia.
Drama, encanto musical y pintoresco
Cuando se trata de salvajismo, el Este no tiene nada que envidiar al "salvaje" Oeste, solo que los temas son a veces diferentes. Mientras que el término "Salvaje Oeste" se asocia a menudo con el conflicto entre vaqueros, indios, buenos y malos -en gran medida gracias al cine estadounidense-, el conflicto entre el individuo y el sistema político pasa a primer plano en el "Salvaje Este". Sin embargo, "Wild West" y "Wild East" tienen algo en común: el amor incondicional por la belleza de sus respectivos paisajes. Todo esto es retratado -en "ambos bandos"- por brillantes compositores en forma de música de la manera más impresionante.
Orawa es la última pieza de un pequeño ciclo de los Cárpatos, cuyo tema es el Podhale, el paisaje de las tierras altas del sur de Polonia. Los violines y las violas introducen el breve motivo al principio. Las cuerdas restantes retoman el motivo y lo varían. Al estilo de la música minimalista, el motivo básico se repite sin interrupción.
Henning Kraggerud conjura un arco argumental interiormente diferenciado y fantásticamente fraseado. Da entradas precisas y, especialmente en los pasajes tranquilos, parece sacar las notas de los instrumentos con sus grandes gestos. El público les dedicó una gran y merecida ovación, que los músicos agradecieron con dos bises: Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi, y Deilig er Jorden (“Bendita sea la tierra”, canción navideña noruega), ambos con arreglos de Henning y Alma Kraggerud. En Deilig er Jorden, Alma Kraggerud tuvo una muy tierna y sensible intervención solista que emocionó hasta las lágrimas a algunos espectadores.
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