Italia

Resurrección de obra maestra: Nerone de Boito

Francisco Leonarte
lunes, 26 de febrero de 2024
'Nerone', regie de F. Ceresa © 2024 by Priamo Tolu / Teatro Lirico de Cagliari 'Nerone', regie de F. Ceresa © 2024 by Priamo Tolu / Teatro Lirico de Cagliari
Cagliari, miércoles, 14 de febrero de 2024. Teatro Lirico di Cagliari. Nerone, tragedia in quatro atti. Libreto y música, Arrigo Boito. Puesta en escena de Fabio Ceresa. Decorados, Tiziano Santi. Colaboración en los decorados, Veronica Lattuada. Trajes de Claudia Pernigotti. Luces, Daniele Naldi. Coreografía de Mattia Agatiello. Con Mikheil Sheshaberidze / Konsntanin Kipiani (Nerone), Franco Vassallo / Abramo Rosalen (Simon Mago), Roberto Frontali / Leon Kim (Fanuel), Valentina Boi / Rachele Stanisci (Asteria), Deniz Uzun / Mariangela Marini (Rubria), Dongho Kim / Allessandro Abis (Tigellino), Vassily Solodky (Gobrias), Antonino Giacobbe (Dositeo/l'oracolo), Natalia Gavrilan (Perside/Cerinto/prima voce di donna), Fiorenzo Tornincasa / Marco Frigieri (il tempiere/ primo viandante/ voce di tenore), Nicola Ebau (secondo viandante /lo schiavo/ voce di basso), Francesca Zanatta (seconda voce di donna), Luana Spinola (terza voce di donna). Orchestra e Coro del Teatro Lirico di Cagliari. Maestro de Coro, Giovani Andreolli. Director musical, Francesco Cilluffo.
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Hay obras que siempre serán problemáticas. Y creo que éste Nerone es un caso paradigmático. Para empezar, su propio autor, Arrigo Boito, tardó más de cincuenta años en gestarla y sin embargo la dejó inconclusa -aunque otros expertos dicen que (como en el caso de Boris Godunov de Mussorgski) Boito la dejó conclusa en 1916 y Toscanini se encargó de «desconcluirla» en 1924...

Por una parte, en ciertos momentos se nota que es obra de alguien que nació todavía en la primera mitad del XIX (1842), que con Mefistofele se puso a la cabeza de la vanguardia operística italiana, que alentó el genio creativo de Verdi en sus también en su día vanguardistas Otello y Falstaff… Por otra parte, en ciertos momentos se escucha a un genio creativo que adelanta soluciones que sólo los más osados presentaban en 1916.

Por un lado, se escucha la obra de un hombre culto que se inspira en (y a veces hasta literalmente cita a) Verdi y sobre todo Wagner, un hombre al tanto de la vanguardia operística del 1900 encarnada sobre todo por Catalani (La Wally, Loreley) y Mascagni (Iris, Isabeau...). Por otro, se escuchan armonías, melodías, trazas, que a nadie deben, surgidas no se sabe de dónde si no es de la imaginación del propio Boito.

Obra a la vez de compendio (Verdi, Wagner, canto gregoriano, Mascagni...) y a la vez de indudable inventiva. Obra a la vez monumental por su argumento, por sus personajes, por sus situaciones (con ese final del primer acto o ese incendio de Roma, absolutamente espectaculares), y a la vez intimista (con silencios, con dulzuras, con la muerte tan hermosamente patética de Rubria). Obra a la vez beaturra (con todas esas referencias al primer cristianismo a lo Quo vadis?, la exitosa novela de Sienkiewicz) y a la vez sulfurosa (con el personaje masoquista de Asteria, con sus críticas apenas veladas al rito católico).

Todo lo que se diga sobre Nerone de Boito es a la vez absolutamente cierto y absolutamente falso.

En suma, obra inaprensible. Obra maestra.

Los arrestos de Cagliari

Montar Nerone es empresa ardua. Desde el punto de vista musical requiere una orquesta y un coro refinados y potentes, numerosos coprimarios y cinco cantantes principales de primerísimo nivel que acepten estudiarse una obra que quizá no vuelvan nunca a interpretar y que está plagada de dificultades vocales para cada cuerda.

‘Nerone’ de Boito. Director musical, Francesco Cilluffo. Puesta en escena, Fabio Ceresa. Cagliari, Teatro Lirico, febrero de 2024. © 2024 by Priamo Tolu / Teatro Lirico de Cagliari.‘Nerone’ de Boito. Director musical, Francesco Cilluffo. Puesta en escena, Fabio Ceresa. Cagliari, Teatro Lirico, febrero de 2024. © 2024 by Priamo Tolu / Teatro Lirico de Cagliari.

A nivel escénico, la última obra de Boito, con sus movimientos de masas, sus incendios, sus techos que se desmoronan, sus milagros y sus muertes en la arena, pide además una ingente labor de decorados, figurantes, efectos especiales...

