España - Castilla y León

No todo es espectáculo

Samuel González Casado
lunes, 18 de marzo de 2024
Christoph Koncz © Tuomas Katajala | OSCyL Christoph Koncz © Tuomas Katajala | OSCyL
Valladolid, sábado, 9 de marzo de 2024. Centro Cultural Miguel Delibes. Sala Sinfónica Jesús López Cobos. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Christoph Koncz, dirección. Alicia Amo (soprano), Ulrike Haller (soprano), Tuomas Katajala (tenor). Coro de la OSCyL. Director de coro: Jordi Casas. Mahler: Totenfeier. Mendelssohn: Sinfonía n.º 2 en si bemol mayor, op. 52, “Lobgesang”. Ocupación: 85 %
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Irregular concierto donde lo más relevante era la participación del coro no profesional formado por miembros de distintas formaciones, extrañamente conocido como “Coro de la OSCyL”, y el programa, que era realmente interesante. La Segunda sinfonía de Mendelssohn es difícil vocalmente pero muy agradecida por su calidad y espectacularidad. Por otra parte, que yo recuerde nunca se había interpretado Totenfeier, de Mahler, en esta sala, obra que siempre se presta al ejercicio de las comparaciones respecto al primer movimiento de la Auferstehung, lo cual resulta entretenido, aunque su final deje la sensación de que el asunto debería continuar; y eso que, de alguna manera, continuó con cuatro movimientos y coro final (de la Lobgesang), de ahí el valor de un programa que esta vez relacionaba las obras en varios niveles de forma ingeniosa.

La disposición instrumental de Christoph Koncz no suele funcionar muy bien en esta sala, sobre todo respecto a la separación de violines primeros y segundos, porque estos últimos pierden presencia, aunque se potencie el efecto polifónico, supuestamente adecuado en Mendelssohn. En Mahler fue un error: el sonido fue pobre por esta cuestión, aderezado por múltiples errores de algunos metales, la labor poco memorable de algunas maderas y la sequedad y poco andamiaje de los violines primeros, cuyas carencias se oían implacablemente. Los segundos desaparecieron, como era previsible, al menos desde mi posición izquierda de la fila 12. Koncz, además, no preparó bien algunas escaladas dinámicas, que sonaron planas, aunque es cierto que introdujo algunos detalles personales que hicieron lamentar una realización técnica más acorde.

Con Mendelssohn hubo altibajos: en general, no hubo mucho contraste entre ambientes (solemnidad/ligereza), y antes del coro sonaron mucho mejor los pasajes reposados que los rápidos y fugados; estos últimos adolecieron de cierta confusión, porque Koncz dio predominancia al brío antes que a la claridad. Así, lo mejor fue el Alegretto un poco agitato, perfecto técnica y estilísticamente, y el Adagio religioso, íntimo pero a la vez muy fluido. La extensa parte en la que intervienen coro y solistas se sacó adelante, aunque, como ocurrió con la orquesta, de alguna manera se notaron más que otras veces sus carencias, sobre todo en la parte de las sopranos, que evidentemente son las que suenan con mayor presencia. Sin embargo, como he dicho antes la obra es muy agradecida, y el empuje y entusiasmo de esta formación de aficionados hicieron que todos los momentos fueran disfrutables.

Los tres solistas, todos por debajo de lo deseable, participaron sin ofrecer excesivas alegrías: el tenor, sustituto de Ian Bostridge, sufrió mucho con el fiato, y no por falta de este, sino por los cálculos de las respiraciones: da la sensación que tenía asimilada la obra con otros tempi. Aparte, el legato era inexistente, las vocales estaban colocadas muy irregularmente, el sonido no era limpio y las inflexiones no pasaron de lo mecánico. De Ulrike Haller poco puede decirse dada su escasa presencia, pero sus agudos fijos no fueron precisamente lo más reseñable de la noche.

Alicia Amo tiene un sonido que da bastante vuelta y la resonancia no se lleva a cabo en zonas que favorezcan la precisión, de ahí los problemas en el paso, que el centro esté descompensado y suene con poco volumen relación al agudo, y que vea recortadas sus posibilidades musicales. Por ejemplo, y es un detalle, el la de Die Nacht ist vergangen es un punto de lucimiento en solitario que da lugar al coro más brillante de la sinfonía. Se trata de un pequeño momento, pero muy teatral, y se debe desarrollar dinámicamente porque estamos hablando de una dominante secundaria que crea tensión hacia su nueva tónica, nueva tonalidad y nuevo número, que entrará de forma triunfal como consecuencia del texto de la soprano. Es, por así decirlo, una frase liederística de texto + armonía, que debe reflejarse en la interpretación. Pero solo noté voluntad de asegurar, y si hubo intento de algo más la falta de definición impidió que lo captara. Por otra parte, sí debe reconocerse que Amo es una cantante sensible que, dentro de sus posibilidades, siempre intenta dar ciertos matices al texto, lo que en este caso se agradece, sobre todo escuchados sus compañeros solistas.

Inanes notas al programa de Rafael Ortega Basagoiti. Aunque las investigaciones sobre los Mendelssohn han aportado un vasto campo en el que bucear o simplemente picotear, Basagoiti prefiere centrarse en contar lo que ocurre en cada número de la sinfonía (dos páginas y media, uf), como si el concierto se fuera a suspender por algún motivo. Menos mal que al final revela, brillantemente, que Das Judentum in der Musik es antisemita e hizo daño, un asunto metido con calzador que parece querer concluir con un aroma de activismo cuqui. Texto para coleccionar. 

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