Francia
Música de la felicidad
Francisco Leonarte

Empieza el concierto con una obra que servidor
de ustedes no conoce, Fantasía, septeto de Mel Bonis (1858-1937),
compuesta en 1906. A pesar de un cierto aroma 1900, la concepción está más
cercana a esquemas anteriores, a Saint-Saëns, por ejemplo, que, no lo
olvidemos, en 1906 era tal vez el autor vivo más prestigioso de la música
francesa. Pero a pesar de esa cierta tendencia un punto paseísta hay
imaginación en la forma de presentar y alternar temas. Y un innegable sentido
melódico que hace que la obra sea muy disfrutable. Si al principio el piano
parece tener un lugar demasiado central, la disposición instrumental poco a poco
se va equilibrando.
Se trata de una obra que nada tiene de revolucionaria, cierto, pero que por su frescura bien merece ser escuchada con más frecuencia. En cuanto a la interpretación, es agradable pero no sobresaliente: algún ligero desajuste, falta de empaste a veces, falta de un auténtico espíritu común que tal vez sea achacable a la escritura misma... En cualquier caso se agradece que den a conocer la obra de Mélanie Bonis.
Sigue la cosa con el famoso Concierto en
sol mayor de Ravel, música gozosa donde las haya. El primer tempo suena tal
vez menos «allegro» que en otras versiones, pero tal vez sea eso lo que permite
a Mikko Franck poner de relieve las sonoridades imaginadas por Ravel. Tal vez
sea también lo que permite a Piemontesi cantar con el piano los motivos
ravelianos que suenan más dulces e introspectivos que de costumbre en este
primer tempo.
Piemontesi ataca el segundo tempo menos lento
que otros pianistas. Tal vez sea eso lo que permite escuchar su maravillosa
melodía con tanta claridad, en todo su esplendor sentimental, y sin
exageraciones. Momento particularmente hermoso.
El tercer tiempo, siendo «Presto» como lo
indica la partitura, no es apabullante. Creo que esa ha sido la apuesta de
Piemontesi-Franck, resaltar las texturas y motivos desde dentro, aunque eso
signifique una cierta falta de diferenciación entre los tempi. El resultado es
notable. Y el público lo agradece.
Asi que Piemontesi acaba por conceder un bis
(que no anuncia): Fuegos artificiales, uno de los preludios de Debussy.
El pianista hace una demostración de virtuosismo pero también de comprensión
profunda de la obra de Debussy. Impresionante.
En la segunda parte, una Pavana para una
infanta difunta un poco lisa, y una suite de Mi madre la oca bonita.
Tengo para mí que todos los profesores de la Orquesta Filarmónica de Radio
Francia tocaban esta partitura antes de aprender a hablar, porque si no no es
posible tal dominio de cada uno de los instrumentistas. ¿Interpretación especialmente
especial? Puede que no, pero sí interpretación gustosa y honesta, como a
menudo con Mikko Franck.
A esta música de la felicidad el público
responde feliz con aplausos felices.
La sala estaba llena a 95% para un programa con obras que -salvo la de obra de Bonis- se repiten en París cada año (y en ocasiones hasta dos o tres veces en una misma temporada). Confieso que servidor de ustedes había aprovechado para invitar a dos jóvenes que asistían por primera vez a un concierto de clásica. Y que los jóvenes salieron muy contentos de la experiencia (el bonito auditorio de Radio Francia, el ambiente, las obras, la orquesta ...). Así que, «misión cumplida».
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