Si a eso añadimos que la obra es denostada por algunos críticos (como sucedía hasta hace bien poco con su otra ópera, Mefistofele, cuya importancia sin embargo hoy en día nadie parece ya poner en tela de juicio), que es desconocida para el gran público, que tal vez sea árida para el melómano de base que puede echar a faltar las melodías inmediatas que surgen en otras obras más populares, se entiende que, a pesar de tratarse, como decíamos, de una obra maestra, Nerone se represente bien poco (dos producciones en todo el mundo desde 1998).

Pues bien, el Teatro Lírico de Cagliari ha tenido los... arrestos de montarla, y de montarla en buenas condiciones. Que una ciudad de menos de 200.000 habitantes (y menos de 500.000 para la totalidad de su área metropolitana) monte tal obra, dando ocho representaciones -además de representaciones para público escolar- es digno de elogio, de admiración ... y de envidia. Espero que los habitantes de Cagliari sean conscientes de la suerte que tienen, porque un teatro así es motivo de legítimo orgullo para todos ellos.

Intérpretes con cuajo

Para abordar Nerone hay que ser muy bueno y muy valiente. Son menester, para cada uno de los intérpretes, una voz potente que pase el foso orquestal, una dicción intachable que permita entender el riquísimo libreto de Boito, teatralidad para asumir las dramáticas situaciones que el mismo lilbeto propone, y sobre todo musicalidad para que se entienda el complejo entramado musical y el personalísimo sentido de la melodía de Boito.

En el primer reparto, Valentina Boi hizo una notabilísima Asteria, soprano dramática apasionada, que pide una tesitura amplia y facilidad en los saltos. Un punto apurada en los graves, Boi asumió con notable volumen, ímpetu y valentía su papel, además de un bonito color de voz, sensibilidad en el canto y agudos lanzados como dardos. Habrá que seguir la carrera de la joven Boi. En el segundo reparto, Rachele Stanisci tiene un color muy bonito, pero menos volumen, viéndose así apurada por momentos ante el volumen de la orquesta (no fue la única tampoco). Supo sin embargo componer un personaje complejo, quizá con más matices.

‘Nerone’ de Boito. Director musical, Francesco Cilluffo. Puesta en escena, Fabio Ceresa. Cagliari, Teatro Lirico, febrero de 2024. © 2024 by Priamo Tolu / Teatro Lirico de Cagliari.‘Nerone’ de Boito. Director musical, Francesco Cilluffo. Puesta en escena, Fabio Ceresa. Cagliari, Teatro Lirico, febrero de 2024. © 2024 by Priamo Tolu / Teatro Lirico de Cagliari.

El papel de Rubria, pensado para una mezzo, es el más dulce, y no es fácil dar dulzura cuando se está ante la orquesta de Boito, heredera de las de Wagner y del último Verdi... Deniz Uzun lo consiguió: no es ya el notabilísimo volumen de esta mezzo, es también su estupenda técnica, su buen fraseo, su sentido del personaje. Otra cantante que esperamos volver a escuchar pronto. En el segundo reparto, Mariangela Marini, con menor volumen, cantó con inteligencia y sensibilidad, haciendo también una bonita Rubria.

Siguiendo en el segundo reparto, hay que resaltar el buen gusto y el sentido del personaje de Leon Kim, cuyo canto elegiaco hizo de Fanuel una suerte de Parsifal, el hombre puro reconcomido por su debilidad humana. Roberto Frontali, en el primer reparto, asumió el mismo personaje con más volumen y también más virulencia. Dos composiciones distintas y ambas válidas.

El papel de Simon Mago, el malo malísimo (porque Boito centró buena parte de su obra en la dicotomía entre Bien y Mal, no tienen ustedes más que echar un vistazo al libreto de Otello que escribió para Verdi) también se las trae. Se necesita un bajo cantante con alguna nota oscurísima, agudos peliagudos y volumen a prueba de timbales, trombones, y trompetas. Algo apurados en esto del volumen (¡y qué cantante no lo estaría!), Abramo Rosalen (segundo reparto) y Franco Vassallo (primero) cumplieron sin embargo, tal vez con una ligera ventaja a favor de Vassallo, más factotum, a la vez más simpático y más siniestro, y con mayor volumen.

En cuanto a los dos encargados de asumir el papel mata-tenores de Nerón, tanto Mikheil Sheshaberidze (primer reparto) como Konsntanin Kipiani (segundo) lanzan agudos como cañonazos. Ambos se ven algo apurados en alguna frase grave, pero ambos son valientes. Shesahberidze con más volumen, Kipiani con más sentido teatral.

Notables Dongho Kim y Allessandro Abis (como Tigellino), Antonino Giacobbe y Natalia Gavrilan. Mención aparte merece Vassily Solodky como Gobrias, un papel difícil que Solodky supo solventar en todas las representaciones con volumen y seguridad.

Cuerpos estables de los que dan envidia

Ópera en muchos aspectos cercana al Boris Godunov, también en Nerone tiene el coro un especial protagonismo. El pueblo romano comenta, critica, ensalza, resuelve situaciones (fin acto I), crea ambientes sonoros, es verdugo y víctima, en escenas particularmente elaboradas que beben de las grandes escenas corales de Les hugonots o del Prophète de Meyerbeer.

El Coro del Teatro Lírico de Cagliari se muestra perfectamente a la altura del desafío. Sonido compacto, buenos agudos, capacidad de asumir los distintos sentimientos (a veces encontrados), buen volumen. Bravo pues a sus integrantes y al maestro Andreolli que los prepara.

Otro tanto se puede decir de la Orquesta del Teatro Lirico de Cagliari, que responde con mucha solvencia y sensibilidad a las variadas exigencias de la partitura. Relativamente reducida (cuatro contrabajos, por dar una indicación), su volumen es más que suficiente: más hubiera sido realmente catastrófico para la representación, destruyendo todo posible equilibrio entre foso y escena.

Cilluffo la dirige con primor, dando entradas, atento a la labor de orfebrería que pide Boito. Es sobre todo consciente del valor de los silencios, dando profundidad a la acción y al discurso musical. En ocasiones sacrifica, es cierto, a los cantantes en aras de la brillantez orquestal. Y es que es difícil pedir por momentos contención cuando la partitura parece pedir furia. Tal vez en un futuro llegue Cilluffo a conseguir la difícil cuadratura del círculo (que sin embargo algunos grandes directores alcanzan) de combinar expresividad orquestal con moderación del volumen y equilibrio entre cantantes y orquesta.

Resaltemos también que Cilluffo entiende muy bien la melodía boitiana, sabe ordenar los efectos para que dicha melodía surja, y sabe dar teatralidad a su discurso.

Puesta en escena: querer no es poder.

Poner en escena Nerone es empresa casi imposible, a la altura de los grandes desafíos escénicos tipo el Anillo del Nibelungo. Fabio Ceresa opta por ... no sé sabe muy bien por qué opta Fabio Ceresa. Por un lado recurre a la Antigüedad, con grandes columnas, referencias al Panteón romano, trajes y peinados inspirados en los de los primeros siglos d.C. Y por otro lado hace referencias a la arquitectura mussoliniana, al fútbol, a los trajes de gala del ejército.

Por un lado dice que va a respetar todas las (numerosas) indicaciones escénicas, y por otro deja sin correspondencia escénica acciones que están en el texto y en la música (véase el incendio del templo, difícil de escenificar, cierto, pero sin el cual no se entiende qué está pasando ni musicalmente ni en la acción).

‘Nerone’ de Boito. Director musical, Francesco Cilluffo. Puesta en escena, Fabio Ceresa. Cagliari, Teatro Lirico, febrero de 2024. © 2024 by Priamo Tolu / Teatro Lirico de Cagliari.‘Nerone’ de Boito. Director musical, Francesco Cilluffo. Puesta en escena, Fabio Ceresa. Cagliari, Teatro Lirico, febrero de 2024. © 2024 by Priamo Tolu / Teatro Lirico de Cagliari.

Utiliza -como viene siendo habitual- figurantes que no sirven a la acción sino al «concepto» del director de escena (como, al inicio de la ópera, esas molestas máscaras que Boito no indica por ningún sitio y que transforman en pequeño carnaval lo que habría de ser una escena solitaria y tétrica). Otrosí los bailarines que evocan las carreras de cuádrigas o los que remedan a los gladiadores-futbolistas, recursos manidos y sin interés que más molestan que ilustran. La poco imaginativa coreografía de Mattia Agatiello tampoco arregla nada.

En fin.

Más interesante hubiera sido que Ceresa se concentrara en la dirección de actores, más bien pobre. Tal vez no sea tarea fácil dirigir escénicamente a los dos tenores, pero un poco más de intención y de teatralidad no les hubiera venido mal. La forma en que Sheshaberidze haciendo de Nerón supuestamente agrede a Simón Mago en el segundo acto (una suerte de simpática palmada en las nalgas) es francamente ridícula. Por poner un ejemplo.

Se le puede perdonar que ciertos efectos especiales no se vean o queden simplemente bocetados (el falso «vuelo» de Simón Mago en el segundo acto, el desmoronamiento del templo en el último acto, etc.) pero es lástima que otros no sean ni siquiera sugeridos (volvemos al incendio del templo).

O sea, lo de siempre, que no se trata de que una puesta en escena sea «a la antigua o a la moderna» sino de que sea inteligente y respetuosa con la obra.

En favor de Ceresa, el desarrollo general de la acción es respetado, así como los caracteres, y el público que no conoce la obra puede entender (casi siempre) lo que está sucediendo: por los tiempos que corren ya es bastante.

Lo más importante es que estas representaciones han permitido a un público curioso volver a ver una obra maestra, que así vuelve a cobrar interés. Una puesta en escena suficiente y una puesta en música brillante, recogidas en el DVD que sin duda será comercializado dentro de unos meses, permitirán a quien no tuvo la suerte de verlo en directo hacerse una idea digna de la obra maestra póstuma de Boito.

Gracias Cagliari. 

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